• Aucun résultat trouvé

Socialización: modelos y metas parentales

Capítulo I: Niños, niñas, progenitores y educación

1.2. Definición de crianza, pautas parentales y prácticas de crianza ecuatorianas

1.2.2. Socialización: modelos y metas parentales

En esta sección se presentará un modelo de análisis de pautas parentales y de crianza que permite conocer otra forma de interpretación del proceso socializador entre los padres y las madres con sus hijos e hijas. Empero, en primer lugar, se exponen los estilos educativos de Baumrind (1967, 1971, 1973) que han definido las relaciones entre padres e hijos en Estados Unidos y que, sin duda, en ocasiones se ha extendido para denominar y clasificar prácticas parentales de otros contextos y lugares.

7 Por conocimiento ancestral se entiende a todo tipo de conocimiento aprendido por sus antepasados como ritos, fiestas, costumbres, artes de subsistencia, valores, etc.

Varios autores han realizado una clasificación de los estilos parentales, que generalmente se fundamentan en clasificaciones descriptivas sobre las actitudes de los adultos y sus mecanismos de cuidado. Por ejemplo, Ramírez (2005) repasa algunos modelos que se han definido, pero no obstante, entre los más referidos, en la investigación psicológica, sociológica y otras, están los cuatro estilos educativos de Baumrind (1967, 1971, 1973).

Estos estilos parentales que presenta son:

1. Estilo autoritario. Los padres y las madres presentan un alto nivel de control y de exigencias de madurez, muestran bajos niveles de comunicación y afecto, y reclaman una obediencia estricta. Este tipo de padres y madres suelen ser por tanto controladores, críticos e influyentes, basados en sus concepciones rígidas. Le dan importancia a la obediencia, autoridad, castigo y maneras disciplinarias.

2. Estilo democrático. Los padres y las madres presentan altos niveles de comunicación, afecto, control y exigencias de madurez. Suelen ser afectuosos, evitan el castigo, son sensibles a la voz de sus hijos e hijas, marcan límites y orientan; escuchan y llegan a acuerdos.

3. Estilo permisivo. Los padres y las madres presentan altos niveles de comunicación y afecto, pero bajos niveles de control y exigencia de madurez. Suelen ser muy afectuosos, muestran una actitud positiva ante el actuar –cualquiera que este sea– de sus hijos e hijas, no demandan responsabilidades ni orden, dejan que sus niños y niñas se auto-organicen, usan poco el castigo y rechazan el control.

4. Estilo indiferente o de rechazo-abandono. Los padres y las madres presentan bajos niveles de comunicación, afecto, control y exigencias de madurez hacia sus hijos e hijas.

No son receptivos ni exigentes. Manifiestan indiferencia hacia sus niños y niñas.

Minimizan los problemas y no se implican ni se esfuerzan en su relación con sus hijos e hijas (Ramírez, 2005).

Sobre la clasificación de Baumrind (1967, 1971, 1973), varios investigadores sostienen que una gran parte de los padres y de las madres no poseen un estilo parental definido o suelen presentar pautas de crianza contradictorias (Izzedin & Pachajoa, 2009; Torío et al.,

2008); además reflejan estilos de parentalidad de un contexto concreto, el norteamericano que puede resultar improcedente exportar a otros contextos.

En consecuencia, las investigaciones transculturales han puesto de manifiesto la necesidad de reelaborar la perspectiva si se pretende también comprender la variabilidad de prácticas de crianza existentes (Greenfield & Suzuki, 1998; Roggoff, 2003). A continuación, se expone un modelo de análisis de las pautas parentales que permite comprender la existencia de objetivos diferenciados en las prácticas de crianza, y la diversidad de mecanismos a través de los cuales puede llegarse a ellas.

Cabe mencionar antes que las pautas de crianza son las acciones visibles de cuidado, provisión, protección, y enseñanza-aprendizaje que las sociedades sumergen a sus niños y niñas para que estos lleguen a ser adultos aceptados socio-culturalmente.

La nueva perspectiva que se expondrá a continuación considera que las características de las pautas de crianza, relaciones, roles, etc. de los padres y de las madres con sus hijos e hijas están vinculadas con sus objetivos parentales, es decir, el modelo de persona (socio-culturalmente construido) que se tiene en expectativa. Todo ello constituye el modelo parental. Los modelos parentales “se definen como actitudes o creencias generales de los padres acerca de la crianza adecuada para sus niños [e.g., creer que los niños necesitan del afecto y apoyo de los padres para su sano desarrollo]” (Solís & Díaz, 2007, p.177). Las creencias de los padres y de las madres con relación a la crianza de sus hijos e hijas también se conoce como etnoteoría parental o sistema parental de creencias (Greenfield &

Suzuki, 1998).

Greenfield y Suzuki (1998) nos presentan un modelo que permite analizar las experiencias infantiles y las prácticas parentales en aquellos contextos en los que existen discontinuidades entre las prácticas parentales de ciertos colectivos y las prácticas de cuidado ejercidas por las instituciones hegemónicas (como la escuela, sanidad, etc.).

Según las investigadoras, hay contextos como sociedades multiculturales por migración o en contextos de dominación, donde los niños y niñas se desarrollan en dos entornos con modelos diferentes que pueden ser categorizados como cultura hogareña y cultura de la sociedad. La cultura hogareña comprende los valores, prácticas y antecedentes culturales

de una familia en donde el pequeño va adquiriendo esa cultura por medio de las interacciones cotidianas con los miembros de su familia. En cambio, la cultura de la sociedad tiene que ver con los valores culturales de su sociedad dominante que el pequeño adquiere a través de sus interacciones con la escuela, compañeros, medios de comunicación, etc. La cultura hogareña de un niño puede desarrollarse bajo un clima dual, es decir, el clima cultural de un niño puede ser el mismo en su hogar y en su sociedad o diferenciarse el uno del otro como en el caso de las familias que emigran a otros países y/o son de contextos culturales diferentes. Greenfield y Suzuki (1998) parten de dos marcos de referencia culturales para estudiar los estilos parentales, los cuales tienen metas diferentes del desarrollo, preferencias en la socialización y sirven como marcos interpretativos que ayudan a ver y comprender las diferencias culturales. Estos marcos culturales son:

1) Marco de interdependencia. Este marco es parte del modelo filosófico y social conocido como colectivismo8. En este marco se valora la inteligencia social. Los contextos culturales que se orientan hacia este marco suelen concebir a un niño o una niña como un individuo asocial que necesita ser socializado. Las niñas y niños pequeños suelen ser consentidos, los padres y las madres hacen uso de prácticas que fomentan el apego como cargarlos a menudo o dormir con ellos en la misma cama. En cambio, las niñas y niños más grandes son socializados para entender, asimilar y seguir órdenes de sus padres y madres.

La comunicación entre los padres y las madres con sus hijos e hijas dentro de este marco es menos verbal ya que la meta del desarrollo de la comunicación infantil es que el niño o niña comprenda, antes que su verbalización. Por tanto, existe un uso frecuente por parte de los padres y de las madres de dar órdenes con el fin de promover así la obediencia y respeto. La observación, la participación, el desarrollo de la empatía y la cercanía física también son vistas como maneras de comunicación en este marco.

La parentalidad autoritaria está asociada a este marco de interdependencia. Aunque en Estados Unidos el estilo parental autoritario es percibido como un modelo desacertado porque se lo asocia a prácticas rígidas y negativas, que, a veces incluso se han asociado

8 Se fundamentan en la distinción entre individualismo / colectivismo de Triandis (1988) que establece un modelo dual y polarizado de modelos culturales que permite realizar una transferencia entre los modelos fácticos de la cultura (prácticas, por ejemplo) a dimensiones simbólicas y de valores.

con el maltrato (Pichardo et al., 2009), el estilo parental autoritario tiene otro significado, si se lo interpreta desde su entorno más próximo, y su meta de socialización. Así tenemos que, dentro del marco de interdependencia, el modelo parental autoritario chino no tiene como fin dominar al niño sino conservar la unidad familiar y asegurar relaciones armoniosas con otros. El modelo autoritario afro-americano se asocia con el comportamiento auto-afirmativo e independiente de los niños y niñas; y al igual que el modelo autoritario latinoamericano, busca el respeto y obediencia a los padres y personas mayores en general.

Dentro de la familia, la socialización enfatiza la lealtad, el control, la dependencia y la obediencia de los hijos hacia los padres. Los padres y las madres conciben como una obligación moral el ayudar a sus hijos en todo momento. La meta de socialización del marco de interdependencia en la adultez es que el individuo sea responsable del colectivo, que los logros personales estén al servicio de una comunidad, generalmente la familia. Por eso, en contextos culturales como Japón, donde el colectivismo es valorado e institucionalizado y se espera una interdependencia entre madre e hijo, es inconcebible fomentar una autonomía que consideran que tarde o temprano desembocará en el individualismo (Greenfield y Suzuki, 1998).

Según Kagitçibasi (1996), este marco de interdependencia es “particularmente adaptativo”

en sociedades pobres que cuentan con familias numerosas para “sobrellevar las tareas de subsistencia, incluyendo el cuidado infantil” (Greenfield & Suzuki, 1998, p.50), y la responsabilidad de los más jóvenes hacia lo más adultos, debido a que las sociedades pobres no cuentan con pensiones para los ancianos.

2) Marco de independencia. Este marco es parte del modelo filosófico y social conocido como individualismo. En este marco se valora la inteligencia tecnológica. Los contextos culturales que se orientan hacia la independencia, usualmente conciben a un niño o una niña como un individuo dependiente de su padre y de su madre que tiene que aprender la independencia a medida que crece. Por tanto, los niños y niñas aprenden a dormir solos, los padres y las madres utilizan prácticas que no fomentan el apego como no cargarlos en los brazos, para ello utilizan coches, sillas, caminadoras para bebés, etc.

La comunicación entre los padres y las madres con sus hijos e hijas es más verbal. Los padres y madres suelen preguntar mucho a sus hijos, utilizan preguntas “tipo test” con el fin de provocar la verbalización de los niños y niñas. La verbalización del niño o niña, en este marco, es valorada en sociedades tecnológicas –Norteamérica y Europa del Norte–

porque se concibe que es parte de un individuo educado, “donde los logros académicos, la autonomía y la creatividad son importantes metas del desarrollo” (Greenfield & Suzuki, 1998, p.46). Dentro de las maneras de comunicación también se observa la existencia de negociaciones entre padres/madres e hijos/hijas, se promueve la autoexpresión y la autonomía en los niños y niñas. La parentalidad democrática está asociada a este marco de independencia.

La meta de socialización de este marco es que un individuo se convierta en una persona autónoma, auto-realizada que decida involucrarse a la relación y a las responsabilidades sociales de su entorno. El resultado de este marco es un sí mismo independiente e individualizado. Por tanto, las relaciones familiares se distinguen por “la separación de las generaciones y por las inversiones tanto materiales como emocionales canalizadas hacia el hijo, y no hacia la generación de los mayores” (Kagitçibasi, 1996, p.84). Los padres y madres, a no ser por necesidad extrema, no ayudan a sus hijos en la adultez ya que conciben que los hijos adultos son individuos económicamente independientes y responsables de sus propias necesidades.

Kagitçibasi (1996) señala que el marco de independencia es adaptativo en sociedades industriales y tecnológicas donde los logros materiales son individuales, no familiares, y donde el sostenimiento de los padres y madres ancianos no recae sobre los hijos.

Como se puede apreciar, el modelo de análisis sobre las pautas parentales y pautas de crianza que presentan Greenfield y Suzuki (1998) permite comprender mejor el estilo parental que ciertos padres y madres utilizan con sus hijos e hijas y apreciar mejor las diferentes metas de desarrollo existentes. Este modelo de análisis aclara porque “las prácticas de cuidado infantil que son vistas como morales y pragmáticas en un contexto cultural, pueden ser vistas como mal guiadas, inefectivas e incluso inmorales en otros contextos” (Ibid. p.36).

En resumen, los padres y madres son guías y orientadores del proceso socializador a través del estilo parental que utilizan para relacionarse con sus hijos e hijas. El modelo cultural dependerá de las metas de socialización, metas parentales, del contexto cultural, en algunos casos del contexto histórico, incluso de la clase social, nivel educativo de los padres y madres, entre otros aspectos. Por tanto, se aprecia la necesidad de más estudios en profundidad que tomen en cuenta los contextos culturales, sociales, económicos, etc., para realizar una mejor interpretación del comportamiento, actitudes y acciones de los padres y madres con sus hijos e hijas.