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Breve escenario político educativo en América Latina a partir de los años ’80

Capítulo I: Niños, niñas, progenitores y educación

1.3. La atención y educación a la primera infancia (AEPI)

1.3.1. Breve escenario político educativo en América Latina a partir de los años ’80

Con los cambios en la estructura familiar tradicional, la incorporación de la mujer en el sector laboral y los hogares compuestos solo por el núcleo familiar, América Latina vio la necesidad de desarrollar programas de cuidado y educación para los niños y las niñas.

Todos los países latinoamericanos impulsaron programas con el fin de proveer atención y protección a los párvulos. En el impulso de programas de cuidado se sumaron los Ministerios de Salud, Trabajo, Bienestar, Educación, ONGs, iglesias y agencias de cooperación internacional. Existieron muchas dependencias y programas dirigidos a la niños y niñas menores de seis años en Latinoamericana por lo que se hace difícil conseguir toda la información sobre el desarrollo de esos programas en la región (Simbaña, 2013).

En la década de los ’80 los principales problemas en los servicios de cuidado y alimentación de los párvulos fueron la baja cobertura de los programas y la pésima distribución de los mismos. Aunque poco a poco fue aumentando la cobertura de los programas, la mayoría de ellos se ubicaron en las zonas urbanas. Los programas se focalizaban en los niños y niñas de 4 a 6 años porque la educación básica primaba en las políticas educativas latinoamericanas.

Algunas universidades y escuelas normales superiores comenzaron a ofertar la formación de educación parvularia. Los gobiernos comenzaron a promover políticas y programas de educación, salud y nutrición, pero tenían más carácter asistencial que educativo (OREAL/UNESCO, 2001). El desarrollo de políticas educativas preescolares y específicas

para los sectores rurales de América Latina era escaso, supeditándose a veces a la educación intercultural bilingüe.

Para solventar la inequidad educativa preescolar empezaron a desarrollarse programas focalizados en las zonas rurales y de extrema pobreza por medio de modalidades no convencionales, con el apoyo de los gobiernos y de ONGs (UNESCO, 2001). En muchos casos estos programas fueron de pésima calidad porque no contaban con profesionales, materiales e infraestructura para su funcionamiento (Simbaña, 2013).

En los años ’90 emergen declaraciones internacionales en pro de la educación, cuidado y protección de la primera infancia. Se reconoce la educación de los menores de 6 años como un derecho fundamental. Así fue señalado en la IV Reunión de la Comisión Interparlamentaria Latinoamericana de Derechos Humanos (1989), en la Cumbre Mundial en Favor de la Infancia (1990) y en la Convención sobre los Derechos del Niño (1989).

América Latina adoptó la declaración de la Convención sobre los Derechos del Niño16 (OREAL/UNESCO, 2001).

En marzo de 1990, en Jomtien-Tailandia, delegados de 155 países y representantes de 150 organizaciones gubernamentales y no gubernamentales asistieron a la Conferencia Mundial sobre la Educación Para Todos –EPT– donde acordaron poner las bases para luchar para que todos los niños y niñas tuvieran acceso a la primaria y disminuir la tasa de analfabetismo antes que terminara el decenio (UNESCO, 1994).

En la conferencia de la EPT se sostuvo que el aprendizaje comenzaba desde el nacimiento dando énfasis al cuidado temprano y la educación infantil. De igual manera, en la quinta reunión del Proyecto Principal de Educación –PPE– para América Latina y el Caribe17 (1993) se incidió en la necesidad de priorizar acciones en la etapa temprana para lograr una mejora en los aprendizajes de los niños más pequeños. No obstante, tanto en la conferencia

16 La Convención de los Derechos del Niño se llevó a cabo en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989 donde los dirigentes mundiales decidieron que los niños y niñas deberían tener una convención especial. La Convención establece los derechos del niño en 54 artículos y dos Protocolos Facultativos.

17 Proyecto Principal de Educación. Este proyecto educativo tiene sus inicios en 1979, en México. La UNESCO junto con la CEPAL y la OEA convocaron a una conferencia a los ministros de educación y a los ministros encargados de la planificación económica de América Latina y el Caribe. Esta conferencia tuvo como propósito realizar un diagnóstico de la región para identificar los problemas educativos y elaborar un proyecto educativo con miras al año 2000. La Conferencia aprobó la Declaración de México y sentó las bases para el proyecto educativo PRELAC (OREALC/UNESCO, 2001).

de la EPT como en la reunión del PPE el énfasis fue la educación primaria y la alfabetización de la población latinoamericana.

En América Latina, estos acuerdos y directrices se hicieron efectivas a través de las agencias de cooperación internacional, que incrementaron la financiación y enviaron técnicos para capacitar a la población rural latinoamericana. Se incrementó el número de programas focalizados a la población rural y urbano-marginal, se impulsaron programas de educación intercultural y bilingüe, y se comenzó a integrar a los niños y niñas con necesidades educativas especiales (UNESCO, 2001).

América Latina comenzó a vislumbrar el concepto de atención integral esperando que diera respuesta a las necesidades psicológicas, fisiológicas y a los procesos de aprendizaje de los párvulos. Se buscó la manera de vincular la educación preescolar con la educación primaria aunque no existía un sistema que monitorizara ni evaluara los programas ofrecidos a los menores de seis años, que no estaban bajo los ministerios de educación (UNESCO, 2001).

Con las recomendaciones de programas y proyectos educativos, y la declaración de la Convención sobre los Derechos del Niño, se logró una mayor conciencia política y social sobre la importancia de la AEPI. Algunos países comenzaron a incluir a los niños de 4 años en la educación básica obligatoria (UNESCO, 2001). Sin embargo, las desigualdades educativas persistían ya que la oferta de programas dirigidos a los párvulos para el sector rural aún era baja.

En la siguiente década, se fortaleció el papel de los gobiernos y la participación de la sociedad civil en el diseño de políticas, la generación de programas y el desarrollo de instituciones educativas destinadas a la primera infancia. En mayo de 2008 en El Salvador se celebró la XVIII Conferencia Iberoamericana de Educación, organizada por la OEI18,

18 OEI. La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura es un organismo internacional de carácter gubernamental para la cooperación entre los países iberoamericanos en el campo de la educación, la ciencia, la tecnología y la cultura.

donde se planteó a los Ministros de Educación un proyecto de educación colectivo para Iberoamérica19 denominado Metas Educativas 2021.

En el proyecto de educación se propuso incrementar la matrícula de educación inicial de 3 a 5 años, potenciar el carácter educativo del nivel inicial y garantizar la formación de los educadores consiguiendo que tuvieran la titulación establecida (OEI, 2008). Los países participantes, a través de sus Ministros de Educación, aceptaron y se comprometieron con el proyecto.

En noviembre de 2008 se llevó a cabo la Conferencia Internacional de Educación (CIE) donde el tema central fue La educación inclusiva: el camino hacia el futuro. En esta conferencia mundial celebrada en Suiza, un elemento esencial fue también “la necesidad de desarrollar el cuidado de la primera infancia y la oferta educativa, como cimientos del aprendizaje que compensen las desventajas y las desigualdades” (Ainscow & Miles, 2008, p.14).

Actualmente, se continúa aunando esfuerzos por consolidar la AEPI – la inversión de los gobiernos en los últimos años se ha incrementado–, se han creado nuevos programas y mejorado las políticas de educación dirigidas al bienestar de todos los niños y niñas. Sin embargo, la oferta gubernamental en América Latina sigue siendo débil para los menores de 36 meses de edad, sobre todo en sectores rurales y marginales donde aún existen servicios no convencionales, como las visitas a los hogares, y que son la única manera de servicio para las familias de esas zonas (Simbaña, 2013).

1.3.2. Breve escenario político educativo en Ecuador a partir de la creación del