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Factores que obstaculizan y factores que facilitan la participación parental

Capítulo II: La participación parental en las instituciones escolares/educativas 26escolares/educativas26

2.4. Factores que obstaculizan y factores que facilitan la participación parental

Los investigadores han detectado la existencia de diversos elementos que influyen en la decisión de los padres y madres a la hora de participar en las instituciones educativas. A continuación, se exponen tanto algunos factores que obstaculizan como algunos que facilitan la participación de los padres y madres en los establecimientos educativos.

2.4.1. Factores que obstaculizan la participación de los padres y madres en los centros educativos.

Los factores que algunos investigadores perciben como negativos y que desmotivan a los padres y madres a participar son:

Horarios. Los padres y las madres consideran que el horario que proponen los centros educativos no es el más adecuado para las diferentes actividades ya que los programas y fiestas suelen desarrollarse en los mismos horarios laborales de los padres y madres.

Energía. Es otro elemento clave ya que está determinada por el nivel de flexibilidad en los lugares de trabajo, la distancia entre la escuela y el trabajo o la casa, etc., (Green, 2007, p.3-9). Es decir, los padres y madres tienen la posibilidad de participar o atribuirle al cansancio un mayor peso.

Nivel educativo de los padres y las madres. En algunos casos, los padres y madres con bajo nivel académico no creen ser capaces de brindar ayuda valiosa a sus hijos (Georgiou

& Tourva, 2007; Hooper, 2014; Tapia García, 2003) por consiguiente tampoco se involucran en los asuntos escolares para no lidiar con los maestros y otros padres. En algunos casos, la percepción de los padres y madres de no poder aportar, de carecer de habilidades o conocimiento produce indiferencia hacia la educación de sus hijos e hijas (Valdés, Martín & Sánchez, 2009). Algunos padres y madres creen que su participación en los centros educativos no es importante ni necesaria; por tanto, la responsabilidad de educar a los niños y niñas la dejan a los establecimientos educativos (Blanco et al., 2004).

De la misma manera, Martiniello (1999), señala que, en América Latina, el analfabetismo y/o el bajo nivel educativo de algunos padres y madres son un obstáculo a la hora de participar.

Intervención en el quehacer educativo de las educadoras. Algunas educadoras creen que los padres intervienen más allá de lo debido, invalidando así su trabajo (Blanco et al., 2004; García-Bacete, 2003; Toainga, 2007); esto conduce a que las profesoras pongan límites a la participación de los padres y madres porque creen que interfieren negativamente en su quehacer educativo.

Mala comunicación. Algunos –tanto padres y madres como educadores–no innovan ni renuevan sus estrategias de comunicación para mejorar su relación (Blanco et al., 2004).

La mayoría de los maestros se conforma con saludos cordiales y pocas expresiones mientras que la mayoría de los padres y madres se conforma con los informes escritos de los maestros.

Prejuicios, impedimentos culturales o lingüísticos, empleos o prácticas que algunas familias perciben como discriminatorias. En una investigación realizada por Epstein y Becker (1982), se observó que algunos educadores no consideraban indispensable la participación de los padres para el aprendizaje de los estudiantes. Asimismo Durston (1998), quién realizó una investigación en el medio rural, observó que varios de los docentes percibían a las comunidades y familias como un grupo con carencias y obstáculos que no tenían algo para aportar al proceso educativo de los niños (en Tapia García, 2003) como resultado, los padres y madres no se involucraban en las actividades de la escuela.

Campos (2008) comenta que en Estados Unidos la percepción sobre la población

afroamericana o latinoamericana a menudo tiene connotaciones negativas; usualmente se les percibe como perezosos y aprovechadores de los servicios sociales que brinda el Estado. En su estudio observó que ese prejuicio influyó en que los profesores caucásicos percibieran a los padres negros como poco cooperadores, se quejaran de una baja participación de los padres latinos y concluyeran que a estos padres y madres no les importaba el éxito académico de sus hijos (Ibid. 2008). Las diferencias culturales o la descalificación a la cultura o a las pautas de crianza (Blanco et al., 2004; Finders & Lewis, 1994; Williams, 2012), no permiten crear el vínculo necesario para la participación parental. Por eso, Campos (2008) sugiere que la participación parental debe ser estudiada tomando en cuenta el contexto tanto familiar como social de todos los actores de la participación parental.

2.4.2. Factores que facilitan la participación de los padres y madres en los centros educativos.

Los factores que se perciben como positivos y que animan a los padres y madres a intervenir son:

La motivación propia de los padres y de las madres. Según algunos investigadores, interesarse por informarse sobre el proceso formativo y educativo de sus hijos e hijas sin esperar a ser comunicados por los educadores permite que su participación en la escuela tenga sentido y su motivación aumente.

Relaciones cordiales. Las buenas relaciones interpersonales entre los padres, madres y educadores –manteniendo siempre el respeto y la consideración al otro– facilita la participación en la escuela. Según Hernández, Merino y Reyes, la buena relación tiene como objetivo trabajar de manera colaborativa y en equipo (en Valverde, 2009).

Buena comunicación. Una comunicación clara, honesta y positiva entre todos los miembros de la comunidad educativa fomenta una buena relación de trabajo. Se requiere que los educadores provean información necesaria y pertinente sobre los objetivos, contenidos, actividades, espacios de participación y acuerdos claros sobre los límites y atribuciones a los padres y madres en los centros escolares (Valverde, 2009).

Participación voluntaria. Que la participación parental no sea impuesta hace que los padres y madres se sientan cómodos y lo consideren como un acto de libertad personal.

Buen nivel educativo y estatus social de las familias. Algunas investigaciones demuestran que un buen nivel educativo y socio-económico de los padres y de las madres influye en su participación porque creen que pueden aportar algo (Georgiou & Tourva, 2007; Hooper, 2014; Tapia García, 2003). No obstante, cabe señalar que se han realizado investigaciones sobre el estatus socio-económico y los resultados son ambivalentes. Por una parte, unos investigadores encontraron que el estatus socio-económico y la intervención de los padres se relaciona positivamente (Brody & Flor, 1998; Fan & Chen, 2001; Lareau, 1989;

Stevenson & Baker, 1987). Por otra, otros estudios han notado que las variables del estatus socio-económico no explican directamente la gran variación encontrada en niveles de involucramiento dentro de los grupos estudiados (Bornstein, Hahn, Suwalsky &

Haynes, 2003; Delgado-Gaitan, 1992; Green, 2007; Hoover-Dempsey & Sandler, 1997;

Scott-Jones, 1987).

Para facilitar aún más la participación parental, algunos investigadores señalan que existen acciones y actitudes contundentes que los establecimientos educativos deberían poseer para ayudar al desarrollo de la participación parental. Entre los elementos mencionan:

- Un clima escolar abierto que promueva valores democráticos, de eficiencia y participación.

- Una cultura escolar que invite a la participación y a la auto-atribución de responsabilidades de las familias en el proceso de aprendizaje de los hijos y que comparta los valores del hogar.

- Un director-líder de tipo participativo.

- Actividades concretas en las que los padres y madres puedan participar (Navarro et al., 2006).

En otras palabras, los investigadores consideran que los centros educativos deberían brindar una atmósfera social y educacional que haga sentir a los padres bienvenidos, respetados, valorados, escuchados y necesitados en la escuela (Hooper, 2014; Navarro et al., 2006).