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El comité de padres y madres de familia del centro infantil

4.2. El Centro Infantil del Buen Vivir (CIBV 38 ) Muñequitos de maíz 39

4.3.3. El comité de padres y madres de familia del centro infantil

Según el MIES, el comité de padres también conocida como la directiva de padres y madres de familia se elige cada año escolar. Es responsabilidad de la directora de un CIBV convocar a los padres y madres en los primeros quince días de inicio del año escolar a una reunión para constituir el comité de padres y madres de familia del centro. El MIES espera que el comité de padres y madres de familia del centro se reúna una vez al mes y lleve actas de registro de sus reuniones con las conclusiones y acuerdos establecidos (MIES, 2014).

El comité de padres y madres de familia fue mi grupo favorito de investigación ya que me permitió observar con más detenimiento la participación de los padres y madres en el centro infantil; además las reuniones que congregaban a todos los padres y madres revelaron las diferentes maneras de participación parental que se exponen en el capítulo V.

La primera vez que participé en una reunión del comité de padres y madres de familia del centro infantil fue el 24 de noviembre de 2014. La reunión inició cuarenta minutos más tarde de lo acordado. Por tanto, en el tiempo de espera, me dediqué a indagar los requisitos para formar parte del comité de padres y madres de familia. La mayoría de los presentes (14) señaló que existía un solo requisito; tener un hijo o hija en el centro infantil. No obstante, una minoría (9) señaló que a parte de tener un hijo o hija en el centro era indispensable no tener cuotas pendientes de pagar para así dar ejemplo a las demás familias. Las educadoras (4) también compartieron sus opiniones y coincidieron en que para formar parte del comité de padres era primordial tener voluntad y ganas de trabajar por el centro y por los niños y niñas.

Pasados los cuarenta minutos, la reunión inició con un saludo por parte de Tatiana. De los 50 padres o madres de los niños y niñas que se encontraban registrados en ese entonces y a quienes se les envío una invitación para la reunión del comité, solo 32 personas asistieron al centro, de los cuales 27 eran madres y solo 5 de ellos eran padres.. En esa reunión se eligió el comité de padres y madres de familia del año escolar 2014-2015, tres meses después de haber empezado clases –desconozco los motivos de la tardanza acerca de la elección del comité–. El comité de padres duró dos meses porque el presidente de padres no logró congregar a las familias y coordinar su tiempo con el del centro infantil.

Por consiguiente, en la reunión del 29 de enero de 2015, se volvió a elegir un nuevo comité de padres donde asistieron 43 personas, de los cuales 36 eran madres y 7 eran padres.. Esta segunda vez, el comité quedó conformada por el presidente y la tesorera del año escolar anterior (2013-2014); la vicepresidenta y la secretaria fueron nuevas participantes. La mayoría de las familias estuvo a gusto con la reelección del presidente; dijeron conocer su labor y resaltaron su entrega por los pequeños.

El presidente reelegido, Vicente, dio un discurso de agradecimiento que llamó mucho mi atención porque su disertación reveló su postura frente a las educadoras. La frase que más llamó mi atención fue:

“No quiero que en este centro infantil estén educadoras sin título. Lucharé hasta que el centro cuente sólo con maestras parvularias profesionales” (Diario, 29 enero 2015).

Al terminar la frase, Vicente pidió a las educadoras que la siguiente semana le enseñaran sus títulos de lo contrario lucharía por sacarlas del centro infantil; sin embargo, esa acción nunca se llevó a cabo.

Mientras Vicente exponía su discurso, percibí incomodidad en ciertas educadoras, así que después de terminada la reunión me aproximé a ellas para comprender mejor sus reacciones.

Las educadoras que se sintieron incómodas indicaron no estar a gusto con la reelección del presidente porque habían tenido enfrentamientos y discusiones con él en el período escolar anterior. Además, señalaron que él tenía una mala actitud hacia ellas y ellas no se explicaban el por qué de esa actitud. En el grupo de las educadoras, también habían dos educadoras nuevas, las cuales se limitaron a escuchar. Así comenzó la labor del presidente del comité de padres de familia del centro infantil, con un ambiente tenso entre él y las educadoras.

Las varias conversaciones informales con Vicente, me permitieron conocerlo mejor y comprender el por qué de sus palabras ásperas hacia las educadoras. Vicente, bachiller, de 33 años de edad y conserje de un hospital cercano a la comuna, era uno de los 9 padres que participaba en el centro, era un hombre responsable y perfeccionista. Él junto con su

esposa, Alexandra, bachiller, de 32 años de edad y costurera, anhelaban que el centro infantil de la comuna sea un ejemplo a seguir en otras comunas y trabajaban en ello, buscando ayuda de otras personas para conseguir material didáctico.

El enfado de Vicente hacia las educadoras se debía a que él sabía que el MIES estaba ubicando educadoras profesionales en los centros infantiles rurales, y no comprendía porque tardaban tanto en enviar profesionales y una directora al CIBV de la comuna.

Además, Vicente se había enterado que la directora encargada, Tatiana, sí tenía conocimiento de algunas mujeres profesionales que querían trabajar en el centro, pero habían algunos factores que interrumpían el contrato de las maestras.

Alexandra, cónyuge de Vicente y madre de una niña de tres años, en una conversación informal comentó:

“La directora quiere traer unas profesoras muy buenas, pero la junta parroquial (representante legal ante el MIES) no lo permite. Siempre ha sido a conveniencia, que la vecina, su amiga. No les interesa el cuidado de los niños solo el dinero que está detrás de eso”.

Alexandra y Vicente sabían que las educadoras del centro infantil de la comuna eran ubicadas por amistades o por conveniencia de otras personas; acción que enfadaba a Vicente y lo reflejaba con sus palabras a las educadoras del CIBV. Alexandra y Vicente no estaban de acuerdo con que las familias del CIBV no tomaran parte en la elección del personal docente del centro. Ellos consideraban que era responsabilidad de las familias elegir a las educadoras, creían que era necesario hacerles una entrevista laboral para detectar si tenían vocación para trabajar con pequeños. Ese anhelo, ser parte en el proceso de elección de las educadoras, es considerado por varios investigadores como una acción valiosa de participación parental (Blanco, et al., 2004; Tapia García, 2003). No obstante, es una acción alejada de la realidad ya que en los centros infantiles públicos intervienen otras entidades e intereses. Además, en zonas rurales o campesinas las opiniones o sugerencias de los padres y madres no suelen ser tomadas en cuenta –aspecto que se menciona en el marco teórico sobre los factores que obstaculizan la participación y que fui testigo–.

Alexandra junto con Vicente se sentían frustrados porque no lograban sus proyectos de mejora para el CIBV. Entre sus planes anhelaban no solo contar con educadoras

profesionales con vocación sino también contar con una pequeña piscina para estimular a todos los niños y niñas. ¿De dónde nacían los anhelos e ideas de mejora del centro por parte de Vicente? Vicente al ser conserje de un hospital, ha tenido la oportunidad de relacionarse con médicos, enfermeras y demás personal sanitario. En muchos de sus relatos, mencionó actividades o acciones que había escuchado de sus compañeros de trabajo referente a los centros educativos de sus hijos y se preguntaba ¿por qué tiene que ser diferente la educación de “un pobre” y un “rico” cuando todos somos iguales? Esos sentimientos de equidad los compartía con su esposa y quería que las familias del centro de la comuna también las compartieran, pero pocas familias llegaron a simpatizar con Vicente en cuanto a la lucha por profesionales y nuevas instalaciones en el centro infantil. La mayoría de las familias estaban acostumbradas al servicio del centro y estaban satisfechas por el solo hecho de tener un lugar donde dejar a sus hijos o hijas mientras trabajaban.

Continuando con la información del comité de padres de familia, en una de las conversaciones informales, Vicente compartió su función como presidente del CIBV:

“Mi función es gestionar porque no todo lo tenemos aquí. Por ejemplo, tenemos que llamar a las mingas porque no tenemos todos los recursos para trabajar. Así que yo gestiono, hablo en la cooperativa de taxis para que ayuden. Veo de dónde sacar recursos y minimizar costos para los proyectos que se tiene y seguir avanzando”

(Diario, 26 de marzo 2015).

En cambio, señaló que la función del comité de padres y madres de familia consiste en:

“Nosotros nos encargamos de socializar familias y llamar a los padres a las mingas50 para progresar en lo que es mantenimiento y obras” (Diario, 26 de marzo 2015).

Durante la estancia de investigación, observé el trabajo del presidente del comité de padres. Vicente iba de un lugar a otro intentando conseguir patrocinadores que apoyaran económicamente al centro, pero pocas veces tuvo éxito. En cambio, las funciones del resto de miembros del comité de padres se basaron en congregar a las familias para las diferentes actividades a desarrollarse en el centro –reuniones, fiestas y mingas–, y controlar la asistencia de las familias en las reuniones y mingas. Solamente la tesorera del

50 Reunión solidaria de amigos o vecinos (en este caso de padres, madres y educadoras del centro) para hacer algún trabajo en común, luego del cual comparten una generosa comida pagada por los beneficiados (el centro).

comité, Lucía, realizó otras funciones. Lucía, era responsable de cobrar multas y la cuota mensual del CIBV. Según Vicente, si los padres o madres de los pequeños faltaban a las reuniones o mingas, Lucía cobraba una multa de $5 por faltar a una reunión y $20 por faltar a una minga. Esta acción pocas veces se llevó a cabo porque según Lucía no todos los padres estaban dispuestos a pagar las multas. La tesorera también era responsable de cobrar a los padres o madres la cuota mensual de $10 por niño y $5 si habían hermanos;

cuotas y multas que según Tatiana y Vicente, se habían acordado voluntariamente entre todos en una reunión para poder comprar suplementos de limpieza y arreglar averías del centro. Sin embargo, algunas madres indicaron que las cantidades a pagar por multas y la cuota mensual fueron determinadas por la directora y el presidente quienes confiaban en una respuesta positiva por parte de las familias.

En todas las reuniones, Vicente señaló la morosidad de algunas familias que no estaban al día con los pagos mensuales de sus niños o niñas o con las multas. Solía demandar ayuda incondicional a todas las familias para realizar las mingas y para las actividades festivas que requerían disfrazarse, bailar o cantar un villancico si era necesario. Los temas que se trataron en las reuniones del comité de padres giraron en torno a las necesidades del centro, celebraciones y responsabilidades de las familias con los pagos.

Después de dos meses de labor, el comité de padres contaba sólo con el apoyo de la mitad de las familias, un grupo de padres y madres creía que el comité hacía un buen trabajo.

Mientras que el otro grupo se quejaba de que el comité no cumplía con su promesa de construir una nueva aula, no cobraba ni las multas ni las cuotas mensuales a todos los padres y madres, y no hacía nada frente a los cambios, renuncias y reemplazos de las educadoras.

En el tiempo de gestión de Vicente como presidente, fui testigo de su entrega y su trabajo, su celo por mejorar la educación no solo de su hija sino de todos los niños y su anhelo de mejorar la infraestructura del centro. Sin embargo, su trabajo era valorado por pocas familias y criticado por muchas.

En 2016, el comité de padres y madres de familia del período escolar 2015-2016 estuvo formado por madres que conocí en mi segunda estancia en el campo de estudio. Estas madres llevaban más de dos años enviando a sus pequeños al centro infantil; por tanto,

conocían el trabajo de las directivas de padres y madres anteriores. Dana, la presidenta, era madre de una niña de tres años y María, la tesorera, era madre de un niño de tres años.

En una conversación informal con la presidenta del comité de padres y madres, obtuve información sobre sus funciones. Como se apreciará a continuación, el trabajo de Dana como presidenta no se asemeja al trabajo de Vicente quién gestionó con entidades para lograr apoyo económico para el CIBV. En cambio, el trabajo de los otros miembros del comité de padres sí es parecido al que se observó en la segunda estancia de estudio. Dana señaló:

“Como presidenta intento que las familias se pongan al día en la mensualidad del aporte que por nuestra voluntad quedamos en $10 el año pasado. Con esa cuota se avanza a hacer algo por el centro, por eso todo el comité exigimos que lo hagan los primeros cinco días de cada mes para que el centro esté bonito. También exigimos a las familias que ayuden en las mingas, que vengan a las fiestas, que asistan a los talleres, que sean puntuales en todo, que participen”.

El tema de la cuota mensual de $10 fue y continuaba siendo un asunto delicado. En la segunda estancia de observación, fui testigo de tres casos en donde los padres y madres dejaron de enviar a sus pequeños al centro porque tenían una deuda acumulada con el centro infantil. La directiva de padres de aquel entonces no logró resolver esos asuntos.

Así que indagué qué estaba haciendo la nueva directiva con casos similares de morosidad en la mensualidad. Dana indicó que tomaron nuevas medidas al respecto, pero que tampoco daban resultados ya que muchas familias prefirieron marcharse antes que pagar.

Dana indicó:

“Muchos padres de años anteriores se han ido con deudas del centro. No han regresado porque no quieren pagar, se atrasaron de sus cuotas y se acumularon mucho y decidieron mejor no enviarles a sus hijos al centro. […] Si bien es cierto que el MIES dice que es gratuita la educación, lo que el comité de padres queremos es que los padres se hagan responsables por lo menos de algo porque sino les hacemos una daño al dejar que todo sea gratis. Por eso cobramos, pero también es porque el centro tiene necesidades y la plata que envían no es suficiente. […] La directora y las educadoras no tienen nada que ver, somos nosotros la directiva que nos hemos puesto firmes y no les dejamos entrar si no pagan sus deudas. Nos ponemos en la entrada a las reuniones, mingas o fiestas y no les dejamos pasar hasta que nos den algo por lo menos. […] Pocos son los que realmente no pueden pagar, ahí ayudamos y les cobramos la mitad o a veces ya no les cobramos nada, pero la

mayoría sí tiene. Lo que pasa es que se acumulan por priorizar otras cosas y después les duele pagar y mejor se van”.

Independientemente a las razones por las que no se lograron cancelar las deudas, el factor económico fue un aspecto que limitó a algunas familias enviar a sus pequeños al centro infantil y a participar en las diferentes actividades desarrolladas en el CIBV.

Pocas familias estuvieron de acuerdo con las gestiones del comité de padres y madres. En una reunión, la mayoría de las familias se quejó del comité de padres porque consideraron que no trabajaban los suficiente por el bienestar del centro infantil ni de los pequeños.

Yesenia, madre de una niña de dos años de edad que participó en el estudio del anterior período escolar, comentó:

“El comité de padres es igual que otros años, hace poco. Todavía hay morosos en las cuotas porque la directiva de padres no cobra. La piscina, las aulas, los proyectos de mejoras se quedaron ahí por desfalco”. Yesenia.

Cuando Yesenia mencionó el tema del desfalco, investigué con la presidenta sobre ese asunto. Dana indicó que el tesorero, Carlos, de la directiva de inicios de curso se llevó más de $3000 que lograron recaudar gracias a un evento solidario que realizaron en el centro infantil para los proyectos del CIBV. Indicó que todas las familias conocían la situación y sabían que la directiva estaba contratando un abogado, pero no tenían ni dinero ni pruebas físicas para poder hacer frente el juicio.

En general, en 2016, solo la función de Dana como presidenta fue diferente a la función que ejerció Vicente. En cambio, el papel que ejercieron los demás miembros del comité del año escolar 2015-2016 fue el mismo que en el período escolar 2014-2015. El comité de padres continuaba con la labor de cobrar la cuota mensual de $10 y de insistir a las familias para que asistieran y colaboraran en las reuniones, fiestas y mingas.

4.4. Resumen.

En este capítulo se ha presentado tanto el contexto general como el contexto particular de la investigación. En primer lugar, se ha dado a conocer la unidad de observación que, una

comuna rural ecuatoriana. Entre los datos expuestos están su localización, población, clima, idioma, vestimenta, organización, servicios básicos, economía, religión y educación.

Características que permiten conocer mejor la comuna.

En segundo lugar, se han presentado datos detallados sobre el contexto particular, el centro infantil. De este contexto, se ha descrito la fundación del CIBV, una experiencia vivida también por otras comunas rurales ecuatorianas. Se han presentado algunas características del centro, el año y horario lectivo, los escasos recursos financieros y materiales, algunos documentos internos y necesarios para desarrollar un buen clima escolar, y el ambiente del centro en el que se desarrolló la participación de las familias en las diferentes estancias de investigación. Acontecimientos que perturbaron a toda la comunidad educativa y que afectaron principalmente a los pequeños.

Por último, se han expuesto las características de la comunidad educativa analizada, formada por el personal docente, las madres y el comité de padres y madres de familia.

Acerca del personal docente, se han descrito los perfiles profesionales y funciones que el MIES establece tanto para las directoras como para las educadoras que laboran en sus CIBVs. Se han expuesto las concepciones que las educadoras manejaron acerca de la labor docente y que no se equiparaban con las funciones que establece el MIES sobre el rol de una educadora de primera infancia; también se han detallado sus expectativas. Acerca de las madres, se han expuesto datos que muestran perfiles sociodemográficos diferentes;

además se han presentado sus opiniones acerca del centro infantil y sobre las educadoras, llegando a la conclusión que las madres valoraron mejor a las educadoras y su profesionalidad que al centro en general. Finalmente, se han expuesto datos relevantes sobre el comité de padres y madres de familia, la manera en que es elegido, sus funciones y la complicada relación que existe entre el comité de padres y las educadoras.

Capítulo V: Los espacios de participación de las familias en el centro