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Ambiente en el centro infantil de la comuna

4.2. El Centro Infantil del Buen Vivir (CIBV 38 ) Muñequitos de maíz 39

4.2.3. Características del actual CIBV

4.2.3.6. Ambiente en el centro infantil de la comuna

En esta sección compartiré algunos acontecimientos importantes que permiten visualizar el escenario en el que se recogió los datos y se desarrolló la participación parental en el CIBV.

Cambios, renuncias, reemplazos del personal docente y otros acontecimientos.

El día que llegué al centro infantil, en la segunda estancia para la recogida de datos (2014-2015), me dio la bienvenida Susana, una mujer que ejercía la labor de educadora en el CIBV. Después de estrecharnos las manos, le pregunté acerca de la directora Tatiana.

Susana me comentó que Tatiana ya no era la directora del centro infantil Muñequitos de maíz ya que había sido trasladada por el MIES a otro CIBV cerca de la comuna. Indicó que después de la salida de Tatiana, el MIES envió a otra directora, pero renunció un mes

después de haber empezado el período escolar 2014-2015. Los principales motivos de la renuncia se debieron a altercados con algunos padres y madres que no estaban a gusto con su manera de trabajar y la comparaban todo el tiempo con la directora Tatiana. Por tanto, el centro se quedó sin directora, pero con 5 educadoras al frente de los niños y niñas.

Después de dos semanas en el campo de estudio, volví a ver a la directora Tatiana. El MIES le pidió a Tatiana que supervisara el centro infantil mientras encontraban a una nueva directora para el centro. Así que Tatiana tuvo bajo su responsabilidad dos centros;

sin embargo, Tatiana solo podía ofrecerle al CIBV de la comuna una o dos visitas por semana y por algunas horas. Las pocas veces que Tatiana llegó al centro infantil, lo hizo para animar a las familias a que continuaran con el proyecto de construcción de un aula, animar a las educadoras en su labor educativo y solicitar a toda la comunidad educativa que se apoyaran mutuamente.

Durante mi estancia de investigación, presencié otros cambios, renuncias y reemplazos, pero de las educadoras del centro infantil. El primer acontecimiento del que fui testigo se produjo el domingo 21 de diciembre de 2014, después de celebrar la fiesta de Navidad.

Una joven educadora se despidió de toda la comunidad educativa aduciendo que renunciaba al centro infantil por motivos de estudios. La noticia fue lamentada entre todas las familias del centro porque amaban su labor y sabían que los niños y niñas la echarían de menos. Para mí también fue una noticia no grata ya que en el poco tiempo que logré observar su quehacer educativo, percibí su amor y entrega a su trabajo.

Ese mismo día después de la fiesta, la directora Tatiana llamó a un grupo de personas a una reunión extraoficial. Congregaron a una educadora –la llamaré Katia–, a los padres y madres de su clase, a la cocinera, a la auxiliar de la cocina y como tenían confianza en mí, me permitieron observar la reunión. Una vez reunidos, una madre y la cocinera acusaron a Katia de malos tratos a los niños y niñas y de comerse la comida de los pequeños. Acerca de los malos tratos, la madre dijo que había visto a Katia ejercer presión sobre las muñecas o brazos de los pequeños para que caminaran más rápido cuando se trasladaban a otro espacio del centro infantil o para que se apresuraran en realizar alguna actividad. En cambio, la cocinera acusó a Katia de quitarles algunos alimentos a los niños de su clase y comérselos.

Una vez expuestas las acusaciones, Tatiana preguntó a los padres y a las madres si habían visto u oído algo al respecto. Los padres y madres presentes negaron con la cabeza e hicieron gestos de sorpresa. Hubo silencio en el aula, por un corto tiempo, hasta que una madre tomó la palabra. La madre dijo que ella misma había presenciado cómo Katia le enseñaba a comer las verduras a su hijo tomando parte del alimento y decirle “una cucharada para ti y una cucharada para mí”, acción que no la consideró abuso porque ella misma lo hacía en su casa con su hijos. También señaló que su hijo quería a Katia y hablaba muy bien de ella; por tanto, consideró que los sentimientos y las palabras positivas de su hijo eran testimonio de que no habían malos tratos hacia los niños y niñas. Esta fue la única intervención por parte de los padres y madres presentes. Así que después, Katia tomó la palabra.

Katia negó haber agredido a sus niños y niñas y de comerse la comida de ellos. Señaló que en ocasiones tomaba con firmeza, más no con rudeza, las manos o brazos de los niños y niñas para guiarlos o evitarles algún accidente al cambiarse de un lugar a otro y que “una cucharada para ti y otra para mí” era una técnica para lograr que los pequeños comieran los alimentos que a ellos no les gustaban. Al final de la reunión dijo que renunciaba al centro porque se sentía ofendida por las acusaciones.

Al indagar sobre las dos renuncias con Tatiana y algunas educadoras, descubrí que la joven educadora que se despidió por asuntos académicos lo hizo por otros motivos que no revelaré porque es otro tema de estudio. La segunda educadora, Katia, que fue acusada de comerse la comida de los pequeños y de malos tratos, no volvió más por el centro infantil de la comuna ya que al siguiente día de la reunión pidió al MIES que la cambiaran de centro y se lo concedieron. Por consiguiente, ya que Katia se fue del centro infantil, Tatiana no notificó al MIES del incidente, acción que debió haber hecho, pero desconozco las razones del silencio. Después de la renuncia de las dos educadoras, el centro se quedó con tres educadoras y tuvieron que dividir a todos los niños en tres grupos.

A inicios de enero, Tatiana con el permiso del MIES contrató a una joven de la comuna de veinte años de edad para que trabajara como educadora en el centro infantil y pidió la ayuda a una madre, que solía sustituir a las educadoras cuando lo necesitaban, para que ayudara con los niños mientras encontraba una educadora. A la joven y a la madre, Tatiana les comentó que si les gustaba el trabajo podrían conservarlo con la condición de que

debían capacitarse en alguna institución educativa ya que era requisito del MIES. La joven estuvo a cargo del grupo de los bebés y renunció una semana después porque le dolía la espalda. Por tanto, el centro se quedó con 4 mujeres a cargo de todos los niños y niñas.

En la tercera semana de enero, el MIES trasladó a una educadora de otro centro infantil rural a Muñequitos de maíz para que ayude con los niños y niñas, y Tatiana, una vez más con el permiso del MIES, contrató a una maestra con título de tercer nivel43 en talento infantil, así que dividieron a los niños y niñas en 6 grupos.

En la segunda semana de febrero, dos educadoras no llegaron al centro a trabajar por dos días consecutivos. Esos dos días, tanto la directora como las educadoras aseguraban no saber los motivos de sus ausencias. Fue en el tercer día que toda la comunidad educativa se enteró, por medio de Tatiana, que las dos educadoras estaban trabajando en otros centros infantiles públicos porque habían pedido al MIES que las cambiaran a CIBVs cerca de sus hogares.

La noticia del cambio de las dos educadoras no fue bien recibida por las familias ya que no concebían que las dos educadoras no hubieran comunicado su deseo de irse. Tatiana también expresó su enfado y decepción porque dijo no haber sido comunicada con antelación de esos cambios, ni por parte de las educadoras ni por parte del MIES.

En la tercera semana de febrero, la madre contratada renunció porque dijo que el trabajo era duro y no le interesaba estudiar para ser educadora de los niños y niñas. Por los cambios de las dos educadoras y la renuncia de la madre, el centro infantil se quedó otra vez con 3 mujeres a cargo de todos los niños (2 educadoras y 1 maestra).

En la cuarta semana de febrero, Tatiana contrató a una joven de diecinueve años de edad de la comuna y nuevamente pidió ayuda a otra madre del centro para cuidar a los niños y niñas. A estas dos mujeres, Tatiana también les comentó las condiciones que existían si querían conservar el trabajo. Esta vez el centro contaba con 4 educadoras y 1 maestra.

43 En Ecuador, el título de tercer nivel corresponde a los grados académicos de licenciado y títulos profesionales universitarios o politécnicos; en cambio en España es equivalente al Título de Graduado con el cual luego se puede acceder a estudios de Máster y Doctorado.

A inicios de marzo, Tatiana contrató a otra maestra con título de tercer nivel en educación, así que, al final de la fase de recogida de datos, el centro contaba con 4 educadoras y 2 maestras; por tanto, nuevamente dividieron a los niños y niñas en seis grupos. En el siguiente cuadro, se presentan las renuncias, cambios y nuevos contratos del personal docente observados en la segunda estancia de investigación.

Cuadro 18. Renuncias, cambios y nuevos contratos del personal docente del CIBV en el año escolar 2014-2015.

Fuente: Elaboración propia a partir de la observación participante. *Maestras:

profesionales universitarias.

Durante el tiempo de investigación, se dieron estos cambios donde percibí un ambiente de desorden, pero ¿por qué algunas educadoras decidieron cambiarse de CIBV y otras decidieron renunciar? La respuesta no la sé, pero es posible que se deba a la ausencia de una directora que organice, guíe, anime y controle a la comunidad educativa ya que ¿quién es la principal responsable de generar un buen ambiente de trabajo donde el personal se sienta a gusto y se sienta parte de la organización, en este caso del centro escolar? Sin duda alguna, la directora.

Por los cambios de educadoras y las nuevas contrataciones, algunas familias experimentaron un poco de desconfianza y hubo un efecto negativo en la mayoría de los pequeños ya que escuché comentarios de las madres, y fui testigo, de que los pequeños no querían ir más al centro, estaban más vulnerables y a veces mencionaban el nombre de sus antiguas educadoras.

Algunas madres comentaron:

“Ahora mismo tengo inquietud sobre las profesoras como no las conozco. No sé cómo la nueva señora le está tratando a mi hija, no sé si le está tratando como la profesora anterior. Mi hija ya estaba adaptada con la Gracia y ahora le cambian con otro grupo y entonces no sé, no le conozco. Quisiera ver cómo le trata. La otra vez encontré la mochila de mi hija botada por allá” Cristina –madre de una niña de dos años–.

“Mi Emily últimamente llora y no quiere quedarse, es la más chiquita. Tal vez le está afectando que le han cambiado mucho de profesoras, ha tenido tres cambios”

Yesenia –madre de una niña de tres años y de una niña de un año–.

Los cambios y renuncias de las educadoras afectaron a toda la comunidad educativa, incluyéndome, ya que la situación generaba un sentimiento de impotencia y enfado hacia la entidad responsable, el MIES, quién vela por la atención y cuidados de calidad para los niños y niñas de la comuna.

La situación del centro me generó inquietudes que aún no han sido respondidas: ¿Por qué el MIES tarda tanto tiempo en enviar una directora a tiempo completo al CIBV de la comuna?, ¿El MIES tarda el mismo tiempo en solucionar la ausencia de una directora, si la situación ocurre en un centro infantil urbano?, ¿Por qué el MIES accede a trasladar a

algunas educadoras a otros centros infantiles cuando hay necesidad en el CIBV de la comuna?, ¿El MIES está al tanto de lo que sucede en sus CIBVs?

Los otros acontecimientos que revelan el desorden percibido en el centro infantil y que también los atribuyo a la ausencia de una directora en el centro son los siguientes:

El MIES establece que un Centro Infantil del Buen Vivir (CIBV) acoja y atienda a niños y niñas que pertenecen a la población infantil en condiciones de pobreza y vulnerabilidad.

No obstante, observé que 5 familias no pertenecían a este grupo de personas ya que visité a algunas madres en sus casas para entrevistarlas. Las viviendas de estas 5 familias estuvieron muy bien equipadas y algunos padres tenían automóviles que una familia de escasos recursos económicos no se puede permitir. Entonces, ¿por qué fueron admitidos los pequeños al centro? Tal vez la respuesta se encuentra en el siguiente acontecimiento.

Después de cinco meses de haber iniciado el período escolar, un miércoles por la mañana, me encontraba en el patio principal del CIBV observando y jugando con un grupo de pequeños y Gracia, su educadora. De repente, llegó una mujer foránea con una pequeña de dos años de edad al centro infantil. Susana, la educadora, les abrió la puerta y las hizo pasar a la oficina de la directora. Después de 10 minutos, salieron de la oficina. La madre salió del centro y Susana llevó de la mano a la niña a un grupo de pequeños de otra educadora. Le pregunté a Susana quién es la niña y su respuesta fue: “ya tenemos otra niña”.

Al día siguiente, quise conversar con la madre, pero ella había contratado un servicio de transporte que llevara y trajera a la niña de su casa al centro y viceversa. Por tanto, tuve que esperar. En una de las reuniones, tuve la oportunidad de acercarme, presentarme y preguntarle cómo se sentía en el centro infantil. Ella muy sorprendida me respondió:

“Usted es la primera que se acerca a preguntarme algo. Debe haber alguien que dé la cara por el centro. La primera vez que llegué nadie me dijo “llene esta hoja” o “deje su celular (número telefónico) por si acaso la niña llore”. Solo me dijeron “déjela y venga a las 10 de la mañana a retirarla”. En lugar de la niña, la que se quedó sufriendo fui yo” Jessica, madre de la niña de dos años.

Aunque la primera impresión de Jessica, y de las otras madres nuevas, no fue muy agradable porque no hubo una persona responsable a cargo del CIBV, Jessica y las nuevas

madres continuaron enviando a sus hijos e hijas al centro porque trabajaban y no contaban con una persona que las ayudara con sus pequeños. Por tanto, por una parte, es comprensible que haya dejado a su hija en el centro y que Susana le haya echado una mano con su hija. Por otra, Susana se tomó atribuciones que no le competían como el permitir el ingreso a niños y niñas al centro porque no era la directora, y además no pidió información a la madre como el lugar de residencia, número telefónico de contacto, etc. –yo elaboré el registro de las familias para el estudio–. ¿Por qué Susana se tomó atribuciones que le corresponden a una directora? Según Susana, “solo quería ayudar a la madre y a la niña”.

Las respuestas de sus compañeras de trabajo en el CIBV fueron: “ porque es la que lleva más años en el CIBV”.

Por consiguiente, concluyo que al no existir una directora que explicara el funcionamiento del centro a las nuevas familias, y que estuviera, como autoridad, sobre el personal docente, las madres se conformaron con lo que el centro ofrecía (cuidar a sus hijos e hijas) y algunas educadoras, al no rendir cuentas a nadie, se tomaron atribuciones que no les competían. Estos son los acontecimientos que demuestran el desorden vivido en el período escolar 2014-2015 sin la presencia de una directora.

El clima escolar del centro infantil de la comuna.

El clima escolar es un aspecto importante a tomar en cuenta cuando se quiere profundizar la participación parental porque es considerada como un factor que puede promover la intervención de las familias en un centro educativo o puede impedir su desarrollo.

Según Navarro et al. (2009) para que se ejecute una participación adecuada de los padres y madres en la escuela es imprescindible un clima escolar abierto que promueva valores democráticos, de eficiencia y participación, así como una cultura escolar que invite a los padres y madres a la participación y a la auto-atribución de responsabilidades de las familias en la educación de sus hijos e hijas, y que comparta los valores del hogar. A continuación se revela el clima escolar del centro infantil de la comuna en donde se desarrolló la participación de las madres del CIBV Muñequitos de Maíz.

Las entrevistas al personal docente se realizaron cerca del final de la estancia de investigación; por tanto, la siguiente información no contiene los datos de las educadoras

que decidieron marcharse a otro CIBV ni de las que renunciaron al centro. El personal docente entrevistado está formado por 6 educadoras y 2 maestras.

Todas las educadoras (6) indicaron que se sentían a gusto con su trabajo en el centro y con las compañeras de trabajo. Tres de ellas dijeron:

“Cuando llegué me enseñaron el centro y cómo funcionan las cosas aquí. Eso fue bueno porque los centros son iguales pero el trabajo no es el mismo. Me gusta el ambiente de las compañeras porque es bueno. Yo veo que hay una relación de amistad y colaboración” Raquel.

“El ambiente está bien, me llevo con todas. Cuando me piden ayuda, ayudo; cuando pido ayuda, me ayudan” Lizet.

“Me siento muy bien. Hemos tenido un compañerismo entre todas. Todas nos damos la mano. Eso es bonito en un centro cuando se llevan así, no tenemos problemas. Nos llevamos bien como compañeras y eso nos gusta para poder reflejarles a los niños. Es agradable porque las compañeras y los niños nos divertimos todos en conjunto”

Gracia.

Raquel, Lizet y Gracia se sintieron a gusto en el centro infantil porque, además de llevarse bien, tenían gustos en común como el tipo de música, el tipo de actores y cantantes, y los lugares que frecuentaban en sus días de descanso. Además, Raquel y Gracia eran compañeras de clases en el instituto educativo donde se estaban capacitando para obtener el título de tecnólogas44. Por tanto, al tener cosas en común, también con las otras tres educadoras, sus percepciones del clima escolar eran positivas. En consecuencia, les fue fácil describir un clima donde el compañerismo y la ayuda oportuna eran los pilares del buen ambiente que ellas percibían y que las hacían sentirse a gusto en el centro.

En cambio, las dos maestras manejaron una percepción distinta del clima escolar del centro infantil. Ellas indicaron:

“Los niños son la única razón y alegría que me mantienen de pie aquí. Me gustaría que haya una sola aula para cada educadora, no me gusta estar rotando y no tener un aula. No tengo escritorio, casilleros, material didáctico y eso fastidia. Además, no me siento conforme aquí por el ambiente que se respira, no hay comprensión ni afecto

44El Título de tecnóloga en Ecuador es equivalente al Título de Técnico Superior de los ciclos formativos de grado superior en España.

por parte de los padres. El ambiente con las compañeras es malo porque algunas son muy déspotas a veces al pedirte las cosas.” Ana.

“Lo que más me gusta es dar clases, enseñar. Me gustan los niños y sobre las compañeras qué puedo decir, solo me caen dos compañeras. Las otras son chismosas y no me gustan sus chismes ni comentarios. Sobre el presidente (de padres de familia) quiero decir que no me gusta su trato, no me gusta cómo dice las cosas, ni

“Lo que más me gusta es dar clases, enseñar. Me gustan los niños y sobre las compañeras qué puedo decir, solo me caen dos compañeras. Las otras son chismosas y no me gustan sus chismes ni comentarios. Sobre el presidente (de padres de familia) quiero decir que no me gusta su trato, no me gusta cómo dice las cosas, ni