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Dans le document EL SIMBOLISMO DE LA VIRGEN NEGRA (Page 138-155)

127 LA MARE DE DÉU DE L’AJUDA

Iglesia de los Padres Capuchinos, Barcelona (Barcelonès)

Fig. 2.1. Fotografía del estado actual de la Mare de Déu de l’Ajuda, conservada en el convento Capuchino de La Mare de Deú del Rosser de Pompeia. Fotografía del autor.

Aspectos histórico-artísticos.

En el camarín de la iglesia del Santuario de la Ajuda – perteneciente a los Padres Capuchinos de Barcelona – se conservó hasta tiempos recientes la imagen original que dio a este santuario toda su importancia. Se trata de una pieza en relieve de 32 cm, modelada en barro cocido y que data seguramente de la segunda mitad del siglo XV. En la figura, estilísticamente, confluye la corriente realista flamenca con la gracia italiana y el influjo francés, tal y como acostumbra a ocurrir en la escultura catalana del siglo XV. María aparece coronada y con un nimbo en su cabeza, vestida con ropas de pliegues bellamente modelados. Está sentada y sostiene al niño sobre su rodilla derecha. Éste aparece prácticamente desnudo, sosteniendo un orbe sobre su mano izquierda y portando un nimbo tras su cabeza. Bajo los pies de la Virgen, cinco rosetas en relieve decoran la estrecha faja de la peana.

127 LA MARE DE DÉU DE L’AJUDA

Iglesia de los Padres Capuchinos, Barcelona (Barcelonès)

Fig. 2.1. Fotografía del estado actual de la Mare de Déu de l’Ajuda, conservada en el convento Capuchino de La Mare de Deú del Rosser de Pompeia. Fotografía del autor.

Aspectos histórico-artísticos.

En el camarín de la iglesia del Santuario de la Ajuda – perteneciente a los Padres Capuchinos de Barcelona – se conservó hasta tiempos recientes la imagen original que dio a este santuario toda su importancia. Se trata de una pieza en relieve de 32 cm, modelada en barro cocido y que data seguramente de la segunda mitad del siglo XV. En la figura, estilísticamente, confluye la corriente realista flamenca con la gracia italiana y el influjo francés, tal y como acostumbra a ocurrir en la escultura catalana del siglo XV. María aparece coronada y con un nimbo en su cabeza, vestida con ropas de pliegues bellamente modelados. Está sentada y sostiene al niño sobre su rodilla derecha. Éste aparece prácticamente desnudo, sosteniendo un orbe sobre su mano izquierda y portando un nimbo tras su cabeza. Bajo los pies de la Virgen, cinco rosetas en relieve decoran la estrecha faja de la peana.

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El relieve de la figura es bastante plano, (ver Fig. 2), característica que guarda relación con su lugar original de culto: una pequeña hornacina excavada en un muro, debajo de un arco de la calle medieval que existía muy cerca de la actual iglesia de los capuchinos. Tenemos constancia de esta sencilla y pequeña capilla ya en el año 1516.233 Aún hoy se recuerda el lugar del culto original con una placa cerámica que indica su antiguo emplazamiento, hoy un pequeño callejón llamado “volta de la Verge”.

Si bien hoy día la imagen ha perdido toda su policromía, en el siglo XVII el Padre Camós la describe del siguiente modo: “Ella es de barro y antiquísima (…). Y su color es muy antiguo, el cual retira a azul en la baldaquina y otro oscuro en el manto, aunque delante del pecho blanquea un tanto. Es muy morena de cara”. Añade después sobre la figura del Niño que “es también moreno como la Madre”234. De igual modo, en las antiguas fotografías observamos que las carnaciones de ambas figuras son efectivamente muy morenas o negras. Sabemos que su aspecto se mantuvo así hasta 1909, cuando fue reconstruida por el artista Antonio Oliva tras la destrucción del santuario durante la semana trágica. En dicha reconstrucción se conservó el color negro del rostro de ambas figuras, atributo celebrado en los goigs de esta imagen.

Son particularmente interesantes y bellos los versos que, en torno a 1920, le dedica el padre Llorenç Riber a la sagrada imagen, relacionándola con la Amada del Cantar de los cantares:

Gentil com la sulamita / colrada de morenor / sembla us fèreu tan petita / per infondre més amor (…) No em digueu si só morena / O mos fills! Veniu a mi / Es que em cremà la serena / es que el sol m’enmorení / quan en la selva perduda / no em cansava d’esperar. 235

Con este rostro moreno se mantuvo la figura, al menos, hasta 1945, fecha en la que el padre capuchino Joan de Ordal escribe la única monografía disponible sobre este santuario, y en la que la imagen también se describe en términos semejantes:

“la cara de la Virgen y la del Niño son de color moreno”.236

233 ORDAL 1945, p. 13.

234 CAMÓS 1772, p. 46.

235 CAMÓS 1772, p. 88

236 ORDAL 1945, p. 12. Existe una edición de esta obra de 1967. Se trata, sencillamente, de una traducción al catalán y no ofrece nuevas informaciones de tipo histórico-artístico. En ella hay, sin embargo, una sutileza interesante a nivel antropológico y devocional: cuando se describe la imagen, no se dice simplemente que ésta es morena, sino que “la brunesa de la cara de la Verge i del seu fill encara la fan més bella”. En esta ficha, se citan las páginas de la primera edición (1945), la cual, por cierto, es más rica en imágenes.

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El relieve de la figura es bastante plano, (ver Fig. 2), característica que guarda relación con su lugar original de culto: una pequeña hornacina excavada en un muro, debajo de un arco de la calle medieval que existía muy cerca de la actual iglesia de los capuchinos. Tenemos constancia de esta sencilla y pequeña capilla ya en el año 1516.233 Aún hoy se recuerda el lugar del culto original con una placa cerámica que indica su antiguo emplazamiento, hoy un pequeño callejón llamado “volta de la Verge”.

Si bien hoy día la imagen ha perdido toda su policromía, en el siglo XVII el Padre Camós la describe del siguiente modo: “Ella es de barro y antiquísima (…). Y su color es muy antiguo, el cual retira a azul en la baldaquina y otro oscuro en el manto, aunque delante del pecho blanquea un tanto. Es muy morena de cara”. Añade después sobre la figura del Niño que “es también moreno como la Madre”234. De igual modo, en las antiguas fotografías observamos que las carnaciones de ambas figuras son efectivamente muy morenas o negras. Sabemos que su aspecto se mantuvo así hasta 1909, cuando fue reconstruida por el artista Antonio Oliva tras la destrucción del santuario durante la semana trágica. En dicha reconstrucción se conservó el color negro del rostro de ambas figuras, atributo celebrado en los goigs de esta imagen.

Son particularmente interesantes y bellos los versos que, en torno a 1920, le dedica el padre Llorenç Riber a la sagrada imagen, relacionándola con la Amada del Cantar de los cantares:

Gentil com la sulamita / colrada de morenor / sembla us fèreu tan petita / per infondre més amor (…) No em digueu si só morena / O mos fills! Veniu a mi / Es que em cremà la serena / es que el sol m’enmorení / quan en la selva perduda / no em cansava d’esperar. 235

Con este rostro moreno se mantuvo la figura, al menos, hasta 1945, fecha en la que el padre capuchino Joan de Ordal escribe la única monografía disponible sobre este santuario, y en la que la imagen también se describe en términos semejantes:

“la cara de la Virgen y la del Niño son de color moreno”.236

233 ORDAL 1945, p. 13.

234 CAMÓS 1772, p. 46.

235 CAMÓS 1772, p. 88

236 ORDAL 1945, p. 12. Existe una edición de esta obra de 1967. Se trata, sencillamente, de una traducción al catalán y no ofrece nuevas informaciones de tipo histórico-artístico. En ella hay, sin embargo, una sutileza interesante a nivel antropológico y devocional: cuando se describe la imagen, no se dice simplemente que ésta es morena, sino que “la brunesa de la cara de la Verge i del seu fill encara la fan més bella”. En esta ficha, se citan las páginas de la primera edición (1945), la cual, por cierto, es más rica en imágenes.

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Fig. 2.2. La imagen de la Mare de Déu de l’Ajuda mostrada de perfil, apreciándose el escaso volumen de la pieza, que estaba concebida para ocupar una ornacina no muy profunda excavada en una pared.

La monografía del Padre Ordal es, por lo demás, un texto de obligada lectura para conocer los pormenores de la historia moderna de esta antigua imagen, la cual ha sobrevivido a graves y peligrosos episodios. Uno de ellos fue el de la Semana Trágica, antes referido, en el que la imagen apareció entre los escombros, habiéndose salvado de las llamas. El otro episodió fue, evidentemente, la Guerra Civil. Ante la creciente tensión del conflicto y temiendo la destrucción del santuario y de su sagrada imagen, ésta fue sacada de su camarín, dejando en su lugar una copia cedida por una devota.

Según explica Ordal, esta misma mujer fue quien conservó la imagen original en su piso de Paseo de Gràcia a partir del mes de marzo de 1936. Allí la figura pasó una serie de vicisitudes, en medio de registros de la FAI, interrogatorios, etc. Más tarde, fue trasladada a la Calle Provença y luego a la Calle Buenos Aires, en donde permaneció intacta durante todo el conflicto hasta ser repuesta en su Santuario el día 2 de febrero de 1939, fecha en la que todavía se congregan los fieles cada año para celebrar el día de la Mare de Déu de l’Ajuda.

En la actualidad, sin embargo, la imagen que preside el santuario es una fiel réplica, mientras que la pieza original se encuentra guardada bajo llave en el convento de los padres capuchinos de Santa María del Rosser de Pompeia (Barcelona). Conviene señalar que, si bien la imagen gótica aún conserva su aspecto ennegrecido, la pieza que pueden ver actualmente los fieles en el santuario presenta

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Fig. 2.2. La imagen de la Mare de Déu de l’Ajuda mostrada de perfil, apreciándose el escaso volumen de la pieza, que estaba concebida para ocupar una ornacina no muy profunda excavada en una pared.

La monografía del Padre Ordal es, por lo demás, un texto de obligada lectura para conocer los pormenores de la historia moderna de esta antigua imagen, la cual ha sobrevivido a graves y peligrosos episodios. Uno de ellos fue el de la Semana Trágica, antes referido, en el que la imagen apareció entre los escombros, habiéndose salvado de las llamas. El otro episodió fue, evidentemente, la Guerra Civil. Ante la creciente tensión del conflicto y temiendo la destrucción del santuario y de su sagrada imagen, ésta fue sacada de su camarín, dejando en su lugar una copia cedida por una devota.

Según explica Ordal, esta misma mujer fue quien conservó la imagen original en su piso de Paseo de Gràcia a partir del mes de marzo de 1936. Allí la figura pasó una serie de vicisitudes, en medio de registros de la FAI, interrogatorios, etc. Más tarde, fue trasladada a la Calle Provença y luego a la Calle Buenos Aires, en donde permaneció intacta durante todo el conflicto hasta ser repuesta en su Santuario el día 2 de febrero de 1939, fecha en la que todavía se congregan los fieles cada año para celebrar el día de la Mare de Déu de l’Ajuda.

En la actualidad, sin embargo, la imagen que preside el santuario es una fiel réplica, mientras que la pieza original se encuentra guardada bajo llave en el convento de los padres capuchinos de Santa María del Rosser de Pompeia (Barcelona). Conviene señalar que, si bien la imagen gótica aún conserva su aspecto ennegrecido, la pieza que pueden ver actualmente los fieles en el santuario presenta

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únicamente el color del barro cocido sin policromar, rasgo que nos conduce a pensar que, hoy día, la negritud del rostro de esta advocación ha dejado de ser un motivo de reflexión teológico-pastoral.

Aspectos metahistóricos

La imagen de la Mare de Déu de l’Ajuda goza de una interesante inventio cuyo testimonio escrito más antiguo lo encontramos en la obra del Padre Camós (1657)237. La leyenda explica que una mujer volvía a Barcelona tras recoger leña en el bosque y que, agotada por la larga caminata, dejó el fardo de madera en el suelo y tomó asiento sobre una piedra cercana al lugar que hoy ocupa el santuario. Al hacer el ademán para cargar de nuevo la leña y seguir el camino, la mujer sintió que no podía mover su carga. Por allí pasaban en aquel momento unos obreros que volvían a sus casas tras el trabajo y, viendo que la mujer tenía dificultades para mover el fardo de leña, le ofrecieron gustosamente su ayuda. Sin embargo, ni los tres juntos fueron capaces de mover aquella madera que, aparentemente, no podía ser tan pesada.

Nuevos caminantes se sumaron para ayudarles, pero todos los esfuerzos resultaron inútiles. Decidieron entonces abrir el fardo de leña y, maravillados, comprobaron que en su interior había una imagen de Nuestra Señora.238 Entendieron enseguida que la Virgen deseaba quedarse en aquel lugar exacto para recibir culto allí mismo. Para tal fin, excavaron una hornacina en el muro de la calle en la que se encontraban, resultando aquel grupo de personas los primeros devotos de esta santa imagen.

La tradición nos cuenta que, a pesar del maravilloso hallazgo, la Mare de Déu de l’Ajuda no gozó de una veneración pública especialmente importante hasta 1516, año en el que una de sus más fieles devotas fue bendecida con un gran milagro. Se explica que, cierto día, esta mujer recibió la terrible noticia de que su hijo había sido secuestrado por piratas argelinos. Desesperada, no sabiendo qué hacer ni a quien acudir, se dirigió a su tan estimada imagen de la Virgen. Pidió que protegiera y liberara a su hijo cautivo; lo pidió con gran devoción y humildad, mirando fijamente a los ojos de la Virgen, como extasiada. Al bajar la vista, explica la tradición, vio delante de sí a su hijo, que aún portaba los grilletes puestos en pies y manos. Al preguntarle la mujer cómo había logrado escapar, el joven le respondió que “esta Virgen, ésta a quien tu rezas, es la que me ha ayudado”. A estas palabras la madre

237 CAMÓS 1772, pp. 45 y 46.

238 Cf “Madera” en nuestro Diccionario, p. 345 y ss.

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únicamente el color del barro cocido sin policromar, rasgo que nos conduce a pensar que, hoy día, la negritud del rostro de esta advocación ha dejado de ser un motivo de reflexión teológico-pastoral.

Aspectos metahistóricos

La imagen de la Mare de Déu de l’Ajuda goza de una interesante inventio cuyo testimonio escrito más antiguo lo encontramos en la obra del Padre Camós (1657)237. La leyenda explica que una mujer volvía a Barcelona tras recoger leña en el bosque y que, agotada por la larga caminata, dejó el fardo de madera en el suelo y tomó asiento sobre una piedra cercana al lugar que hoy ocupa el santuario. Al hacer el ademán para cargar de nuevo la leña y seguir el camino, la mujer sintió que no podía mover su carga. Por allí pasaban en aquel momento unos obreros que volvían a sus casas tras el trabajo y, viendo que la mujer tenía dificultades para mover el fardo de leña, le ofrecieron gustosamente su ayuda. Sin embargo, ni los tres juntos fueron capaces de mover aquella madera que, aparentemente, no podía ser tan pesada.

Nuevos caminantes se sumaron para ayudarles, pero todos los esfuerzos resultaron inútiles. Decidieron entonces abrir el fardo de leña y, maravillados, comprobaron que en su interior había una imagen de Nuestra Señora.238 Entendieron enseguida que la Virgen deseaba quedarse en aquel lugar exacto para recibir culto allí mismo. Para tal fin, excavaron una hornacina en el muro de la calle en la que se encontraban, resultando aquel grupo de personas los primeros devotos de esta santa imagen.

La tradición nos cuenta que, a pesar del maravilloso hallazgo, la Mare de Déu de l’Ajuda no gozó de una veneración pública especialmente importante hasta 1516, año en el que una de sus más fieles devotas fue bendecida con un gran milagro. Se explica que, cierto día, esta mujer recibió la terrible noticia de que su hijo había sido secuestrado por piratas argelinos. Desesperada, no sabiendo qué hacer ni a quien acudir, se dirigió a su tan estimada imagen de la Virgen. Pidió que protegiera y liberara a su hijo cautivo; lo pidió con gran devoción y humildad, mirando fijamente a los ojos de la Virgen, como extasiada. Al bajar la vista, explica la tradición, vio delante de sí a su hijo, que aún portaba los grilletes puestos en pies y manos. Al preguntarle la mujer cómo había logrado escapar, el joven le respondió que “esta Virgen, ésta a quien tu rezas, es la que me ha ayudado”. A estas palabras la madre

237 CAMÓS 1772, pp. 45 y 46.

238 Cf “Madera” en nuestro Diccionario, p. 345 y ss.

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contestó: “Sí, esta Virgen nos ha dado su ayuda”. De aquí el nombre con el que se le conocerá en adelante a la imagen y de aquí también el tipo de ruegos que sus fieles realizan particularmente, siempre relacionados con familiares y amigos cautivos, ya sea en la cárcel o por secuestro. Esta misma tradición explica que a partir de entonces la imagen gozó gran devoción y, con tal de acoger a todos los fieles que hasta allí se acercaban, se construyó el primer edificio del santuario.

Otro de los acontecimientos que se incluyen dentro de la metahistoria de la imagen es aquel que se relaciona con el bombardeo de Espartero de 1842, cuando una bomba calló en la capilla, agujereando el tejado y llegando hasta los pies del altar de la Mare de Déu. La leyenda dice que, por respeto a la Virgen, la bomba no explotó, salvándose así el edificio en aquella ocasión.239

Bibliografía

AMADES, Joan, Imatges de la Mare de Déu trobades a Catalunya, Barcelona, 1989.

BERGA, Federico de, Novena de la Mare de Déu de l’Ajuda, Barcelona, 1916.

CAMÓS, Narcís, El Jardín de María plantado en el Principado de Cataluña, Girona, 1772.

FABRAGA, Angel, Santuarios Marianos de Barcelona, Barcelona, 1954.

ORDAL, Juan de, El Santuari de Nostra Dona de l’Ajuda. Su historia y su novena, Barcelona, 1945.

239 AMADES 1989, p. 26.

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contestó: “Sí, esta Virgen nos ha dado su ayuda”. De aquí el nombre con el que se le conocerá en adelante a la imagen y de aquí también el tipo de ruegos que sus fieles realizan particularmente, siempre relacionados con familiares y amigos cautivos, ya sea en la cárcel o por secuestro. Esta misma tradición explica que a partir de entonces la imagen gozó gran devoción y, con tal de acoger a todos los fieles que hasta allí se acercaban, se construyó el primer edificio del santuario.

Otro de los acontecimientos que se incluyen dentro de la metahistoria de la imagen es aquel que se relaciona con el bombardeo de Espartero de 1842, cuando una bomba calló en la capilla, agujereando el tejado y llegando hasta los pies del altar de la Mare de Déu. La leyenda dice que, por respeto a la Virgen, la bomba no explotó, salvándose así el edificio en aquella ocasión.239

Bibliografía

AMADES, Joan, Imatges de la Mare de Déu trobades a Catalunya, Barcelona, 1989.

AMADES, Joan, Imatges de la Mare de Déu trobades a Catalunya, Barcelona, 1989.

Dans le document EL SIMBOLISMO DE LA VIRGEN NEGRA (Page 138-155)