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PRIMEROS TESTIMONIOS SOBRE EL ENNEGRECIMIENTO ACCIDENTAL

Dans le document EL SIMBOLISMO DE LA VIRGEN NEGRA (Page 71-74)

APRECIACIONES SOBRE LA CUESTIÓN DE LAS VÍRGENES NEGRAS A TRAVÉS DE SU HISTORIOGRAFÍA

1.3. EXPLICACIONES EMPÍRICAS

1.3.1. PRIMEROS TESTIMONIOS SOBRE EL ENNEGRECIMIENTO ACCIDENTAL

Vale la pena mencionar algunos de los primeros casos en los que la historiografía muestra, claramente, interpretaciones puramente materiales, pues, como ya hemos anunciado, esta era la tendencia más importante entre los académicos contemporáneos a la pionera tesis de Lefebvre.

Tanto en este apartado como en los siguientes, centraremos nuestra atención en los casos del ámbito hispánico, que es el que mejor hemos podido investigar durante este tiempo y sobre el que la historiografía general no se ha detenido demasiado. Así, uno de los más antiguos testimonios lo encontramos en la obra “Viage de España”, del historiador ilustrado Antonio Ponz, publicada en Madrid en 1788. En ella, su autor describe la Virgen de Montserrat, a la vez que ofrece una explicación – con clara voluntad universal – del aspecto de la talla:

La imagen de Nuestra Señora es de madera, y de color casi negro su rostro, como la del Sagrario de Toledo, y otras muchas, efecto sin duda en todas del polvo, incienso, humo de luces111.

111 PONZ 1783, p. 121.

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de las dos primeras monografías. Vale señalar que la autora no concede demasiado espacio a las explicaciones religioso-místicas o esotéricas, lo cual resulta un grato ejercicio de equilibrio dentro de la historiografía general sobre esta materia, pues atempera el entusiasmo de los diletantes que, a partir de la obra de Huynen, comenzaron a sobre-interpretar gratuitamente algunos aspectos simbólicos relacionados con la Virgen y su iconología.

Así, la obra de Brouquet es un prudente y mesurado ejercicio de alta divulgación que se aparta de las explicaciones categóricas que pretenden resolver la cuestión de las vírgenes negras formulando una teoría general. En suma, su publicación sirve como una buena vía para seguir todo lo que se había publicado, hasta 1990, sobre las vírgenes negras, particularmente en su vertiente histórico-material. Sobre el origen y las pruebas para la teoría histórico-empírica que divulgó Brouquet y sobre su validez y proyección en nuestro tiempo, trataremos en el presente apartado.

1.3.1. PRIMEROS TESTIMONIOS SOBRE EL ENNEGRECIMIENTO ACCIDENTAL

Vale la pena mencionar algunos de los primeros casos en los que la historiografía muestra, claramente, interpretaciones puramente materiales, pues, como ya hemos anunciado, esta era la tendencia más importante entre los académicos contemporáneos a la pionera tesis de Lefebvre.

Tanto en este apartado como en los siguientes, centraremos nuestra atención en los casos del ámbito hispánico, que es el que mejor hemos podido investigar durante este tiempo y sobre el que la historiografía general no se ha detenido demasiado. Así, uno de los más antiguos testimonios lo encontramos en la obra “Viage de España”, del historiador ilustrado Antonio Ponz, publicada en Madrid en 1788. En ella, su autor describe la Virgen de Montserrat, a la vez que ofrece una explicación – con clara voluntad universal – del aspecto de la talla:

La imagen de Nuestra Señora es de madera, y de color casi negro su rostro, como la del Sagrario de Toledo, y otras muchas, efecto sin duda en todas del polvo, incienso, humo de luces111.

111 PONZ 1783, p. 121.

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He aquí el motor que puso en movimiento la teoría, aún hoy tan predicada, del ennegrecimiento de las imágenes de María por la acción del humo. No habría entonces vírgenes negras, sino vírgenes ahumadas. Después tendremos ocasión de valorar esta teoría, la cual, ya lo advertimos, no es completamente satisfactoria.

Más de medio siglo después, encontramos otra hipótesis física para explicar el accidental color negro de la misma imagen que describió Ponz. Se trata de la observación que efectuó el padre Joan Martí i Cantó en 1856. Sobre las carnaciones de la Virgen de Montserrat, escribió:

El color es moreno, descubriendo en muchos puntos un brillo dorado; presúmese que éste había sido antiguamente el color de ambas imágenes [se refiere a la del Niño y a la de María], y que tal vez por causa de las humedades o por otras desconocidas, pasó al que tiene aún en el día y que tanto ha contribuido a distinguir la celebridad de nuestra Protectora sobre las demás imágenes que se veneran en diferentes santuarios112.

Sobre la misma imagen, el abad Muntadas, quien fuera el líder de la comunidad benedictina de Montserrat desde 1858 e impulsor de la reforma del Monasterio, ofrece una explicación al color oscuro dentro de su guía anónima titulada El amigo del viajero en Montserrat. En la obra, el abad actúa como guía al servicio del santuario y, poniendo en boca de un peregrino visitante la pregunta “¿esta imagen es la verdadera?” Muntadas desarrolla una explicación que acaba explicando el color negro de la imagen como el resultado de un proceso de ensuciamiento:

En la composición del albayalde, que se usa para encarnar las imágenes, entra plomo, y éste se descompone entre las capas de aceite con las afecciones atmosféricas; así es que todas las imágenes decaen de su color con el tiempo, aún cuando estén bien resguardadas.

¿Cuánto más, por consiguiente, las expuestas a la influencia de la atmósfera? Habiendo pues permanecido ésta que se venera en Montserrat 162 años en aquella gruta en que vemos que filtran las aguas y la asedian las nieves, nieblas, escarchas, etc., y contando a más la respetable antigüedad, por ser del primer siglo de la Iglesia, debió por necesidad mudar su color, y convertirse en “negra”113.

Tal y como apunta Aguiló, parece que el interés del abad por explicar el ennegrecimiento de la imagen no tenga tanto como objetivo confirmar la antigüedad

112 Citado en ALTÉS 2003, p. 156

113 ALTÉS 2003, p. 158.

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He aquí el motor que puso en movimiento la teoría, aún hoy tan predicada, del ennegrecimiento de las imágenes de María por la acción del humo. No habría entonces vírgenes negras, sino vírgenes ahumadas. Después tendremos ocasión de valorar esta teoría, la cual, ya lo advertimos, no es completamente satisfactoria.

Más de medio siglo después, encontramos otra hipótesis física para explicar el accidental color negro de la misma imagen que describió Ponz. Se trata de la observación que efectuó el padre Joan Martí i Cantó en 1856. Sobre las carnaciones de la Virgen de Montserrat, escribió:

El color es moreno, descubriendo en muchos puntos un brillo dorado; presúmese que éste había sido antiguamente el color de ambas imágenes [se refiere a la del Niño y a la de María], y que tal vez por causa de las humedades o por otras desconocidas, pasó al que tiene aún en el día y que tanto ha contribuido a distinguir la celebridad de nuestra Protectora sobre las demás imágenes que se veneran en diferentes santuarios112.

Sobre la misma imagen, el abad Muntadas, quien fuera el líder de la comunidad benedictina de Montserrat desde 1858 e impulsor de la reforma del Monasterio, ofrece una explicación al color oscuro dentro de su guía anónima titulada El amigo del viajero en Montserrat. En la obra, el abad actúa como guía al servicio del santuario y, poniendo en boca de un peregrino visitante la pregunta “¿esta imagen es la verdadera?” Muntadas desarrolla una explicación que acaba explicando el color negro de la imagen como el resultado de un proceso de ensuciamiento:

En la composición del albayalde, que se usa para encarnar las imágenes, entra plomo, y éste se descompone entre las capas de aceite con las afecciones atmosféricas; así es que todas las imágenes decaen de su color con el tiempo, aún cuando estén bien resguardadas.

¿Cuánto más, por consiguiente, las expuestas a la influencia de la atmósfera? Habiendo pues permanecido ésta que se venera en Montserrat 162 años en aquella gruta en que vemos que filtran las aguas y la asedian las nieves, nieblas, escarchas, etc., y contando a más la respetable antigüedad, por ser del primer siglo de la Iglesia, debió por necesidad mudar su color, y convertirse en “negra”113.

Tal y como apunta Aguiló, parece que el interés del abad por explicar el ennegrecimiento de la imagen no tenga tanto como objetivo confirmar la antigüedad

112 Citado en ALTÉS 2003, p. 156

113 ALTÉS 2003, p. 158.

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de la obra, (a la que considera del siglo I) sino más bien justificar, sospechosamente, la antigüedad de la “morenez” original114.

Este tipo de explicación positivista, tan propia del siglo XIX, es la que vamos a encontrar en otros autores inmediatamente posteriores al abad Muntadas. Los más citados por los estudiosos de las vírgenes negras son Antoni Bofarull (1876), Rohault de Fleury (1878) y el marqués de Fayole (1897). De los tres, detengámonos en el primero, pues toca más de cerca nuestro campo de estudio, que es el ámbito hispánico. Para Antoni Bofarull, historiador y poeta romántico historicista, las causas que llevaron al ennegrecimiento del rostro de la Virgen de Montserrat fueron químicas: el carbonato de plomo de la pintura, al combinarse con el ácido sulfhídrico del aire daría lugar al sulfuro de plomo, que es negro115. De nuevo, la interpretación parece interesada, pues para Bofarull, en su romanticismo, era importante justificar la antigüedad de la imagen y hacerla así contemporánea de los primeros condes de Barcelona.

A pesar de todo, es curioso constatar que, a nivel popular, esta teoría última que hemos presentado a través de Bofarull o del abad Muntadas no es la más influyente.

Sigue siendo, en cambio, la idea del ennegrecimiento por la acción del humo de las velas la que se esgrime siempre en primer lugar. Así, la teoría física más antigua que hemos conocido por la descripción de Antonio Ponz durante su viaje por España, es la que se ha quedado fijada en la memoria popular. Como Aguiló, consideramos que una de las razones para que esto ocurra, debe buscarse en la afamada y difundida obra del padre Anselm Maria Albareda, Història de Montserrat (1931), en donde al referirse al color negro de la imagen de Nuestra Señora dice:

Aquest color no prové pas de la fusta, que no és negra, ni de la pintura primitiva;

testimonis històrics diuen que a poc a poc s’ha anat enfosquint. La causa d’aquesta morenor cal cercar-la principalment en el fum dels ciris116.

Si bien esta hipótesis se encontraba ya en los años treinta algo obsoleta, pues la posibilidad de la oxidación del blanco de plomo de las carnaciones resultaba más convincente, comprobamos cómo aún hoy, incluso desde el mismo monasterio, se difunde popularmente la idea de una imagen ennegrecida por el humo. Respecto a

114 ALTÉS 2003, p. 158.

115 BOFARULL 1876, p. 218.

116 ALBAREDA 1972, p. 141.

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de la obra, (a la que considera del siglo I) sino más bien justificar, sospechosamente, la antigüedad de la “morenez” original114.

Este tipo de explicación positivista, tan propia del siglo XIX, es la que vamos a encontrar en otros autores inmediatamente posteriores al abad Muntadas. Los más citados por los estudiosos de las vírgenes negras son Antoni Bofarull (1876), Rohault de Fleury (1878) y el marqués de Fayole (1897). De los tres, detengámonos en el primero, pues toca más de cerca nuestro campo de estudio, que es el ámbito hispánico. Para Antoni Bofarull, historiador y poeta romántico historicista, las causas que llevaron al ennegrecimiento del rostro de la Virgen de Montserrat fueron químicas: el carbonato de plomo de la pintura, al combinarse con el ácido sulfhídrico del aire daría lugar al sulfuro de plomo, que es negro115. De nuevo, la interpretación parece interesada, pues para Bofarull, en su romanticismo, era importante justificar la antigüedad de la imagen y hacerla así contemporánea de los primeros condes de Barcelona.

A pesar de todo, es curioso constatar que, a nivel popular, esta teoría última que hemos presentado a través de Bofarull o del abad Muntadas no es la más influyente.

Sigue siendo, en cambio, la idea del ennegrecimiento por la acción del humo de las velas la que se esgrime siempre en primer lugar. Así, la teoría física más antigua que hemos conocido por la descripción de Antonio Ponz durante su viaje por España, es la que se ha quedado fijada en la memoria popular. Como Aguiló, consideramos que una de las razones para que esto ocurra, debe buscarse en la afamada y difundida obra del padre Anselm Maria Albareda, Història de Montserrat (1931), en donde al referirse al color negro de la imagen de Nuestra Señora dice:

Aquest color no prové pas de la fusta, que no és negra, ni de la pintura primitiva;

testimonis històrics diuen que a poc a poc s’ha anat enfosquint. La causa d’aquesta morenor cal cercar-la principalment en el fum dels ciris116.

Si bien esta hipótesis se encontraba ya en los años treinta algo obsoleta, pues la posibilidad de la oxidación del blanco de plomo de las carnaciones resultaba más convincente, comprobamos cómo aún hoy, incluso desde el mismo monasterio, se difunde popularmente la idea de una imagen ennegrecida por el humo. Respecto a

114 ALTÉS 2003, p. 158.

115 BOFARULL 1876, p. 218.

116 ALBAREDA 1972, p. 141.

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esto ¿qué dicen los análisis científicos sobre la imagen? Esta es, justamente, la pregunta que da origen al siguiente apartado de este trabajo.

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