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DIFICULTADES PARA UNA CONCLUSIÓN AL USO Y NECESIDAD DE NUEVAS PERSPECTIVAS

Dans le document EL SIMBOLISMO DE LA VIRGEN NEGRA (Page 101-105)

APRECIACIONES SOBRE LA CUESTIÓN DE LAS VÍRGENES NEGRAS A TRAVÉS DE SU HISTORIOGRAFÍA

3.1. DIFICULTADES PARA UNA CONCLUSIÓN AL USO Y NECESIDAD DE NUEVAS PERSPECTIVAS

Después de nuestra investigación sobre la historiografía sobre las vírgenes negras, podría parecer que hemos oscurecido aún más el tema sobre el que pretendíamos arrojar algo de luz. Sin embargo, la realidad es que los multiformes e incluso contradictorios modos de tratar de explicar el origen de estas imágenes de la Virgen, no hacen más que afirmar la vigencia y actualidad del tema en los diferentes ámbitos del saber y en los diversos estratos culturales. Es por esto que nuestro recorrido se ha movido dentro de un espectro muy amplio, pues ha mostrado tanto la fría y positivista visión de algunos restauradores como el religioso fervor popular, pasando por el arte y la teología medieval e incluso el esoterismo.

Ante esta pluralidad de acercamientos, vale la pena ordenar algunas de las ideas más importantes que hemos encontrado en nuestro estudio y tratar de extraer posteriormente algunas reflexiones que nos ayuden a esbozar una conclusión.

Los estudios sobre los materiales de las tallas negras de María han determinado que la mayoría de las imágenes no fueron concebidas con carnaciones de color negro o moreno, sino que éstas se oscurecieron accidentalmente. Sobre las razones de este ennegrecimiento hemos podido leer varias propuestas: humo de cirios e inciensos, oxidación del blanco de plomo, humedades, etc. Sin embargo, algunos estudios efectuados sobre otros casos – más minoritarios hasta donde hemos podido saber – han determinado que la pieza original analizada sí que era una talla con carnaciones negras originales, las cuales, en algunos casos, fueron repintadas en blanco.

Por otro lado, Antonio Madroñero ha propuesto recientemente que las primitivas y pequeñas imágenes que habrían dado lugar a las vírgenes negras, fueron realizadas a partir de fayalita, que es de color negro y que, por esta razón, en ellas encontramos el precedente inmediato a las obras que estudiamos en este trabajo.

Dentro del ámbito que investiga las obras desde la óptica más científica, la aportación de este estudioso es muy interesante, puesto que el color negro no es accidental, sino que acontece de modo natural por la misma técnica que facilita la

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3. REFLEXIONES EN TORNO A LA VIRGEN NEGRA EN LA CULTURA CONTEMPORÁNEA

3.1. DIFICULTADES PARA UNA CONCLUSIÓN AL USO Y NECESIDAD DE NUEVAS PERSPECTIVAS

Después de nuestra investigación sobre la historiografía sobre las vírgenes negras, podría parecer que hemos oscurecido aún más el tema sobre el que pretendíamos arrojar algo de luz. Sin embargo, la realidad es que los multiformes e incluso contradictorios modos de tratar de explicar el origen de estas imágenes de la Virgen, no hacen más que afirmar la vigencia y actualidad del tema en los diferentes ámbitos del saber y en los diversos estratos culturales. Es por esto que nuestro recorrido se ha movido dentro de un espectro muy amplio, pues ha mostrado tanto la fría y positivista visión de algunos restauradores como el religioso fervor popular, pasando por el arte y la teología medieval e incluso el esoterismo.

Ante esta pluralidad de acercamientos, vale la pena ordenar algunas de las ideas más importantes que hemos encontrado en nuestro estudio y tratar de extraer posteriormente algunas reflexiones que nos ayuden a esbozar una conclusión.

Los estudios sobre los materiales de las tallas negras de María han determinado que la mayoría de las imágenes no fueron concebidas con carnaciones de color negro o moreno, sino que éstas se oscurecieron accidentalmente. Sobre las razones de este ennegrecimiento hemos podido leer varias propuestas: humo de cirios e inciensos, oxidación del blanco de plomo, humedades, etc. Sin embargo, algunos estudios efectuados sobre otros casos – más minoritarios hasta donde hemos podido saber – han determinado que la pieza original analizada sí que era una talla con carnaciones negras originales, las cuales, en algunos casos, fueron repintadas en blanco.

Por otro lado, Antonio Madroñero ha propuesto recientemente que las primitivas y pequeñas imágenes que habrían dado lugar a las vírgenes negras, fueron realizadas a partir de fayalita, que es de color negro y que, por esta razón, en ellas encontramos el precedente inmediato a las obras que estudiamos en este trabajo.

Dentro del ámbito que investiga las obras desde la óptica más científica, la aportación de este estudioso es muy interesante, puesto que el color negro no es accidental, sino que acontece de modo natural por la misma técnica que facilita la

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elaboración de la pieza173. Además, el autor le confiere a ese color negro una serie de valores y usos simbólico-culturales que lo normalizan.

Las académicas Silvia Villatte y Concepció Peig, como ya hemos visto, también han propuesto lecturas simbólicas a los procesos materiales, los cuales serían, en este caso, el resultado de un ennegrecimiento accidental que, una vez asumido, pudo devenir entonces objeto de predicación religiosa o política.

Encontramos que este tipo de explicación, que parte de los aspectos materiales y que después se remonta hasta lo simbólico, es la más interesante para abordar la cuestión de las vírgenes negras, pues en ella se asume el valor que poseen las obras de arte sagrado, que son siempre transmisoras de mensajes fundamentales para cada época que pasa por delante de ellas, tal cual lo hace la nuestra. Y aquí está, según nuestro modo de entender, la clave de todo.

En efecto, las imágenes sagradas que poseen todavía un culto fuerte y vivo son también un espejo para la sociedad que en tal o cual momento es contemporánea a su uso cultural-religioso. Nuestra época posmoderna, a pesar de su complejidad y del relativismo imperante, también ha encontrado en estas obras de arte sagrado un motivo de reflexión, pero no sobre la imagen en sí, sino más bien sobre la sociedad misma, sobre sus valores, necesidades y anhelos que encuentran en las imágenes icónicas un espejo en el que reflejarse.

Aceptando esta manera de ver las cosas, podemos convenir en que todas las hipótesis que hemos expuesto no hablan tanto de las vírgenes negras como del tiempo y la cultura que las examina. Hablan del hombre con su relación con algo que se le escapa y que es el verdadero interrogador que, dirigiéndose a la capacidad cognitiva del hombre, le inquiere y conmueve. Así, podemos convenir en que los relatos que se han propuesto sobre las vírgenes negras y su razón de ser, son en realidad relatos que ejemplifican e ilustran la mentalidad de los diferentes estudiosos que las abordan. Cada uno de ellos sería una muestra de la plural y heterogénea sociedad que, ante el negro rostro de una talla medieval, aún se deja interrogar por las formas y los colores que el arte sagrado, siempre esencialista, arquetípico y polisémico,

173 En la misma línea se encontraría Pierre Balme. Según este autor, existió una antigua técnica para oscurecer y endurecer la madera de roble y hacerla parecida al basalto. La madera debía dejarse algunos años bajo el agua de un estanque y, al ser retirada, habría tomado una consistencia semejante al cristal negro. Sería entonces fácil de cortar, incluso con un cancel de bronce. Al secarse, el material deviene duro como el ébano. Balme opina que los antiguos maestros pudieron hacer así sus ídolos negros y que la técnica no se habría perdido en la Edad Media. Tomado de POURRAT 2013, p. 173.

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elaboración de la pieza173. Además, el autor le confiere a ese color negro una serie de valores y usos simbólico-culturales que lo normalizan.

Las académicas Silvia Villatte y Concepció Peig, como ya hemos visto, también han propuesto lecturas simbólicas a los procesos materiales, los cuales serían, en este caso, el resultado de un ennegrecimiento accidental que, una vez asumido, pudo devenir entonces objeto de predicación religiosa o política.

Encontramos que este tipo de explicación, que parte de los aspectos materiales y que después se remonta hasta lo simbólico, es la más interesante para abordar la cuestión de las vírgenes negras, pues en ella se asume el valor que poseen las obras de arte sagrado, que son siempre transmisoras de mensajes fundamentales para cada época que pasa por delante de ellas, tal cual lo hace la nuestra. Y aquí está, según nuestro modo de entender, la clave de todo.

En efecto, las imágenes sagradas que poseen todavía un culto fuerte y vivo son también un espejo para la sociedad que en tal o cual momento es contemporánea a su uso cultural-religioso. Nuestra época posmoderna, a pesar de su complejidad y del relativismo imperante, también ha encontrado en estas obras de arte sagrado un motivo de reflexión, pero no sobre la imagen en sí, sino más bien sobre la sociedad misma, sobre sus valores, necesidades y anhelos que encuentran en las imágenes icónicas un espejo en el que reflejarse.

Aceptando esta manera de ver las cosas, podemos convenir en que todas las hipótesis que hemos expuesto no hablan tanto de las vírgenes negras como del tiempo y la cultura que las examina. Hablan del hombre con su relación con algo que se le escapa y que es el verdadero interrogador que, dirigiéndose a la capacidad cognitiva del hombre, le inquiere y conmueve. Así, podemos convenir en que los relatos que se han propuesto sobre las vírgenes negras y su razón de ser, son en realidad relatos que ejemplifican e ilustran la mentalidad de los diferentes estudiosos que las abordan. Cada uno de ellos sería una muestra de la plural y heterogénea sociedad que, ante el negro rostro de una talla medieval, aún se deja interrogar por las formas y los colores que el arte sagrado, siempre esencialista, arquetípico y polisémico,

173 En la misma línea se encontraría Pierre Balme. Según este autor, existió una antigua técnica para oscurecer y endurecer la madera de roble y hacerla parecida al basalto. La madera debía dejarse algunos años bajo el agua de un estanque y, al ser retirada, habría tomado una consistencia semejante al cristal negro. Sería entonces fácil de cortar, incluso con un cancel de bronce. Al secarse, el material deviene duro como el ébano. Balme opina que los antiguos maestros pudieron hacer así sus ídolos negros y que la técnica no se habría perdido en la Edad Media. Tomado de POURRAT 2013, p. 173.

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ofrece todavía al hombre moderno y posmoderno. Ciertamente, el auténtico arte sagrado siempre permanece abierto, a la espera de dotar de significados al tiempo y lugar que aún lo preserva.

Si aceptamos este modo de ver las cosas, se entenderá la razón por la cual hemos acogido también en este trabajo algunas hipótesis que, normalmente, el mundo académico ha desprestigiado cuando se han puesto en relación con el asunto de las vírgenes negras. Entre estas hipótesis, el rol todavía actual del paganismo y la cuestión de la alquimia son, a nuestro juicio, las materias más interesantes para reflexionar, por lo que les dedicaremos los apartados correspondientes en este trabajo. Por ahora, debemos incidir en que, bajo esta luz, las teorías más histórico-artísticas y empiristas aparecen también como interpretaciones a posteriori sobre un fenómeno del que, en realidad, sabemos muy poco. ¿Quién puede decir que el origen de las vírgenes negras es éste o aquel? Consideramos, honestamente, que debemos ser humildes y aceptar que nadie puede poner la mano en el fuego para defender su hipótesis particular sin quemarse. Como hemos podido comprobar, la explicación bien argumentada y justificada para ciertos casos de vírgenes negras no sirve para otros. De este modo, podemos afirmar que las hipótesis empiristas (que tanto acostumbran a gustar a ciertas corrientes académicas que prefieren zanjar a discutir) son también relatos, esto es, son narraciones que responden a una ideología o a una corriente cultural-intelectual. Así pues, fuera de su marco, estos relatos se encuentran con que muchas preguntas siguen sin respuesta. A saber: si una talla posee carnaciones blancas en su origen y posteriormente se ennegrece ¿por qué al repintarla se afianza el color negro en lugar de devolver el color original? Más aún:

¿por qué se permite el ennegrecimiento de una imagen sagrada de Nuestra Señora?

¿No será acaso porque, de algún modo, hay algo en el arquetipo que encarna la Virgen que llevaría a ver natural y/o necesario sus carnaciones convertidas en color negro?

¿Y por qué el fenómeno atañe exclusivamente a las imágenes de la Virgen y no a las de Cristo? ¿Qué tiene el culto a la Virgen de especial y diferente en relación con el color negro?

Como ya hemos expresado, consideramos que los aspectos materiales, cuando son tocantes a una imagen sagrada, necesitan de la lectura simbólica para ofrecer una explicación satisfactoria. Nos negamos a aceptar que las vírgenes negras son meramente imágenes embrutecidas. Y es que hay algo en ellas que interesa, quizá porque la figura de María y todos sus valores junto con el color negro, son elementos que tocan con algo muy profundo que, aún hoy, tiene ecos de corte más o menos

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ofrece todavía al hombre moderno y posmoderno. Ciertamente, el auténtico arte sagrado siempre permanece abierto, a la espera de dotar de significados al tiempo y lugar que aún lo preserva.

Si aceptamos este modo de ver las cosas, se entenderá la razón por la cual hemos acogido también en este trabajo algunas hipótesis que, normalmente, el mundo académico ha desprestigiado cuando se han puesto en relación con el asunto de las vírgenes negras. Entre estas hipótesis, el rol todavía actual del paganismo y la cuestión de la alquimia son, a nuestro juicio, las materias más interesantes para reflexionar, por lo que les dedicaremos los apartados correspondientes en este trabajo. Por ahora, debemos incidir en que, bajo esta luz, las teorías más histórico-artísticas y empiristas aparecen también como interpretaciones a posteriori sobre un fenómeno del que, en realidad, sabemos muy poco. ¿Quién puede decir que el origen de las vírgenes negras es éste o aquel? Consideramos, honestamente, que debemos ser humildes y aceptar que nadie puede poner la mano en el fuego para defender su hipótesis particular sin quemarse. Como hemos podido comprobar, la explicación bien argumentada y justificada para ciertos casos de vírgenes negras no sirve para otros. De este modo, podemos afirmar que las hipótesis empiristas (que tanto acostumbran a gustar a ciertas corrientes académicas que prefieren zanjar a discutir) son también relatos, esto es, son narraciones que responden a una ideología o a una corriente cultural-intelectual. Así pues, fuera de su marco, estos relatos se encuentran con que muchas preguntas siguen sin respuesta. A saber: si una talla posee carnaciones blancas en su origen y posteriormente se ennegrece ¿por qué al repintarla se afianza el color negro en lugar de devolver el color original? Más aún:

¿por qué se permite el ennegrecimiento de una imagen sagrada de Nuestra Señora?

¿No será acaso porque, de algún modo, hay algo en el arquetipo que encarna la Virgen que llevaría a ver natural y/o necesario sus carnaciones convertidas en color negro?

¿Y por qué el fenómeno atañe exclusivamente a las imágenes de la Virgen y no a las de Cristo? ¿Qué tiene el culto a la Virgen de especial y diferente en relación con el color negro?

Como ya hemos expresado, consideramos que los aspectos materiales, cuando son tocantes a una imagen sagrada, necesitan de la lectura simbólica para ofrecer una explicación satisfactoria. Nos negamos a aceptar que las vírgenes negras son meramente imágenes embrutecidas. Y es que hay algo en ellas que interesa, quizá porque la figura de María y todos sus valores junto con el color negro, son elementos que tocan con algo muy profundo que, aún hoy, tiene ecos de corte más o menos

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espiritual en la cultura del mundo contemporáneo. Sólo así se puede entender la proliferación de estudios, comentarios, reflexiones y ocurrencias que, desde al menos el siglo XIX, han aparecido a la sombra de las vírgenes negras.

La metodología que nos ha ayudado a reflexionar sobre esta cuestión es la que ha expuesto Mircea Eliade en su libro Ocultismo, brujería y modas culturales. En este compendio de conferencias y artículos, el historiador de las religiones invita a examinar, precisamente desde esa disciplina, la renovación del universo creativo imaginario de la cultura y el arte de una época cuando ésta se encuentra con los universos religiosos tradicionales o exóticos174.

A pesar de lo que pueda parecer, si miramos con atención, resulta evidente que nuestro tiempo maneja todavía una serie de mitologías, esto es, una serie de relatos sobre los que se funda nuestra visión de la realidad, tal y como ha ocurrido siempre.

Quizá hoy no todo el mundo está dispuesto a hablar de mitologías contemporáneas y se prefiera en su lugar el término “constructo cultural”. No pondremos objeciones a esto, pues en definitiva de lo que se trata es de notar que, en la actualidad, junto al tan consolidado método científico, conviven una serie de modos de pensamiento que lo superan o que lo trascienden a la hora de dotar de sentido a la realidad de las vidas de los diferentes individuos y colectivos.

En relación a nuestro tema, consideramos que son dos los sistemas míticos que configuran las visiones más interesantes. Por un lado, el neopaganismo y el esoterismo cristiano, cada uno por su parte o bien sincretizados, conectan con una voluntad de renovación de la espiritualidad contemporánea en clave femenina; este sistema mítico, en permanente construcción, halla en la virgen negra uno de sus elementos icónicos. Por otro lado, encontramos la alquimia. Si bien ésta puede relacionarse eventualmente con los sistemas que hemos mencionado más arriba, nos interesa de modo especial porque está vinculada a la creación artística contemporánea175.

Debemos recordar que no se trata aquí de demostrar la veracidad de nada, sino de reconocer la necesidad y la utilidad, dentro de nuestro mundo actual, de esos relatos que hoy poseen tanto predicamento en ciertos círculos culturales que, en

174 ELIADE 1997, p. 14.

175 Existirían otros temas interesantes y de actualidad que tocarían con el estudio del fenómeno de las vírgenes negras, como por ejemplo la cuestión de las identidades, los procesos de colonización y descolonización o el turismo religioso. Sin embargo, para ajustarnos al ámbito de nuestro estudio, que es el de la simbología y el arte sagrado, hemos apartado estos temas, que quizá son más propios de trabajos más centrados en la sociología.

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espiritual en la cultura del mundo contemporáneo. Sólo así se puede entender la proliferación de estudios, comentarios, reflexiones y ocurrencias que, desde al menos el siglo XIX, han aparecido a la sombra de las vírgenes negras.

La metodología que nos ha ayudado a reflexionar sobre esta cuestión es la que ha expuesto Mircea Eliade en su libro Ocultismo, brujería y modas culturales. En este compendio de conferencias y artículos, el historiador de las religiones invita a examinar, precisamente desde esa disciplina, la renovación del universo creativo imaginario de la cultura y el arte de una época cuando ésta se encuentra con los universos religiosos tradicionales o exóticos174.

A pesar de lo que pueda parecer, si miramos con atención, resulta evidente que nuestro tiempo maneja todavía una serie de mitologías, esto es, una serie de relatos sobre los que se funda nuestra visión de la realidad, tal y como ha ocurrido siempre.

A pesar de lo que pueda parecer, si miramos con atención, resulta evidente que nuestro tiempo maneja todavía una serie de mitologías, esto es, una serie de relatos sobre los que se funda nuestra visión de la realidad, tal y como ha ocurrido siempre.

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