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EVIDENCIAS CIENTÍFICAS DEL ENNEGRECIMIENTO

Dans le document EL SIMBOLISMO DE LA VIRGEN NEGRA (Page 74-77)

APRECIACIONES SOBRE LA CUESTIÓN DE LAS VÍRGENES NEGRAS A TRAVÉS DE SU HISTORIOGRAFÍA

1.3. EXPLICACIONES EMPÍRICAS

1.3.2. EVIDENCIAS CIENTÍFICAS DEL ENNEGRECIMIENTO

La imagen de Santa María de Montserrat, sobre la que hemos centrado nuestra atención en el apartado precedente, fue objeto de una importante restauración en 2001, durante la cual se sometió a la talla a toda una serie de análisis y estudios técnicos en el Servei de Restauració de Bens Mobles de la Generalitat de Catalunya. El análisis radiológico determinó, fuera de toda duda, que el color de la pintura original del rostro de la Virgen de Montserrat era blanco. ¿Cómo pudo ennegrecerse?

A esta pregunta, los autores del informe deducen que las capas originales de pintura estarían en mal estado, dado que se detectaron zonas carentes de policromía y que, por esto, en algún momento se repintó el rostro de la talla. El plomo reaccionó entonces con el ion sulfuro que, presente en muchos ambientes, hizo que aquel se oscureciera confiriendo un aspecto de color gris, si bien no homogéneo. Esta transformación progresiva, junto con la acumulación de polvo, suciedad y la acción del humo de los cirios, podría explicar el ennegrecimiento del rostro de la imagen hasta la época del Renacimiento117. Las capas de pintura oscuras con las que se repintó la imagen con tal de conferirle un color más homogéneo, se sucedieron en dos momentos. La más antigua, que cubría la cara y el cuello, era de un color moreno verdoso; la siguiente, que es la actual, ya era una capa completamente negra y dataría del primer cuarto del siglo XIX. Esta última capa, por cierto, parece haber sido pintada de forma descuidada, pues deja ver la capa de pintura previa en la parte del cuello118. La última zona en ser pintada de negro fueron los ojos de la Madre y del Niño (que es una pieza moderna). Esto debió ocurrir después de 1830 y es aún la pintura que cubre actualmente la mirada de la Virgen y de su Hijo. Como es sabido, y por lo venerable de la imagen, la restauración no modificó el aspecto de la virgen negra más famosa de Cataluña.

117 XARRIÈ –PORTA 2003, pp. 182-183.

118 XARRIÈ –PORTA 2003, p. 189.

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esto ¿qué dicen los análisis científicos sobre la imagen? Esta es, justamente, la pregunta que da origen al siguiente apartado de este trabajo.

1.3.2. EVIDENCIAS CIENTÍFICAS DEL ENNEGRECIMIENTO

La imagen de Santa María de Montserrat, sobre la que hemos centrado nuestra atención en el apartado precedente, fue objeto de una importante restauración en 2001, durante la cual se sometió a la talla a toda una serie de análisis y estudios técnicos en el Servei de Restauració de Bens Mobles de la Generalitat de Catalunya. El análisis radiológico determinó, fuera de toda duda, que el color de la pintura original del rostro de la Virgen de Montserrat era blanco. ¿Cómo pudo ennegrecerse?

A esta pregunta, los autores del informe deducen que las capas originales de pintura estarían en mal estado, dado que se detectaron zonas carentes de policromía y que, por esto, en algún momento se repintó el rostro de la talla. El plomo reaccionó entonces con el ion sulfuro que, presente en muchos ambientes, hizo que aquel se oscureciera confiriendo un aspecto de color gris, si bien no homogéneo. Esta transformación progresiva, junto con la acumulación de polvo, suciedad y la acción del humo de los cirios, podría explicar el ennegrecimiento del rostro de la imagen hasta la época del Renacimiento117. Las capas de pintura oscuras con las que se repintó la imagen con tal de conferirle un color más homogéneo, se sucedieron en dos momentos. La más antigua, que cubría la cara y el cuello, era de un color moreno verdoso; la siguiente, que es la actual, ya era una capa completamente negra y dataría del primer cuarto del siglo XIX. Esta última capa, por cierto, parece haber sido pintada de forma descuidada, pues deja ver la capa de pintura previa en la parte del cuello118. La última zona en ser pintada de negro fueron los ojos de la Madre y del Niño (que es una pieza moderna). Esto debió ocurrir después de 1830 y es aún la pintura que cubre actualmente la mirada de la Virgen y de su Hijo. Como es sabido, y por lo venerable de la imagen, la restauración no modificó el aspecto de la virgen negra más famosa de Cataluña.

117 XARRIÈ –PORTA 2003, pp. 182-183.

118 XARRIÈ –PORTA 2003, p. 189.

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Fig. 1.3. Virgen del Pilar, Zaragoza.

Detalle de los rostros de la Madre y el Hijo.

Fotografía: www.benditayalabada.com

Poco antes de la intervención a la que fue sometida la Virgen de Montserrat, otra célebre virgen negra fue examinada con el fin de acometer una restauración: la Virgen del Pilar (Fig. 1.3). Los análisis efectuados en 1990 sobre esta pieza gótica fueron casi idénticos a los obtenidos en 2001 tras el análisis de la talla montserratina, es decir, el rostro de la patrona de Aragón estaba originalmente pintado de blanco119. Tal y como cabía esperar, cuando se procedió a su restauración, el Instituto del Patrimonio Histórico Español junto con el Cabildo decidieron no modificar el aspecto del rostro de la Madre, consolidando los restos de pintura ennegrecida que aún quedaban y manteniendo la pieza en el color con el que ha llegado hasta nuestros días.

Menos reparos tuvo el Servei de Restauració cuando procedió, en 1988, a la restauración de otra emblemática talla catalana que popularmente era conocida también como una virgen negra: la Mare de Déu del Tura, patrona de Olot120. De nuevo, en aquel caso también se pudo comprobar que la pintura original del rostro de la Madre era de color blanco. En un primer momento, se consideró la posibilidad de devolver el color blanco original a los rostros de la Madre y del Hijo. Sin embargo, en nuestra conversación con Josep Maria Xarrié, el restaurador responsable de la intervención, éste nos dijo que finalmente les pareció más prudente atenuar el color de las carnaciones, pero sin llegar a dejarlas blancas, pues el impacto en la mirada de los fieles podría haber sido muy duro y provocar disgustos y malas reacciones. Por

119 XARRIÉ –PORTA 2003, p. 181.

120 Consultar la ficha de esta talla en nuestro catálogo, p. 193 y ss.

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Fig. 1.3. Virgen del Pilar, Zaragoza.

Detalle de los rostros de la Madre y el Hijo.

Fotografía: www.benditayalabada.com

Poco antes de la intervención a la que fue sometida la Virgen de Montserrat, otra célebre virgen negra fue examinada con el fin de acometer una restauración: la Virgen del Pilar (Fig. 1.3). Los análisis efectuados en 1990 sobre esta pieza gótica fueron casi idénticos a los obtenidos en 2001 tras el análisis de la talla montserratina, es decir, el rostro de la patrona de Aragón estaba originalmente pintado de blanco119. Tal y como cabía esperar, cuando se procedió a su restauración, el Instituto del Patrimonio Histórico Español junto con el Cabildo decidieron no modificar el aspecto del rostro de la Madre, consolidando los restos de pintura ennegrecida que aún quedaban y manteniendo la pieza en el color con el que ha llegado hasta nuestros días.

Menos reparos tuvo el Servei de Restauració cuando procedió, en 1988, a la restauración de otra emblemática talla catalana que popularmente era conocida también como una virgen negra: la Mare de Déu del Tura, patrona de Olot120. De nuevo, en aquel caso también se pudo comprobar que la pintura original del rostro de la Madre era de color blanco. En un primer momento, se consideró la posibilidad de devolver el color blanco original a los rostros de la Madre y del Hijo. Sin embargo, en nuestra conversación con Josep Maria Xarrié, el restaurador responsable de la intervención, éste nos dijo que finalmente les pareció más prudente atenuar el color de las carnaciones, pero sin llegar a dejarlas blancas, pues el impacto en la mirada de los fieles podría haber sido muy duro y provocar disgustos y malas reacciones. Por

119 XARRIÉ –PORTA 2003, p. 181.

120 Consultar la ficha de esta talla en nuestro catálogo, p. 193 y ss.

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ello, la imagen presenta hoy un tono más o menos ocre, esto es, un color a medio camino entre el blanco original y el negro con el que la talla llegó hasta el siglo XX121.

Más lejos llegaron los restauradores de otra popular virgen negra catalana: la Mare de Déu de Núria, imagen que hoy presenta el más blanco rostro. En 1942, una vez finalizada la Guerra Civil, la Junta del Santuario de Núria acordó efectuar una restauración de la talla, la cual había pasado no pocas vicisitudes durante la contienda a fin de protegerla de la posible destrucción o profanación. Rafael Forcada Rovira, el profesional encargado de tal de la restauración, comprobó enseguida que, tras el lavado de la talla con una sencilla solución de agua con bicarbonato sódico, apareció muy pronto la primitiva policromía de la imagen y, para la sorpresa de todos, las carnaciones resultaron ser blancas. De hecho, la talla no presentaba ninguna otra capa pictórica anterior, sencillamente una gran acumulación de polvo y otras partículas sobre la pintura original. Antes de saber que el nuevo e impactante aspecto de la Virgen de Núria era fruto de una sencilla limpieza, el semanario barcelonés Destino efectuó una dura crítica a la Junta y al restaurador122.

Es natural que restauraciones de este tipo resulten descorcentantes e incluso ofensivas para los fieles que emplean tal o cual imagen sagrada para el culto. No debemos olvidar la función que cumple el arte sagrado, en donde absolutamente todo forma parte de su acción como puente entre el mundo terrenal y el celestial. Así, incluso el ennegrecimiento forma parte de ese vínculo entre los mundos. Sin embargo, salvo presiones sociales importantes, un restaurador que participa de una visión sencillamente empírica sobre su objeto de trabajo, hará muy bien y será muy profesional al devolver el aspecto original de una pieza.

Cuando una de estas imágenes, aunque fuera concebida como una obra de arte sagrado, ha dejado de cumplir ya su función como puente entre lo humano y lo divino – por ejemplo, una talla conservada en un museo – entonces el impacto de una restauración, como las que hemos visto en los casos de Núria y del Tura, resulta prácticamente inexistente; más bien ocurre lo contrario: se agradece poder contemplar la pieza según la concepción de sus creadores medievales.

Este es el caso, por ejemplo, de la Mare de Déu del Roser, una talla gótica del siglo XIV conservada actualmente en el Museu Diocesà i Comarcal de Solsona. Las carnaciones de la imagen, en muy mal estado de conservación, fueron sometidas a

121 Para conocer los detalles de la restauración, cf. XARRIÈ 1988, pp. 106 i ss y XARRIÈ 1989, pp. 73 y ss. Ver también, en este trabajo, la ficha de “La Mare de Déu del Tura”, p. 193 y ss.

122 Consultar, para más detalles y referencias, la ficha dedicada a esta talla en nuestro Catalogo, p.185 y ss

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ello, la imagen presenta hoy un tono más o menos ocre, esto es, un color a medio camino entre el blanco original y el negro con el que la talla llegó hasta el siglo XX121.

Más lejos llegaron los restauradores de otra popular virgen negra catalana: la Mare de Déu de Núria, imagen que hoy presenta el más blanco rostro. En 1942, una vez finalizada la Guerra Civil, la Junta del Santuario de Núria acordó efectuar una restauración de la talla, la cual había pasado no pocas vicisitudes durante la contienda a fin de protegerla de la posible destrucción o profanación. Rafael Forcada Rovira, el profesional encargado de tal de la restauración, comprobó enseguida que, tras el lavado de la talla con una sencilla solución de agua con bicarbonato sódico, apareció muy pronto la primitiva policromía de la imagen y, para la sorpresa de todos, las carnaciones resultaron ser blancas. De hecho, la talla no presentaba ninguna otra capa pictórica anterior, sencillamente una gran acumulación de polvo y otras partículas sobre la pintura original. Antes de saber que el nuevo e impactante aspecto de la Virgen de Núria era fruto de una sencilla limpieza, el semanario barcelonés Destino efectuó una dura crítica a la Junta y al restaurador122.

Es natural que restauraciones de este tipo resulten descorcentantes e incluso ofensivas para los fieles que emplean tal o cual imagen sagrada para el culto. No debemos olvidar la función que cumple el arte sagrado, en donde absolutamente todo forma parte de su acción como puente entre el mundo terrenal y el celestial. Así, incluso el ennegrecimiento forma parte de ese vínculo entre los mundos. Sin embargo, salvo presiones sociales importantes, un restaurador que participa de una visión sencillamente empírica sobre su objeto de trabajo, hará muy bien y será muy profesional al devolver el aspecto original de una pieza.

Cuando una de estas imágenes, aunque fuera concebida como una obra de arte sagrado, ha dejado de cumplir ya su función como puente entre lo humano y lo divino – por ejemplo, una talla conservada en un museo – entonces el impacto de una restauración, como las que hemos visto en los casos de Núria y del Tura, resulta prácticamente inexistente; más bien ocurre lo contrario: se agradece poder contemplar la pieza según la concepción de sus creadores medievales.

Este es el caso, por ejemplo, de la Mare de Déu del Roser, una talla gótica del siglo XIV conservada actualmente en el Museu Diocesà i Comarcal de Solsona. Las carnaciones de la imagen, en muy mal estado de conservación, fueron sometidas a

121 Para conocer los detalles de la restauración, cf. XARRIÈ 1988, pp. 106 i ss y XARRIÈ 1989, pp. 73 y ss. Ver también, en este trabajo, la ficha de “La Mare de Déu del Tura”, p. 193 y ss.

122 Consultar, para más detalles y referencias, la ficha dedicada a esta talla en nuestro Catalogo, p.185 y ss

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una limpieza y el rostro de la Madre recuperó su aspecto original, el cual en nada recuerda ya al de una virgen negra123.

Si bien nuestra exposición de casos es breve, en realidad resulta suficiente como para inducirnos a pensar que, si el color negro de las efigies de María proviene de causas materiales, cualquier explicación simbólica quedaría entonces desacreditada.

Pero no debemos precipitarnos, puesto que, como ya hemos apuntado, el ennegrecimiento puede poseer un valor simbólico y, por otro lado, quizá no todas las llamadas vírgenes negras son vírgenes blancas ennegrecidas. Sobre esta última posibilidad trataremos en el siguiente apartado.

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