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JACQUES HUYNEN Y LA POPULARIZACIÓN DEL FENÓMENO

Dans le document EL SIMBOLISMO DE LA VIRGEN NEGRA (Page 37-43)

APRECIACIONES SOBRE LA CUESTIÓN DE LAS VÍRGENES NEGRAS A TRAVÉS DE SU HISTORIOGRAFÍA

1.1. LAS TRES PRIMERAS MONOGRAFÍAS

1.1.3. JACQUES HUYNEN Y LA POPULARIZACIÓN DEL FENÓMENO

No fue hasta 1972 cuando la cuestión de las vírgenes negras adquirió el valor de fenómeno cultural stricto sensu. Esto sucedió gracias a la obra L’enigme des virges noires del también francés Jacques Huynen. Con todas sus virtudes y defectos, ésta es la obra que durante décadas se ha mantenido como la primera referencia para acercarnos al siempre polémico asunto de las vírgenes negras.

26 Esta parece ser la tónica general para la especulación clásica sobre el origen de las vírgenes negras o sobre su significado: el fenómeno acontece sin que nadie aparentemente repare en él para, después, ver proliferar una serie de interpretaciones a posteriori que intentan acomodarse a la creencia social o religiosa del momento. Como se verá, esta es una de las claves de la cuestión.

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prefigurados también en la reina de Saba, personaje bíblico tradicionalmente interpretado como de raza negra.

Para Saillens, sin embargo, esta hipótesis que acabamos de presentar no es plenamente válida, puesto que sería una lectura a posteriori, es decir, las imágenes negras de la Virgen son previas a la interpretación que se les atribuiría desde esta óptica eclesiástica, la cual no sería más que un ingenioso y poético amoldamiento al fenómeno de las vírgenes negras, que ya se habría abierto camino de un modo más o menos clandestino entre la piedad popular pero que, imparable, pudo ser justificado teológicamente gracias a los versos del Cantar de Salomón. Tal y como defendió Perigueux en 1897, a quien cita Saillens, las imágenes negras de María fueron mejor acogidas por el clero cuando un texto sagrado parecía poder ampararlas26.

Así, de los diversos orígenes cristianos aquí esgrimidos, para Saillens unos son inadmisibles y otros poco verosímiles. Para el autor, como ya hemos señalado, la respuesta está en una pervivencia del arraigado culto precristiano, en un recuerdo obstinado en la mente del pueblo de aquellas imágenes muy antiguas y oscuras que representaban a las Madres que, en clave cristiana, perviven en el culto a Nuestra Señora.

La convicción de Saillens en esta hipótesis es la que confiere a su libro Nos Virges Noires uno de sus valores más importantes, que es el sistemático estudio de las fuentes locales para cada caso de virgen negra en Francia, donde entronca el pasado galo-romano con el culto cristiano a través de la arqueología, la antropología y la historia de las religiones.

1.1.3. JACQUES HUYNEN Y LA POPULARIZACIÓN DEL FENÓMENO

No fue hasta 1972 cuando la cuestión de las vírgenes negras adquirió el valor de fenómeno cultural stricto sensu. Esto sucedió gracias a la obra L’enigme des virges noires del también francés Jacques Huynen. Con todas sus virtudes y defectos, ésta es la obra que durante décadas se ha mantenido como la primera referencia para acercarnos al siempre polémico asunto de las vírgenes negras.

26 Esta parece ser la tónica general para la especulación clásica sobre el origen de las vírgenes negras o sobre su significado: el fenómeno acontece sin que nadie aparentemente repare en él para, después, ver proliferar una serie de interpretaciones a posteriori que intentan acomodarse a la creencia social o religiosa del momento. Como se verá, esta es una de las claves de la cuestión.

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Huynen comienza su trabajo compilando mucho de lo que ya han expuesto años atrás Lefebvre y Saillens. En este sentido, la contribución de Huynen es valiosa porque la obra de Lefebvre nunca ha sido reeditada y la de Saillens sólo muy recientemente. Por lo demás, ninguna de las dos obras citadas ha sido jamás traducida del francés27, mientras que la de Huynen disfruta de una traducción al castellano desde 1974 que ha sido editada varías veces; es esta otra razón más para entender su gran predicamento entre los interesados en el fenómeno de las vírgenes negras.

Con todo, y a pesar de su popularidad, la obra de Huynen adolece de algunas afirmaciones precipitadas y complejas de defender. En efecto, el simbolismo bajo el cual el autor interpreta el color negro de las carnaciones de la Virgen, adquiere en su libro tintes claramente esotéricos. Si bien tal cosa no es ningún problema para nosotros, sí lo es la rapidez con la que el autor solventa ciertas cuestiones demasiado complejas. Trataremos después sobre la cuestión del esoterismo y su lugar en el ámbito académico, pues acostumbra a ser un elemento incómodo. Por ahora nos bastará con hacer notar que, enmarcado en este tipo de “discurso esotérico”, el autor fuerza sus argumentos para justificar la filiación de las efigies negras de la Virgen con el arte y los misterios del Antiguo Egipto. Para acometer esta empresa, Huyen propone trece semejanzas que compartirían todas las vírgenes negras auténticas y que sirven como guía para saber distinguirlas de las falsas. Para el autor, además, el único criterio admisible y que serviría como punto de partida es el siguiente: “es negra toda virgen cuyos rasgos fueron pintados en negro en su origen”28.

Seguidamente pasaremos a sintetizar las trece semejanzas29 propuestas por el autor, las cuales son, según nos indica, fácilmente comprobables para el investigador escéptico. Siendo así, nos detendremos en cada una de ellas y efectuaremos algunas apreciaciones y expresaremos nuestra reserva o aceptación a la luz de los criterios

27 La obra de E. Saillens es relativamente fácil de adquirir en Francia y puede también consultarse en varias bibliotecas del país galo y en España. En cambio, la obra de Lefebvre no se ha reeditado nunca y, por rara y antigua, posee un precio muy elevado en el mercado de libros de segunda mano y su consulta en bibliotecas no es sencilla. De hecho, en toda la geografía española, ésta solo puede consultarse en la Biblioteca de la Abadía de Montserrat.

28 HUYNEN 1986, p. 27. Como se verá, esta premisa no es la nuestra, pues hemos convenido en aceptar que la virgen negra es una construcción simbólico-cultural y no un modelo iconográfico original.

29HUYNEN 1986, pp 27 y ss. Estas trece semejanzas han tenido mucho predicamento en la historiografía posterior. Incluso Noguera i Massa, aunque sin citar a Huynen, expone prácticamente todas las semejanzas que propone el autor francés, cf. NOGUERA I MASSA 1977, pp. 107-108.

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Huynen comienza su trabajo compilando mucho de lo que ya han expuesto años atrás Lefebvre y Saillens. En este sentido, la contribución de Huynen es valiosa porque la obra de Lefebvre nunca ha sido reeditada y la de Saillens sólo muy recientemente. Por lo demás, ninguna de las dos obras citadas ha sido jamás traducida del francés27, mientras que la de Huynen disfruta de una traducción al castellano desde 1974 que ha sido editada varías veces; es esta otra razón más para entender su gran predicamento entre los interesados en el fenómeno de las vírgenes negras.

Con todo, y a pesar de su popularidad, la obra de Huynen adolece de algunas afirmaciones precipitadas y complejas de defender. En efecto, el simbolismo bajo el cual el autor interpreta el color negro de las carnaciones de la Virgen, adquiere en su libro tintes claramente esotéricos. Si bien tal cosa no es ningún problema para nosotros, sí lo es la rapidez con la que el autor solventa ciertas cuestiones demasiado complejas. Trataremos después sobre la cuestión del esoterismo y su lugar en el ámbito académico, pues acostumbra a ser un elemento incómodo. Por ahora nos bastará con hacer notar que, enmarcado en este tipo de “discurso esotérico”, el autor fuerza sus argumentos para justificar la filiación de las efigies negras de la Virgen con el arte y los misterios del Antiguo Egipto. Para acometer esta empresa, Huyen propone trece semejanzas que compartirían todas las vírgenes negras auténticas y que sirven como guía para saber distinguirlas de las falsas. Para el autor, además, el único criterio admisible y que serviría como punto de partida es el siguiente: “es negra toda virgen cuyos rasgos fueron pintados en negro en su origen”28.

Seguidamente pasaremos a sintetizar las trece semejanzas29 propuestas por el autor, las cuales son, según nos indica, fácilmente comprobables para el investigador escéptico. Siendo así, nos detendremos en cada una de ellas y efectuaremos algunas apreciaciones y expresaremos nuestra reserva o aceptación a la luz de los criterios

27 La obra de E. Saillens es relativamente fácil de adquirir en Francia y puede también consultarse en varias bibliotecas del país galo y en España. En cambio, la obra de Lefebvre no se ha reeditado nunca y, por rara y antigua, posee un precio muy elevado en el mercado de libros de segunda mano y su consulta en bibliotecas no es sencilla. De hecho, en toda la geografía española, ésta solo puede consultarse en la Biblioteca de la Abadía de Montserrat.

28 HUYNEN 1986, p. 27. Como se verá, esta premisa no es la nuestra, pues hemos convenido en aceptar que la virgen negra es una construcción simbólico-cultural y no un modelo iconográfico original.

29HUYNEN 1986, pp 27 y ss. Estas trece semejanzas han tenido mucho predicamento en la historiografía posterior. Incluso Noguera i Massa, aunque sin citar a Huynen, expone prácticamente todas las semejanzas que propone el autor francés, cf. NOGUERA I MASSA 1977, pp. 107-108.

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que hemos adoptado para confeccionar nuestro catálogo30. He aquí, escritas en cursiva, las trece semejanzas propuestas por Huynen:

- Las vírgenes negras fueron realizadas en madera y todas son obras de los siglos XI, XII y más raramente del XIII. Siendo esto mayormente cierto, la verdad es que, durante nuestra investigación en el ámbito hispánico, hemos encontrado casos de tallas obradas en los siglos XIV y XV que son reconocidas u observadas como vírgenes negras. Pensamos, por ejemplo, en la Mare de Déu de l’Ajuda (Barcelona), que es una pieza de la segunda mitad del siglo XV, o en Nuestra Señora de la Capilla (Patrona de Jaén), que data seguramente de finales del XIV.

- Éstas son siempre imágenes mayestáticas donde la Virgen está sentada en un pequeño trono sin respaldo o de respaldo corto. El niño está sentado en el regazo de su Madre, cuyas rodillas se encuentran ligeramente separadas. Los dos miran al frente. Esto no es siempre así.Una de las vírgenes negras más célebres, y que el autor debió conocer bien puesto que se encuentra en París, es Notre Dame de Bonne Délivrance, la cual es una pieza gótica donde la Madre aparece de pie sosteniendo al Niño con su brazo izquierdo en el lateral de su pecho31.

- El rostro de la Virgen no refleja ni ternura, ni compasión. Es noble, soberano, hierático, de un aspecto oriental acusado algo inquietante. Produce la impresión de un “ídolo bárbaro” según algunos observadores. Esta expresión típica de las vírgenes negras contrasta con la de las otras vírgenes románicas de la misma época a las que el artesano dio los rasgos característicos de una mujer de su país. Las nuestras escapan, en lo esencial, a las características de su terruño, para adoptar una expresión oriental, egipcia, faraónica. El rostro que describe Huynen es el clásico rostro que presentan muchas tallas románicas de la Virgen, independientemente del color de sus carnaciones. Por otro lado, la comparación con un ídolo bárbaro es pretenciosa y, a la vez, contradictoria con la idea, también interesada, de asimilar las vírgenes negras con lo oriental, particularmente con Egipto. Sobre esto último, sin embargo,

30 Entre los criterios que hemos adoptado, cabe destacar aquel que entiende que la virgen negra, como tipo iconográfico antiguo-medieval, no existe, sino que se trata, más bien, de un reconocimiento que, con el tiempo, se le da a una serie de estatuas concretas que reciben un culto importante.

31 Sobre la historia de esta talla y su santuario, cf. BASCHER 1979.

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que hemos adoptado para confeccionar nuestro catálogo30. He aquí, escritas en cursiva, las trece semejanzas propuestas por Huynen:

- Las vírgenes negras fueron realizadas en madera y todas son obras de los siglos XI, XII y más raramente del XIII. Siendo esto mayormente cierto, la verdad es que, durante nuestra investigación en el ámbito hispánico, hemos encontrado casos de tallas obradas en los siglos XIV y XV que son reconocidas u observadas como vírgenes negras. Pensamos, por ejemplo, en la Mare de Déu de l’Ajuda (Barcelona), que es una pieza de la segunda mitad del siglo XV, o en Nuestra Señora de la Capilla (Patrona de Jaén), que data seguramente de finales del XIV.

- Éstas son siempre imágenes mayestáticas donde la Virgen está sentada en un pequeño trono sin respaldo o de respaldo corto. El niño está sentado en el regazo de su Madre, cuyas rodillas se encuentran ligeramente separadas. Los dos miran al frente. Esto no es siempre así.Una de las vírgenes negras más célebres, y que el autor debió conocer bien puesto que se encuentra en París, es Notre Dame de Bonne Délivrance, la cual es una pieza gótica donde la Madre aparece de pie sosteniendo al Niño con su brazo izquierdo en el lateral de su pecho31.

- El rostro de la Virgen no refleja ni ternura, ni compasión. Es noble, soberano, hierático, de un aspecto oriental acusado algo inquietante. Produce la impresión de un “ídolo bárbaro” según algunos observadores. Esta expresión típica de las vírgenes negras contrasta con la de las otras vírgenes románicas de la misma época a las que el artesano dio los rasgos característicos de una mujer de su país. Las nuestras escapan, en lo esencial, a las características de su terruño, para adoptar una expresión oriental, egipcia, faraónica. El rostro que describe Huynen es el clásico rostro que presentan muchas tallas románicas de la Virgen, independientemente del color de sus carnaciones. Por otro lado, la comparación con un ídolo bárbaro es pretenciosa y, a la vez, contradictoria con la idea, también interesada, de asimilar las vírgenes negras con lo oriental, particularmente con Egipto. Sobre esto último, sin embargo,

30 Entre los criterios que hemos adoptado, cabe destacar aquel que entiende que la virgen negra, como tipo iconográfico antiguo-medieval, no existe, sino que se trata, más bien, de un reconocimiento que, con el tiempo, se le da a una serie de estatuas concretas que reciben un culto importante.

31 Sobre la historia de esta talla y su santuario, cf. BASCHER 1979.

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podemos hacer una apreciación interesante a partir del trabajo del Dr. Paul Olivier quien, en 1921, publicó un trabajo titulado L’Ancienne Statue romane de Notre-Dame du Puy, en el cual se recogen los clamores del pueblo cuando condujo al fuego, en 1794, a la estatua original del santuario: “À mort l’egyptienne”32. Esta expresión aludía, ciertamente, al color negro de la Virgen y quizá a sus rasgos hieráticos que en aquel entonces podían asimilarse a los de la imaginería del antiguo Egipto. Pero esta relación (que aquí es claramente un modo de insultar a la imagen) no explica el origen de las vírgenes negras, sencillamente expone las asimilaciones que establecían aquellas gentes con la imagen, igual que las podríamos efectuar hoy.

- Los rasgos de la Virgen fueron tallados con esmero mientras que el rostro del Hijo fue realizado de una forma más rápida y con menos atención. Esto, cuando eventualmente ocurre, lo encontramos en las tallas con carnaduras negras o blancas.

- En la policromía primitiva de la imagen los vestidos son blancos, rojos, azules y con adornos dorados. Así, no habría que conceder importancia a los vestidos de siglos posteriores. De nuevo, esto es aplicable a la mayoría de tallas románicas, indistintamente del color con el que nos hallan llegado sus carnaciones.

- Todas las vírgenes negras tienen las mismas dimensiones, que son 70 cm de altura, 30 cm de ancho y 30 de profundidad. Esto sencillamente no es cierto, ni siquiera en los casos que Huynen recoge en su libro. Aceptaremos, eso sí, que las medidas que ofrece el autor se corresponderían con la media de las dimensiones de la imaginería mariana románica, pero en ningún modo son éstas las medidas de las vírgenes negras.

- Todas las vírgenes negras fueron situadas en lugares donde existió un culto previo a una divinidad pagana, de la que la Virgen toma el relevo. El enclave para el culto de la imagen es siempre cercano a una fuente, pozo, árbol o piedra considerada sagrada desde antiguo. De nuevo, Huynen confiere a las vírgenes negras unas características que éstas comparten con la mayoría de tallas románicas y góticas que disponen de una inventio o que se sitúan en enclaves sagrados ya desde la más remota antigüedad.

32 Citado en THIERRY 2009, p. 25

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podemos hacer una apreciación interesante a partir del trabajo del Dr. Paul Olivier quien, en 1921, publicó un trabajo titulado L’Ancienne Statue romane de Notre-Dame du Puy, en el cual se recogen los clamores del pueblo cuando condujo al fuego, en 1794, a la estatua original del santuario: “À mort l’egyptienne”32. Esta expresión aludía, ciertamente, al color negro de la Virgen y quizá a sus rasgos hieráticos que en aquel entonces podían asimilarse a los de la imaginería del antiguo Egipto. Pero esta relación (que aquí es claramente un modo de insultar a la imagen) no explica el origen de las vírgenes negras, sencillamente expone las asimilaciones que establecían aquellas gentes con la imagen, igual que las podríamos efectuar hoy.

- Los rasgos de la Virgen fueron tallados con esmero mientras que el rostro del Hijo fue realizado de una forma más rápida y con menos atención. Esto, cuando eventualmente ocurre, lo encontramos en las tallas con carnaduras negras o blancas.

- En la policromía primitiva de la imagen los vestidos son blancos, rojos, azules y con adornos dorados. Así, no habría que conceder importancia a los vestidos de siglos posteriores. De nuevo, esto es aplicable a la mayoría de tallas románicas, indistintamente del color con el que nos hallan llegado sus carnaciones.

- Todas las vírgenes negras tienen las mismas dimensiones, que son 70 cm de altura, 30 cm de ancho y 30 de profundidad. Esto sencillamente no es cierto, ni siquiera en los casos que Huynen recoge en su libro. Aceptaremos, eso sí, que las medidas que ofrece el autor se corresponderían con la media de las dimensiones de la imaginería mariana románica, pero en ningún modo son éstas las medidas de las vírgenes negras.

- Todas las vírgenes negras fueron situadas en lugares donde existió un culto previo a una divinidad pagana, de la que la Virgen toma el relevo. El enclave para el culto de la imagen es siempre cercano a una fuente, pozo, árbol o piedra considerada sagrada desde antiguo. De nuevo, Huynen confiere a las vírgenes negras unas características que éstas comparten con la mayoría de tallas románicas y góticas que disponen de una inventio o que se sitúan en enclaves sagrados ya desde la más remota antigüedad.

32 Citado en THIERRY 2009, p. 25

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- Además de la expresión de los rasgos, hay otro elemento oriental asociado con cada virgen negra, pues en cada caso encontramos siempre una leyenda según la cual un caballero cruzado la habría traído de Tierra Santa o la había

- Además de la expresión de los rasgos, hay otro elemento oriental asociado con cada virgen negra, pues en cada caso encontramos siempre una leyenda según la cual un caballero cruzado la habría traído de Tierra Santa o la había

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