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La conformación del periodismo especializado en moda

Capítulo 3: La moda y los medios de comunicación

3.2. La conformación del periodismo especializado en moda

Dice Carmen Abad (2011), que el sistema de la moda en sentido barthiano nació con la aparición de publicaciones especializas en materia de vestir, destinadas a un consumidor deseoso de actualizar su imagen personal (Abad, 2011, 41). Lo cierto es que ambos fenómenos, el de la moda y el de la prensa, se ha desarrollado de una forma paralela, gracias al capitalismo surgido en el siglo XVII.

Señala María Sánchez (2009) que las primeras revistas dedicadas a la indumentaria que se conocen fueron las publicaciones Mercure Galant (1672-1678) y The Ladies Mercury (1693) (Sánchez, 2009: 219). Según Para Clare Haru Crowston (2001), la primera, fundada por Jean Donneau de Visé en Francia, se presenta como un boletín en el que se muestra la esencial del estilo cortesano francés de la época. La publicación contiene también un recorrido por la buena comida francesa, las cafeterías más elegantes, el estilo de las damas y el glamour de los locales del París del siglo XVII (Crowston, 2001: 48).

Por su parte, la historiadora inglesa también nos indica que The Ladies Mercury fue publicada por el librero londinense John Dunton que pretendía ilustrar la forma de vestir de las mujeres de la alta sociedad británica de la época.

También recogía una especie de manual por entregas sobre las buenas costumbres que debía tener una dama. (Crowston, 2001: 49)

Para María Sánchez (2009), ambos son los modelos a partir de los cuales surgirá, ya en el siglo XVIII, la revista de moda como género plenamente constituido, con grabados en color y descripciones de los figurines. Así, en 1731 nace el concepto de revista clásico con el Gentelman’s Magazine, publicado por el impresor británico Edward Cave, que trata en exclusiva el tema de la indumentaria y la decoración del hogar. En esta revista, se introducen grabados ilustrativos de las prendas y también de los muebles que se interpretaban eran la última tendencia del momento. Eran tímidas propuestas que ya dejaban vislumbrar la presencia de una preocupación por el estilo en una época en la que los nuevos modos de vida de la clase burguesa comenzaban a imponerse (Sánchez, 2009: 219-221).

María Concepción Casajús (2002) afirma que, no obstante, el fenómeno de la prensa de moda tuvo más éxito durante estos primeros años en Francia, donde

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comenzaron a surgir publicaciones destinadas a presentar prendas de ropa que se usaban en la corte de Luís XVI. También destacaban el buen gusto por los complementos, el mobiliario de las casas, el glamour de algunos locales parisinos…

(Casajús, 2002: 147). En este sentido, Carmen Abad (2011) señala que en el año 1785 se publica por primera vez la revista Cabinet des modes en París, que se edita dos veces al mes. La publicación tiene la intención de promover la moda de la corte francesa en el mundo entero, junto antes de que se produjera la Revolución de 1789. Al comienzo, cada edición tenía tres placas de grabados de prendas, en las que las lectoras podían apreciar los detalles de las ropas, en blanco y negro. Pero poco a poco fue introduciendo en color en estos grabados a través del coloreado manual. (Abad, 2011: 41)

Esta técnica, sin embargo, se consolidará con la aparición de Journal de la Mode et du Gout, publicación que ve la luz en plena Revolución Francesa, y que se editará entre los años 1790-1793. Dice María Cruz Alvarado (2008) que se trata de una de las primeras revistas que usa la coloración de los trajes ya de forma habitual y que introduce, además, al pie la descripción precisa de todos los detalles de las prendas. A esta publicación le siguen otras como Le Journal des Dames et des modes (1797-1831), Journal des dames et des modes 1808 (1789-1863), La Belle Assemblée (1806-1868), etc. Todas ellas emplean la técnica del coloreado en los grabados y se ocupan de describir con todo detalle las ropas representadas (Alvarado, 2008: 117-136).

Esta autora nos indica que la técnica del grabado coloreado se introduce en Alemania a partir de la publicación de Jornal des Luxus un der Modeu, en 1786. La revista se editó hasta 1827 y su creador fue Friedrich Justin Bertuch, que colaboraba con el artista Georg Melchior Kraus, encargado de realizar las ilustraciones. Su publicación era mensual y estaba formado por una treintena de páginas que llegaba a cerca de 25.000 lectores. Se trata de la primera publicación popular que se realizó en Alemania. Esta publicación comienza a ser ya un magazine de interés general dedicada al público femenino, por lo que sus contenidos se sofisticaron. Así, además de explicar la evolución de la moda en las principales ciudades Europeas, contenía críticas teatrales y de música, diseño de jardines, diseño de interiores y comentarios muy particulares sobre los diferentes acontecimientos políticos del país. (Alvarado, 2008: 117-136).

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Con relación a Estados Unidos, la primera revista femenina de la que tenemos constancia, según Lourdes Cerrillo (2010), es Godey's Lady's Book (1830-1898) publicado por Louis A. Godey. A ella le siguieron un buen número de cabeceras de las que hoy son las más importantes del mundo, como es el caso de Hapers Bazar o Vogue, como veremos más tarde. Lo más importante de esta publicación es que en 1850 fue capaz de poner en circulación 150.000 ejemplares. (Cerrillo, 2010; 63-64)

En España, durante el siglo XVII, no se publicaron textos de este tipo.

Esta falta de interés por el concepto de moda, según recoge Juan Carrete (1989), que se estaba fraguando en el resto de Europa, se ve reflejada en la definición que hace Furetière de este fenómeno en su Dictionnaire Universal, publicado en París en 1690.

"Moda: Se dice particularmente de las maneras de vestirse siguiendo el uso recibido de la Corte. Los franceses cambian todos los días de moda.

Los extranjeros siguen las modas de los franceses, con excepción de los españoles, que nunca cambian de moda".

Furetière, Dictionnaire Universal, 16902.

Esta definición nos muestra el desinterés español por la moda y la percepción que sobre nuestro particular estilo de entender la ropa tenían nuestros vecinos franceses. Así, mientras que en el resto del continente se gestaba una nueva etapa económica y social basada en la llegada al poder de la burguesía, en España las instituciones, más conservadoras, estaban lejos de estas nuevas corrientes. Con relación a la indumentaria, la política se basaba en un cierto proteccionismo político, dirigido a fortalecer la industria nacional. El mejor ejemplo de este fenómeno es el texto anónimo titulado Discurso sobre el Luxo de las Señoras y proyecto de un traje nacional.3. Sobre este texto, Carmen Abad nos advierte que “el interés se instala en la España de esa época en la conveniencia de fijar estilos nacionales y promover el consumo de tejidos nacionales” (Abad, 2011: 41).

No será hasta principios del siglo XVIII cuando comienzan a irrumpir en España las primeras publicaciones que podemos reconocer como publicaciones femeninas. Así, María Fernández (2009) destaca como la revista más antigua que se conserva es Muestra de trajes y muebles decentes y de buen gusto (1791). Su existencia fue

2 Publicado en: Carrete Parrondo, J. (1989)

3 Madrid, Imprenta Real, 1788

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efímera, y como bien indica su nombre se trataba de una publicación en la que se recogía, por una parte el detalle de trajes tradicionales españoles, con grabados en blanco y negro incluidos; y por la otra la descripción de muebles destinados a la decoración del hogar. (María Fernández, 2009: 218)

Señala Carmen Abad (2011) que, en esta fase inicial del sistema de la moda, se puede distinguir dos tipos de publicaciones en función de su posible destinatario:

las pensadas para un público masculino o femenino en exclusiva, y las que se dirigen indistintamente a hombres y mujeres. Sus títulos incluyen en muchas ocasiones el concepto gusto o el sintagma buen gusto asociados al término moda.

(Abad, 2011: 42)

Así, en un primer momento, las publicaciones dedicadas exclusivamente a la moda no existían. Compartían páginas con publicaciones en las que abundaban los ejemplares que presentaban de muebles, carrozas u objetos decorativos acompañando a los figurines e incluso señalados por las figuras. Así, el concepto de vestir espacios o lucir coches, señala Abad (2011), procede de esta época en la que las revistas de moda incluían también estas temáticas. De aquí también la tendencia de algunas revistas de moda posteriores que siguen manteniendo espacios dedicados al hogar, o a formas de vida, por ejemplo. Esto también sucede en algunos blogs de moda que mezclan este tipo de temas con el principal que es la indumentaria (Abad, 2011: 42)

En el siglo XIX, según Lourdes Cerrillo (2010), las publicaciones periódicas sobre moda se feminizaron y las secciones dedicadas a los vestidos en la prensa femenina fueron separándose de otros apartados y conformando una sección independiente. Si aparecían muebles o espacios decorados, lo hacían en otras secciones o bien servían como ambientación de los figurines. En esta época también se incluyen en las publicaciones las fotografías de moda que suponen un paso importante para la prensa de este tipo. Lourdes Cerrillo (Cerrillo, 2010: 65).

Abad (2011) indica que en el número de 1892 de La mode practique apareció la primera fotografía de moda, para sustituir a la página grabada en color. A partir de 1901, con la revista francesa Les modes el avance de la fotografía en este tipo de publicaciones ya no tuvo vuelta atrás. Los rasgos característicos de lo que hoy conocemos como revistas femeninas de moda fue tomando forma en dos modelos

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nacidos en USA: Harper’s Bazar y Vogue (1867 y 1892 respectivamente) (Abad, 2011:

42).

Ya en el siglo XX, según María Sánchez (2008), las publicaciones francesas Elle (1945) y Jardins des Modes introdujeron el reportaje de moda, en 1958 y 1959 respectivamente. Mientras que las páginas dedicadas a tendencias y estilos de la calle, los Street style actuales, los introdujo Vogue a partir de los años 30 del siglo pasado (Sánchez, 2008: 243). Habían nacido las revistas de moda tal y como las conocemos hoy y con ellas una generación de publicaciones destinadas a marcar las pautas de las industrias de la indumentaria, los complementos y la cosmética a nivel mundial. Además, durante este periodo la prensa femenina, como también se la conoce, se ha caracterizado por adquirir un poder interesante sobre la toma de decisiones de muchas mujeres. De esta forma, “ha generalizado la pasión por la moda, favoreciendo la expansión social de los productos de belleza, contribuyendo a hacer del aspecto físico una dimensión esencial de la identidad femenina para la mayoría de las mujeres” (Sánchez, 2008:243).