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La ficción televisiva y su entorno social

MARCO TEÓRICO

3. El estudio de la ficción televisiva y su contexto sociocultural 2. La ficción televisiva

3.2.3. La ficción televisiva y su entorno social

Como se ha introducido, los primeros estudios que trataron de analizar la relación entre la ficción televisiva y su contexto social, cultural y político se enmarcaron dentro de los estudios culturales.

Los objetivos generales que perseguían eran demostrar que las audiencias tenían un papel activo en los procesos de recepción de contenidos y, por tanto, matizar los efectos ideológicos de los medios sobre los espectadores que presuponían tesis como la del imperialismo cultural. De este

modo, surgen la teoría de las audiencias activas o el modelo de codificación/decodificación de Stuart Hall que afirman que las audiencias son activas y que existe un proceso de codificación y decodificación de los productos culturales en el que participan, tanto creadores como espectadores. En conjunto, estas teorías sostienen que las características culturales, junto con otros factores, moldean las interpretaciones de las audiencias y que existe una estrecha vinculación con la realidad social y cultural en la que se crean y emiten los productos televisivos.

Más concretamente, estos estudios ponen de manifiesto que las decisiones que se toman en el proceso de producción y creación, el texto y la recepción están profundamente implicados en el contexto cultural y social en el que suceden.

Entre los primeros trabajos de los estudios culturales sobre las ficiones televisivas, destaca el estudio de Dyer (1981) sobre la serie británica Coronation Street (ITV, 1960-actualidad), en la que identifica el carácter realista y el uso de convenciones genéricas, la incorporación de cuestiones candentes en la sociedad británica y el protagonismo de las relaciones familiares y laborales en la ficción. También, la investigación de Buckingham (1987) que estudia Eastenders (BBC, 1985 - actualidad) y establece como conclusión final que las series de televisión constituyen textos televisivos que poseen mecanismos de construcción de sentido a través de los que los creadores tratan de dirigir las interpretaciones y los espectadores realizan una interpretación final a partir de sus propias características. En un sentido similar, Newcomb (1974) sostiene que la estructura episódica de todos los elementos de la serie y el tratamiento de cuestiones sociales hacen que el espectador se involucre en el sentido de la historia y considere cuestiones personales y preocupaciones locales.

La académica Milly Buonanno (1999) recuerda cómo dentro de la academia las series fueron ignoradas y despreciadas como meros dispositivos de evasión, inferiores a otras formas de información y entretenimiento y con escasas funciones y significados culturales. En contraposición, Buonanno (1999) defiende que la ficción televisiva es un entrada a la comprensión de las más grandes y generales cuestiones sobre los medios de comunicación y la cultura social. Precisamente, Buonanno (1999) profundiza en las funciones y significados culturales de las series de televisión en la actualidad. Para ella, la ficción televisiva constituye el corpus narrativo más imponente de nuestros días y quizás de todos los tiempos. Una de las principales razones que le llevan a realizar tal afirmación es el amplio alcance de la ficción televisiva, ya que ningún otro sistema narrativo ha sido tan accesible para un público tan mayoritario. Además, las series de televisión soportan valores, esperanzas, mitos, visiones que en un momento dado componen el universo simbólico de una sociedad. Por eso, las historias narradas son importantes, porque ofrecen material para entender la sociedad que expresan. De manera más

concreta, Buonanno (1999) establece tres funciones de la ficción televisiva. Se exponen a continuación.

• La función fabuladora, que tiene que ver con la narración incesante de historias que realiza el ser humano y tiene una doble acepción: las ficciones televisivas nos hablan a nosotros, dada la insaciable necesidad humana de relatos, y nos hablan de nosotros, porque utilizan y articulan los temas e intereses de la vida cotidiana. En este sentido, la ficción se erige como parte esencial de la construcción de la identidad moderna, debido a que ofrece símbolos, estímulos y sugerencias sobre el mundo y sobre la propia historia.

• La función para la familiarización con el mundo social, puesto que las series de televisión trabajan con el substrato de creencias y aceptaciones compartidas que a su vez sirven para acostumbrar a la audiencia con el mundo social. Esta función está relacionada con el hecho de que las series construyen y reconstruyen el “sentido común” de la vida cotidiana porque tienden a expresar el punto de vista de la comunidad y ponen voz a lo más compartido y consensuado.

• La función de mantenimiento de la comunidad, que está relacionada con la anterior y es la función general que suele desempeñar la televisión. Sin embargo, las series de televisión gracias, sobre todo, a su capacidad de suscitar la atención y la implicación de la audiencia, tienen un rol importante en la preservación y reconstitución de ámbitos de significados compartidos. La ficción es capaz de recoger la tradición y registrar tendencias y cambios. En este sentido, sirve como un intérprete de la comunidad, de la expresión y la reafirmación de los significados compartidos.

En definitiva, Buonanno (1999) pone de manifiesto la función como ágora de la ficción televisiva.

También, Chicharro-Merayo (2012a) ha señalado como las series de televisión pueden realizan dos funciones, socializadora y educativa, a través del marco interpretativo que ofrecen sobre la realidad, la historia y la sociedad. Ambas funciones tienen lugar en dos niveles: un nivel micro, en el que el marco que ofrecen sirve para que los espectadores lo trasladen a sus propias experiencias, poseedor de un sentido más afectivo y emocional, y un nivel macro, en el que las ficciones televisivas ofrecen una interpretación, representación y explicación de asuntos de la realidad. Por tanto, las dos autoras coinciden en la idea de que la ficción televisiva posee funciones y significados sociales y culturales que afectan a la construcción y mantenimiento del sistema de símbolos y prácticas de una comunidad.

Más allá de cómo la ficción televisiva tiene un efecto en el plano simbólico de la cultural, otros estudios han profundizado en sus efectos sobre las emociones, actitudes, autopercepción o sentido de pertenencia a un grupo que las series de televisión pueden tener sobre la audiencia. Por ejemplo, los estudios que se han realizado en Brasil, como el de La Pastina (2004) y Porto (2005), en los que se explora la incidencia de las telenovelas en las concepciones y actitudes hacia la política, o el de Brown (2009), quien estudia la influencia de las telenovelas en la percepción que tienen las mujeres brasileñas de su propio cuerpo.

Otra manera en la que la ficción televisiva se relaciona con la sociedad en la que se crea y emite es con la incorporación y el tratamiento de temas de interés social. Por ejemplo, en su trabajo sobre la representación de los inmigrantes en una serie de televisión española, Biscarrat y Meléndez Malavé (2014) utilizan una perspectiva diacrónica que les permite observar cómo lo que sucede en la serie de televisión se relaciona con su entorno social y político. Las autoras comprueban que la representación del estereotipo del inmigrante evoluciona a lo largo de las temporadas de la ficción e identifican como uno de los detonantes de este hecho es la publicación por parte del Gobierno español de un documento en el que se realizan un conjunto de recomendaciones para reducir la discriminación y mejorar la imagen mediática de los inmigrantes. En este sentido, señalan como el estereotipo de los inmigrantes mejora dentro de la serie a través de un proceso de complejización narrativa de los personajes inmigrantes, un aumento de su presencia y multiplicación de las temáticas a las que se les asocia.

Desde un punto de vista más general, Buonanno (1993) sostiene que los mismos criterios que se utilizan en el periodismo, se aplican en las historias de las series de televisión. Así, la geografía, la proximidad cultural y temporal, el interés general, la relevancia mediática, entre otros, son algunos de los criterios para crear las tramas y conflictos de las ficciones. En definitiva, este conjunto de estudios exploran la relación entre la ficción televisiva y la realidad, tanto desde el punto de vista de la capacidad de las series de televisión para explicar la realidad como su efecto en ella y hasta cómo se basan en ella.

Como señalaba Bourdieu (1997), la televisión crea realidad. La relación entre realidad y ficción se basa en la premisa de que existe una realidad externa y objetiva que se puede describir o evitar (Tous, 2010). En el caso de la ficción televisiva, la interrelación entre realidad y ficción puede darse de diferentes formas: la ficción televisiva incorpora la realidad, la realidad incorpora la ficción televisiva y la ficción televisiva incorpora la ficción televisiva. Este vínculo ha sido especialmente abordado desde la perspectiva de la representación. De hecho, el propio concepto de representación presupone que existe algo externo que puede ser recreado y que en dicho acto de recreación interviene un lenguaje determinado y unas intenciones, es decir, que no es honesto,

ni transparente. Por eso, la representación tiene que ver con el uso de un determinado conjunto de signos y significados (aspectos textuales) y su disposición concreta para transmitir un mensaje (valor ideológico).

3.3. La cuestión de la representación