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Su origen: La evolución de mi práctica docente como profesora de Filosofía Filosofía

MARCO TEÓRICO

DE A Receptor pasivo de información Participante activo en el proceso de

4 ACERCA DE LA ENSEÑANZA DE LA FILOSOFÍA

4.3 Mi propuesta didáctica

4.3.1 Su origen: La evolución de mi práctica docente como profesora de Filosofía Filosofía

Antes de explicar mi evolución (1975-2004), debo decir que esta se centra únicamente, en mi experiencia docente como profesora de Filosofía en los últimos cursos de bachillerato. Primero en lo que era el antiguo COU y tercero de BUP y posteriormente, tras la reforma de la LOGSE, en segundo y primero de bachillerato. Así como en unos cuantos cursos, impartiendo un crédito en 4ª de ESO basado en el programa “La descoberta de l’Aristòtil Mas” de Lipman (1989), dentro del programa de Filosofía 6-18.

Siempre he deseado mejorar mi práctica docente especialmente, a la hora de enseñar filosofía. Esto me ha llevado a ensayar distintas maneras de estructurar mis clases. En ellas han influido múltiples factores: el ambiente docente en el que he trabajado, las enseñanzas recibidas en diversos cursos de reciclaje, las lecturas realizadas, el tipo de alumnos, los medios disponibles, etc. Durante mucho tiempo, mi práctica se basó fundamentalmente en:

- La explicación oral de los temas (recuerdo incluso haber pasado clases enteras explicando un tema de filosofía) completada con un libro de texto.

- La realización de ejercicios por parte de los alumnos, consistente en:

- El análisis y comentario de textos - La redacción de temas

- La realización de esquemas

- La lectura y comentario de algunos libros (Apología de Sócrates, el Critón, etc.)

La comunicación con los alumnos tenía lugar siempre en el aula y se realizaba oralmente o mediante notas, cuadros escritos en la pizarra o caso de ser una información más extensa mediante el reparto de fotocopias.

El trabajo de los alumnos era generalmente individual y la evaluación la realizaba mediante pruebas escritas similares a los ejercicios hechos en clase.

Posteriormente, empecé a introducir técnicas de dinámica de grupos, reduciendo el tiempo de explicación y dando un mayor protagonismo a los alumnos. Mientras, el esquema de clase seguía siendo más o menos el mismo pero los trabajos, ya no se hacían individualmente sino en grupos de máximo 4 ó 5 alumnos.

Entonces tuve algunos problemas, pues el trabajo en grupo supone alterar el orden de la clase y resulta algo más ruidoso (había quejas de otros profesores a quienes el ruido no les dejaba explicar con tranquilidad). Los alumnos parecían responder bastante bien y se implicaban más en los temas de estudio.

Trabajar así, suponía un nuevo planteamiento de los materiales que se necesitaban en clase. Había que disponer de libros distintos o bien de colecciones de fotocopias para que el trabajo en grupo fuera real. En este sentido, la preparación de las clases era más compleja, ya que tenía que aportar más materiales(generalmente libros o fotocopias), pues los alumnos no siempre aportaban los que tenían asignados y yo siempre me he caracterizado por ir a las clases, con un ”plan B”, por si todo falla.

El sistema de trabajo en grupos, gustaba a los alumnos y los trabajos, en grupo daban buenos resultados y aunque el ritmo en el desarrollo de los temas era más lento que antes, la motivación de los alumnos y su implicación era mayor.

A veces, como ya he dicho, molestábamos un poco, a los profesores de las clases vecinas, que necesitaban silencio ambiental para sus magistrales, pero como los alumnos aprendían y los resultados (léase notas) eran buenos, pude mantener la metodología. De hecho, cuando interrumpía el trabajo en grupos durante unas cuantas clases, los alumnos reclamaban poder volver a hacerlo así.

Una de las cosas que empecé a aprender, en esa época, es a observar el trabajo de los alumnos, en clase y a partir de ahí, a resolver las dudas reales que cada uno tenía. Eso me permitía además, poder hacer explicaciones globales más adecuadas a las necesidades de los alumnos, así como buscar materiales que se ajustasen más a sus capacidades.

Lo mejor de este periodo fue descubrir que los alumnos podían leer a los filósofos directamente y disfrutar comentándolos, siempre que se les buscase el texto adecuado y tuviesen tiempo para comentarlo en clase entre ellos y pudiesen sacar sus propias conclusiones, contrastándolo con las ideas reflejadas en sus libros de texto o con las suyas.

El problema fue, que como el sistema tenía mucho éxito, me pasé al extremo contrario. Así, resultó que reduje tanto el tiempo dedicado a las explicaciones que acabé casi no explicando nada y a los alumnos les resultaba muy difícil manejarse solos, con el material y unas pequeñas explicaciones. Otro problema que fui descubriendo es que los alumnos no se repartían correctamente el trabajo a realizar. Unas veces, hacían todos lo mismo y eso lentificaba demasiado el avance. Otras veces, unos trabajaban y otros se limitaban a poner su nombre, en el trabajo de grupo. Claro que ellos se defendían diciendo que no escribían, pero que daban ideas…Supongo que en ocasiones era verdad…

Se produjeron algunas quejas de los alumnos y comprobé que el sistema llevado al extremo, conducía a una cierta desmotivación, fundamentada en la incapacidad por una parte, de responsabilizarse del trabajo del grupo y por otra, de entender bien, por si solos, los materiales que debían analizar y comentar y que yo sólo explicaba “in extremis”. Como todo ello, influía

negativamente en los resultados y en la buena marcha de la asignatura, me vi forzada a ir buscando el equilibrio, entre trabajo personal y explicaciones.

Equilibrio que durante un tiempo, llegué a conseguir tal y como explico a continuación.

Como no quería renunciar a mi idea de que los alumnos deben sentirse sujetos de su propio aprendizaje, fui dejando que fueran ellos los que me indicasen cuál era la proporción adecuada “de responsabilización”. Con ello, llegué a establecer un equilibrio entre trabajo personal de los alumnos y explicaciones consistente en lo siguiente.

- Al iniciar un tema, dar siempre una explicación global del mismo, tratando con ella de motivar el trabajo posterior, planteando(dentro de lo posible) más preguntas que respuestas

- Realización de los ejercicios habituales

- Nueva explicación en función de las dificultades encontradas - Ejercicios de globalización

- Explicación recopilatoria - Evaluación del tema

En ese momento, conocí el programa de Lipman de Filosofía 6-18 y colaboré en la creación de un nuevo crédito para 4º de ESO, al que llamamos

“Procediments de raonament” y que se basaba en “La descoberta de l’Aristótil Mas de Lipman (1989) que es uno de los libros del programa de Filosofía 6-18.

Esto me supuso asistir a cursos de entrenamiento en el uso de ese programa para después, poder aplicarlo en las clases. Estos cursos y la práctica diaria de lo aprendido en ellos, volvieron a confirmarme la importancia de que los alumnos sean los responsables de su aprendizaje. Al mismo tiempo, me aportaron la importancia del uso en clase, de un diálogo riguroso, así como, la visión de la clase como comunidad investigadora en la que sólo se avanza, si el trabajo de todos está bien coordinado y se ha hecho a conciencia.

Personalmente, pienso que es una buenísima metodología, que prepara excelentemente, para dialogar desde un punto de vista riguroso y científico. El problema está, en dotarla de contenido, tanto por parte del profesor como por parte de los alumnos, porque sino, el riesgo de acabar filosofando en el vacío, deja de serlo, para convertirse en una realidad.

De la metodología anterior, incorporé en mis clases de bachillerato, la realización de debates y el dar una mayor importancia al razonamiento lógico aplicado a las discusiones, insistiendo, a partir de entonces, en la importancia de la preparación de las argumentaciones y en el descubrimiento de las falacias, que suelen incluir muchas de nuestras discusiones, si no estamos atentos.

Más adelante, a partir de los años 90/92, cuando empezó a generalizarse el uso de ordenadores, empecé a interesarme por la aplicación de las presentaciones hechas con ordenador a la enseñanza. Al principio, lo único que se podía hacer era preparar transparencias para retropoyector y utilizarlas

coste era muy alto. También, en esa etapa, hice bastante uso de videos con películas o reportajes científicos, que utilizaba como complemento de las explicaciones teóricas.

Por último, a partir del año 2000, con la llegada de Internet y sus nuevas posibilidades, junto con la mejora generalizada de los ordenadores y de sus programas, me incorporé al grupo de profesores interesados por las entonces llamadas NTICS (actualmente TIC) y sus posibles aplicaciones en el aula, para mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje. Desde entonces, he ido utilizando poco a poco, aplicándolas a la enseñanza de la filosofía: las presentaciones hechas con ordenador, el correo electrónico y por último, desde el 2003 una plataforma virtual, con las nuevas posibilidades que aporta.

De hecho, me he incorporado a las nuevas tecnologías virtuales, con el mismo entusiasmo con que me incorporé a las técnicas de dinámica de grupo, al uso del video o del retroproyector, o la metodología de la Filosofía 6/18, pero con una diferencia importante: la experiencia acumulada y lo mucho reflexionado en cada etapa. Dicha experiencia es la que me ha llevado hasta la realización de esta tesis, impulsada por el deseo de no incorporar las TIC, simplemente porque están ahí o son una moda, sino tras hacer un uso reflexivo de su utilidad y beneficios, en el contexto de la clase de filosofía.

4.3.2 Mi visión de lo que debería ser la clase de filosofía: una clase para