• Aucun résultat trouvé

Mi visión de lo que debería ser la clase de filosofía: una clase para aprender y enseñar a pensar/filosofar aprender y enseñar a pensar/filosofar

MARCO TEÓRICO

DE A Receptor pasivo de información Participante activo en el proceso de

4 ACERCA DE LA ENSEÑANZA DE LA FILOSOFÍA

4.3 Mi propuesta didáctica

4.3.2 Mi visión de lo que debería ser la clase de filosofía: una clase para aprender y enseñar a pensar/filosofar aprender y enseñar a pensar/filosofar

¿Como concibo la clase de filosofía?: La clase de filosofía debe ser un lugar donde la reflexión serena sea posible y el conocimiento fluya sin problemas.

Por lo tanto, más que ninguna otra clase, requiere un clima de tranquilidad por una parte y ganas de trabajar por otra. Ambas cosas suelen ser, hoy en día, difíciles de conseguir con alumnos de 16-17 años, que parecen, en ocasiones, empeñados en que la clase sea un lugar que haga cierta, la idea de Heráclito de que todo fluye y nada permanece.

Para que el clima propicio a la reflexión se de, hay que conseguir que los alumnos se sientan responsables de su comportamiento y de su trabajo. Esto siempre es más fácil si se sienten implicados en las tareas y la materia les resulta atractiva y al mismo tiempo, les supone un cierto desafío.

Para conseguir lo anterior, los primeros días de clase son esenciales. Hay que presentar la asignatura como un reto, pues la filosofía no es fácil. Primero, porque implica unas actitudes que no todos están acostumbrados a practicar.

Segundo, porque su lenguaje requiere el aprendizaje de nuevos conceptos y por tanto, de nuevos significados y de nuevas palabras. Tercero, porque el diálogo no suele practicarse por regla general, en las clases. Y por si todo esto fuera poco, implica mucho trabajo personal, pues no basta reflexionar sobre las propias concepciones de la vida, sino que hay que contrastarlas, con lo que otros han pensado y eso supone leer, cuanto menos, algunos textos de filósofos.

Todo lo anterior, dicho tal cual, podría desanimar a unos alumnos que, además, han oído todo tipo de “leyendas urbanas” sobre la filosofía y sus profesores.

Por eso, he dicho que es un reto y como tal debe presentarse. Para hacerlo siempre hay un filósofo que puede ayudarnos. En este caso, lo mejor es recurrir, en algún momento, al famoso “atrévete a pensar” de Kant y proponérselo a los alumnos como uno de los objetivos a alcanzar en clase de filosofía. ¿Por qué? Porque salir de la minoría de edad es precisamente, lo que más desea un alumno de primero de bachillerato. Y ser mayor de edad implica abandonar ciertas actitudes e incorporar nuevos hábitos. Y no se debe olvidar decir, que todo ello está al alcance de un alumno de primero de bachillerato, que adopte una actitud abierta al conocimiento y desee descubrir, hasta donde puede llevarle su mente, tanto cuando trabaje individualmente, como cuando lo haga en grupo.

Ya que he mencionado el grupo, creo que el alternar el trabajo individual con el trabajo en pequeño grupo, en parejas o en ocasiones, con todo el grupo-clase, es muy importante ya que hace a los alumnos buscar soluciones conjuntas, a los problemas filosóficos y facilita la reflexión y la incorporación de distintos puntos de vista.

En cuanto a los temas de la filosofía de primero de bachillerato, suelen resultar atractivos a los alumnos y esa es una gran ventaja. De nuevo Kant y sus famosas preguntas: ¿Qué puedo saber? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué me cabe esperar? (expresadas en uno de los últimos capítulos de la “Crítica de la razón pura”) son de gran ayuda para plantear de una manera clara y sencilla, sobre qué vamos a filosofar a lo largo del curso.

Los primeros días de clase los alumnos suelen preguntar ¿Qué es la filosofía?

Creo que es bueno dar pistas y dejar que sean ellos, los que, a partir de lo que han oído, lo que puedan leer en el libro o buscar por Internet, vayan construyendo su idea de qué es la filosofía y quienes son los filósofos.

Ahora, yendo de lo concreto a lo general, paso a exponer que hay en la trastienda de lo dicho anteriormente. Filosofar es una actividad mental inicialmente individual pero directamente relacionada con las distintas concepciones del mundo y del ser humano. Filosofar es también reflexionar sobre las actuaciones individuales y colectivas. En este sentido, es una actividad formadora que nos ayuda en el descubrimiento de la condición humana, en la medida en que vamos tratando de responder y conociendo, cómo se han ido respondiendo los grandes interrogantes, que la acompañan.

En clase de filosofía, se trata de aprender a pensar bien juntos. No de memorizar teorías, sin más, sino de conocerlas, comprenderlas, criticarlas hacerlas propias o rechazarlas, pero tras una reflexión fundamentada. Y de esa manera, ir construyendo el propio pensamiento, a partir de lo que se va aprendiendo, mientras se escucha, se lee, se dialoga.

Una clase, en la que se aprende, es una clase activa en la que, la función de la profesora es en algunos momentos, la de señalar un camino a recorrer y en

recorran, por sí mismos. En una clase así, siempre se trabaja. Mediante distintos ejercicios, se va aprendiendo a analizar el propio pensamiento y el de los demás. Se elaboran hipótesis y se esbozan teorías, se va entendiendo la necesidad de un método y la importancia de ser rigurosos. En determinados momentos, se dialoga y se viven breves experiencias en las que el diálogo socrático ayuda a vivir la experiencia filosófica de que es posible elaborar una filosofía propia. Se lucha con la dificultad de ir al fondo de las cosas, todo lo que cada uno pueda. Se siente el desconcierto que provoca la multiplicidad de respuestas y las críticas a la seguridad prometida por la ciencia empírica.

En la clase de filosofía, se contrastan la propia visión del mundo y los códigos morales aprendidos socialmente, con las reflexiones éticas de los filósofos. Se reflexiona sobre temas como la justicia, el bien o la libertad al tiempo que se descubre cómo la lógica formal y la informal nos ayudan a descartar razonamientos no válidos o a ser más críticos, a la hora de pensar. Es un continuo repensar lo pensado para confirmar o rechazar y abrir caminos…

Tanto rigor, en ocasiones, cansa a los alumnos y ahí, es donde a mi entender, puede ser útil el uso de TIC, siempre que estas ayuden a realizar, todo lo anterior, desde distintas perspectivas y utilizando diferentes caminos.

Para conseguir un buen razonamiento, es necesario hacer muchos ejercicios y eso, puede, a la larga, resultar repetitivo y monótono, dado que la creatividad de la profesora tiene sus límites…

Cuando pienso ¿Cómo puedo mejorar mi práctica y conseguir que mis alumnos adquieran un pensamiento crítico y una actitud tolerante ante la diversidad de pensamientos, basada en la adquisición de conceptos filosóficos básicos?

O dicho de otro modo ¿cómo puedo enseñar a mis alumnos a filosofar de la manera adecuada? Pienso en la idea de que sólo se aprende a filosofar, filosofando, pero los años de práctica de la filosofía 6/18, me han enseñado que si no se planifican bien las actividades de pensamiento, se corre el riesgo de acabar filosofando en el vacío.

Lo anterior, suele llevarme a otras preguntas: ¿Me ayudará la introducción de algunas TIC a conseguirlo, con más facilidad? Y: ¿Qué puede aportar el uso de TIC? De hecho, desde hace unos años, he ido haciendo algunas pruebas que han consistido en: usar en determinados momentos una presentación con Power Point para explicar alguno de los temas del programa, enviar apuntes o mapas conceptuales por correo (cuando aún no funcionaba la plataforma) y abrir algún foro voluntario (en los inicios de la plataforma), para razonar sobre alguno de los temas comentados en clase. Debo decir, que en los tres casos, la acogida por parte de los alumnos fue muy buena y por ejemplo, en el caso del foro, intervinieron alumnos que nunca intervenían en clase. De todos modos, al haber hecho un uso esporádico y nada sistemático, bien podría ser que el aparente interés y motivación que generaron, fueran simplemente debidos al hecho de ser unas actividades nuevas.

Por otra parte, el centro docente en que trabajo, puso a disposición de los profesores una plataforma virtual y nos formó en su utilización y nos animó a incorporar esta nueva tecnología a nuestras clases. Debo reconocer que soy

de las personas a las que siempre les atraen los nuevos juguetes tecnológicos y no me costó demasiado, aprender a utilizarla. Ahora, tenía a mi alcance una herramienta que me permitía utilizar todo lo que había ido probando, de una forma integrada y con respaldo técnico, por si algo fallaba.

A partir de aquí, surgen con fuerza, nuevas preguntas: ¿Puede mejorar mi práctica con una metodología que combine sistemas tradicionales y TIC?

¿Puede esta nueva combinación de estrategias facilitar el aprendizaje de la filosofía a mis alumnos? ¿Les ayudará en la ardua tarea de generar un pensamiento reflexivo y crítico, mientras reflexionan sobre los grandes temas de la filosofía, asumen nuevos conceptos e incorporan un nuevo vocabulario?

Si las lecturas de las obras de los filósofos, están colgadas en Internet

¿Ayudará este hecho, a generar en los alumnos, el deseo de filosofar? ¿Cuál será la proporción justa entre el uso de TIC y el diálogo en clase? ¿Cuánto debe durar una presentación de un tema de filosofía? Si Platón viviese hoy,

¿tendría página web?, ¿participaría en foros o en “chats” ?…

No creo que sea posible responder a tantas y tan variadas preguntas, en una sola tesis… Pero la respuesta a todas o cuanto menos a algunas de esas preguntas sugiere un nuevo modelo de clase de filosofía. Un modelo, en el que se sigue aprendiendo y enseñando a pensar y a filosofar, pero aprovechando las ventajas de vivir, en una sociedad tecnológicamente avanzada.

Ese es el modelo, que deseo empezar a construir, a partir de mi investigación con la ayuda de mis alumnos, a lo largo de todo un curso. Pero todo modelo parte de algunas ideas teóricas, también el que yo tengo “in mente” y a ellas, me referiré a continuación.

4.3.3 Una clase para enseñar a pensar/filosofar: trasfondo teórico de su