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El hecho de que la universidad incluya a estudiantes que potencialmente forman parte de la población económicamente activa implica que el análisis de la relación entre estudiar una carrera y trabajar al mismo tiempo sea complejo. Normativamente, no existe ningún impedimento para que un estudiante pueda combinar algún tipo de actividad remunerada con la asistencia a la universidad. Además, la complejidad misma que implica la diversidad de titulaciones, hace que el análisis tenga que hacerse con sumo cuidado. En nuestro caso, interesa delimitar las posibles relaciones que existen entre el hecho de combinar los estudios universitarios con una actividad remunerada en el mercado de trabajo y la inserción laboral posterior a la obtención del título. Es decir, analizar el impacto que existe entre una inserción laboral previa a la titulación con la inserción laboral posterior a la titulación. Este apartado está estructurado en dos partes.

En primer lugar, se analizan algunos datos que dan cuenta del fenómeno del trabajo durante la universidad, para posteriormente hacer una revisión de la literatura sobre su impacto en la trayectoria laboral de los titulados.

En 1988, el Informe Juventud (citado por De la Fuente y García de León, 1993) afirmaba que más de un 40% de estudiantes entre 16 y 29 años eran en alguna medida activos, ya sea porque trabajaban o porque buscaban activamente hacerlo, mientras que en el caso de los universitarios, el porcentaje de los estudiantes trabajadores era prácticamente el mismo que el del total de estudiantes, un 39%. De ese porcentaje de estudiantes universitarios trabajadores, llama la atención que ya desde 1988 se detectaba un 40% de trabajos de tiempo completo, es decir, que no estamos ante un fenómeno que pueda considerarse como reciente.

Por otra parte, como se mencionó en el apartado 1.2.3, en las últimas décadas se ha observado una tendencia de crecimiento de alumnos con edades superiores a la

trayectoria tradicional, quienes en su mayoría se encuentran plenamente integrados en la vida adulta (Barañano et al., 2011). Es decir, “trabajadores estudiantes”, en el caso de los universitarios que trabajan a tiempo completo, o bien “estudiantes trabajadores”, quienes tienen como prioridad los estudios pero compartidos con actividades laborales más o menos intensas.

Por lo tanto, cuando se analiza la situación laboral de los estudiantes universitarios, es imprescindible relacionarlo con la edad durante la cual se está cursando una carrera, ya que esto puede determinar las estrategias seguidas. Ante esto, si se trata de estudiantes

“tradicionales”, se podría plantear la pregunta ¿por qué un estudiante combina los estudios con un trabajo remunerado?, mientras que si se trata de estudiantes “maduros”, una pregunta válida sería, ¿por qué un trabajador asiste a la universidad? En otros términos, hablando de los estudiantes que también trabajan se podría hablar de estudiantes a tiempo parcial –que combinan los estudios con alguna otra actividad, normalmente remunerada, aunque no necesariamente si considera el caso de las personas que tienen que conciliar los estudios con tareas reproductivas– en contraposición con trabajadores a tiempo parcial –que combinan el trabajo con la formación universitaria–.

Por ejemplo, sobre el primer enfoque, la literatura anglosajona ha desarrollado en las últimas décadas una tradición de investigación sobre los part-time students76, que incluye desde los factores individuales que influyen en esta condición, pasando por la incidencia de las políticas públicas y la gestión universitaria, hasta los resultados académicos y de inserción de estos estudiantes. Se reconoce que es un campo emergente que precisa de mayores definiciones teóricas, ya que se suele incluir a los estudiantes a tiempo parcial dentro de otras categorías tan diversas como estudiantes “no tradicionales”, “de clase trabajadora”, “maduros” o que tienen “bajas cualificaciones de ingreso” (Callender y Feldman, 2009).

76 En algunos países existe una distinción oficial entre estudiantes a tiempo completo y estudiantes a tiempo parcial, aunque no es el caso del sistema universitario español (Ariño et al., 2008), donde el estudio a tiempo parcial se suele relacionar con el trabajo durante los estudios. En Callender y Feldman (2009) se puede consultar una revisión de la literatura exhaustiva sobre los part-time students en el Reino Unido.

Cuando se habla de un “trabajo remunerado” evidentemente se está incluyendo una gama amplia de posibles combinaciones, con sus respectivas consecuencias para la trayectoria de un estudiante universitario. Desde trabajos esporádicos realizados los fines de semana o durante las vacaciones, trabajos a media jornada sin relación con los estudios, trabajos a media jornada relacionados con los estudios, hasta trabajos a tiempo completo con o sin relación con la carrera estudiada. Además, estos tipos de trabajo responderán a diversos intereses, motivaciones o necesidades que tengan los universitarios, en función de su situación vital –edad, estado civil, lugar de residencia–, de su posición social –recursos monetarios de origen–, de las características de la titulación que se estudie –hay algunas que permiten más fácilmente la compaginación mientras que otras, al contrario, lo desincentivan desde la administración del currículum– o bien de la configuración de los proyectos personales.

En este sentido, para algunos estudiantes trabajar durante la carrera será una situación deseada, para otros una situación obligada y para otros una mezcla de los casos anteriores77. De forma tal que los determinantes del trabajo durante los estudios responden a diversos factores que remiten a un tema con una alta dosis de complejidad.

Así, en un estudio inglés, Breede (en Callender y Feldman, 2009) identificó cuatro grupos de estudiantes a tiempo parcial, tres de los cuales tenían un trabajo remunerado regular. Dos grupos trabajaban a tiempo completo, pero mientras que uno se planteaba permanecer en el mismo empleo al terminar los estudios, el otro esperaba cambiar el trabajo como resultado de los estudios. El tercer grupo estaba formado por estudiantes con un trabajo a tiempo parcial, frecuentemente relacionado con responsabilidades familiares (hijos dependientes).

77 También existe el debate en la pedagogía o en la gestión universitaria sobre la conveniencia o no de que los estudiantes trabajen durante la carrera, pero sobrepasa los objetivos de la presente tesis. La pregunta que guía el debate desde estas perspectivas es si el trabajo durante la universidad “estorba” el desempeño académico de los alumnos, lo cual se traduciría en potenciales abandonos o alargamientos en los estudios. En este sentido, la literatura no permite zanjar la cuestión de manera definitiva. Parece haber consenso en que más de 20 horas de actividad laboral habría afectación en el desempeño académico, pero debajo de ese límite los resultados son contradictorios, ya que algunos muestran incluso un efecto positivo de la actividad remunerada (D‟Amico, 1984; Lillydahl, 1990; Dagenais et al., 2001, todos en Béduwé y Giret, 2004).

Por su parte, Béduwé y Giret (2004) identificaron cuatro tipos de trabajos regulares con los cuales compaginaban la enseñanza superior los universitarios franceses: a) pre-inserción laboral plena: coincidencia entre la profesión y la carrera estudiada y continuidad después de terminar los estudios; b) trabajos estudiantiles: no relacionados con la carrera estudiada ni con un nivel profesional y no continuados después de terminar los estudios; c) empleos regulares: trabajos con valor profesional débil, no relacionados con la carrera, con los cuales se cubre la subsistencia básica y que se dejan al final de los estudios; d) contrataciones anticipadas: pequeños trabajos profesionales, con la función de espera mientras se obtiene un trabajo fijo.

Por otro lado, Masjuan et al. (1996) encontraron cinco tipos de situaciones, que denominaron “itinerarios de estudios”, en las cuales se podían clasificar a titulados universitarios en Cataluña en la década de los noventa: a) estudiantes a tiempo completo; b) estudiantes/ trabajadores, que trabajaban menos de media jornada durante toda la carrera; c) de estudiantes a estudiantes trabajadores, que comenzaron la carrera con dedicación exclusiva a los estudios pero que posteriormente se transformaron en estudiantes/trabajadores; d) trabajadores/estudiantes, estudiantes que combinaron estudios y trabajos más de media jornada durante la carrera; y finalmente e) de estudiantes a trabajadores/estudiantes, que comenzaron como estudiantes y terminaron trabajando más de media jornada. Al analizar estos itinerarios con respecto al sexo o al origen social, no encontraron una influencia clara en los datos agregados. En cambio, encontraron tendencias diferenciadoras de los itinerarios en función de la titulación, en las que la influencia del origen social o del sexo se mostró de manera distinta. Por ejemplo, algunas ingenierías estaban más caracterizadas por el itinerario de estudiantes a tiempo completo mientras que carreras como psicología, derecho o empresariales reportaban un mayor número de estudiantes que trabajaban más de media jornada desde el inicio de los estudios o bien en la última etapa de la carrera. Otro ejemplo, entre los diplomados en empresariales, ingenieros técnicos en química o entre los economistas había una presencia importante de hombres hijos de clases trabajadoras en los itinerarios de trabajadores/estudiantes.

Frecuentemente el trabajo durante los estudios ha sido visto como una fuente de financiamiento de los estudios o como un medio para mejorar las condiciones de vida durante los estudios, y ha sido generalmente investigado en función de sus efectos

negativos en la trayectoria estudiantil, es decir, como algo que impacta negativamente en los resultados académicos. Sin embargo, hay autores que sugieren que para un mejor acercamiento a la relación entre estos dos elementos, es necesario introducir un tercer componente: la inserción profesional posterior a la titulación (Béduwé y Giret, 2004).

En este sentido, no se puede hablar en general de las ventajas que conlleva el trabajo para los estudiantes sin evocar las dificultades que esto puede acarrear para ellos mismos, pero al mismo tiempo, la posible distracción hacia los estudios no puede ocultar completamente el impacto positivo que la actividad remunerada puede traer en la inserción profesional futura.

En la investigación sobre los estudiantes universitarios en España, es posible determinar algunas tendencias que caracterizan el fenómeno de estudiar y trabajar durante la universidad. En la Tabla 10 se puede observar una diferencia de alrededor de diez puntos porcentuales entre los estudiantes que no trabajan y que provienen de familias con un alto nivel educativo y los que provienen de familias con menor nivel educativo, que se refleja también en los estudiantes que trabajan con regularidad, con una diferencia entre estas dos categorías también de 10%.

Tabla 10: Variables sociodemográficas relacionadas con el trabajo remunerado durante los estudios.

Porcentaje de estudiantes según sus características sociodemográficas. Universitarios españoles

Hombre Mujer NFF bajo NFF medio NFF alto

Trabajo regular 28,6 26,0 32,3 26,9 22,8

Trabajo ocasional 10,1 11,6 10,2 10,5 11,8

No trabaja 61,3 62,4 57,5 62,6 65,4

Fuente: Elaboración propia a partir de Ariño y Llopis (2011, p. 176).

NFF = Nivel formativo familiar, medido por el máximo nivel formativo alcanzado por los progenitores, medido a través de la clasificación ISCED. Bajo: ISCED 0-2. Medio: ISCED 3-4. Alto: ISCED 5-6.

Otro aspecto que interesa observar, es la diferencia entre las áreas de estudio en la propensión a realizar actividades remuneradas durante la carrera. Aquí, por un lado es preciso tomar en cuenta el efecto social de composición de las clases sociales que influye en el tipo de carrera que se elige, tal como se trató en el apartado 1.3. Entre los aspectos que impactan en la elección en familias con menos recursos está el hecho de que la carrera permita combinar estudios y trabajo, descartando así un grupo de carreras que por sus características curriculares no cumplen con esta condición, por ejemplo las titulaciones de ciclo largo en salud, por el tiempo de estudio personal que requieren o

las correspondientes al área de ciencias, que por las prácticas de laboratorio suele exigir presencia en la universidad en jornadas matutinas y vespertinas.

Tabla 11: Trabajo durante la carrera por áreas de estudio. Porcentajes. Universitarios españoles Diplomatura Licenciatura Humanidades Sociales Salud Técnicas Ciencias

Trabajo regular 30,1 25,0 27,7 31,8 17,1 25,3 17,1

Trabajo ocasional 10,6 10,9 12,9 10,7 9,6 10,7 11,4

No trabaja 59,3 64,1 59,4 57,5 73,3 64,0 71,6

Fuente: Elaboración propia a partir de Ariño y Llopis (2011, p. 177).

Como puede observarse en la Tabla 11, la distribución del trabajo universitario efectivamente presenta diferencias significativas según sea el área de estudios. Entre aquellas con menores porcentajes de trabajo durante los estudios están las ciencias experimentares y las ciencias de la salud, mientras que en humanidades, sociales y técnicas, el porcentaje de alumnos que trabaja ya sea permanente u ocasionalmente es superior.

Una posible explicación de las diferencias por áreas de estudio la plantea Levy-Garboua (en Béduwé y Giret, 2004) quien menciona que el trabajo durante los estudios está más desarrollado en las ramas y especialidades relacionadas con mayores dificultades de inserción al final de los estudios y, al contrario, es menos frecuente en las ramas científicas y profesionales donde las remuneraciones son más elevadas y los riesgos de desclasamiento menos débiles.

Otro aspecto que se ha encontrado con datos recientes es la relación entre la “alta intensidad” en la dedicación a los estudios –que implica una baja probabilidad de realizar una actividad remunerada– y la procedencia de familias situadas en un estrato alto, tanto económica como educativamente. Al contrario, la dedicación prioritaria a los estudios es menor entre los estudiantes mayores, que provienen de familias menos favorecidas, estudian programas cortos y están más representados entre los estudiantes que dedican más de quince horas semanales a una actividad remunerada (Barañano et al., 2011).

Entre las explicaciones posibles para entender la relación entre origen social y edad, Soler (2011) propone que hay una relación entre el momento de acceso a la universidad y el tiempo de dedicación a los estudios, mediado por el origen social. Por un lado, los

estudiantes de entornos sociales menos favorecidos habrían accedido a la universidad más tarde que el resto, es decir, con una transición retrasada que se presenta después de la emancipación económica. Además, el acceso retrasado a la universidad estaría relacionado con los alumnos que combinan estudios y trabajo. Otra posible explicación es que los estudiantes de origen más desfavorecido, al verse obligados a trabajar durante los estudios en mayor medida que el resto, han tenido que alargar los años de la carrera universitaria por su menor dedicación en el ámbito académico. Además, entre los alumnos que compaginan trabajo y estudios, un alto porcentaje proceden de la formación profesional, que a su vez guarda relación con el origen social de los estudiantes.

Evidentemente el hecho de estudiar y trabajar está relacionado con la edad de los estudiantes: a mayor edad, mayor propensión a trabajar más horas, como se muestra en la Tabla 12, en la que se muestra, con datos de la encuesta Eurostudent IV, que por un lado casi el 50% de los estudiantes que trabajan más de quince horas pertenece a la franja de edad mayor y, por otro, más de dos tercios de los estudiantes a tiempo completo son menores de 24 años. Además, el 73% de los que trabajan menos de quince horas, están en el rango menor de edad.

Esto último podría explicarse de diversas formas, una de las cuales, revelada a partir de un estudio cualitativo (Ariño, Hernández, Llopis, Navarro, y Tejerina, 2008) es que los estudiantes dedican algunas horas a trabajos menores que les permiten acceder a bienes de consumo propios de su edad, tales como ocio o vacaciones, ya que corresponden a un grupo de edad que mayoritariamente vive todavía con sus padres y tendrían sus necesidades básicas cubiertas.

Tabla 12: Dedicación laboral durante la carrera por grupos de edad. Porcentajes. Universitarios españoles

24 años o menos 25 a 29 años 30 o más años

Más de 15 horas 22,4 27,9 49,7

Menos de 15 horas 73,3 20,7 6,1

No trabaja 78,6 14,2 7,2

Fuente: Soler (2011, p. 49).

Otro aspecto importante a tener en cuenta es la trayectoria laboral previa a la entrada de la universidad. En este aspecto, en Eurostudent IV (Tabla 13) se encontró que entre los estudiantes que trabajaban de manera intensa –más de quince horas semanales– casi la

mitad había tenido un “trabajo convencional remunerado”, es decir, se perfila así un grupo de estudiantes que retrasaron su ingreso a la universidad y que, por simple efecto de la edad de ingreso, corresponde con el grupo de estudiantes “maduros”. Aquí caben al menos dos posibles estrategias: por un lado, estudiantes que entraron a estudiar una carrera que les permita continuar y mejorar su trayectoria laboral, es decir, una carrera relacionada con el trabajo, o bien, estudiantes que ingresan a la universidad para poder modificar la trayectoria laboral y por lo tanto eligen una carrera no relacionada con su trabajo. Además, dentro del grupo de trabajadores intensivos, casi un tercio había realizado “trabajos menores de carácter informal”, con lo cual, cerca de un 80% tenían algún tipo de experiencia laboral previamente al ingreso universitario (Martínez-Martín y Pons, 2011). entrar a la universidad. Una posible interpretación de este dato es que si un alumno ya vivió la experiencia de combinar los estudios preuniversitarios con trabajos informales o esporádicos, por cualquiera de las posibles razones involucradas –necesidades familiares, acceso al consumo, viajes, etc.– tiene una alta probabilidad de que continúe haciéndolo durante la carrera universitaria. Por otro lado, los estudiantes que no trabajaban y que además no tenían experiencia laboral pasan del 50%. Entre las tres categorías laborales utilizadas en Eurostudent IV, en alrededor de la mitad de sus efectivos es posible identificar trayectorias de continuidad entre 1) no haber tenido experiencia y no trabajar durante los estudios, 2) experiencias de trabajos informales y continuación de los mismos mientras se estudia la carrera y 3) una inserción laboral plena y su continuidad en la etapa universitaria. En el restante 50% se pueden identificar otras trayectorias con diferente peso, entre la cuales destacan las trayectorias residuales de 1) haber tenido un trabajo convencional remunerado antes de los estudios y no

trabajar durante la carrera (10%), 2) trabajo convencional y reducción de jornada laboral a menos de quince horas semanales (12%) y 3) haber comenzando a trabajar más de quince horas durante los estudios (21%).

Hasta aquí se han mostrado algunos datos recientes que permiten conocer las características del fenómeno de la compaginación de estudios y trabajo durante la universidad. Ha quedado en evidencia que la actividad laboral está relacionada sobre todo con la edad de los estudiantes y en menor medida con el origen social. También se ha visto que hay diferencias importantes con respecto al nivel de intensidad de la actividad remunerada.

Tomando en cuenta lo anterior, se procede a analizar el impacto del trabajo durante los estudios en la inserción laboral posterior a la titulación. Para hablar de dicho impacto, es necesario recurrir al concepto de trayectoria laboral y además implica que en su análisis se tome en cuenta la diversidad de situaciones que se han señalado hasta aquí. Como se argumentó previamente, por un lado, no es posible establecer un vínculo inequívoco entre el fin de la etapa universitaria y el inicio de la trayectoria laboral. Es decir, que el período de transición tradicional entre el “estudio completo” y el “trabajo completo”

está descartado como forma de transición única. La línea entre educación y trabajo se ha vuelto menos clara, con estatus mezclados, trayectorias diversificadas y cada vez más personas cruzando la línea más de una vez en su vida laboral (Allen y Van der Velden, 2007; Light, 1998). Pero por otro lado, tampoco es posible interpretar en un solo sentido la actividad remunerada durante la universidad, ya que depende de múltiples factores – entre otros, la edad de los estudiantes, la situación familiar o la intensidad y tipo del trabajo remunerado–.

Por lo tanto, ante la pregunta sobre si el trabajo durante los estudios condiciona, ya sea de manera positiva o negativa, la inserción laboral posterior de los estudiantes, es necesario contextualizar las características que enmarcan la actividad remunerada particular.

Según Béduwé y Giret (2004) el trabajo durante los estudios puede contribuir a la situación de los estudiantes universitarios desde tres perspectivas diversas, pero que desde nuestro punto de vista no son mutuamente excluyentes: financiamiento y