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La literatura sociológica, particularmente la dedicada al estudio de la estratificación social, ha encontrado que en las sociedades modernas existe una asociación significativa entre el origen social de las personas y la posición que alcanzan en la estructura social.

Además, se ha encontrado que esta relación está fuertemente mediada por el logro educativo, mismo que a su vez está afectado por el origen social (cfr. apartado 1.1), con lo cual se tiende, en términos generales, a la reproducción de desigualdades sociales (Blau y Duncan, 1967; Shavit y Blossfeld, 1993; Van de Werfhorst y Andersen, 2005).

Por otro lado, se ha hablado ya anteriormente del fenómeno de la expansión educativa, que ha permitido un aumento de las probabilidad de acceso para los estudiantes que provienen de familias menos aventajadas. Para algunos autores, este proceso ha

significado una democratización de la educación superior, mientras que otros autores sostienen que dicho proceso no está relacionado con la probabilidad de acceder a la universidad y obtener un título sino con las posibilidades de acceder a los segmentos más prestigiosos y/o más rentables en el mercado de trabajo. Así, algunos autores han cuestionado que la democratización de la educación superior en realidad es un

“señuelo” porque las desigualdades en el acceso son trasladadas hacia la parte más alta de la estructura social, volviéndose más sutiles y menos evidentes (Calmand y Epiphane, 2012; Fernández-Enguita, 1999a).

Así pues, está evidenciado que, de manera general, el sistema educativo manifiesta un sistema de selección basado no únicamente en el talento o la habilidad sino también en posiciones sociales y en recursos heredados. En el caso de la educación superior, antes de la graduación, el origen social tiene un impacto en el acceso, en la elección de los programas, en la persistencia y en el desempeño de los estudiantes (Ariño y Llopis, 2011; Troiano y Elias, 2012).

Sin embargo, una vez que se ha pasado el filtro de la graduación de la universidad, se sabe menos sobre la influencia del origen social en el logro ocupacional de los titulados55. De esta manera, resulta de gran interés la pregunta sobre la influencia del origen social en la transición de la universidad el mundo del trabajo. De la pregunta emergen al menos dos hipótesis56.

Por un lado, la primera de ellas indicaría que el origen social se manifiesta principalmente en el acceso a la educación superior, pero que ya no ejerce la misma influencia en el mercado de trabajo, es decir, que la ubicación de los titulados en el mercado de trabajo dependería únicamente de sus méritos, habilidades y esfuerzos, no de adscripciones de origen. La hipótesis contraria indicaría que ante la posesión de un

55 Con esta afirmación no se pretende ignorar la existencia e importancia de la tradición sociológica sobre movilidad social, en particular sobre movilidad intergeneracional. Aun con magnitudes diversas, numerosos estudios que toman en cuenta las sociedades en su conjunto, han evidenciado la influencia de las características de los padres en la posición de la estructura social a la que llegan los hijos. Sin embargo, dentro de esta tradición, hay poca investigación en términos relativos sobre el colectivo específico de titulados universitarios, quienes sistemáticamente presentan mejores resultados de movilidad que el resto de la población.

56 La explicitación de estas hipótesis está tomada de Opheim (2007).

título semejante el origen social de los titulados juega un papel importante en su ubicación dentro de la estructura ocupacional.

La primera hipótesis sobre la influencia del origen social en la inserción de los titulados, indicaría que es menos probable encontrar alguna diferencia social en la transición de la educación al trabajo, debido al proceso de selección y socialización que se da a través del sistema educativo, que reduciría el impacto del origen social. Se asume así que la influencia de los padres para diferenciar el logro educativo es fundamental (Mare, 1981), pero una vez que se llegó a dicho nivel, el origen social no ejerce una influencia importante. Se trata de una versión adaptada de la perspectiva de la igualdad de oportunidades, que funcionaría como una especie de “liberación” (Triventi, 2011b) de la influencia del origen social una vez que se obtiene la categoría educativa más alta. En este sentido, el proceso de selección aludido implica que los estudiantes sin motivación o habilidad abandonarán en algún momento el sistema educativo. Aquí es donde cobra importancia el filtro social, ya que los estudiantes de orígenes menos favorecidos tienen más probabilidad de abandonar el sistema educativo que aquellos con un mejor origen social (Gambetta, 1996). A partir de este planteamiento se concluiría que el impacto del origen social es menos importante dentro del grupo de graduados, que se las arreglaron para poder obtener un título universitario aun cuando éstos provinieran de un origen social desfavorecido.

Esta hipótesis fue comprobada por Hout (1988) en Estados Unidos, al observar que la relación directa entre el origen social y la posición socioeconómica de las personas variaba en función de los niveles escolares alcanzados. Entre las personas que habían accedido a un bajo nivel educativo, el origen social tenía un peso significativo mientras que en los graduados de niveles superiores no se mostró este impacto, es decir, que en este último grupo no se presentó una diferencia sistemática en el estatus ocupacional alcanzado en función de la familia de origen. Por su parte, Rumberger y Thomas (1993) comprobaron, para los graduados universitarios en el mismo país, que el origen social no era un factor de influencia para los salarios iniciales, aunque predecían un mayor impacto en el desarrollo posterior de la carrera, a través del indicador de riqueza.

Una teoría que suele utilizarse para defender esta primera hipótesis es la teoría de la socialización. Según esta teoría, mencionada por Opheim (2007), estudiantes de

orígenes bajos, al haberse socializado durante los años de estudios con estudiantes de orígenes más elevados tenderían a compartir aspectos como los valores, intereses o planes de carrera. Esto haría disminuir el impacto del origen social por el hecho de haber estudiado durante muchos años en estas condiciones. Aparece aquí el concepto de capital social57, que se incrementaría durante la educación universitaria. Sin embargo, en el planteamiento de las hipótesis, Opheim omite la posibilidad de que la adscripción de clase de los alumnos menos aventajados los haga elegir especialidades que les aseguran un éxito en la terminación de los estudios y donde puedan encontrar alumnos que comparten los mismos valores, actitudes y experiencias (Reay, Davies, David, y Ball, 2001; Troiano y Elias, 2012).

Por su parte, Carabaña (2004) en un estudio de movilidad de la sociedad española en su conjunto a partir de datos de la Encuesta Sociodemográfica de 1991, al analizar el

“clasismo” en el primer paro o en el subempleo en el primer trabajo, encontró que por lo que se refiere a la movilidad a profesional, los resultados son que, una vez que se tiene un título universitario, hay poca influencia de la clase del padre en el tiempo que se tarda en encontrar empleo ni en la probabilidad de subempleo, y que esta influencia apenas crece en la década de los ochenta. La clase del padre explicaba el 4 por 100 de la varianza en el prestigio profesional del primer empleo de los titulados superiores entre 1967-1972 y el 5 por 100 entre 1982-1991 (p. 219).

Refiriéndose a estos datos, el mismo autor concluye que “la Universidad es como un autobús que lleva a los mismos destinos profesionales a todos los que se suben en él.

Los hijos e hijas de profesionales y administrativos se suben al vehículo mucho más que el resto, y los hijos de obreros agrarios mucho menos (Carabaña, 2004, p. 209)”. Esta

57 Se trata de un concepto ampliamente desarrollado en la sociología, que tuvo gran difusión a partir del trabajo desarrollado por Pierre Bourdieu a lo largo de toda su obra. La premisa principal de este concepto es que el origen social de las personas está relacionado con los recursos sociales a los cuales se puede acceder a partir de las redes sociales. A su vez, los recursos sociales están asociados con una amplia variedad de beneficios, entre ellos el logro de una posición social de prestigio. Granovetter (1995) utilizó el concepto para estudiar los mecanismos utilizados por los individuos en los procesos de búsqueda de trabajo, haciendo una tipología de vínculos que se establecen en las redes sociales y que influyen en las posibilidades de encontrar o no un trabajo.

afirmación pone en evidencia el filtro de origen social que puede operar en el acceso a la educación superior pero que tendería a desaparecer una vez que se consiguió el título.

Por su parte, en un estudio reciente, Planas y Fachelli (2010) encontraron que el origen social no ejercía prácticamente ninguna influencia en las diferencias en la inserción laboral de los titulados de las universidades catalanas en 2004. Al analizar, por medio de regresión múltiple y tomando como variables independientes los ingresos y un índice de calidad ocupacional (Corominas, Villar, Saurina, y Fàbregas, 2007) con titulados que trabajaban a tiempo completo, encontraron que la única variable que permitía explicar las diferencias entre los titulados era el sexo. La influencia del origen social solo se observaba puntualmente en alguna titulación o subárea específica.

La segunda hipótesis sobre los efectos persistentes (Triventi, 2011a) apunta a que los graduados de orígenes sociales más altos, una vez pasado el filtro de la graduación, tendrían algunas ventajas al entrar al mercado de trabajo. Sin haber surgido de investigaciones sobre titulados, hay algunas teorías que señalan que el origen puede seguir teniendo algún tipo de influencia en la inserción laboral.

Desde el individualismo metodológico, la teoría de la aversión al riesgo, desarrollada por Boudon (1983) y posteriormente retomada por Breen y Goldthorpe (1997), señalan que las estrategias educativas, por ejemplo la elección de continuar en el sistema educativo o abandonarlo, están basadas en gran medida en el deseo de evitar la movilidad descendente, es decir, bajar de la posición social de los padres. Este impulso sería incluso más importante58 que el deseo por ascender en la estructura social. A pesar de que se trata de una teoría que explica primordialmente las diferencia en el logro educativo, según Opheim (2007) es posible retomarla para explicar diferencia sociales en el mercado de trabajo. De esta manera, la teoría establecería que, con el objetivo de alcanzar el nivel de los padres, las personas con mayor origen social tendrían mayores ambiciones que les harían buscar empleos con salarios más altos o mayores oportunidades de carrera que aquellos con orígenes más bajos.

58 “The primary goal” según Van de Werfhorst y Andersen, (2005).

Por otro lado, el capital social –que ya apareció en la hipótesis anterior como un factor que disminuiría la influencia del origen social a través de la socialización lograda en la universidad– también puede ser utilizado para ilustrar las diferencias en la inserción laboral de los titulados en función de su origen. En este caso, el capital social alude diferencias en la conformación de las redes de contacto según el origen social. Las clases más altas tendrían una red compuesta por contactos más relevantes de cara a la búsqueda de empleos con mayor prestigio, a diferencia de lo que sucede con las clases bajas. Además, los padres que pertenecen a clases más aventajas estarían en posesión de mayor información sobre las maneras de acceder a posiciones privilegiadas en el mercado de trabajo (Hansen, 2001).

Finalmente, Opheim (2007) refiere a la teoría de los códigos culturales, desde la tradición bourdiana del capital cultural, como posible explicación de las diferencias, en estrecha relación con la perspectiva de las preferencias de los empleadores. El capital cultural está relacionado con las ventajas que supone para el mercado de trabajo la posesión de ciertos códigos propios de las clases altas. Estos serían apreciados de manera particular por los empleadores que también los poseen y de esta manera elegirían a personas similares a ellos.

Entre las investigaciones que apoyan esta segunda hipótesis está el trabajo de Erikson y Jonsson (en Opheim, 2007), quienes encontraron diferencias sociales pequeñas al inicio de la carrera, pero que tenderían a crecer conforme se avanza en la misma. Si esto sucede en una sociedad como la sueca, que suele ser la excepción cuando se analiza la persistencia de las desigualdades educativas (Shavit y Blossfeld, 1993), es de esperarse que pudiera replicarse en otros países.

Por su parte, Hansen (2001) encontró diferencias sociales en los logros ocupacionales de los titulados, que eran más evidentes si se utilizaba una medida compleja de los ingresos –que incluyera la rentabilidad de los activos (stock returns) y los ingresos provenientes de trabajos por cuenta propia (self-employed income)– además del salario –medido a partir de registros fiscales oficiales–. Considerando que la investigación fue realizada para el conjunto de la población noruega, encuentra que aquellos que provienen de clases más altas tienden a obtener los niveles más altos de recompensas económicas, aun después de haber controlado por nivel educativo y por área de

estudios. Además, el impacto de la clase social de origen fue claramente distinto en una entre áreas de estudio, con una tendencia a ser mayor en áreas “blandas” (soft educational fields) en contraposición con las “duras” (hard educational fields)59.

Por su parte, a partir de datos de la encuesta “Géneration 2004”60 en Francia, Calmand y Epiphane (2012) elaboraron un estudio en el que encontraron, a partir de modelos probit, que algunos diplomas lograban neutralizar más que otros los efectos del origen social al inicio de las carreras profesionales, pero sin poder llegar a la conclusión de que los determinantes de origen social habían desaparecido totalmente en la inserción de los graduados. Las variables dependientes que utilizaron los autores fueron la probabilidad de ocupar un empleo después de haber dejado la formación (en contraposición a las situaciones de paro, inactividad o regreso a la formación), la probabilidad de que éste fuera de duración ilimitada (contrato fijo) y el acceso a “categorías profesionales intermedias” o “cuadros”.

El efecto del origen social, medido por la categoría socioprofesional del padre, es prácticamente nulo con respecto a la probabilidad de tener un empleo y con respecto a la probabilidad de que éste sea un empleo con contrato fijo o indeterminado. En este sentido los resultados confirmarían la hipótesis de la no asociación entre origen social e inserción laboral de los graduados de la educación superior. Sin embargo, cuando analizan el efecto del origen social en la probabilidad de acceder a ciertas categorías laborales sí se observa un impacto del origen social. Ser hijo de un “cuadro” aumenta las posibilidades de ocupar un puesto similar o uno de “profesiones intermedias”. Es decir, que a igualdad de título, los hijos de obreros tendrían menos probabilidades que los hijos de “cuadros” de ocupar un puesto de jerarquía alta tres años después de la obtención del título.

Una vez encontrado este último hallazgo, los autores revisaron que aparecía el mismo fenómeno al interior de cada tipo de diploma. En este sentido, encontraron que la

59 El efecto entre del origen social y el área de estudios en los resultados ocupacionales de los graduados será tratado con mayor atención en el apartado 4.3.

60 Elaborada por el Centre d‟Etudes et de Recherches sur les Qualifications (CEREQ) de Francia. Esta institución realiza desde 1997 una encuesta con jóvenes que han dejado el sistema educativo postobligatorio, con o sin título. El periodo de tiempo entre la salida del sistema y la realización de la encuesta es de tres años. En el caso francés es importante remarcar la existencia de un sistema de educación superior estructurado a partir de un conjunto de títulos (diplômes) fuertemente jerarquizados.

diferencia era significativa para las titulaciones de carácter más disciplinar –en contraposición con las titulaciones “profesionales” –, sin importar el nivel –es decir, incluyendo licenciatura, máster o doctorado– y para los másteres profesionales y las escuelas de comercio. En el caso de los diplomas DUT, licenciaturas profesionales, IUFM y escuelas de ingenieros, la condición de ser hijo de un “cuadro” no afectaba las probabilidades de obtener un puesto del mismo nivel61.

En la misma línea, en un estudio elaborado en Noruega con graduados de la educación superior en el periodo de 1987-200162, Opheim (2007) encontró una influencia muy reducida, aunque significativa, de la educación de los padres en el ingreso al mercado laboral, a partir de la determinación de tres categorías: ambos padres con estudios superiores, uno de los dos o ninguno. A partir del uso de regresiones con cuatro variables dependientes, llega a las siguientes conclusiones. La influencia del origen social, se muestra solamente cuando se considera la categoría de ambos padres con educación superior, manifestado en una probabilidad más baja de encontrarse en situación de desempleo o en un trabajo de bajo prestigio comparado con graduados cuyos padres no alcanzaron el nivel superior. Estos últimos tienen una probabilidad mayor de tener un contrato de becario o tener un empleo temporal.

Uno de los hallazgos interesantes del estudio, es que tener ambos padres con estudios superiores estaba relacionado, nuevamente con un impacto reducido pero significativo, con contratos temporales. En este sentido, es importante tomar en cuenta que seis meses puede ser un periodo reducido para medir el impacto del origen social en este tipo de condiciones laborales.

El análisis propuesto por Opheim (2007) abarcó un periodo de 14 años (1987-2001), dentro del cual se levantó información para 10 grupos diferentes de graduados. Este hecho permitió comparar diferentes momentos en el mercado laboral noruego. A finales de los ochenta la tasa de desempleo era de 1,5%, a mediados de los noventa creció hasta alcanzar una tasa de 5,5%, misma que gradualmente bajó hasta 2,7 en 2001. En este

61 Esto no significa que estos cuatro niveles sean los que concentran mayor número de titulados en los puestos superiores, a excepción de las escuelas de ingeniería. En el resto, la mayoría se encuentran en puestos de nivel intermedio.

62 Aunque la muestra es de un tamaño considerable, alrededor de 16 mil casos, es preciso tomar en cuenta que los graduados fueron encuestados solo 6 meses después de haber obtenido el título.

sentido, la autora se propuso comprobar si la ventaja de tener un origen social más elevado se manifestaba más claramente durante las épocas de mayor desempleo y por ende mayor competencia por los puestos de trabajo. Con respecto a esta comparación temporal, los resultados indicaron que al introducir el año de graduación, efectivamente el efecto de la educación de los padres aumentaba ligeramente, concretamente las diferencias en los ingresos entre aquellos que tenían dos padres con estudios superiores y en los que ninguno de los padres los tenían, fueron mayores para el periodo 1997-2001. El impacto diferencial tomando en cuenta el año de graduación, fue reducido y no fue posible obtener conclusiones con respecto al efecto de la coyuntura económica en la influencia del origen social.

Por su parte, Triventi (2011b) elaboró un análisis de la influencia del origen social, a partir de datos de la encuesta REFLEX comparando los resultados de cuatro países:

Alemania, España, Noruega e Italia. Como variable dependiente utilizó el estatus ocupacional y el salario mensual y dividió a los graduados en dos grupos, para ver el contraste entre las ocupaciones más prestigiosas y mejor remuneradas –cuartil más alto–

y el resto de ocupaciones –tomadas en su conjunto–. En sus resultados, el autor

y el resto de ocupaciones –tomadas en su conjunto–. En sus resultados, el autor