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La edad como elemento diferenciador de los universitarios

1.2 Hacia una universidad (cada vez) más heterogénea

1.2.3 La edad como elemento diferenciador de los universitarios

En los últimos años se ha observado un aumento en la presencia de estudiantes con una edad mayor a la esperada en función a las trayectorias educativas tradicionales. En la Tabla 2 se presenta un indicador de esta evolución a lo largo de la última década, a partir de la edad de ingreso a los cursos universitarios, que evidentemente impacta en la edad del total de matriculados en el sistema universitario (Tabla 3). La presencia de alumnos con mayor edad a la esperada implica que la población universitaria se vuelve más diversa y conlleva la necesidad de diferenciar a los estudiantes de acuerdo al momento del ciclo vital en el cual realizan sus estudios. También tiene consecuencias en el análisis del colectivo de titulados, ya que la gran mayoría de los estudiantes maduros están ya insertos en el mercado de trabajo cuando estudian la carrera, posiblemente con trayectorias discontinuasentre el estudio y el trabajo durante su ciclo vital (cfr. apartado 4.4).

Tabla 2: Porcentajes de alumnos matriculados en el primer curso universitario por grupos de edad.

España. Cursos 1999-2200, 2005-2006 y 2010-2011

Curso 1999-00 Curso 2005-06 Curso 2010-11

Hasta 19 años 58,7 50,5 40,6

20-25 años 31,8 28,1 31,7

Más de 25 años 9,5 21,3 27,7

Total 100 100 100

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE.

En la Tabla 2 es posible observar que los estudiantes que ingresan hasta los 19 años inclusive, edad teórica de acuerdo al itinerario educativo oficial, han disminuido entre

1999 y 2010 casi en veinte puntos porcentuales. Además, destaca la clara tendencia creciente de los estudiantes mayores de 25 años, que pasan de 9,5% al 27,7% en el mismo periodo. En la literatura se suele identificar a los alumnos mayores de 25 años como estudiantes “maduros” o incluso como “los otros estudiantes” para referirse al hecho de que

…en España está cada vez más presente la heterogeneidad en la composición de los estudiantes por edades. Por un lado, se mantiene la trayectoria lineal de muchos estudiantes que entran en la universidad justo después de terminar el bachillerato, y que siguen representando la mitad de los nuevos entrantes. Por otro lado, cada vez más la universidad española incorpora nuevos perfiles de estudiantes maduros. En este caso no se trata de breves interrupciones en la trayectoria educativa, sino de decisiones de reemprender los estudios tomadas en otros periodos vitales (Soler, 2011, p. 47).

Se observa pues, tanto en los datos de primer ingreso como en los datos de alumnos matriculados, que existen evidencias que apuntan hacia la heterogeneidad en la composición de los estudiantes por edades. Aunque se mantiene la trayectoria tradicional como la mayoritaria, es decir, estudiantes que transitan por las etapas del sistema educativo en la edad prevista, en la Universidad están cada vez más presentes alumnos que han vivido otro tipo de trayectorias, ya sea que entran a Universidad con mayor edad o bien que prolongan sus estudios por diversas razones.

Tabla 3: Alumnado matriculado en la universidad por grupos de edad. España. Cursos 1999-2200, 2005-2006 y 2010-2011

Curso 1999-00 Curso 2005-06 Curso 2010-11

Hasta 19 años 19,0 17,4 19,0

20-25 años 59,8 52,8 49,6

Más de 25 años 21,2 29,7 32,4

Total 100 100 100

Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE.

La edad de los estudiantes universitarios guarda una estrecha relación con el nivel educativo alcanzado por sus padres, como puede comprobarse en la Tabla 4. Ahí se muestra que los estudiantes de mayor edad tienen una procedencia de entornos familiares con menor nivel educativo. Así, la edad promedio de los estudiantes cuyos

padres tienen menor formación es de 26,6 años, mientras que en las familias mejor formadas la media de edad es de 23,7 años (Soler, 2011).

Tabla 4: Nivel educativo de los padres de los universitarios españoles según grupos de edad

NFF Bajo NFF Medio NFF Alto

Hasta 24 años 54,2% 63,0% 70,4%

25-29 años 19,6% 19,5% 18,4%

30 o más años 26,2% 17,4% 18,8%

Total 100% 100% 100%

Fuente: Datos tomados de la encuesta Eurostudent IV (Soler, 2011).

NFF = Nivel formativo familiar, medido por el máximo nivel formativo alcanzado por los padres, medido a través de la clasificación ISCED. Bajo: ISCED 0-2. Medio: ISCED 3-4. Alto: ISCED 5-6.

Este fenómeno puede ser explicado a partir de la evolución de las tasas de escolarización. Las generaciones más jóvenes, provienen de un contexto donde la educación estaba más al alcance de sus padres que en las generaciones con mayor edad.

Otra posible explicación está relacionada con el retraso en el ingreso a la educación superior de los hijos de familias menos favorecidas. Además, en estrecha relación con el origen social, los estudiantes maduros suelen estar presentes en áreas menos exigentes académicamente, tales como humanidades o ciencias sociales, en estudios de corta duración (diplomaturas) y están sobrerrepresentados en las universidades a distancia y en las universidades privadas, instituciones que permiten una mayor conciliación entre el estudio y el trabajo (Soler, 2011).

De esta manera, si la presencia de peronas con mayor edad está relacionada con un origen social bajo, se trata de un posible indicio de dinámicas democratizadoras en la universidad. Al mismo tiempo, las personas con mayor edad que ya están insertas en el mercado de trabajo, acuden a la univerdad como parte de su “formación a lo largo de la vida”, que en los últimos años ha aparecido en la agenda social, aunque no siempre con una buena acogida por parte del mismo sistema universitario.

Para comprender la presencia cada vez más copiosa de estudiantes maduros en la universidad, Davies et al. (2002), analizan este fenómeno en el Reino Unido donde está muy extendido desde hace varias décadas. Según estos autores, existen cuatro factores que propician la participación de este tipo de estudiantes: políticas educativas y económicas a nivel nacional, características económicas y del mercado de trabajo, las políticas y prácticas de la educación superior y por último el origen y las circunstancias

de los individuos. A partir de este marco, llevaron a cabo una investigación cualitativa, mediante grupos focales, con personas involucradas en la educación superior, entre ellos estudiantes o potenciales estudiantes catalogados como maduros. Sobre las razones que daban los propios estudiantes para involucrarse en la educación superior, se presentan a continuación algunas tendencias, relacionadas con los factores individuales y del mercado de trabajo.

Existen una serie de motivaciones relacionadas con las características individuales, tales como aspectos cognitivos expresados en el interés en la materia, sobre todo en las áreas

“no vocacionales” –en el sentido anglosajón del término–, es decir, encaminadas directamente al mercado de trabajo. Estos factores personales, ligados a elementos como la edad, el sexo, las responsabilidades familiares o la disponibilidad de tiempo, son al mismo tiempo factores que motivan y que desincentivan de cara a los estudios universitarios. Por un lado, el deseo de alcanzar un grado universitario está relacionado con la autoestima y el deseo de representar un modelo ejemplar en el ámbito familiar, pero al mismo tiempo las responsabilidades familiares juegan un papel limitador de la participación, que incrementa el nivel de estrés.

Las motivaciones de los estudiantes con respecto al mercado de trabajo hacen referencia a situaciones como: mejorar las perspectivas de carrera, mejorar las cualificaciones o mejorar la situación financiera a largo plazo. Se encontraron diferencias en las motivaciones según la naturaleza de los estudios, pero incluso entre los “no vocacionales” los factores anteriores seguían siendo importantes, aunque no con la misma prioridad que los estudios de tipo vocacional.

El empleo actual de los estudiantes constituye un factor que favorece el ingreso a la educación superior a partir de dos mecanismos. Un mecanismo de “atracción” hacia un cambio en la carrera o en la ocupación, o bien un mecanismo de “presión” cuando el trabajo resulta ha resultado insatisfactorio. El trabajo mismo suele representar algunos problemas con respecto al tiempo, al dinero o al apoyo de los empleadores, que se tienen que solucionar satisfactoriamente antes del ingreso a la universidad. Además, las motivaciones de los estudiantes son mayormente optimistas con respecto al mercado de trabajo así como con las posibilidades de los graduados dentro del mismo.