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Situación de la geología en Colombia a 1938 Después de más de un siglo de esfuerzos oficiales 38 y veintidós años después de

Servicio Geológico Nacional (1939)

1.2 La geología oficial en Colombia entre 1917 y 1939

1.2.3 Situación de la geología en Colombia a 1938 Después de más de un siglo de esfuerzos oficiales 38 y veintidós años después de

la creación de la CCN, es claro que Colombia sufría de carencia de una infraestructura institucional investigadora (personal, recursos, infraestructura, equipos, y programas de investigación sistemáticos); de falta de apoyo a programas a largo plazo, en favor del cambio constante y coyuntural de objetivos redefinidos por las necesidades urgentes de estudiar regiones de interés práctico y económico para el Gobierno39. La desidia de algunos dirigentes colombianos hacia la CCN y sus servicios (y con ello hacia un servicio geológico) quizás se vio potenciada por una evidente apuesta política por crear y apoyar a laboratorios que prestaran servicios técnicos en lugar de instituciones de investigación básica. Por ejemplo, apreciaciones como que, «después de grandes esfuerzos de la presente Administración, cuenta el país con el Laboratorio de Minas y Petróleos, un centro científico […] con un equipo completo y un grupo de técnicos de primera categoría científica, capacitados para ejecutar trabajos de investigación científica de utilidad nacional», quizás fueron suficientes para que algunos dirigentes le consideraran como una institución suficiente para lograr los objetivos inmediatos. Opiniones enmarcadas en visiones limitadas contribuían a eclipsar la necesidad institucional de un desarrollo más local y autóctono de labores investigativas más ambiciosas, en lugar de servir de simple apoyo a intereses extranjeros y privados. El mismo Laboratorio de Minas y Petróleos atendía gran cantidad de consultas, lo que

37 Fondo documental José Royo y Gómez (F-JRyG) / Documento (doc.) F-JRyG. 1049/ Misc 4: 21 [10/06/1950].

38 A 1938 habían transcurrido 115 años de la fundación de la primera institución académica con enseñanza en geociencias (el Museo de Ciencias Naturales y la Escuela de Minas), 71 años desde la creación de la primera universidad con cátedras en esas áreas, y 51 años de la aparición de la influyente Escuela de Minas de Medellín.

39 La intención de R. Scheibe de levantar la carta geológica en forma sistemática tuvo que ser abandonada para darle prioridad a la búsqueda de carbón que suministrar a las empresas ferroviarias, eje del comercio agrícola.

impedía ejecutar trabajos de mayor valor científico y práctico, situación que se mantendría durante las décadas siguientes en casi todas las dependencias oficiales dedicadas a la investigación geológico-minera.

Sin embargo, uno de los principales interrogantes que se plantean es

¿cómo es posible que este país careciera aún de profesionales en geología? El déficit de personal profesional, técnico y científico que se arrastraba era evidente, y sin visos de solución. Como ya se ha mencionado para la situación a 1916, no es que no hubiese profesionales en Colombia, pero los había pocos, y muchos de ellos trabajaban en empresas extranjeras. Además, seguían influyendo negativamente la escasa creación de escuela por parte de los extranjeros dado el carácter temporal de su actividad40; la ausencia de instituciones académicas relacionadas directamente con la geología; la resistencia académica y social, impuesta por la elite política del siglo XIX contra el cientifismo y la tecnocracia que retardó la consolidación institucional y profesional de la ciencia criolla nacional; la idea de la importación de la ciencia como medio expedito y eficaz; la falta de desconocimiento, desaprovechamiento (infravaloración y subutilización) de los estudios geológicos realizados por la CCN y la División de Minas y Petróleo, a pesar de la publicación de la CEGOC, en buena medida causada por el predominio de profesionales extranjeros y por la publicación extemporánea en Colombia de los estudios hechos por ellos. Quizá también haya contribuido a ello la arraigada creencia sobre el inapelable carácter extranjero y ajeno de la ciencia, que reduce lo autóctono y local a algo menos que anecdótico, creencia

40 En el primer tercio del siglo XX siguió siendo común (como sucedió con los especialistas franceses del siglo XIX) que los extranjeros regresaran prontamente a sus países, por lo que tales esfuerzos no produjeron un cuerpo de científicos, ni un grupo de instructores que formaran a un colectivo de personas (e instituciones) que cultivaran las ciencias naturales y aplicadas, con influencias mutuas, con una producción docente e investigadora con características similares desde el punto de vista de objetivos y metodologías, y que dieran continuidad a un trabajo metódico apoyado por el Estado.

41 Lo que la hacía poco atractiva para los pocos que, pertenecientes a la elite y la burguesía emergente, podían acceder a la educación superior.

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alimentada por la división geográfica, política y social del país, aquejado por una endogamia regional impermeable a lo vecino, pero selectivamente abierta a lo lejano, especialmente a lo ‘blanco’ y ‘europeo’, según la conveniencia. La apreciación contraria también ha sido esgrimida por algunos historiadores quienes opinan que existió un rechazo a las ideas extrajeras. En este sentido Pyenson comenta que hasta la década de 1940, desde Europa se observó erróneamente (y de forma incapaz) a Latinoamérica como un ‘Macondo científico’, significando el aislamiento de las instituciones entre sí y con sus equivalentes en Europa (y el resto del mundo) 42. Sin embargo, es cierto que en la práctica, en ciencias y profesiones elitistas en las que los colombianos tenían suficientes profesionales para detentar el poder —como el caso de la medicina y el derecho— los extranjeros no contaron con una efusiva aceptación y, por el contrario, se limitó ostensiblemente su práctica43, restringiendo la importación de conocimiento a los estudiantes colombianos que retornaban al país como profesionales o especialistas. Es obvio que este no fue el caso de la geología y la minería, en las que la integración del conocimiento y del personal extranjero influyó en la configuración del panorama colombiano de las ciencias de la Tierra de la época44. Obviamente que a 1938 el panorama descrito para la geología colombiana dejaba que desear, pero era evidente que se había progresado. Se contaba con una base de estudios publicados, especialmente sobre la zona Andina a 1938, y el Departamento de Minas y Petróleo, la CCN y sus integrantes lograron hacer intuir y percibir por parte del nuevo Gobierno liberal y del tejido económico colombiano la utilidad de una labor institucional planificada, y la necesidad de realizarla con una estructura afianzada y continua, con suficientes recursos de materiales y de personal. Con la creación del SGN se intentó aquello, pero los logros no fueron inmediatos, y tal visión fue convirtiéndose en realidad muy poco a poco, como se verá en el próximo capítulo.

42 Pyenson (1998: 229-230) lo describe como una especie «un prejuicio o sentimiento localista [que] obstaculizaba el espíritu de pesquisa razonada sobre las leyes de la naturaleza» (1988: 230).

43 Martínez Gorroño (2000: 1-2)

44 Precisamente, Pyenson (1998: 245) considera como fundamental para la conformación de la ciencia en Latinoamérica la «migración sustancial de gentes e ideas», lo que no quiere decir que, por ejemplo para el caso de la geología en Colombia y del CCN, se deba considerar como único manantial la escuela alemana pues «el discurso científico en los parajes latinoamericanos ha resultado de una destilación de corrientes [extranjeras] y autóctonas».

Capítulo
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