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El exilio en Colombia Royo y Gómez llegó a Colombia el 10 de abril (a Puerto Colombia, Barranquilla)

Una visión del hombre y el científico

3.2 Perfil personal de Royo y Gómez

3.2.2 El exilio en Colombia Royo y Gómez llegó a Colombia el 10 de abril (a Puerto Colombia, Barranquilla)

donde se aloja y cambia dólares, siendo nuevamente ayudado económicamente por Cuatrecasas. Al día siguiente, se embarca rumbo a Bogotá en un vapor remontando el río Magdalena, sin dejar de hacer fotos y anotaciones. El día 17 llega a la capital, después de un viaje en tren desde Puerto Salgar. Fue recibido y albergado por Nogués (en la pensión Cataluña) y posteriormente por

151 La educación de sus hijos fue siempre asunto primordial, aún en los primeros días del exilio, llenos de dudas e incertidumbres, se ocupa de buscar colegio tanto para el varón como para la mujer, y son innumerables las notas sobre las visitas, reuniones y situaciones relacionadas con la educación de sus hijos, incluso en la universidad.

152 Entre otros, el arquitecto y político Amós Salvador Carreras, el historiador José Mª Ots (quien se convertiría en gran amigo de Royo y Gómez en Colombia), (¿Marco Aurelio?) Vila, José Mª Capdevila, los ingenieros Carlos y José Manuel García Reyes y Víctor Martín.

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Cuatrecasas153 quien se convertiría en su gran amigo en Bogotá, mientras el científico catalán estuvo allí154. Los dos primeros días de su vida en Colombia los invierte en visitar la Biblioteca Nacional, a la Universidad (con Nieto Caballero) y el Gimnasio Moderno (con Pau Vila), y a tramitar la cédula de extranjería en la

Reinicia su vida profesional «viajando y recogiendo fósiles, organizando su museo, que era todo su deseo», al que dedicó parte de su vida pero «nunca olvidó ni su tierra Castellón, al MNCN, ni a España»155.

En julio viajó su familia156 en compañía del agrónomo Del Pozo. A su llegada se instalan en un cuarto de hostal de la principal vía de Bogotá, a razón de ciento setenta pesos mensuales con comida, es decir casi el sesenta por ciento de su suelo de trescientos pesos mensuales, aunque, «progresivamente la situación económica mejoró pero nunca pudo ser lo que se había alcanzado en España»157. Lo había perdido todo, como muchos años después, en 1958, pudo constatarlo su esposa cuando regresó temporalmente a España. No obstante lo anterior, Royo y Gómez rehízo su vida haciendo lo que sabía hacer, y terminó siendo reconocido como miembro importante de una sociedad extraña, que hizo suya.

153 Diario Personal de JRyG, 1939 (17 y 28 de abril). En su Diario Personal de 1941 (octubre 3) registra el viaje de Cuatrecasas a Cali desde donde, tiempo después, se marcharía a los EE.UU.

154 En cartas enviadas por Cuatrecasas a Josefa Royo (desde Washington a Caracas) recuerda con gran afecto la relación familiar con ‘papá Royo` (como le decían sus hijos), las excursiones que hicieron, no solo la largas (P. Ej., al Putumayo), sino también las dominicales por los cerros de Bogotá (carta del 19 de octubre de 1975). En los diarios personales del de Castellón son muy numerosas las alusiones a Cuatrecasas.

155 Declaraciones de Josefa Royo registradas en entrevista (vía telefónica Barcelona – Caracas) del 3 de noviembre de 2005, y Diario Personal de JRyG, 1939 (abril 20 al 26).

156 Su esposa (Inocenta González) y sus dos hijos (Josefa y José).

157 En la época un peso correspondía aproximadamente a un dólar. En promedio los sueldos en el MNCN en 1936 podrían alcanzar las 6.000 pesetas anuales, según lo deducido de Barreiro (1992). La Hoja de servicios de Royo y Gómez, declara un sueldo de 4.000 pesetas para 1927.

Diversas estampas del exilio de José Royo y Gómez en Colombia (Trascripción de notas de pié de fotos de Josefa Royo): a) Atracado en el Puerto de Barranquilla el Barco ‘La Colombie’ en el que viajaron los exiliados a Colombia en el que viajaron los exiliados a Colombia; b) Grupo de exiliados en la isla de Guadalupe en una de las paradas hacia Colombia; c) En el barco “Colombie” la familia

Cuatrecasas: Pepe [Josep], Martha, Pedro, Gil y Teresa;

d) Llegada a Bogotá de exiliados españoles.

Material enviado por Josefa Royo de Guerrero (Caracas, 2003- 2007)

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Así lo indican también algunas notas de prensa hechas sobre él (y su familia), o las cartas a él enviadas por los directivos de las diferentes instituciones en las que sirvió en Colombia al anunciar su partida a Venezuela, o simplemente las enviadas por trabajadores o personas que le conocieron durante sus comisiones. A pesar del tono hagiográfico de la mayor parte de documentos y comentarios sobre Royo y Gómez, quien escribe opina que la historia familiar con tintes epopéyicos y la innegable valía humana del personaje no son los elementos que le hayan dado valor aparente a su labor científica, sino que la enriquecen.

Algunas anécdotas laborales también permiten extraer la esencia de la condición personal de Royo y Gómez. Por ejemplo, en la comisión al Departamento de Bolívar, el geólogo programó un viaje por la región del Sinú.

Como siempre, requería personal auxiliar de la zona que la acompañasen a él y al topógrafo, quienes se adentrarían en una región inhóspita, con escasas vías de comunicación y con muy pocos asentamientos humanos. Llegados al último pueblo, y antes de internarse en aquel territorio, solicitó al alcalde que le ayudara a conseguir tal personal, a lo que el burgomaestre respondió que no había nadie disponible en el pueblo para tal oficio. Ante esta situación el expedicionario preguntó por los presos de la cárcel, y sugirió que algunos de ellos podrían servir para tal faena. El alcalde intentó disuadirle, ya que podría ser peligroso para su integridad personal y por el riesgo de fuga. El investigador español contestó que, precisamente, el pago correspondiente al trabajo de auxiliar a lo largo de la excursión sería la redención de la condena y su excarcelación (que para ciertos delitos en aquellos días dependía del alcalde y del consejo municipal), lo que prevendría la fuga o la comisión de otro delito. Finalmente, la expedición salió con dos presos en sus filas y se internó en aquellos territorios. El día cuarenta y uno de la expedición, cuando el alcalde ya organizaba una comisión de búsqueda, Royo y Gómez apareció con su grupo, cargado de fósiles, rocas y minerales, notas de campo e ideas en la cabeza. En medio de una calurosa bienvenida elogió el trabajo de los presos, quienes días después recibieron el pago convenido.

No cabe duda alguna sobre su honradez y dedicación, cualidades que se pueden deducir de sus diarios personales, donde registra las horas invertidas en

las diferentes labores, muchas de ellas llevadas a cabo en días festivos, bien sea en el laboratorio mismo o desde su casa, y la tendencia a no quejarse de las condiciones de trabajo fuera en oficina o en campo. Otra anécdota reveladora de la personalidad del científico español cuenta que la compañía petrolera Philips, sombra de la duda se cirnió muy tempranamente (1940) sobre la honorabilidad de Royo y Gómez cuando en una excursión al departamento de Nariño el topógrafo de la comisión (Martínez) le denunció por supuesta apropiación de dineros de la misma, con el afán de contrarrestar los llamados de atención del geólogo español ante sus continuas borracheras, discusiones y asusencias injustificadas del trabajo. La denuncia interna obligó al geólogo a trasladarse a Bogotá para ofrecer las cuentas detalladas de la gestión de tales recursos, alargándose la resolución del caso hasta finales de 1942, cuando finalmente el denunciante adujo que había obrado movido por la ‘desavenencias políticas’, según sus propias palabras158.

A pesar del riesgo de recalar en la hagiografía, cabe destacar con relación a la honradez del personaje que en una de sus cartas al profesor Stirton de Berkeley se encontró un detalle de pulcritud administrativa cuando rechaza un dinero por parte del norteamericano como pago de unos dibujos encargados a él, aduciendo que, «se lo agradezco mucho, pero no lo puedo aceptar pues ese

158 Según declaraciones de Josefa Royo (registradas en entrevista del 15 de agosto de 2007), Barcelona, y anotaciones en su Diario Personal de 1940 (entre agosto y diciembre). Este suceso estuvo a punto de dar al traste con la labor de Royo y Gómez en el SGN, ya que se le llegó a recomendar (por personas ajenas al Servicio) que buscara trabajo fuera del Ministerio, lo cual rechazó, así como hizo con otras ofertas que se le hicieron a lo largo de su estadía en Colombia, bien sea como profesor de geología, minería y paleontología en la Universidad Nacional o como geólogo del Municipio de Bogotá, oferta que traspasa a otros geólogos colombianos (Diario Personal de JRyG, 1943, febrero 4 y septiembre 21).

159 Doc. F-JRyG 1106/ Misc 4 [01/12/1950].

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personalidad social estuvo marcada por un educado y afable trato personal, a pesar de ser un hombre de pocas palabras, conciso y de frases cortas, «para que tanta frase y tanta saliva», decía160; y por el respeto a ideas contrarias (quien sabe en qué medida en cuanto al fascismo o al régimen franquista), que ponía a prueba incluso en su propia familia y con sus amistades161. Tales actitudes le ayudaron a paliar las adaptaciones a los nuevos medios que se encontró, y a las tan comunes nostalgias que llegaron a afectar hasta su salud, pero que él atribuía

«al clima tropical y de altura que afectan a los que tenemos cierta edad». Esta situación es mejor dejarla que se trasluzca en toda su intensidad en sus propias palabras, escritas en sendas cartas de 1948, 1950 y 1951:

«Luego las añoranzas influyen también mucho y hacen que uno se entristezca con facilidad recordando los sitios queridos y los años pasados; de la familia, como por ejemplo el primo y los amigos; los ratos pasados entonces tan agradablemente trasnochando; haciendo viajes largos como aquel de Castellón con Vicente [Sos]. Los recuerdos no faltan […] Estos ensueños que tanto me fatigan y que con las lluvias y la altura [la de Bogotá, 2650 m.s.n.m.] aumentan, cuyos efectos voy notando desde hace algún tiempo, os lo anunciaba ya en mis anteriores, y veréis que tenía razón al temer por la salud pues las alucinaciones me van aumentando, menudean y son peores cada vez. No sé si por todo esto tendremos que irnos a Caracas que es más bajo que Bogotá y donde además, con mi hijo y mi nieto, nos distraeremos más y desaparezcan esos malos sueños y queden sólo los agradables»

«Siguen los insomnios y las cosas de tipo nervioso pero voy tirando; veremos lo que puedo resistir estas alturas […] ¿Cómo no voy a recordar aquellas excursiones que hicimos con mi coche, en que nos recorrimos gran parte de

160 Así lo anotó su discípula como dibujante del Museo Geológico Margot Barrios, esposa del exiliado catalán Juan Bertrén i Capdevila, de profesión protésico dental (Declaraciones en conversación en Bogotá, diciembre 5 de 2006).

161 La señora Josefa Royo comenta que, a pesar de su declarado ateísmo y anticlericalismo, nunca le vio discutir con su esposa Inocenta por cuestiones religiosas y, por el contrario la llevaba a misa y esperaba afuera hasta que ella saliera (declaraciones registradas en conversación en Bogotá, diciembre 6 de 2006).

España, cargando con fósiles, rocas y minerales? ¡Qué tiempos aquellos! ¡Esos…

si que no volverán!».

A partir de agosto de 1951, Royo y Gómez tiene que duplicar sus nostalgias; a la de España se le sumó entonces la de Colombia. Él mismo escribe al respecto, en 1951 y 1952 (ya en Venezuela), unas frases que resumen su vida, y quizás las de muchos científicos españoles exiliados en Latinoamérica:

«Me alejo cuando está el Museo en condiciones de rendir óptimos frutos»162[…]

«Dices que en las fotografía que os hemos mandado nos encuentras envejecidos, cosa que no es rara, pues además de los años, llevaba, entonces, una temporada de mucho trabajo y además una vida de pensión, primero en Bogotá y luego en Caracas, y por bien que se esté no es como en casa. Agrega a esto las preocupaciones, casamiento de la hija, enfermedad de Inocenta [su esposa], mis colecciones… [Las del MNCN y las del MGC] y comprenderéis que no es para estar arrogante. Pero te advierto que aunque los años van pasando yo siempre me creo joven, como cuando estábamos ahí todos reunidos, estoy ágil, sano, dispuesto siempre a empezar de nuevo»163.

A pesar de estas pérdidas y las lejanías, no cabe duda del interés de Royo y Gómez por conocer la situación de sus colegas y amigos republicanos. Se puede decir que tal actitud fue constante, a pesar de que solo después de casi ocho años de exilio (en 1947) consigue reestablecer una comunicación epistolar más o menos constante con su gran amigo Vicente Sos Baynat en España, sin aparentes obstáculos por parte de los gobiernos colombianos y españoles, a la sazón conservadores, primero con cartas firmadas por su esposa y luego por él mismo.

Por ejemplo, entre los protagonistas y temas de las cartas entre ambos están Demófilo de Buen (su muerte en México), Josep Cuatrecasas (su trabajo primero

162 Sos (1987: 6, carta, Bogotá 27 de noviembre de 1948; 8, carta, Bogotá 2 de febrero de 1950; 1, carta, Bogotá 2 de agosto de 1951).

163 Ibíd.: 12 (carta, Bogotá 13 de junio de 1952).

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en Colombia y luego en EE.UU.), Miquel Crusafont y José F. de Villalta164, Juan Adsuara (miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Madrid y a quien envía saludos), Miquel Catalán (estudiando en Nueva York con su esposa Jimena Menéndez Pidal y posteriormente conferenciante en Caracas), Lluis Crespí, Rafael Candel Villa, Jaime Marcet y Eduard Ranch (de quienes recibe cartas desde España), Cándido Bolívar y su esposa (en la UNESCO), Martín Cardoso, Ignacio Olagüe, Gómez de Llarena, Benítez Mellado, José Manaut, Juan Bonet, Morales Agacino y de Jean Sermet (de quienes recibe cartas de varias procedencias y en diferentes años), Lucas Fernández Navarro (de quien pide su libro de nomenclatura glaciar), Pau Vila (primero en Colombia y luego con él en Venezuela), Luís obviamente Sos Baynat fueron un bálsamo para su amellado espíritu, que recibió uno de sus mejores regalos cuando, después de haber asistido al Congreso Geológico de Copenhague, tuvo un emocionado encuentro de tres días en Biarriz con sus grandes amigos Olagüe y Gómez Llarena, quienes se desplazaron desde España166. Antes de su viaje a Biarriz se había encontrado en París con otro

164 Epistolario científico en el Fondo documental Miquel Crusafont i Pairó del Institut Català de Paleontologia, catalogado por quien escribe (consulta on-line www.sac.cat).

165 Entre los personajes exiliados que erigieron en buenos amigos de Royo y Gómez en Colombia figuran Rafael Ureña padre e hijo (el primero abogado y el segundo periodista en la revista Estampa), J. Ots (historiador y profesor), Pedro del Pozo, J. Prat (periodista), Antonio y Joaquín Trías (médicos), Carlos Zozaya (médico), Gabriel Trillas (Periodista), Fernández Shaw, (¿?),Francisco de Sales Aguiló (profesor), Silva, (¿?), Nogués (relojero), (¿?), Ripoll, (¿?),José Miguel Garganta. Otros exiliados con quienes tuvo frecuente contacto fueron María Enciso (periodista), F.

Carreras (Químico), el ex ministro Luis de Zulueta (catedrático y periodista), Francisco y Manuel Noguera (presidente y secretario del Ateneo Español Republicano), Enrique García, José Mª Capdevila (Profesor y Periodista), Juan Mª Aguilar (catedrático y periodista), Pedro Comas Calvet (Asesor del Ministerio de Hacienda), José Villarrubia (contable), Francisco Capdesuñer (sastre), José Mª España, (¿?) Armengol, (¿?), Diéguez, (¿?) Martí Suan, (¿?) Vila, (¿Fernando?) Valera, y Pedro Mayoral, de quienes se hace alusiones en sus diarios. Otros exiliados a quién Royo y Gómez nombra en sus diarios son Esteban de la Mora, Vicente Rojo Fernández, Diego Díaz de Cossio, Genaro Sáenz, José Recasens, Francisco del Olmo (de ello también se hace mención en el Libro de Actas del Ateneo Español Republicano de Bogotá). De otro lado, y cómo es apenas obvio, Royo y Gómez frecuentaba los negocios que los exiliados formaron en Colombia, entre ellos se destacaba la pensión ‘Cataluña’ de Nogués, el bar ‘El Rincón’ de Ureña o el `Granada’ (diarios personales 1939-1951).

166 Declaraciones de Josefa Royo registradas en entrevista del 16 de agosto de 2007, Barcelona; Diario Personal 1960.

amigo suyo, el profesor Bataller director del Museo del Seminario Conciliar de Barcelona. Luego regresó a París donde permaneció unos días167. Royo y Gómez recordaría con emoción aquel encuentro a lo largo de ese último año y medio de su vida, antes de que acaeciera su muerte el 30 de diciembre de 1961, de manera más o menos sorpresiva, luego de ser operado de un cálculo.

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