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1.1 Planteamiento del problema

1.1.2 Fundamentación y justificación

Con las nuevas reformas educativas es común el discurso que se ha empezado a instaurar en torno al rol del profesor en el proceso de formación. Los profesores deben ocuparse, hoy en día, de enseñar a sus estudiantes a aprender y a desarrollar una serie de competencias de tipo transversal, orientadas a la toma de decisiones, de esta forma la educación no se preocupa solo por llenar pozos de conocimiento. El profesor está dejando el carácter técnico, reproductor de contenidos, y ha pasado a ser un investigador de su propia práctica y de su entorno.

La presente investigación se justifica desde los planteamientos de las políticas públicas en educación y su contribución al desarrollo humano. Es así, como se pretende contribuir en la conceptualización de los procesos relacionados con la innovación educativa apoyada en el uso de las TIC, vinculándolos a la identificación de “buenas prácticas” y al desarrollo competencias digitales en el profesor.

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), la Educación para Todos (EPT), el Decenio de las Naciones Unidas de la Alfabetización (DNUA) y el Decenio de las Naciones Unidas de la Educación para el Desarrollo Sostenible (DNUEDD) tienen por objeto, sin excepción, reducir la pobreza y mejorar la salud y la calidad de vida. Estas orientaciones reconocen el papel protagonista de la educación en la consecución de los objetivos. La EPT y el DNUEDD hacen hincapié en la calidad del aprendizaje, centrándose no sólo en lo que los estudiantes aprenden, sino también en la manera en que lo aprenden, aquí intervienen las metodologías y las prácticas promovidas por los profesores en el desarrollo del currículo (Unesco, 2009).

Estudios previos realizados en España y Chile relacionados con el uso de las TIC en el aula y el papel de los profesores en la incorporación de innovaciones derivadas de las

“buenas prácticas” y el desarrollo de competencias digitales, permiten identificar referentes que de alguna forma impactan políticas públicas. El proyecto de investigación titulado “Políticas educativas autonómicas y sus efectos sobre la innovación pedagógica

marco del Plan Nacional de I+D 2004-2007 en España, el trabajo ofrece una revisión y análisis interpretativo de políticas educativas Andaluzas que promueven la realización de innovaciones educativas basadas en la incorporación de las TIC en las aulas. Por otra parte, el Ministerio de Educación de Chile a través del Centro de Educación y Tecnología, Enlaces, adelantó un proyecto con el propósito fundamental de desarrollar y validar un estándar de evaluación que diera cuenta de la calidad de proyectos e innovaciones educativas que incorporan recursos TIC al trabajo en el aula (Roman et al., 2011).

El conocimiento de buenas prácticas contribuye a plantear las bases formativas de los futuros profesores como profesionales reflexivos, transcendiendo al diseño curricular y el mejoramiento de la calidad en los diferentes niveles de formación, a partir de iniciativas que dinamicen las propuestas del gobierno en el tema de incorporación de las TIC en educación. Los resultados de múltiples estudios desarrollados en los últimos años, ponen de manifiesto la inminente necesidad de estudiar las prácticas pedagógicas exitosas en los contextos de referencia, ya que se conoce la ineficiencia de estudiar la innovación tecnológica aislada de los contextos educativos concretos (de Pablos Pons et al., 2010).

Bajo este panorama, los esfuerzos del gobierno de Colombia han considerado la necesidad de elevar la capacidad profesional de los educadores y lograr su permanente actualización con el fin de que la acción educativa sea pertinente y contribuya al mejoramiento de la calidad de la educación. La propuesta de esta investigación implica el trabajar de la mano con los profesores que han incorporado las TIC en sus prácticas profesionales y contribuir a la apropiación social del conocimiento a través de la divulgación de las mismas, con el fin de impactar la calidad de la educación. Morín (1996), citado por Elizondo (2008), plantea “la necesidad de promover un conocimiento capaz de abordar los problemas globales y fundamentales para inscribir allí los conocimientos parciales y locales” (p. 96), el conocer lo que el profesor realiza en su contexto inmediato permite articular sus prácticas con las necesidades reales que exige un mundo globalizado y en constante cambio como al que nos vemos enfrentados en el siglo XXI.

Ejes de la política educativa en Colombia son medidos con indicadores que están directamente relacionados con la implementación de TIC en el aula, tal es el caso del eje de calidad y de pertinencia; donde se contemplan porcentaje de alumnos con acceso a computador y porcentaje de subprocesos o actividades apoyadas en TIC (MEN, 2007).

Estos indicadores cuantitativos adquieren un mayor valor al fortalecerse desde la descripción cualitativa estableciendo los logros obtenidos y conociendo qué se está haciendo con ella. Un gran número de las prácticas de los profesores, no han sido sistematizadas o carece de indicadores de seguimiento lo cual genera dificultades en su evaluación, pero no es sinónimo de inexistencia, “una organización puede convertir el conocimiento en acción a través del intercambio de conocimientos y la sistematización de experiencias” (Kolshus, Loumbeva, Matras, Salokhe, y Treinen, 2013, p. 1). De ahí la importancia del análisis, sistematización y socialización de los proyectos y/o prácticas que las instituciones a través de sus profesores están desarrollando, puesto que, al no conservar la memoria de las instituciones, se pueden replicar errores y los logros obtenidos no se darán a conocer, perdiendo de esta forma la oportunidad de mejorar las prácticas y dificultando su aplicación en otros contextos.

Cada vez se hace más necesario la incorporación de las TIC en educación como un elemento de inclusión social, debido a que cada vez se depende más de ellas para garantizar el acceso al conocimiento, “la participación en redes, el uso de tecnologías actualizadas de información y comunicación, el sistema de educación formal es la clave para difundir ese acceso, dado que permite masificar la conectividad y al mismo tiempo el uso de redes electrónicas” (CEPAL, 2003, p. 73). Así mismo, los expertos en política exponen dentro de las bondades de la incorporación de las TIC en educación la capacidad de poner énfasis en el aprendizaje y brinda a los estudiantes nuevas competencias; esta condición beneficia a estudiantes que tienen escasas posibilidades –o ninguna– de acceso a la educación, que puede estar asociada a su ubicación geográfica y temas de desplazamiento. Otro aspecto que se resalta es la capacidad de facilitar y mejorar la formación profesor; la capacidad de reducir costos asociados con la provisión de enseñanza, redundando en un mejor nivel general de logro educativo y resultados de aprendizaje (Unesco, 2013).

El éxito en la incorporación de las TIC en educación no depende exclusivamente de factores asociados al equipamiento, puesto que las prácticas que se apoyen en las mismas, deben influir directamente sobre la cultura institucional, es así como, “la tecnología no posee un valor en sí misma si no se asocia a una transformación en la educación” (Unesco, 2012). En este sentido la Unesco (2014) afirma que:

La integración de las TIC en el currículo implica que las políticas TIC tienen que ser acompañadas por políticas pedagógicas específicas, que tiendan directamente a la mejora de los aprendizajes de los estudiantes.

Desde este marco, se parte de considerar que todos los contenidos curriculares son susceptibles de ser apoyados por el uso de tecnologías digitales. Sin embargo, no todos los contenidos deben ser igualmente tratados, ya que el abordaje depende de la mediación pedagógica de los educadores, de sus propios conocimientos y de las formas de gestionar el aprendizaje que poseen los estudiantes, a través de los recursos disponibles en su centro educativo y en cada comunidad (2014, p. 47).

El tema de transformación de las instituciones educativas puede ser abordado desde lo macro hacia lo micro o a la inversa, es decir, se pueden generar cambios que provienen de orientaciones de organismos como la Secretaría de Educación, el MEN y/u Organizaciones internacionales que orientan políticas públicas o pueden ser generadas desde dentro, de lo micro a lo macro donde se consideran las experiencias llevadas a cabo por los docentes y se extrapolan a otros contextos, “en ambos sentidos se juegan cuestiones relacionadas con la autonomía escolar, es decir, en qué medida cada institución está habilitada para la toma de decisiones y cuál es el alcance de estas:

organizativo, curricular, administrativo” (UNESCO et al., 2014, p. 114). El considerar la autonomía escolar es pieza clave en la implementación de cualquier iniciativa, puesto que el docente al sentir que una iniciativa es impuesta puede simplemente desarrollarla en el papel, pero en el aula de clase continuar desarrollando las prácticas que venía adelantando. En la actualidad, los expertos “abogan por un enfoque que busque un consenso entre ambos: las escuelas necesitan construir la autonomía suficiente para contextualizar su actividad y orientar sus procesos de cambio, atendiendo a las particularidades de sus actores y su entorno, pero para ello se requiere ineludiblemente

como “unidad de cambio del sistema” (UNESCO et al., 2014, p. 114), puesto que el desconocer lo que allí se está haciendo supone un desperdicio de capacidades ya desarrolladas y frena la innovación.

La innovación presenta dos escenarios: el primero donde se cuenta con el apoyo institucional y el segundo resultado de los intereses individuales del profesor. Es importante considerar aquellas innovaciones donde se cuenta con apoyo institucional, sin embargo, no se pueden desconocer el esfuerzo de las innovaciones individuales que surgen del profesor. En el contexto estudiado, existen comportamientos arraigados a la cultura institucional, donde el profesor tiene “miedo” de contar las experiencias al otro o pedir apoyo en su ejecución, principalmente porque se cree que la idea puede ser

“robada”, criticada y/o no se le dará el crédito que merece. Sin embargo, las iniciativas individuales, desconocen prácticas existentes, se aíslan de alguna forma de lo que ocurre a su alrededor y culminan en una gran repetición de trabajo. Hay profesores probando prácticas que posiblemente ya han sido abordadas en otros contextos, pero no tienen referentes que le permitan avanzar en el camino ya recorrido, comparar y aprender de la experiencia. Por lo tanto, sigue siendo un esfuerzo aislado que al final redundará en un impacto menor.

Es por esto que la presente investigación valora los aprendizajes logrados por los profesores y las instituciones, a través de sus prácticas, valorando los elementos constitutivos de las buenas prácticas con el fin de que éstas puedan ser llevadas del micro al macro entorno y favorecer su transferencia en nuevos contextos.