• Aucun résultat trouvé

2.5 Las buenas prácticas en el contexto de la innovación

2.5.2 Dimensiones constitutivas de las buenas prácticas

Tomando como principales fuentes Bates y Epper (2004); Cabero Almenara, Llorente Cejudo y Morales Lozano, (2013); de Pablos y Jiménez, (2007); de Pablos Pons, Colás Bravo, y Villaciervos Moreno, (2010); Junta de Andalucía, (2012); Kolshus, Loumbeva, Matras, Salokhe y Treinen, (2013); MEN, (2007); Unesco, (2011); Zabalza Beraza, (2012), entre otros; se han identificado, para la presente investigación, las siguientes dimensiones constitutivas de las buenas prácticas:

Fundamentación. La fundamentación permite el establecimiento de las bases o de los fundamentos, generalmente razonados o argumentados, de la práctica que se desarrolla.

Se consideran como variables de análisis las necesidades que dan origen a la experiencia, el cumplimiento de objetivos ya sean institucionales o a partir de políticas públicas y orientaciones naciones, la identificación de los beneficiarios y la orientación de la práctica hacia la innovación.

Lo relevante de este enfoque es que establece los parámetros para identificar las buenas prácticas, aquí se articulan las prácticas con las políticas públicas, institucionales o necesidades del entorno. Es así, como en esta dimensión se busca que la integración de las TIC en las prácticas educativas estén asociadas con el logro de los objetivos de la política así como con los logros propuestos por las instituciones educativas para brindar calidad en la educación (UNESCO et al., 2014, p. 124). Una adecuada fundamentación orienta a las instituciones educativas y sus profesores en la medición del éxito de sus prácticas, promoviendo el desarrollo de estrategias enfocadas en la disminución de la brecha digital y las diferencias socioeconómicas y culturales asociadas al uso de las nuevas tecnologías.

La caracterización de los beneficiarios es otra de las variables a considerar en la fundamentación de las prácticas. El desconocer las necesidades de la población a la cual está dirigida puede llevar a reproducir prácticas que en otros contextos han funcionado pero que en este nuevo entorno no da respuesta a necesidades reales. Por lo anterior, los beneficiarios y sus necesidades deben ser documentadas. El considerar el contexto y la cultura de la institución es un elemento clave para favorecer la innovación (Ministerio de Educación de España, 2011).

Sostenibilidad. La sostenibilidad es la capacidad de permanencia de la experiencia en el tiempo. Esta dimensión se encuentra asociada al apoyo tanto interno como externo, así como al recurso humano, técnico y tecnológico. Considerando que uno de los retos de las buenas prácticas es que se mantengan en el tiempo, se hace necesario conocer aspectos del clima laboral de las instituciones educativas donde se han venido desarrollando. En relación con el clima institucional, este apartado busca conocer

aspectos relacionados con el apoyo institucional, las motivaciones que han llevado a la creación e implementación de la práctica y las resistencias que se presentan a lo largo de su ejecución.

Por su parte, en relación con los recursos, por tratarse de instituciones educativas oficiales no se indaga por los recursos financieros, pero si por la identificación y existencia de recursos humanos, técnicos y tecnológicos que favorezcan el normal desarrollo de la experiencia y su sostenibilidad en el tiempo. Es bien sabido, que muchos proyectos mueren al no contar con los recursos necesarios. En los recursos técnicos y tecnológicos se indaga además por el estado de los mismos, puesto que en las instituciones educativas oficiales es común contar con los recursos, pero no poder acceder a ellos porque se encuentran bajo la custodia de un tercero y por evitar tener que asumir algún costo se opta por no usarlos. En otras ocasiones, los recursos existen, pero son obsoletos y no suplen las necesidades de la experiencia que se quiere implementar.

En esta dimensión toma especial relevancia el empoderamiento de actores puesto que permite la adquisición de poder e independencia por parte de un grupo social para mejorar su situación. En este aspecto la apropiación de conocimientos, métodos e instrumentos, los vínculos de participación y colaboración y la transformación de la cultura institucional impactan directamente a la sostenibilidad. A continuación, cada una de ellas:

(a) Apropiación de conocimientos, métodos e instrumentos. Con el fin de lograr el empoderamiento de los actores, se hace necesario que exista una estrategia sistemática para promover la apropiación de conocimientos, métodos e instrumentos propios de la práctica. Dentro de ellos se puede nombrar talleres de formación, encuentros institucionales y locales, métodos de seguimiento y acompañamiento e instrumentos que favorezcan el registro para la posterior evaluación de la experiencia, de esta forma el conocimiento, fruto de la experiencia, estará al alcance de los interesados.

(b) Vínculos de participación y colaboración. En el establecimiento de vínculos de participación y colaboración es importante considerar actores internos y externos. De acuerdo con la Unesco (2014) “los procesos de integración de TIC en las escuelas colocan también en un lugar importante de la escena a las familias y a otros actores sociales que se vinculan directa o indirectamente con la acción educativa: las organizaciones de la sociedad civil, las empresas, los proveedores de servicios y los sindicatos” (2014, p. 115). Es así, como algunos de estos programas que han incorporado la tecnología en las prácticas educativas han contado con apoyos de diversa índole que favorecen su desarrollo. En este aspecto, es necesario, “generar un clima de colaboración y confianza en los centros que ayude a enfrentar nuevos retos, y en el que se acepte el error” (Ministerio de Educación de España, 2011, p. 40)

(c) Transformación de la cultura institucional. La cultura institucional es el sistema de valores, creencias y comportamientos que se consolidan y se comparten en el diario transcurrir de la institución. La cultura institucional se encuentra enmarcada en los estilos de dirección, las normas, los procedimientos, los medios que se usan y las actitudes de las personas reflejan. Al evaluar las buenas prácticas se hace necesario valorar si los procesos de la institución se han transformado, con el fin de que la

como un mecanismo objetivo de precisión, independientemente del contenido de las tareas y relaciones en las que se implica” (Gómez, 1998, p. 80). Es así como “en la medida que son instituciones generadoras y gestoras de innovaciones, durante el proceso cambian su cultura y crecen” (Tejada, 1995, p. 28).

d) Existencia de recursos. El desarrollo de un proyecto de innovación “puede verse muy limitado por la ausencia de recursos materiales y humanos necesarios, o porque el profesorado no dispone de una formación específica para llevarlo a cabo” (Ministerio de Educación de España, 2011, p. 39).

Replicabilidad y transferibilidad. La replicabilidad es la posibilidad de repetir la práctica; y la transferibilidad, la posibilidad de que la experiencia sea llevada a otras instituciones o entornos. Claro (2010), citando a Fullan (1999), plantea que estudios sobre innovación escolar muestran que una innovación exitosa es en parte función de buenas ideas, pero el contexto, en el que esas buenas ideas florecen, es aún más importante. Por lo tanto, el verdadero desafío de transferir una innovación es tener la capacidad de replicar en nuevos entornos las condiciones que hicieron posible la innovación, no la innovación misma.

En este sentido se hace necesario contar con mecanismos que faciliten dicha réplica y/o transferencia, dentro de ellos se puede contar con manuales, instrumentos y estrategia de formación que permitan conocer, de alguna forma, las condiciones que han favorecido el desarrollo de la experiencia en otros contextos.

Evaluación y resultados. La evaluación, como elemento regulador, permite valorar el avance y los resultados del proceso a partir de evidencias. En este proceso se hace necesario establecer instrumentos que cuenten, entre otros, con indicadores, periodicidad y responsables de la evaluación.

Si se quiere lograr una posterior transferencia de la práctica es recomendable documentar y generar evidencias que la respalden, de esta forma también se tiene la oportunidad de difundir el conocimiento, al poder presentar la experiencia a la comunidad o a cualquier entidad que se encuentre interesada en apoyarla, mostrando resultados de la misma y por qué no, impacto. Es así. Como “La sistematización consiste en hacer conscientes los conocimientos que subyacen a la práctica, recuperarlos, ordenarlos, comunicarlos, enriquecerlos y traducirlos en propuestas para la acción, adquiriendo así conocimientos y teoría a partir de la práctica” (Ministerio de Educación de España, 2011, p. 41).

El Estudio de innovaciones educativas en España (2011) plantea como motivo del fracaso de las innovaciones la no planificación de las etapas necesarias para que se den cambios significativos. De igual forma, “ no suele dedicarse el tiempo preciso a la reflexión sobre lo realizado, la evaluación y la corrección de los errores detectados Dentro de este proceso, la participación activa de la comunidad educativa es pieza clave, puesto que genera apropiación e involucramiento” (Ministerio de Educación de España, 2011, p. 40).

Innovación. La innovación ha sido considerada como una dimensión constitutiva de las buenas prácticas, puesto que, como se presenta al inicio de este capítulo, la misma es promotora de cambios y la generación de nuevos productos y servicios. En el campo educativo esos productos y servicios apoyan el proceso de enseñanza y aprendizaje

permitiendo alcanzar metas de desarrollo personal y colectivo. Por lo tanto, uno de los objetivos puede ser que las experiencias que se inician siendo innovaciones, se pueden convertir en buenas prácticas y de esta forma lograr la transferencia en nuevos escenarios.

3 LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN EN EDUCACIÓN

3.1 Introducción

Las TIC permiten la recepción, manipulación y procesamiento de información facilitando la comunicación, por lo tanto, estas tecnologías no funcionan en forma aislada dentro de la red, sino que por el contrario genera vínculos entre las personas que están buscando comunicarse. Es así como favorece una comunicación interactiva denominada “convergencia de TIC”. Se presenta una fusión de las tecnologías de información y divulgación, las tecnologías de la comunicación y las soluciones informáticas (CEPAL, 2003). Es así, como en el concepto de TIC confluyen tres tecnologías, informáticas, de información y de comunicación. En relación con la tecnología informática, esta aborda desde el ábaco (3.000 a.C.), calculadora mecánica (1500 d.C.), brújula (1579), sintetizador de voz eléctrico (1937), computadora electromecánica (1940), transistor (1947), microprocesador (1971), computadora personal (1981) y los avances informáticos de los últimos tiempos. En segundo lugar, las tecnologías de la información involucran como principales representantes, la pintura mural, el boletín de noticias de Julio Cesar (59 a.C.), el papel (105 d.C.), la imprenta (1450), el periódico (1502), las emisiones radiofónicas (1918), la emisión de la televisión (1927), la televisión en color (1960), el televisor estéreo (1984), entre otros.

Por último, las tecnologías de la comunicación que van desde las señales de humo y fuego, tambores y otros, pasando con las trompetas y cornetas de Julio Cesar (100 a.C.), telégrafo de Chape (1794), telégrafo electromagnético (1837), cable trasatlántico (1856), teléfono (1876), telefonía móvil (1984) y los avances en esta rama que nunca terminan (CEPAL, 2003, p. 13).

Hace varios años, la implementación de las herramientas tecnológicas en el aula regular era solo un devenir a futuro, ahora los planes y programas de integración de las TIC en los centros educativos son amplios. Diversas investigaciones presentan impactos positivos en temas relacionados con el rendimiento académico, la participación de los estudiantes, la comunicación con los padres de familia, la creación de redes de conocimiento y el mejoramiento en la gestión y supervisión de los colegios (Pons y Cortés, 2008). Las experiencias registradas incluyen infraestructura tecnológica, desarrollo de portales educativos y plataformas con recursos didácticos para profesores, alumnos y padres, interconexión y gestión de los centros educativos, así como planes de formación en TIC para todos los colectivos involucrados y la adquisición de equipos portátiles para profesores y estudiantes (De Pablos, Colás, y González, 2010). La dotación en infraestructura tecnológica ha llevado a fomentar iniciativas para que el profesor haga uso de los recursos.

Las orientaciones en el tema de políticas públicas en torno al desarrollo humano pone un especial énfasis en la educación como motor de desarrollo y ha reconocido potencialidades de la incorporación de las TIC en educación, es así como el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en la educación “brinda a las personas una mejor oportunidad de competir en la economía global, promoviendo el desarrollo de una fuerza de trabajo calificada y facilitando la movilidad social” (Unesco,

2013, p. 1). El uso de las TIC en educación no es nuevo. Desde la En la década de los 70, el enfoque de la Enseñanza Asistida por Computador EAC se basaba en el aprendizaje programado o en el software utilizado para ejercitar y practicar. La masificación de la tecnología ha facilitado el camino y hoy en día es común ver en las instituciones educativa equipos portátiles, tabletas y una serie d dispositivos que los profesores utilizan en sus clases. Se igual forma, la Enseñanza Asistida por Internet EAI favorece la interacción entre profesores y estudiantes, situación que no existía en otras formas de enseñanza como la asistida por televisión o radio (Unesco, 2013).

Dentro de las potencialidades identificadas en la incorporación de las TIC en educación se encuentra no solo la posibilidad de realizar mediciones que permitan identificar logros en la calidad de la educación (MinTIC y MEN, 2012), sino que se ha identificado una reducción de tiempo por parte del docente en la preparación y ejecución de la clase, lo cual repercute en un mayor tiempo de clase dedicado al aprendizaje por parte de los estudiantes y menos a la instrucción. De igual forma en poblaciones donde el acceso a la escuela no es tan fácil, las TIC promueven la accesibilidad, ya “no es necesario esperar a que lleguen libros y textos para poder incluirse al mundo del conocimiento, pues los contenidos electrónicos permiten de forma muy ágil, sencilla y económica, acceder a la información” (MinTIC y MEN, 2012, p. 40)

Considerando el informe presentado por el MinTIC y Computadores para educar del MEN (2012), en varios países europeos y en América, se cuenta con estrategias innovadoras de masificación de TIC en las escuelas, sin embargo, “se limitan a una visión netamente de acceso, asumiendo que el aparato es tan atractivo que llamará la atención de los niños y por ende, de sus docentes, pero al poco tiempo, se encuentran con la difícil realidad de que las TIC por si solas no generan ningún cambio” (2012, p.

42). La simple incorporación de la tecnología no garantiza el éxito de la experiencia, el proceso de incorporación debe nacer de un procesos de planeación previo, conocer el por qué se necesitan, para qué se usarán y qué objetivos se desea conseguir con ella,

“para que una tecnología cumpla el objetivo para el cual fue incorporada, su implementación debe estar respaldada por una planificación sistemática en el marco del Proyecto Educativo de la institución y en función de la mejora de la calidad educativa”

(Lugo, 2014) citado por (UNESCO et al., 2014, p. 30).

Para hacer frente a los cambios tecnológicos y también pedagógicos, el profesorado precisa de nuevas competencias y modelos de trabajo no requeridos con anterioridad.

En esta vertiente formativa el conocimiento y divulgación de “buenas prácticas”

constituye una de las opciones de interés que permiten apoyar la integración real de las TIC en los procesos de enseñanza (de Pablos y Jimenez, 2007).

En el presente capítulo, se abordan las tecnologías de la información y la comunicación en educación presentando su incidencia en la enseñanza y el aprendizaje, su rol frente a la sociedad de la información, los desafíos de la educación inclusiva apoyada en las TIC, así como las tecnologías emergentes y las políticas que promueven la incorporación de las TIC en educación. Se concluye el capítulo presentando las orientaciones internacionales y nacionales en el contexto de estudio, así como se aborda nuevamente el concepto de buenas prácticas específicamente orientado a las

experiencias ya existentes de uso y apropiación de las TIC en educación.