• Aucun résultat trouvé

Valoración de la estimación

3. CONSUMO Y MERCADOS DE LA MADERA EN CATALUÑA

3.4 Estimación del consumo de madera en Cataluña

3.4.9 Valoración de la estimación

Si comparamos nuestra estimación con la de Iriarte (datos no publicados), vemos como el consumo de Cataluña representa en torno al 10% del total nacional hasta pasada la Primera Guerra Mundial. Considerando el peso de Cataluña desde el punto de vista de la población y de la economía, es probable que nuestra estimación sea inferior a la realidad. Sería de esperar que el consumo catalán sea como mínimo representativo del peso demográfico e industrial de Cataluña (en torno al 20-25%), y de su peso en la C.I.C maderera nacional (19%-27%, Fig. 27).

En cambio, para la década 1940-1950, nuestra estimación del consumo de madera en Cataluña da una media anual de 876.161 metros cúbicos de rollo con corteza.

Es decir, el 22,41% de la estimación de consumo nacional de Iriarte, que es una cifra más realista. Cataluña, en 1950, concentraba el 23,64% del VAB industrial español, el

Fig. 38. Consumo de madera en Cataluña, media anual por decenio (m3 de rollo con corteza, izq.) y peso de Cataluña en el consumo nacional (%, der.).

23% de los contribuyentes del sector maderero nacional, y el 21% de sus contribuciones a la C.I.C.76, en línea con nuestra estimación.

Para asegurarnos de la coherencia de nuestra estimación, compararemos ahora la distribución de nuestros datos de consumo para la década 1940-1950, con la distribución que da Robert (1957) para España en 1955 (Cuadro 42).

Cuadro 42. Distribución del consumo de madera por partidas, en porcentaje del consumo total en Cataluña 1850-1950 y España en 1955.

Embalajes Construcción

Fuente: elaboración propia y Robert (1957, p. 123).

La partida de Postes era ligeramente superior en Cataluña (1,03% contra 0,7%

para España), pudiéndose explicar esta circunstancia por la urbanización de la zona metropolitana de Barcelona, y la electrificación más temprana de su interior. La partida de traviesas de ferrocarriles (2,25%) se encontraba muy por debajo de la media nacional, reflejando probablemente el hecho de que las grandes líneas se hicieron anteriormente y que, a mediados del siglo XX, la mayor parte de la red de ferrocarril ya estaba establecida en Cataluña. La partida de madera para la minería (9,92%), a pesar de ser importante, era claramente inferior a la media nacional, por no ser Cataluña una región minera como lo era el noroeste peninsular77. El consumo de madera para la producción de papel (1,63%) se situaba también por debajo del promedio nacional, y

76 C.f. Capítulo 4

77 No obstante, Smolinski (1948), Gortari (1951), Robert (1957), y luego Zapata e Iriarte, únicamente consideran la utilización de madera para las apeas de las minas de carbón. En el caso de Cataluña, las minas de potassa y sal de Cardona producían en estos años grandes cantidades y también utilizaban madera. Incluir las demás producciones minerales podría conducir a una revisión al alza de la estimación nacional de consumo de madera para minería.

considerando la gran presencia de papeleras y casas de edición en Barcelona, podríamos suponer una subestimación en nuestros cálculos. Es posible también que las papeleras catalanas hicieran un uso más intensivo de pasta química, importada al 100%, pero no deja de sorprender que la región que concentraba el 50% de las industrias gráficas, tuviera un consumo de pasta de papel mecánica tan reducido. La partida de embalajes era significativamente más alta que la nacional, representando el 61,89% contra 24,3%

para España. Podemos buscar una explicación de esta circunstancia por 3 vías: la importancia del sector agrícola e industrial; su importancia también como región exportadora (los puertos eran grandes consumidores de embalajes); y la especialización temprana de la industria transformadora de madera en Cataluña en embalajes. Se exportaban cajas y madera para embalaje a las regiones vecinas, en particular Valencia78. Es posible que esta partida este no obstante sobre-estimada y deberá mejorarse en el futuro, en especial en relación con los embalajes industriales. Las categorías industriales agregadas que se han utilizado como referencia, agrupan industrias muy diversas, algunas de las cuales debían utilizar madera y otras seguramente no. La partida de madera para construcción (20,94%) está por debajo de la media nacional, cuando quizá debería ser más alta, considerando el importante crecimiento del área metropolitana de Barcelona. Las construcciones de edificios industriales o de servicios, debían representar un consumo importante dentro y alrededor de las ciudades grandes, y el coeficiente de Robert utilizado no permite determinar si esta circunstancia podía afectar a la demanda en Barcelona. En líneas generales pues, desde el punto de vista de su distribución entre las diferentes partidas de consumo, nuestra estimación parece razonable. Faltaría, no obstante, una revisión en profundidad en los apartados de fabricación de papel, embalajes industriales y construcción.

Ahora, utilizaremos las estimaciones de la tasa de cobertura del consumo de madera por la producción nacional de Zapata e Iriarte, para ofrecer otra comprobación de nuestra estimación de consumo. Zapata (2001, p. 315) da la estimación siguiente de la producción e importaciones de madera en España, en promedios quinquenales:

78 Los aserraderos de Cataluña tenían asignado unas posibilidades de compra de madera para la producción de envases y embalajes agrícolas superiores a 328.286 m3 (Gortari, 1951, p. 623) en 1946.

Cuadro 43. Tasa de cobertura del consumo nacional (%).

Iriarte (2007, p. 52) da una estimación diferente, entre los años 1881 y 1935, en base a las estadísticas de comercio exterior, donde las importaciones juegan un papel menor, con un nivel de cobertura del 35% del consumo por importaciones en 1881, disminuyendo regularmente hasta el 5% en 1935.

Supondremos que la tasa de cobertura en Cataluña fue similar a la del conjunto español entre 1850 y 1950. Aplicando las tasas de cobertura de Zapata e Iriarte a nuestra estimación, obtenemos una producción media anual estimada en Cataluña de entre 831.161 y 832.353 m3 de madera con corteza en la década 1940-1950 (Cuadro 44), y unas importaciones anuales medias de aproximadamente 44.000 m3 de madera con corteza. Tenemos no obstante datos de producción oficiales (Anuarios Estadísticos), para algunos años de la década de 1940, que proporcionan cifras significativamente inferiores para Cataluña (Cuadro 45).

Cuadro 44. Estimación de la producción de madera en Cataluña, 1850-1950, según la tasa de cobertura de Zapata e Iriarte (m3 de madera en rollo con corteza).

Fuente: elaboración propia en base a Zapata (2001, p. 315) e Iriarte (2007, p. 52).

Cuadro 45. Producción oficial de madera en Cataluña, 1940-1950.

Fuente: elaboración propia en base a INE 1941-1951.

La producción regional estimada en base a las tasas de cobertura de Zapata e Iriarte y la producción recogida por la estadística oficial distan de forma importante.

Podemos hacer dos hipótesis para poder explicar ésta diferencia: la primera es que nuestra estimación de consumo para Cataluña es errónea y muy sobre-estimada en relación al consumo real. Considerando la tasa de cobertura del consumo por las importaciones del 5% en la década 1940, tendríamos que dividir por 3 nuestra estimación de consumo para Cataluña, para que cuadre con los modelos de Zapata e Iriarte. Probablemente todas las partidas estimadas tendrían que reducir-se de forma importante, pero entonces se llegaría a una situación donde los coeficientes de Robert que utilizamos todos, perderían sentido. También hay que considerar que con un 22,41% del consumo nacional en Cataluña, nuestra estimación tiene una cierta solidez cuantitativa. Vimos, no obstante, como el peso de Barcelona, con el de otras grandes ciudades, no era tomado adecuadamente en consideración en el modelo español, y podríamos buscar aquí, por lo tanto, parte de aquel desfase. Es decir que, por sus características propias (atracción de habitantes e industrias), las grandes urbes generaban un consumo muy por encima de la media nacional.

La segunda hipótesis es que, siendo una región marítima y con un comercio exterior muy importante, la tasa de cobertura del consumo interno podría ser mucho menor en proporción, que en otras regiones del interior donde la industria no tenía un acceso tan fácil a las maderas importadas. De nuevo apelamos a la situación particular

de Barcelona y sus alrededores, esta vez por el hecho de acoger el puerto marítimo más activo de España. Esto significaría que muchas industrias catalanas se proveían de maderas importadas, en una proporción muy superior al 5% utilizado como media nacional. Si aceptamos que el consumo medio anual a Cataluña era de 876.161m3 en los años 1940, y lo comparamos con la cifra oficial de producción de 267.616 m3 de madera, obtenemos una tasa de cobertura del 30,54% del consumo por la producción regional, muy lejos del 95% de Zapata e Iriarte a nivel español. Queda claro que el consumo en la década de 1940-1950 era muy superior a la producción local, y es poco factible que fueran importadas maderas del mercado nacional (Valencia o Aragón) en grandes cuantidades, debido al elevado coste del transporte por ferrocarril y a la facilidad de importación a través del puerto de Barcelona. Para avanzar en futuras investigaciones, podrían estimarse las importaciones de madera de los puertos catalanes, y los envíos de madera por ferrocarril fuera de Cataluña, para evaluar también que parte de la madera importada acababa utilizándose en otras regiones.

Por último, siempre cabe la posibilidad de una sub-estimación de la producción maderera catalana en la estadística oficial, si consideramos que gran parte de los montes catalanes eran privados y de más difícil control, por tanto, que los montes de utilidad pública. En la industria de fabricación de embalajes (cajas y pallets), por ejemplo, donde la calidad de la madera era un criterio secundario, las compras de madera provenían principalmente de montes privados. Asimismo, aunque a partir del final de la Guerra Civil y debido a la falta de madera en los años 1940, se estableció un marco regulatorio más estricto, que controlaba tanto al sector público como al privado, existen dudas razonables en cuanto a su eficacia. Una parte del aprovechamiento de los montes privados se hacía sin el control de la autoridad forestal, y debería estudiarse en qué medida ocurría tal práctica.

Fig. 39. Estadística de consumo de madera a España, 1940.

Fuente: Estadística Forestal de España, 1941.

3.5 Conclusión

En conclusión, el consumo de madera en Cataluña, entre 1850 y 1950, está directamente vinculado al crecimiento urbano de la provincia de Barcelona, que llegó a concentrar en la década de 1940, el 70% de la población y de la industria maderera.

Nuestra estimación da para Cataluña, un consumo de madera hasta pasada la Guerra Civil en torno al 10% del total nacional. Es probablemente subestimado y habría que revisar, en particular, las partidas de construcción y papel para poder comprobarlo. En cambio, a finales de los años 1940, el consumo catalán llegó a representar alrededor del 22% del total nacional. Considerando el peso de Cataluña en la economía nacional y el sector maderero no deberíamos pasar por alto su importancia a escala nacional. Además, la distribución de este consumo en las diferentes partidas de Robert, también tiene lógica. No obstante, considerar válida nuestra estimación del nivel de consumo de madera en Cataluña implica, o bien que la tasa de cobertura por importaciones del 5%

utilizada a escala nacional (tanto por Zapata como Iriarte para la década 1940) no es válida para Cataluña, donde las importaciones tenían que cubrir una parte mucho más grande del consumo (hasta el 69%), o bien que los datos de producción regional de la estadística oficial están muy subestimados, al quedar fuera del control de la administración forestal, una parte muy importante de aprovechamientos forestales, realizados en montes privados. En un futuro, sería conveniente explorar estas dos hipótesis para poder mejorar nuestra estimación. Estos resultados ponen en relieve la poca representatividad de las medias nacionales para identificar las trayectorias regionales, por las grandes diferencias que existían entre las regiones españolas.

4. PRODUCCIÓN FORESTAL E INDUSTRIA