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Capítulo II. La elección escolar: racionalidad limitada y reflexividad reflexividad

2.3 Agencia, racionalidades y limitaciones

2.3.1 Un paradigma sociocultural ampliado

Partiendo de una vasta revisión de estudios etnográficos que exploran cómo se producen en la práctica las elecciones escolares y las transiciones a la educación vocacional, Hatcher (1998) suscribe la crítica general de la teoría sociocultural al modelo de elección racional derivada de la teoría de la acción racional (rational action theory). En particular, sostiene que la importación de un modelo de análisis económico a la teoría educacional que reduce al individuo a un rol de maximizador de utilidades no hace más que excluir la riqueza y la complejidad de la acción social en los procesos educacionales. Sin embargo, sostiene que el rechazo de la teoría de la acción racional no implica desestimar por completo el rol que de hecho juega la elección racional en el comportamiento de los actores frente a la elección escolar. La elección racional, sostiene, es un elemento significativo en este tipo de

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decisiones, aunque ni necesario ni suficiente, y más evidente en algunos casos que en otros.

Si bien Gewirtz et al. (1995) evitan plantearlo en estos términos, los skilled/privileged choosers que describen son muestra clara de elección racional en tanto destinan gran cantidad de tiempo y esfuerzo a reunir información, comparar alternativas y seleccionar aquella que evidencie el mejor matching respecto de las necesidades de sus hijos e hijas a los efectos de garantizar la reproducción de la ventaja social. Las categorías de semi-skilled y disconnected choosers, en cambio, presentan una complejidad mayor que requieren primero volver sobre el concepto de elección racional.

El objetivo central de Hatcher (1998) es formular una teoría de la agencia en educación que incorpore las fortalezas del paradigma sociocultural pero que deje espacios para la decisión racional estratégica. En este sentido, propone inicialmente la necesidad de redefinir el concepto de elección racional para liberarlo de la rigidez impuesta por la definición que postula la teoría de la acción racional. Esta definición se caracteriza por contener dos elementos: primero, una concepción exclusivamente utilitaria (económico-monetaria) de los objetivos o fines de la acción; y segundo, una concepción estratégica de los medios para alcanzar esos objetivos basada en el cálculo de costos, beneficios y probabilidades. Así, la teoría de la acción racional oscila en una dicotomía que va de la acción racional (cálculo de costos y beneficios para alcanzar objetivos utilitaristas) a la irracional (cálculo deficiente de costos y beneficios para alcanzar objetivos utilitaristas), pero desconoce la acción ‘no-racional’, aquella que persigue por medios racionales o irracionales objetivos no utilitaristas.

A la luz de la evidencia etnográfica de los procesos de elección y transición escolar, Hatcher sostiene que toda acción racional en educación es por definición irracional pues se basa inevitablemente en información incompleta o imprecisa, y que los objetivos son siempre solo parcialmente utilitaristas. Estas claves ofrecen un modo más flexible y realista de pensar la elección racional. En efecto, la elección racional entendida en sentido estricto no explica por qué distintas familias de pertenencia a un mismo grupo material y social ostentan distintas orientaciones y comportamientos. Un ejemplo de esto serían las categorías de semi-skilled y disconnected choosers que presentan Gewirtz et al. (1995). En ambas categorías existen familias de clase trabajadora pero con distintas ‘inclinaciones’ respecto de la elección escolar. O el caso presentado por Brown (1987) que describe tres tipos de aspiraciones divergentes respecto del abandono o continuidad escolar entre un grupo de alumnos de escuela secundaria pertenecientes a un mismo entorno social de clase trabajadora. La teoría de la acción racional no explica las diferencias intra-clase pues el cálculo de costo-beneficio-probabilidad –advierte Hatcher– debería arrojar el mismo

La elección escolar: Racionalidad limitada y reflexividad | 69 resultado para todos. Por consiguiente, ‘if intra-class differences cannot be explained by differences in the “rational choice” equations, they must be the product of goals and aspirations which are not simply utilitarian in economic terms’ (Hatcher, 1998, p. 14).

La existencia de objetivos no utilitaristas en forma de distintas aspiraciones perseguidas a través de acciones no-racionales incorpora en la perspectiva de la elección racional un matiz importante que lo acerca a la estructura de los hallazgos etnográficos de los ‘real-life choices’

(Hatcher, 1998, p. 20). En estos, Hatcher sostiene que el cálculo existe, pero no como lo define la teoría de la acción racional, pues persigue objetivos de variada naturaleza y está sujeto a distintas limitaciones.

Sin embargo, no es ésta la explicación que ofrecen, por ejemplo, Gewirtz et al. (1995) para dar cuenta de las diferencias de comportamientos al interior de la misma clase social, y en particular, de las familias de clase trabajadora. Tampoco se reconoce específicamente la racionalidad que parece guiar las elecciones de las familias de clase media. El punto de Hatcher es que la versión de la teoría cultural reproductivista de Bourdieu no deja demasiado lugar para la acción racional o la agencia aun entendida en los términos amplios, o incluso en los términos de la sociología y la economía del comportamiento que veremos en el próximo apartado. La discusión que al respecto plantean Hatcher y otros como Jenkins (1990) y el propio Brown (1987) es fascinante pero excede el alcance de trabajo.

Nos limitaremos por tanto a presentar brevemente algunas tensiones en el análisis de la elección escolar inspirado en el trabajo de Bourdieu que han sido advertidas por Hatcher (1998), Gorard (1999), y también por los propios Diane Reay y Stephen Ball (1997).

En respuesta a la concepción de la elección escolar entendida como un cálculo racional en sentido neoclásico, Gewirtz et al. (1995) plantean que la elección es en realidad ‘far more amorphous, processual, tentative and intuitive' (p. 76) y, en efecto, ‘[a] messy, often contradictory process’ (Reay y Ball, 1998, p. 432). Si bien Hatcher reconoce que esta visión captura un importante aspecto de los procesos de elección reflejado en múltiples estudios etnográficos, tambien advierte que ‘it is just as one sided, though in the opposite direction, as the RAT approach [teoría de la acción racional], because it denies the element of rational choice in decision-making, which may at times be the dominant element’ (Hatcher, 1998, p.

19).

Este sesgo teórico, que Hatcher asocia a cierto determinismo bourdieuiano, ocasiona distorsiones en la interpretación de parte de los datos de la investigación. Se ofrecen

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algunos ejemplos. Primero, como vimos, el comportamiento de los skilled choosers no es caracterizado explícitamente como racional cuando, en la práctica, estas familias parecen participar de todos los pasos de un proceso de decisión racional. Segundo, no existe explicación sólida para la divergencia presente en los comportamientos de las familias agrupadas en la categoría semi-skilled choosers y que bien podrían explicarse por la existencia de distintas aspiraciones o la persecución de objetivos no utilitaristas en general. Ball, Bowe y Gewirtz (1995) optan alternativamente por la tipología dicotómica de locals y cosmopolitans que resuelve la tensión, aunque solo parcialmente y por vía de la simplificación. Finalmente, es problemático el tratamiento que merece la categoría de los disconnected choosers, padres y madres de clase trabajadora que no muestran inclinación ni capacidad para elegir. En efecto, Hatcher destaca que este conjunto de padres se comporta de un modo mucho más racional del que reconocen Gewirtz et al.: ‘the priority that governed their choice of school was proximity to home, for material reasons: school had to fit in with the constraints of work and home, which were more demanding for working-class families’ (Hatcher, 1998, p.

19).

Muy distinto es, sin embargo, el tratamiento que merecen los comportamientos de elección de las familias de clase trabajadora en un trabajo posterior de Reay y Ball (1997). Allí las interpretaciones son algo más relativas y conceden margen para la acción racional. En rigor, los autores sostienen que muchas de las decisiones de estas familias son reinterpretables en términos de un proceso racional, aunque fatalista: ‘“Rational” working-class choice differs in significant ways from “rational” middle-class choice. The middle classes are playing a game they expect to win’ (Reay y Ball, 1997, p. 96). Así, la aparente apatía de los disconnected choosers podría ser reinterpretada en términos de la decisión racional de no involucrarse en un juego en el cual los riesgos de perder son muy elevados. Hatcher (1998) advierte que la explicación resulta muy cercana o incluso idéntica a la explicación que podría ofrecer la teoría de la acción racional, y agrega que muchas de las características que presentan los disconnected choosers pueden constituir respuestas racionales derivadas de las experiencias propias de fracaso escolar (p. 20).

El aporte de Hatcher (1998) procura romper la dicotomía entre el paradigma sociocultural reproductivista y la teoría de la acción racional ofreciendo lo que podría denominarse un nuevo ‘paradigma sociocultural ampliado’. A partir de la redefinición del concepto de elección racional y del desarrollo de claves interpretativas más flexibles respecto de la práctica sociocultural, implícitamente sugiere la existencia de múltiples ‘racionalidades’ de

La elección escolar: Racionalidad limitada y reflexividad | 71 elección escolar (Bosetti, 2004) sujetas a condicionantes y limitaciones, culturalmente situadas pero permeables a la habilidad de los actores ‘to identify some rules of the game, together with the performance of conscious, rational and strategic actions’ (Meo, 2011, p.

353). La reintepretación de la evidencia etnográfica que lleva adelante el autor ciertamente logra ofrecer una visión más realista del fenómeno de la elección escolar en la práctica:

A comprehensive theory of agency in education on the part of children, young people and their parents would need to retain the strengths of the culturalist pardigm while creating within it space for rational strategic decision-making, for both non-utilitarian and utilitarian ends. The combination of elements in each case would be a matter for ethnographic research to clarify. (Hatcher, 1998)