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Marco teórico y estado de la cuestión

3.2. El Patrimonio cultural y sus dimensiones

3.2.4. Dimensiones del patrimonio cultural

Generalmente se diferencian dos tipos de valoraciones o perspectivas del patrimonio cultural al ser concebido como un “bien cultural y económico” (Ashworth et al. 2010:5). La primera, una perspectiva económica en donde el patrimonio se convierte en un “medio para estimular la actividad económica y el empleo” (Del Pozo, 1997). La segunda, una social, con “diferentes dimensiones, como la identitaria, cultural y educativa” (Capel, 2014). Sin embargo, se observa mucho menos el tipo de valoración en aporte de temas sociales, como la “capacidad de trascender fracturas sociales y unificar una nación” (Canclini, 1999). Esto

61 Canclini (1999:33)

107 se debe principalmente a que uno de los mayores inconvenientes para valorar el patrimonio cultural está en sus significados variables: “The conceptualization of heritage as meaning rather tan artefact inevitable ensures that it is a field of social conflict and tension, carrying different and incompatible meanings simultaneously” (Ashworth et al. 2000:5).

Las dimensiones del patrimonio cultural son aquellas perspectivas desde la cuales el patrimonio cultural puede ser analizado. Loulanski (2006) menciona la importancia de reconocer la existencia de valores simultáneos del patrimonio cultural y ser flexible adoptando varias perspectivas y no simplificando unas con otras. Por ejemplo, la Red Europea de Expertos en Cultura (EENC 2013) menciona:

“Many authors stress that the economic and social values of heritage are interrelated. On the one hand, economic growth brings prosperity and well-being to a territory. On the other hand, social harmony – community cohesion, absence of conflicts, tolerance, etc – is a prerequisite to economic development” (pág.

140)

Ashworth et al. (2000) mencionan la necesidad de asegurar la integración de los roles económico y cultural del patrimonio, sin embargo, también es necesario incluir los roles ambientales del patrimonio cultural como señala Loulanski (2006):

“Furthermore, being totally compatible with the long-term perspectives of sustainable development, it can be recognized as an essential cultural, social, economic, and environmental asset that can contribute to the sustainable functioning of the three interrelated systems: nature, society, and economy” (pág. 215).

Con ello se describen a continuación las dimensiones económica, social y ambiental del patrimonio cultural.

3.2.4.1. Dimensión económica

El patrimonio cultural ha sido considerado tradicionalmente como recurso para alcanzar el desarrollo económico. Este discurso es abordado por la mayoría de estudios: Hierro & Sanz Martín de Bustamante, 2000; EENC, 2013; Del Pozo, 1997; Carta D. B. 2009; ONU, 2001 y 2004. Por ejemplo, la carta de Bruselas del 2009, sobre el papel del patrimonio cultural en la economía, menciona:

“Que el Patrimonio Cultural constituye un valioso e insustituible recurso como elemento revitalizador de las ciudades y los territorios, capaz de mejorar la calidad de vida de los habitantes, de catalizar las inversiones y en la creación de marcas-territorio” (Artículo 6).

“Que las actividades destinadas a la conservación, restauración y gestión de los bienes que integran el Patrimonio Cultural constituyen una red de elementos capaces de dinamizar la economía de nuestros países en ventaja competitiva con otras actividades sometidas en mayor medida a los ciclos y coyunturas que se producen periódicamente” (Artículo 3).

Parte de su valorización radica en visibilizar su uso y aprovechamiento, sin embargo, bajo la visión tradicionalmente “economicista”, que lo considera tan solo como un recurso económico:

“…termina por otorgar peso excepcional a sus nexos con el entretenimiento, el consumismo y el turismo masivo en detrimento de la exaltación de la memoria, la identidad y en general de la responsabilidad educativa…” (Franco, 2016:185).

Así menciona Franco (2016) que la concepción mercantil de la actividad cultural supone un riesgo de comercialización mediante privatizaciones y concesiones del patrimonio material, a expensas de la expansión capitalista transnacional. Sin duda, la económica es la más conocida dimensión del patrimonio cultural, lejos de la social, como veremos a continuación.

3.2.4.2. Dimensión social

El impacto económico del aprovechamiento del patrimonio cultural es evidente por los flujos económicos generados, sin embargo, el impacto social es mucho más difícil de determinar. Así lo mencionaba Canclini (1999: 22) cuando afirmaba que “pese a la enorme importancia que aún tienen la preservación y la defensa, el problema más desafiante es ahora el de los usos sociales del patrimonio”, y ante ello aseguraba que “En él es necesario concentrar los mayores esfuerzos de investigación, reconceptualización y política cultural”.

Canclini (1999: 22) se refiere así, a los usos sociales del patrimonio como aquellos ligados a los propósitos de su preservación. El autor plantea estos usos como “un problema desafiante” ante las “nuevas interacciones entre capital, Estado y sociedad”.

En estudios más recientes, como el del EENC62 (2013), se menciona que el patrimonio cultural es subjetivo, por lo que requiere de un análisis cualitativo para su estudio. La mayoría de análisis hasta el presente se han realizado a partir de series de estudios de casos descriptivos, o datos basados en cuestionarios y entrevistas a expertos, pero muy pocos intentaron valorar este impacto a través de un análisis de indicadores. Como resultado del análisis de EENC (2013) se llegó a la conclusión que los impactos sociales de proyectos relacionados al patrimonio cultural son de diversa índole: a) fortalecimiento de la cohesión social, b) fomento de la inclusión social, c) empoderamiento de la comunidad y, d) construcción de capacidades como la confianza, el orgullo civil y la tolerancia. Así, por lo anteriormente mencionado, el patrimonio cultural, dentro de la dimensión social, es concebido como un “instrumento del desarrollo social”

(EENC, 2013), aunque la forma de transmisión de cada sociedad varia:

“Las investigaciones sociológicas y antropológicas sobre las maneras en que se transmite el saber de cada sociedad a través de las escuelas y los museos, demuestran que diversos grupos se apropian en formas diferentes y desiguales de la herencia cultural” (Canclini, 1999:17).

“En el caso de América latina, estas desigualdades existen. Sin embargo, hay que mencionar que, dentro de los valores sociales, los bienes culturales tienen la capacidad de trascender las fracturas sociales, incluso, de unificar a una nación” (Canclini, 1999:18).

En el caso de Ecuador, la Ley Orgánica de Cultura (2016) reconoce los valores sociales del patrimonio cultural y les da el máximo valor en el sentido de su incidencia en la memoria social e identidad.

Finalmente, cabe mencionar que el patrimonio cultural tiene un rol social, el de generar diálogo, aunque nuevo y de manera sutil:

“Such practices of using heritage for enhancing a dialogue in society are only emerging and have not yet become widespread in museum and heritage projects. Neither are they recognized by the general public as part of the mission of heritage sites and museums” (EENC, 2013:140)

Las anteriores dimensiones económica y social, son generalmente abordabas en los estudios de patrimonio cultural. A continuación, nos centraremos en la menos conocida y analizada dimensión ambiental.

3.2.4.3. La dimensión ambiental

Loulanski (2006) menciona que la perspectiva ambiental podría ser considerada por los teóricos y practicantes del patrimonio cuando estos amplíen sus horizontes y reduzcan la brecha entre estudios.

Velasco (2009) expresa que “…en la historia del pensamiento occidental ésta (la naturaleza) había sido largamente separada, distanciada y situada en estricto contraste con la cultura” (Pág 1). Mientras Loulanski (2006) asegura sus dimensiones inseparables: “With the acknowledgement that the environment has an inherent cultural dimension inseparable from nature, conserving the natural environment and cultural environment are logically considered parts of the same process” (pág. 214). Si los usos sociales del

62 En su análisis de 87 documentos en Europa que principalmente abordaban casos de estudios.

109 patrimonio cultural son conocidos como aquellos que aportan al desarrollo social de una población y los usos económicos, aquellos que aportan al desarrollo económico, ¿qué pasa con los usos ambientales del patrimonio cultural?

En este caso los valores ambientales estuvieron asociados al patrimonio de la naturaleza, sin embargo, también los encontramos en el patrimonio cultural, principalmente intangible, en relación a aquellos conocimientos y prácticas que permiten la conservación de la naturaleza. Esto se conoce en mayor detalle como las relaciones ser humano-naturaleza y es ampliamente analizado desde la perspectiva de la antropología (Descola & Pálsson, 1996), o por ejemplo la etnoecología (Durand, 2002). Es así que, por ejemplo, en el caso del patrimonio cultural intangible y los denominados conocimientos, saberes, técnicas y prácticas están en referencia estrecha o directa relación con la naturaleza. Es el caso del subámbito:

sabiduría ecológica tradicional dentro del ámbito de los conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo (Ley Orgánica de Cultura del Ecuador, 2016) y de creencias relacionadas con la naturaleza en los ámbitos del patrimonio cultural en España (web IPCE, 2017). En este caso, el patrimonio cultural intangible, a través de los conocimientos de la naturaleza, estarían incidiendo en un mejor manejo de los recursos de la naturaleza, lo que se denomina dimensión ambiental.

A partir de estas tres dimensiones, se podrá evidenciar la contribución del patrimonio cultural en el desarrollo local sostenible, por ejemplo y, sobre todo, muy importante, conocer que actores participan en la creación, manejo y gestión del patrimonio cultural, como veremos a continuación.