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Aprendizaje de los alumnos y pruebas estandarizadas

B. Fase de operación

6. Análisis del estudio de caso

6.4 Aprendizaje de los alumnos y pruebas estandarizadas

La siguiente categoría se centra en un componente central de los sistemas educativos contemporáneos, las pruebas estandarizadas que miden los aprendizajes de los alumnos.

Distintos matices presentaron los entrevistados, pero con denominador común, la importancia que representan las evaluaciones estandarizadas para ellos. Al hablar de estas pruebas, nos referiremos principalmente al SIMCE. Una suerte de barómetro del sistema escolar. Definimos esta categoría, si así se quiere, con la siguiente pregunta, para los directores, ¿Cuál es el aporte del SIMCE en el aprendizaje de los alumnos?

Presentaremos por lo tanto, los matices que consideramos importantes de destacar. El primer matiz es la distancia entre los colegios privados y los públicos. El director 1 es quien lo plantea. «Si hablamos de educación privada, colegios privados de renombre, no hay donde perderse, por que preparan a los chicos para la PSU, tienen muchos recursos, generalmente las familias, tienen recursos que apoyan al chico». Un punto que nos merece subrayar es la aseveración «colegios privados de renombre». En efecto, al hablar de la brecha SIMCE entre públicos y privados, el referente es el sector particular pagado de elite. Los rankings que comparan la educación pública y privada se fundan en el SIMCE.

Existen aproximadamente cincuenta puntos entre las escuelas municipales y los

colegios particulares pagados. Esta diferencia es bastante significativa. Si revisamos por ejemplo la diferencia en los puntajes, según los quintiles, encontraremos diferencias muy parecidas o incluso más acentuadas.

Las diferencias son muy significativas. Ahora bien es necesario ir un poco más en profundidad antes de decir simplemente, los privados son mejores que los públicos. Por lo tanto hay que imitarlos. Si nos adentramos en los quintiles en la realidad de cada quintil, los puntajes públicos y privados tienden a estrecharse, incluso los municipales obtienen mejores resultados. Otro punto que es necesario abordar es que los colegios particulares privados no se encuentran muy presentes en los contextos más pobres.

Como lo señalamos en la categoría anterior, las zonas abandonadas por el estado que investigó CIPER Chile, nos muestra que en estos ochenta y ocho suburbios, no existen casi colegios privados en el lugar, incluso hay muy pocos particulares subvencionados.

Es preciso abordar cada realidad antes que elaborar panoramas nacionales, más aún si consideramos que Chile posee una distribución del ingreso bastante desigual.

Otro matiz destacado es el de restarle un poco de monopolio al SIMCE, en el creer que sólo él es quien determina la calidad del aprendizaje. Por lo cual los resultados de este test no son más que el reflejo de un momento preciso dentro del proceso de formación de un niño.

El director 2 nos lo recalca, «Pruebas que miden conocimiento, currículo, en un lugar, un tiempo, una situación particular. Mide una parte de lo que la educación

verdaderamente es». Un parte del todo. Eso es lo que muestra este examen. El punto que es necesario profundizar entonces es, ¿Es el SIMCE tal como está la herramienta de evaluación más adecuada? ¿Se deben buscar otras formas de medir o cotejar, sin que necesariamente implique una prueba estándar?

Tal cual lo afirma el director 2, el SIMCE es sin duda un examen que ocurre en tres momentos de un estudiante, el elemento de la particularidad, del momento debe ser tomado en cuenta.

Ahora bien, esta prueba nos da muchas otras informaciones importantes para la elaboración de políticas educativas. Podemos saber cómo se desarrolla la acción educativa en todos los sectores socio-económicos de la población, otros factores, tales como el género, el tipo de establecimiento, número de alumnos por curso y su relación con los resultados.

Otro matiz tocado por los directores es el rol de filtro que desempeñan estas pruebas. El director 1 nos comunica, «la pura evaluación debe existir de todas maneras. Porque tampoco le puedes dar la oportunidad a todo el mundo. Un país necesita mano de obra, necesita técnicos, necesita profesionales. Entonces, lo que sí que está mal encaminada, porque en estos momentos con este sistema educativo, quienes tienen mayor opción para tener un mejor puntaje, son los que tienen mejores recursos. Ahora dentro de eso están los liceos emblemáticos, que tienen buenos resultados, por que como te dije, los chicos vienen con ese objetivo, ¿cierto? pasar a la educación superior. Yo creo que debería existir. Pero fundamentada, organizada, programada, como igual debería existir una evaluación que en estos momentos se está haciendo, para el profesorado. ¿Ya? Se oponen cualquier cantidad, pero yo creo que es importante, se van a tener que ir uniendo con el tiempo.». El componente clasificatorio a la educación superior es asociado a las pruebas estandarizadas, en este caso, el tema toca más a la Prueba de Selección

Universitaria (PSU) que al SIMCE. La primera es el examen que permite el ingreso a las universidades públicas chilenas (Llamadas del Consejo de Rectores). Sin embargo, el atribuir a la PSU o incluso al SIMCE de determinar el proyecto de vida de una persona resulta un poco categórico.

Tal como lo mencionamos en el punto anterior, estas pruebas son también una

fotografía del momento. Obtener un mal resultado en la prueba que otorga el acceso a la universidad no quiere decir necesariamente que una persona no está llamada a realizar estudios universitarios. Un mal resultado puede obedecer a una formación secundaria deficiente. Un punto importante es abordar la orientación vocacional que se trabaja principalmente con los estudiantes de enseñanza media. ¿Se encuentran con los elementos necesarios para elegir su proyecto profesional? ¿La educación abarca esta faceta?

Si lo queremos medir en función de quienes obtienen mejores resultados en la PSU y de quienes alcanzan bajos resultados, podríamos caer una afirmación un tanto escandalosa, como decir que los estudiantes de los colegios particulares pagados están destinados para ir a la universidad, mientras que los estudiantes de escuelas municipales,

pertenecientes a los quintiles más bajos, estarían destinados al mundo laboral una vez terminada la secundaria. Por supuesto que esta proposición no es sostenible.

El siguiente matiz es la consideración que habla de las pruebas estandarizadas como el camino que muestra los aprendizajes de los alumnos. El director 3 nos dice, «es la única forma de monitorear los aprendizajes de los alumnos, porque nosotros tenemos que cambiar de mentalidad, no es pasar la materia, por que el profesor puede pasar la materia pero... y usted ¿cómo se dio cuenta si el chico aprendió?». Nuevamente la discusión es latente. ¿Es el SIMCE la manera de saber cuánto y cómo los estudiantes aprenden? O también pudiésemos mencionar, ¿Qué aprenden los estudiantes?

Nuestro parecer es afirmar que el SIMCE nos parece un buen instrumento de evaluación, sin embargo nos parece que no debe ser el único, creemos que una evaluación de los aprendizajes no debe pasar únicamente por un test.

El director 5 nos comenta, «Encuentro que son un buen instrumento porque son objetivos, son confiables, tienen validez que es lo primordial de un instrumento de evaluación y es la manera como se puede ir dando cuenta si un curso, un niño, si una escuela avanza, es una forma de medirlos también y no conozco una forma mejor que una prueba como en el SIMCE por ejemplo, ¿ya? que entrega una realidad».

Evidentemente que una prueba nacional, aplicada a alumnos de miles de

establecimientos va a arrojar tendencias claras. Nadie duda tampoco de la validez u objetividad del instrumento. Lo que sí creemos es que debe revisarse la mirada univoca que tiene en la actualidad el SIMCE. Cinco directores, salvo el número 2, este asunto es de real importancia. Como ya lo mencionamos, el SIMCE es una política pública de los años ochenta, pero donde se afianzó más fue en los noventa, bajo los gobiernos de la Concertación.

En este sentido, el director 3 es un buen ejemplo de la importancia del SIMCE que hemos señalado. «Nosotros estamos constantemente evaluando los aprendizajes de los alumnos, estamos acostumbrados. Un día nos llega una evaluación externa, y al otro día nos llegan los resultados y tenemos que estar al tanto ¿De qué está pasando con la pregunta no se cuánto?, ¿De qué lo qué era? ¿De qué se trataba? Entonces ese es el trabajo que yo te digo que nos da un cierto prestigio a nivel.»

Esto nos lleva al siguiente matiz, El SIMCE obedece a un modelo económico. Sus lineamientos se fundan en una concepción de la sociedad y de la economía. El director 4 asegura, «yo creo que las pruebas estandarizadas, en primer lugar obedecen a un modelo económico exclusivamente». Lo que es necesario clarificar es ¿Qué se entiende por modelo económico? Sería quizás preciso hablar de un modelo de sociedad que emerge desde los años setenta y que se solidifica en los ochenta y noventa. Con la aparición de las pruebas estandarizadas se afianzan los nuevos valores de la escuela que se deben evaluar continuamente o benchmarking. De hecho, la propia evaluación continua corresponde a un estándar de calidad que debe poseer todo sistema si se precia de alto nivel.

El último matiz que abordaremos tiene que ver con las causas de los resultados SIMCE y la brecha existente entre las escuelas públicas y privadas y entre los quintiles.

Para los entrevistados, el tema no tiene que ver con la brecha económica, sino pasa netamente por la gestión del establecimiento.

El director 4 nos muestra que el factor principal ocurre dentro de la sal de clases.

«Entonces desde mi punto de vista, lo más relevante, es el que enseña y cómo enseña. Y cuáles son los métodos con los cuales enseña ¿Y sabe cuál es mi argumento

fundamentalmente? Que si comparamos los resultados de Cuba con Chile, en Cuba los chicos no tienen internet, en Cuba los chicos no tienen, viven con una canastita familiar

y alimentos que hasta son carentes de proteínas. Perdona, perdona que ponga tanto énfasis. Eso que dicen que el nivel socioeconómico se derrumba con el sistema cubano, los cubanos los puntajes más bajos que tienen son de 330 puntos en el SIMCE». El punto que quiere reflejar el director es el siguiente, el buen profesor lo hace bien en cualquier contexto. Nuevamente las interrogantes surgen. ¿Qué significa un buen profesor? Esta respuesta confirma nuestro diagnostico. Para los directores 3, 4, 5, el SIMCE es lo más relevante. Pero, ¿Es una prioridad de ellos o es el sistema educativo el que lo pone en primera fila? Creemos que la respuesta va más por la segunda opción. El sistema ha puesto su confianza en este instrumento para definir las políticas educativas.

Llama la atención también, la comparación con Cuba. Este mismo entrevistado ha dicho que no importa tanto si la escuela es pública o particular, y sin embargo, expone como ejemplo a Cuba, el mayor exponente de educación pública en América.

Volviendo a nuestro análisis sobre las causas de los resultados que perciben los

directores, el director 5 confirma la visión de su homónimo número 4, « (La distancia en los puntajes) Tiene mucho que ver con el tipo de gestión que se haga en cada tipo de establecimiento. Si uno quiere lograr buenos resultados tiene que aprender a escuchar a los docentes, a aprender a que ellos adquieran compromisos». El trabajo en el

establecimiento cobra una gran relevancia. Volvemos un poco a la primera categoría sobre la gestión. Los directores 3 y 4 precisan más autonomía y poder, para así conducir medidas tendientes a mejorar los resultados del SIMCE.

Por último, hemos dejado a un director, el número 6. Esta entrevistada toma distancia de la visión de sus colegas. Para él, el SIMCE representa una realidad que sólo reflejan las diferencias entre los establecimientos y los contextos socio-económicos. Nos dice,

«estas diferencias abismantes que generalmente están directamente relacionadas con las condiciones económicas». Como ya lo vimos en los cuadros precedentes, los resultados del quintil más bajo y del más alto son bastante desiguales.

El otro elemento que convoca este director toca el aspecto momentáneo que tiene el SIMCE. Al ser una fotografía puntual, los establecimientos trabajan en función de éste, dejando de lado otras áreas del currículo que no son medidas por el SIMCE. «Creo que existen muchos establecimientos, que preparan esta prueba. Ocupando muchas horas de clase, para subir el puntaje, debido a la importancia desmedida que se le ha dado como punto de comparación entre colegios y escuelas». Ahora bien, las decisiones tendientes a aumentar las horas para asignaturas SIMCE, Matemática, lenguaje y ciencias (Ahora

se suma Inglés), no es propio de los establecimientos, el Ministerio de Educación, en los últimos años ha promovido políticas en este sentido.

Finalmente, el director muestra su desacuerdo con este test. «No estoy de acuerdo con las mediciones del SIMCE, ya que considero que son muy manipuladas al interior de los establecimientos».

Como hemos apreciado, las pruebas estandarizadas han cobrado una gran importancia y marcan la agenda educativa del país. El SIMCE y la PSU se han constituido en dos pilares del sistema que determinan nuevas políticas o modifican las existentes. Creemos que este elemento no debe quedar fijo. Es necesario una discusión continua, una

escucha vinculante de los miembros de la comunidad educativa. De este modo, el sistema se ve enriquecido.

La pregunta que cabría hacerse tiene que ver con la posición de las escuelas con malos resultados y que cumplen más bien una función de recibir a los jóvenes que ningún otro establecimiento quiere recibir. ¿Pasan el SIMCE para competir con las otras escuelas del sector o más bien para cumplir con la norma?

Por último, los directores mencionados valoran ampliamente este tipo de ejercicios. Las preguntas sin embargo son muchas. ¿Hasta qué punto el SIMCE es un indicador que genera mayor calidad?

¿Cómo explicar que las tendencias por quintil se mantengan intactas desde el comienzo de su aplicación?

Si la política prevista por el Ministerio de Educación va en el sentido, cada vez más, de premiar a los establecimientos con mejores resultados (Con incrementos en la subvención), ¿Qué hacer con los establecimientos que Hacen lo que pueden?

Estas preguntas deben ser respondidas, esto nos parece muy importante; Sin embargo, lo que aflora claramente es que nuestro sistema educativo chileno se mueve bajo el motor de las pruebas estandarizadas. Queremos en todo caso dejar en claro que no estamos contra el SIMCE como instrumento de evaluación, pero sí creemos que no puede ser el único elemento que observe nuestro sistema y pase a ser la imagen de las escuelas, los alumnos o los profesores. Mientras no se incluya a todos los actores del

proceso educativo en la discusión (Y en la resolución) es muy difícil leer las necesidades de la población y plasmarlas en la acción educativa.