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META DE APRENDIZAJE

3.2. DESARROLLO DE HABILIDADES PARA EL ESTUDIO Y APRENDIZAJE EN LA EDUCACIÓN A DISTANCIA

El estudio y aprendizaje a distancia, a través de la utilización de diversos medios, exige un nuevo tipo de estudiante, preparado para la toma de decisiones y la autorregulación en el aprendizaje. En este sentido, el alumno debe abandonar la tradicional actitud de receptor de información y adoptar una actitud más activa, responsable y autónoma.

Como venimos afirmando a lo largo de nuestro trabajo, los estudiantes adultos no siempre están familiarizados con el contexto de enseñanza y aprendizaje a distancia, por lo cual experimentan diversas dificultades que hemos identificado en el primer capítulo.

Para enfrentar estas dificultades, es necesario que los estudiantes analicen y tomen conciencia de las distintas condiciones que se ponen en juego en el aprendizaje a distancia. Es decir, analizar las condiciones de la situación instruccional y las demandas de la modalidad a distancia, así como sus condiciones personales, sus recursos para el aprendizaje y su capacidad para generar otros nuevos, acordes con la situación (Esteban, 2003; Monereo, 2000).

Al respecto, consideramos que los estudiantes, al analizar y considerar las condiciones y demandas de la modalidad a distancia, deben tomar conciencia de las actitudes y habilidades que requieren desarrollar para alcanzar sus metas, entre las que destacamos: motivación intrínseca, organización del tiempo, manejo de recursos informáticos, uso de estrategias de aprendizaje para la comprensión, análisis y

a través de la escritura, y finalmente la toma de conciencia de sus propias habilidades cognitivas, de sus logros, dificultades, así como la planificación, ejecución y monitoreo de su proceso de estudio y aprendizaje. A continuación, analizaremos brevemente cada una de estas habilidades:

a) La dirección externa en el aprendizaje a distancia es mucho menor que en los modelos tradicionales, por lo cual el estudiante debe asumir que el éxito del aprendizaje depende de su compromiso cognitivo voluntario. En otras palabras, para estudiar a distancia, el estudiante necesita poseer una predisposición y motivación intrínseca, un deseo de aprender y una claridad del por qué y para qué desea aprender, que lo impulse a actuar para conseguir sus metas de aprendizaje. Además, requiere de un buen conocimiento y regulación de sus propios recursos para lograr estas metas, tomando en cuenta las condiciones de la modalidad.

b) La flexibilidad de los horarios y espacios dedicados al estudio y la falta de un control externo “presente” que asegure el cumplimiento de los mismos exige mayor responsabilidad y compromiso en la organización, planificación y manejo del propio tiempo y espacio de aprendizaje.

Sabemos que en la modalidad a distancia es el propio estudiante quien debe fijar sus tiempos y ritmos de aprendizaje (dentro de los plazos establecidos), por lo cual consideramos indispensable que el estudiante “a distancia” pueda llegar a ser capaz de planificar, monitorear y evaluar su tiempo, espacio y nivel de aprendizaje; considerando que, por lo general, tiene que compartir su actividad de estudio con otras de tipo laboral o familiar.

c) El contenido y las actividades de aprendizaje se mediatizan a través de diversos recursos y materiales, especialmente de recursos informáticos que demandan el conocimiento y manejo adecuado de los mismos. Para ello, los estudiantes necesitan ejercitarse en el uso de recursos electrónicos textuales, visuales, auditivos o audiovisuales, ya que dentro de las dimensiones del éxito del aprendizaje a través de la red se encuentran tanto el acceso a las herramientas por parte de los estudiantes (en sus hogares, centro de trabajo u otro lugar), como su experiencia con la tecnología (Schrum, 2002). Por tanto, es necesario facilitar la visualización y la manipulación de las herramientas informáticas a utilizar (Land, 2000), así como el conocimiento y ubicación dentro del sistema por parte del estudiante (Hill y Hannafin, 1997)

para que el entorno virtual pueda ser utilizado eficazmente como medio y no constituya un obstáculo para el aprendizaje.

d) El contenido y las actividades de aprendizaje en su mayoría se presentan en un formato escrito. Por tanto, para el estudio de los contenidos, los estudiantes necesitan desarrollar estrategias de aprendizaje mínimas que garanticen la comprensión, análisis y organización de la información presente en los materiales, así como la búsqueda, selección y procesamiento de nueva información en diversas fuentes.

El estudiante necesita desarrollar estrategias de lectura electrónica (Rodríguez-Illera, 2003) que le permitan leer comprensivamente en pantalla, no sólo textos lineales informativos que se puedan imprimir y subrayar o anotar, sino también información en pantalla en formatos multimedia, hipertextuales o interactivos. Para el desarrollo de estas estrategias, es necesario proporcionar en las pantallas ayudas como comentarios, enlaces con otras referencias, relaciones con saberes previos, experiencias o intereses del lector, entre otras. Al respecto, Schrum (2002) reconoce como dimensión de éxito tomar en cuenta los estilos y las preferencias de aprendizaje y ofrecer distintos formatos (textuales, visuales, orales) para presentar la información, ya que no todos los estudiantes aprenden igual a través de la lectura.

De otro lado, para el desarrollo de las actividades y tareas propuestas, los estudiantes también requieren desarrollar y utilizar estrategias de comunicación escrita, para redactar las intervenciones en espacios interactivos así como las actividades individuales o grupales con fines de evaluación.

e) La ausencia física de profesores y compañeros de estudio exige el desarrollo de habilidades sociales de interacción y comunicación con otros para solicitar orientación, para intercambiar conocimientos u opiniones, o para desarrollar trabajos colaborativos a través de diversas herramientas telemáticas, utilizando el lenguaje escrito.

f) El análisis de las condiciones de la modalidad y sus respectivas demandas exige al estudiante tomar conciencia de sus propios recursos cognitivos y ser capaz de tomar decisiones para autorregular su utilización y lograr las metas de aprendizaje. En este sentido, un requerimiento para el buen desempeño

entendida como una capacidad que se refiere al conocimiento o conciencia que tiene la persona de sus propios procesos mentales, y al control y autorregulación sobre estos procesos.

Reconocemos que para aprender a distancia, se torna indispensable el desarrollo de la capacidad metacognitiva (White, 1999) y cobra un significado especial ya que el estudiante necesita saber QUÉ desea conseguir y CÓMO debe conseguirlo (dos características atribuibles a la metacognición).

La metacognición permite a un sujeto reflexionar, evaluar y dirigir actividades cognitivas eficazmente. El conocimiento metacognitivo influye para que los alumnos identifiquen y monitoreen sus habilidades y necesidades de aprendizaje fundamentales para el aprendizaje a distancia.

En consecuencia, la habilidad junto a un conocimiento metacognitivo débil puede limitar a los estudiantes en la definición de sus necesidades de aprendizaje, en la evaluación de sus recursos disponibles y en la revisión de sus estrategias de aprendizaje; mientras que la habilidad sumada a un conocimiento metacognitivo fuerte mejora enormemente el aprendizaje a distancia.

La metacognición ayuda al estudiante a analizar qué desea conseguir en su proceso de aprendizaje, y para ello necesita analizar y conocer la tarea, su complejidad y nivel de exigencia. Además, debe realizar un autoanálisis sobre su propio nivel de conocimiento, sus experiencias y saberes previos, y sobre sus expectativas de éxito.

Al respecto, los estudiantes que poseen las habilidades e incentivos adecuados para estudiar a distancia necesitan, además, sentir que son capaces de enfrentar la tarea.

La “expectativa de eficacia” es un determinante principal en los estudiantes cuando eligen las actividades a realizar, así como cuánto esfuerzo pondrán y cuánto tiempo mantendrán empeño ante situaciones de presión (Hill y Hannafin, 1997). Cuando este sentido de autoeficacia es bajo, los estudiantes manifiestan poca confianza para manipular el entorno y alcanzar los resultados esperados. En este sentido, los estudiantes que utilizan estrategias “optimistas” muestran un mejor nivel en el procesamiento de la información, que aquellos pesimistas o defensivos (Koivusaari, 1999).

Cuando el estudiante realiza un autoanálisis sobre las condiciones del proceso de aprendizaje y sobre sus propios recursos, metas y expectativas, debe ser capaz de reconocer y formular planes y objetivos de aprendizaje acordes con la tarea, así

como reconocer el nivel de dominio que posee. De este modo, estará en condiciones de tomar decisiones conscientes e intencionales sobre los procedimientos y estrategias de procesamiento de la información que le permitan alcanzar el objetivo.

Este nivel correspondería a la planificación de su actuación.

Con respecto a la regulación de sus procesos cognitivos, los estudiantes a distancia deben aprender a ser conscientes tanto de las condiciones externas propias de la modalidad, como de los procesos y procedimientos que deben utilizar para estudiar y para aprender en dichas condiciones; igualmente, de las decisiones que tomen, de las condiciones que deben guiar esas decisiones y de las operaciones que ponen en marcha para hacerlas efectivas, regulando en todo momento su ajuste y orientación.

Sin embargo, los estudiantes a distancia no cuentan con recursos inmediatos para planificar, monitorear y evaluar, dado que son aspectos de los que frecuentemente se encarga al profesor en la clase presencial. Por ello, tienen que enfrentarse a una serie de incertidumbres en el transcurso de su aprendizaje. Es necesario entonces ayudarlos a construir un conocimiento estratégico, gracias a una enseñanza estratégica a través de la cual se tomen las decisiones más adecuadas para que desarrollen su capacidad metacognitiva para planificar, monitorear y evaluar su proceso de estudio y aprendizaje a distancia. El desarrollo de la capacidad metacognitiva tendrá una influencia directa en la autorregulación, la capacidad de aprender por uno mismo, la autonomía, la motivación; y, al mismo tiempo, en la auto-conciencia del estudiante sobre su propio proceso de aprendizaje, condición importante para el éxito del proceso formativo a distancia.

En síntesis, el estudiante a distancia necesita convertirse en un aprendiz estratégico, capaz de autorregular su proceso de estudio y aprendizaje, desarrollando actitudes favorables y habilidades de organización y planificación de sus acciones; lectura, análisis e interpretación de información; manejo de las nuevas tecnologías de la información; comunicación escrita e interacción social para un aprendizaje colaborativo; todo ello con responsabilidad y autonomía.