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El apoyo social en el afrontamiento y adaptación al dolor crónico

CAPÍTULO IV. EL DOLOR CRÓNICO

IV.5. El apoyo social en el afrontamiento y adaptación al dolor crónico

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protocolos de intervención para el control de su intervención y manejo (Krikorian, Vélez, González, Palacio, & Vargas, 2010). En este sentido, el desarrollo de estrategias viables para la evaluación del dolor crónico frente a las interacciones entre los miembros de la familia y la persona que lo experimenta, puede permitir un avance en la investigación de los factores psico-relacionales del dolor que incluyen a diferentes miembros de la red social del sujeto como la familia, pareja, amigos, compañeros de trabajo entre otros (Ballús-Creus et al., 2011).

Una vez tratados algunos de los aspectos más relevantes de las repercusiones que el dolor crónico ocasiona en la esfera social del individuo, el siguiente apartado aborda el papel del apoyo social, elemento central de este trabajo en el contexto de la experiencia dolorosa.

IV.5. El apoyo social en el afrontamiento y adaptación al dolor crónico El apoyo social, como hemos reiterado, ha sido considerado como un recurso sociocultural disponible en el entorno y uno de los recursos de afrontamiento más importante en situaciones de enfermedad en general y en particular en contextos de cronicidad.

Desde la psicología, el modelo transaccional del estrés desarrollado por Richard Lázarus y Susan Folkman (Lázarus & Folkman, 1984), permite unificar en un mismo marco teórico los diferentes elementos implicados en el afrontamiento al dolor crónico, entendiendo este último como una experiencia estresante y ante la que el individuo pone en marcha diferentes estrategias de afrontamiento. En el caso del dolor crónico, el estrés es uno de los factores más frecuentes debido principalmente a: (i) la incertidumbre (respecto del diagnóstico y la variación del dolor a lo largo del día, entre otros), (ii) la falta de libertad para expresar sus desacuerdos y sentimientos negativos (iii), y los profundos cambios en el funcionamiento del individuo por la disminución de sus responsabilidades (Roy, 2002a). Por otro lado, en el marco de la teoría en relación al estrés desarrollada por estos autores, el afrontamiento se define como:

“Aquellos esfuerzos cognitivos y conducturales constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas excedentes o desbordantes de los recursos del individuo” (Lázarus & Folkman, 1984:164).

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Esta transacción entre el individuo y su experiencia de dolor, ocurre a través de tres grupos de factores: (i) los antecedentes, constituido por las condiciones previas de la persona y de su entorno, (ii) los mediadores, incluyendo la primera evaluación que el sujeto realiza al enfrentarse al dolor y a partir de la cual el individuo pone en marcha determinadas acciones que constituyen las estrategias de afrontamiento y (iii) las consecuencias que vendrán definidas por el grado de adaptación o inadaptación del sujeto ante la nueva situación.

En la evaluación de las estrategias de afrontamiento, se han realizado diferentes propuestas de clasificación. De todas ellas, la más conocida y utilizada es la que diferencia entre:

a. Estrategias de afrontamiento centradas en la emoción: su principal objetivo es regular o reducir el desajuste emocional asociado a la situación estresante, pretendiendo eliminar las emociones negativas de ira, tristeza o ansiedad.

Ejemplos de la búsqueda de apoyo emocional en esta estrategia, serían:

“cuando tengo dolor intento hablar con alguien y contarle lo que me pasa. Esto me ayuda a soportarlo”, o bien “cuando tengo dolor les digo a los demás lo mucho que me duele, pues el compartir mis sentimientos hace encontrarme mejor”.

b. Estrategias de afrontamiento centradas en el problema: su objetivo es tratar de manejar el dolor considerado como fuente de estrés. Entre ellas, se encuentran la solución de problemas (a través del análisis del mismo y búsqueda de solución), o la búsqueda de algún profesional experto que le pueda resolver el problema. Ejemplos de la búsqueda de apoyo instrumental en esta estrategia serían: “busco a algún amigo, familiar o profesional para que me aconseje cómo superar la situación” o “intento que me expliquen qué puedo hacer para disminuir el dolor”.

Estas estrategias ponen de relieve la importancia del apoyo social como un recurso de afrontamiento que ayuda al individuo a nivel emocional y práctico. Es probable que las personas con mayor apoyo social, tengan más oportunidades de expresar sus sentimientos en torno al dolor y puedan obtener más información y ayuda que les facilite solventar las situaciones problemáticas que se presenten y en

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consecuencia, incidir sobre el dolor y la discapacidad 19 a través de las estrategias de afrontamiento (Moix, 2005).

La relevancia del papel que ocupa el apoyo social en el afrontamiento al dolor, se refleja en su inclusión en diferentes instrumentos de evaluación (Lázarus &

Folkman, 1984). Entre ellos destacan: el Ways of Coping Checklist (Vitaliano, Russo, Carr, Maiuro, & Becker, 1985), el Chronic Pain Coping Inventory (Romano, Jensen, &

Turner, 2003), o el Cuestionario de Afrontamiento al Dolor (Soriano & Monsalve, 2002, 2004).

Desde el punto de vista empírico, la satisfacción con el apoyo social como indicador de su calidad y diferenciándolo de este modo de su mera provisión, se ha relacionado con una mayor protección frente al estrés psicológico en términos de ansiedad y depresión para el caso de la fibromialgia (Salgueiro et al., 2009), con una mayor capacidad para lidiar con el estrés de la enfermedad (Lambert, Lambert, Klipple,

& Mewshaw, 1990), ha sido considerado como un predictor de bienestar psicológico y social en mujeres con artritis reumatoide (Goodenow, Reisine, & Grady, 1990) y con la capacidad para fomentar estrategias de afrontamiento (Holtzman, Newth, & Delongis, 2004).

En relación a la adaptación psicosocial, la literatura refleja el paralelismo existente entre el desarrollo de los procesos de adaptación intrapersonal e interpersonal. La mayoría de teóricos, clínicos e investigadores, consideran el proceso de adaptación psicosocial como un concepto unitario y por tanto, con dimensiones de carácter psicológico y social. La dimensión psicológica se refiere a reacciones que están orientadas internamente, es decir, que giran en torno a experiencias personales y emociones intensas tales como ansiedad, depresión e ira. La dimensión social, sin embargo, está orientada hacia el exterior, haciendo referencia a las experiencias y actividades en el hogar, en el trabajo, y en la comunidad.

19 La discapacidad, ha sido considerada como el grado en que las emociones, las diferentes áreas de la vida (laboral, sexual, sueño, tiempo libre,…) y algunos procesos orgánicos, se ven afectados por el dolor relacionándose una mayor discapacidad, con una menor calidad de vida a nivel físico, psicológico y social (Moix, 2005).

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En la literatura sobre adaptación a crisis vitales, en las etapas principales de transición en la vida, así como en situaciones de enfermedad crónica y discapacidad, se han propuesto varios modelos ecológicos que comparten la definición de varios aspectos y variables que dan lugar a procesos adaptativos. En un artículo de revisión, Livneh y Antonak proponen cuatro clases principales de variables que explicarían el proceso de adaptación:

a. Variables relacionadas con el evento en sí mismo (naturaleza, cronicidad, severidad, visibilidad…).

b. Variables asociadas a características individuales (sexo, edad, ocupación).

c. Variables asociadas a la personalidad y al comportamiento del individuo (estrategias de afrontamiento, autoconcepto, y capacidad intelectual).

d. Variables asociadas al ambiente físico y social (cohesión familiar, vivienda…).

De este modo, los autores plantean las interacciones entre los elementos de estas cuatro clases de variables, como en gran medida determinantes de la naturaleza, el grado, la secuencia temporal y el ritmo de adaptación psicosocial.

Además, la naturaleza de muchas de estas variables y sus influencias únicas y diferenciales durante el proceso de adaptación, puede explicar gran parte de la variación dentro de los grupos en la adaptación psicosocial (Livneh & Antonak, 1997).

Hasta aquí parece obvio el papel que desempeña el apoyo social tanto en el afrontamiento como en la adaptación ante situaciones de cronicidad, y en concreto para el caso del dolor crónico. Sin embargo, una de las cuestiones más importantes a resolver, es qué tipo de estrategia resulta más adaptativa a esta condición si bien los modelos biopsicosociales de dolor crónico, subrayan la importancia de los factores psicológicos y ambientales en la adaptación al dolor crónico. Aunque parece que no hay resultados claros respecto a las relaciones que se establecen entre el uso de diferentes estrategias de afrontamiento y adaptación, algunos estudios han puesto de manifiesto que la búsqueda de apoyo social, es la más utilizada y la más adaptativa por ejemplo en el caso del dolor por miembro fantasma (Jensen et al., 2002).

Hasta aquí, ha quedado expuesta la importancia del apoyo social en el afrontamiento y adaptación al dolor crónico a través de diferentes vías. Por ello, la

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eficacia de sus propiedades depende de la existencia conocida y disponible de redes de apoyo, ya sea en los entornos sociales informales donde se encuentra el individuo, o bien en las redes de apoyo formal, que desde el punto de vista organizativo e institucional, puedan disponer las diferentes realidades socio-sanitarias. Todo lo anterior justifica que desde una perspectiva intervencionista, uno de los ejes prioritarios de actuación consista en la creación y desarrollo de redes de apoyo social con el objetivo fundamental de mejorar la calidad de vida en los contextos que las redes de apoyo social sean insuficientes o inadecuados.

Con este capítulo dedicado al dolor crónico finalizamos la primera parte de este trabajo dedicada al marco teórico y en el que se han expuesto los conceptos clave que guían esta investigación. A continuación, se presenta la segunda parte, en la que se abordan los aspectos metodológicos.

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