EL ECO
DE
U TETIB
lieriúiEaen ale ñaiiteee.9es siioi'ales y fiitnlea'inles.
REDA.CTADO l'OH
D.
Miguel Vinas
yMarti, profesor veterinario de primera dase, residente
enBarcelona,
y T), Juan Tellez Vicen yD. Jjeoncio F. Gallego, alumnos de la Escuela Superior
de Veterinaria.
Sepublicacadaquince dias.
En Madrid3 rs. al raes; en provincias 1*2 rs. por tri¬
mestre, remitiendoelimporteeon cartafranca en libran¬
zas sobre correos d iaorden del Administrador.=rjasen¬
tregas sueltas do las obras que se pablicaii, á medio real fiadaunaparalos nuevos suscritores.
¿QUE NECESITA LA VETERINARIA?
Propósiciones
sohrereforina
de los estudios vete-, rinarios.[Continuación
i)
De todas cuantas ramas se
desprenden
de la cien¬cia de curar, ninguna, absolulamenlc ninguna hay
que reclamemas
imperiosamente
el estudiopráctico
que la
cirujía.
Estandiversala esposicionteórica deunprocedimiento
quirúrjico,
desu ejecuciónprác- -tica, queno puede establecerse comparaciónningu-
na; Asícomo ki anatomía, á falta de individuos so¬
brequienes estudiarla,
puede
suplirse, si bien condesventaja,
por medio deláminas, no podemosha¬cer otro tanto con la
cirujía:
porqueen vano recur¬rirá el profesor á los libros; en vano tendrá ante sí las láminas paraque le ilustren ; pues ni estas, ni aquellos, le infundirán aquella'serenidad, aquel aplomo, aquella agilidady desembarazo que el ciru¬
jano esperimentado posee , y de quetodos debemos
-estar
adornados.—Hay
mas, la introducción douncuerpo cortante ó punzante, elcontacto de un ins-, truniento
quirúrjico
conla economíavivientepuede,
nosiendo manejado con la precaución debida, dar lugar.á coBsecuencias funestísimas, y que el profe¬
sor
inteligente
nopuedemenos, alconsiderarlas,
que tomar conrecelo y hastacon temor elinstrumento curativo. La mas pequeñaimprevisión
, la distrac¬ción mas mínima echa á
perder
á veces el procedi¬miento masbien concebido:
algunas
pequeñas ano- ra.alíasde.organizacion desgracian
también enalgu-
.nos'casos, la operación mejor
dirijida.
' Ahora bien : si todos esos obstácnlos se presen¬
tan al
principio
denuestra prácticay deello resul-So.suscribe enMadrid en casa delAdrainistrador dnn .luán Tellez Vicen, calle del Desengaño, núm 18, cuar¬
to tercero; en las librerías de Bailly-B.ailliere, calle del Principe, v deCuesta, calleMayor; y enla litografía de García yMéfíi,calle deAtocha, núm. ()6.=Enprovincias
en casade loscorresponsales.
tan males de gran consideración y trascendencia>
¿cómo no se trata de desvanecerlos?Por quéen las cátedras nó se ejecutan lasoperaciones portodosy á vista do todos ios alumnos? Entonces dejarían aquellosde-existir, entonces
podríamos
obrar con la Seguridad yfirme pulso quetales mediosexigen,
y per.
consecittyícist
-nQS:veríamos
libres deun peso enorme; quegravitasiempre
sobrenuestrocorazón ynuestrascabezas. . . 'El estudio de la
agricultuim,
como denuevacrea¬ción que es, estambién el que séhaceconmasrè-
gularidady exactitud. Cuando bastan'los libros, cuando la teoría tiene cabidaen ella, el estudio se
hace enla cátedra; cuando no, se acudéal terreno;
seVen las labores do este; el- naciraiehto, creci¬
miento y desarrollo dé las plantas. su floración,
fructificación,
recolección y conservación de los productos. Se hacenensayos que, fundadosenbue¬nos principios,suelen versecasi
siempre
coronados debuen resultado.. Tero á pesarde lodo, este estu¬dio no harecibidoaun lamonSideracionnilas.osten-
sas
aplicaciones
queexigé.
Se estudialaagricultura,en lo quecabe, con interés,escierto; pero es mas biencomo una
partejustapuosta
á laVeterinaria,
qujecomo
integrante
deella; y estando tan fuertemente enlazadas,quelaunanopuede.deningún
modomar¬char sin el ausilio do lu otra, debería entrarel es-
ludio de la
primera,
en toda sucstcnsion> enla en¬señanzade la segunda. ¿Quién
puede
poner enduda lo conveniente que es una csplotacion rural, en donde sepropague lacriay educación de todas las especies de animalesdomésiicos,
ysepractiquen
esperimentos sobre todas las circunstancias quein¬fluyen enel desenvolvimiento de sus
cualidades,.cn
la trasmisiónde susbellezasy
defectos,
parapoderEL ECO
apreciar
susresultados
yentrar en la senda de su
mejora y
perfeccionamiento, que tanto interesa á
nuestra
querida patria?
Los conocimientos de
zoonoraologia,
que sead¬
quieren
ennuestras cátedras, nada dejan que desear
en suparte
teórica
:nada
pasa enellas desapercibido.
Todososujeta
ú
uncxámen, á
unescrupuloso aná¬
lisis. Los resultados obtenidospor
las naciones
es- trangeras enla cria caballar, á
cuyafrente marcha
laInglaterra;
los adelantos
enla mejora del ganado
■vacuno, ya con respecto
á
sus usos comomáquinas
detrabajo, ya con
respecto á
suscarnes mas abun¬
dantes y de
mejor calidad; la superioridad que e"
el
ganado merino han conseguido, mejorando las
lanas estambreras; todas estas
nociones adquieren
los alumnos, pero no
bastan; fáltales
suaplicación
práctica»;
porque, comodijo muy oportunamente
nuestrocolega
el Sr. Darder, «la enseñanza de una
ciencia solose
completa, cuando
sele imprime el
sello dela
práctica»
; yesta aplicación no es posible
adquirirla fuera de las escuelas : en estas solamente
debe
adquirirse,
enestas debe efectuarse; puesto
que
de ellas ¿;an de salir los protectores de la agri¬
cultura yde
la ganadería española, los que han de
inculcar en nuestros
labradores
yganaderos las
ideasde progreso y
de mejora tan suspirados como
necesarios, y
ciertamente
quesolo con el ejemplo
pudieran conseguirlo. Ahora bien: si el terreno
destinado esclusivamente
á la enseñanza agrícola
es poco,désele
masestension; y entonces podrán los
alumnos veterinariosdedicarse
á algunas prácticas agronómicas, á
conocerlos diversos sistemas eco¬
nómicosdecultivoy
ciertas industrias esclusivamen¬
te
agrícolas, completando esta enseñanza en lo po
• sible condemostracionesprácticas sobre los mis¬
mos terrenos, sobre las
mismas plantas
ysobre
susproductos
:entonces podrían también hacerse ensa
yos
sobre cruzamiento de razas, mejoras de ganados
sistemasdecebamiento de
los mismos
ypropagació,)
de
especies
pormedio de una cria mas productiva,
cpie
llegaria á remunerar con usura los dispendios
que
originara.
Así,y no
de otro modo, la Escuela superior de
Telerinaria se
constituirá el
astro, cuyasluces di¬
fundidaspor
toda la Península desvanecerían la os¬
curidadenque
viven nuestros labradores
yganade¬
ros,
quienes,
endetrimento de sus intereses, están
de continuo enuna
encarnizada
pugna.Y
no son solounoscontra otroslosquebatallan, sinó hasta
contra sí mismos: el
labrador condena á muerte e^
arboladoyse
ensaña
contrala producción herbácea,
hasta elpumo
de destruir totalmente sus tiernos y
lozanos pastos, para
conseguir tan solo unas pocas
cosechasde cerealesó devino;6
ignorando la base
de la producción
alternada, persiste
en sutemera¬
rio sistema deoultivo, y vé con
dolor languidecer
sustierras, sin hallarensunulidadun recurso pa¬
rasalvarse: élganadero
llevado
tansolo del interés
del momento olvida la idea deun
ganancial ilimita¬
do, fácil de alcanzar, con
solo tender los cuidados
que
reclaman los animales
quetoma bajo
sn ampa¬ro.—La Veterinaria, ella tan solopuede
conciliario
todo, yá
ella
sinduda le está reservada tan elevada
empresa:
formando de
susprofesores
unosbuenos
agricultoresy
zoonomólogos,
ydifundiéndolos
mastarde portodas las
provincias
ypueblos de España,
derramará enellos, á mas de los
inmensos benefi¬
cios de su i>arte
médica, los
queinfaliblemente ha
dereportar una
esplotacion rural,
segúnlos prin¬
cipios de
unaagricultura perfeccionada.
No ha mucho que un
distinguido profesor ha lla¬
mado la atención acerca del matadero
público de
esta córte, comopunto
de instrucción de los alum¬
nos veterinarios, si esque
han de desempeñar al¬
gun
dia
esosdecantados
cargosde inspectores de
carnes, tan esenciales para
la conservación déla
salud
pública;
yporcierto
queestamos
en untodo
conformes con su
pensamiento
: pues no noscabe
duda alguna,
de
quelos mataderos
sonhasta cier¬
topunto
los mejores libros de patologia
yanatomía
patológica conocidos,
ymas quetodo aun enseña¬
rían á los alumnos cuanto necesitasenen
llegando
áprofesores, y
tuviesen
quellenar algun dia el gra¬
vecargo de velar por
la salud de
suscompatriotas
y
convecinos.
La distancia que
media
entreel matadero
yla Es¬
cuela deVeterinaria yla
imposibilidad de reunir
enaquel establecimiento un'crecido número de hom¬
bres, con el objeto
de la enseñanza, podrán
será primera vista obstáculos insuperables á la realiza¬
ción del
pensamiento
; pero esosobstáculos queda¬
rían fácilmenteallanados, connombrarun
número
determinado dealumnos, que
estableciendo
untur¬
no riguroso, prestaseneste
servicio,
comoanti¬
guamente se
hacia
enlos hospitales, fragua
ydemás
dependencias de la Escuela superior
: yno debían
tan solosujetarse
ála simple asistencia al matadero,
porque
ésto
ensi nada seria, sino que deberían to¬
mar
apuntaciones de todos los
casos que seofrecie¬
sen, para
presentarlas luego
enlas cátedras, donde
se
trabajaría sobro ellas, con.siguíendo de este modo
no soloun conocimientointimo de
las calidades de
las carnesdestinadas al abasto
público
ycuyasalu¬
bridad estan interesante, sinó
también del origen
del mayor
número de enfermedades enzoótícas
yepi¬
zoóticas
contagiosas ó
no.Siseexigiese
á los alumnos los preliminares
queen otro lugar
indicamos;
ysi
seregularizase la
en¬señanzaen laEscuela
(pues al
paso que unosaños
son bastante llevaderos, otro?
están
muycargados
de asignaturas, queno
pueden tan solo con la no¬
menclatura
propia de cada
unaacometer los alum¬
nos)
,subviniendo al propio tiempo á las necesida¬
des
palpitantes
quedejamos consignadas; entonces
entraría la Veterinaria en la vía de su
desarrollo
práctico,
entoncespodría también con tales hijos
serútil i\nues.tra patria, dándola lo que no tieney conservándolay aunperfeccionándolalo queposee.
Miguel Visasy Martí.
Guando seponen en duda los capitales princi¬
pios de legislación, cuando se desconoce el imperio
de las leyes, ycuando se duda yniega la evidencia de las cosas, justo y muyjusto es que tomemos de
nuevo la iniciativa en la cuestión que agitalaspren¬
sas veterinarias, para ilustrar á los ignorantes y
persuadir á los obcecados, de la justicia de nuestra
causa tannoble y tan sagrada, á pesar de tacharla algunosalbéitares, enmedio desu cinismo, de ruin y supersticiosa. Nue.-'tro silencioen e.btecaso podria
parecerreprensible á los ojos de los hombres sen¬
satos; y á aquellos que
sueñan
con derechos quenunca han tenido y que arrojan mildardosveneno- soscontrareputaciones bien sentadas, que, sinres¬
peto á la dignidadque comohombres se debená sí mismos yá los demás, ultrajan al méritoy al saber
CORsolo verle envuelto con eltítulo do veterinario, podria enfatuarles hasta el estremo de posesionarse delterreno de las personalidades,
siempre
repug¬nantesá los hombres de sano criterio, y el único
en que
pueden
hacer valedera su fuerza, porque esta en ellos solo consisteen insultos, amenazas yen otrascosas que masvale dejarlas olvidadas.
Pocos son los veterinarios á quienes nuestra humilde voz se dirige, los albéitares todos sin es-
cepcion: á los primeros para recordarle.s loque tal
vez hayan olvidado, á los segundos para decirlos lo que no saben, y que si lo saben quieren empero
ignorarlo. Ahora bien, ¿en qué derechos apoyan los veterinarios sus peticiones?—En el derecho in¬
contestable de las leyes. Y los albéitares en qué las fundan?—En supersticiones, en quimeras, nada
hay
que legítimamente les escude áno ser la auto¬ridaddel Boletín de Veterinaria que, salvo una li¬
gera escepcion debidaá la categoríade sus redac¬
tores, tiene el mismovalor queestey demás perió¬
dicoscientíficosquepudieran publicarse.Puesbien,
una vez reconocidaestaverdad, ¿por quése vienen pidiendoenjusticianuevos derechosparalos albéi- tai'es?¿Será talvez por su antigüedad,cuando en sumayor número nacieron ayer? ¿Será porméri¬
tos contraidos, ó por qué será?—Esto es lo que ellos
podrían
decirnos, y que sinembargo
no nos lo dirán.Vamos ádemostrar ahora la verdad denuestros asertos. Por laley 5.a, título 14, libro 8.® de la Novísima
Recopilación,
se respetaronlos derechos y facultadesque á lasombra de otras leyes habían adquiridolos albéitaresantesdelosaños1800y1802,y se concedieroná los profesoresveterinarios pree¬
minencias que los anteriores albéitares no hablan conocido; es decir, se crearonsolo para los vete¬
rinarios que entonceseran y para los que hablan
deser en lo sucesivo: además seprevinoque todos ios albéitares, que
luego
se formaran, debían versepostergados en todos los actosmas importantes de la facultad á los veterinarios, lo que prueba que nuestra
superioridad
no data de ayer, sinó que es hasta anterior á la formación de todos los albéita¬res actuales, quienesaltomar su título no debían ignoraresta
ley
, y por consecuencia no se verían tampoco ahoraeneltrancede clamarinnecesariaéinoportunamente contra ella. Desde aquella fecha
hasta muchos años
despucs
se concedia á los^albéi¬
tares títuloüe veterinarioscon estudiar dosañosen
el Real
Colegio
de Madrid, lo que prueba que losprimeros eranconsiderados enesta
época
aun mas inferiores á lossegundos que en losaños
ya cita¬dos. Mas tarde seprevinoque para ser veterinarios losalbéitares, debíanestudiarcinco años en el Co¬
legio nacionalde Veterinaria , sin cuyos requisitos
no podian conseguirlo:
luego
tenernos que un títulode albéitar no tiene valor ninguno ante la ciencia que con orgullo profesamos; y tenemos también confirmada pornuestrakgislacion, la superioridad inmensa queantes del año1847 tenían sobre los al¬
béitares losprofe.sores de Veterinaria.
A la vista de este pequeño cuadro en
dondp bri¬
llan los derechos de losveterinarios al reflejo de la
razóny la justicia ¿nos objetaránacaso los albéita¬
res, que en el Bolctinde Veterinaria son conside¬
rados iguales enun todo. que en la práctica nunca habían encontradooposición encuantoemprendían
aunal lado de los mismos veterinarios?... Si talsu¬
cedetocante alprimer estremo, el Boletín se de¬
fenderá, ylo hará tanto mas, cuanto que de per¬
manecer semineutralnos pondráén elcaso detomar
su defensa, cosa que no quisiéramos por
ningún
concepto: en cuanto á lasegunda objeción, nada de particular tiene que,dueños
absolutos del territo¬rio hispano
(como
lo han sido hasta estos últimos años,en quela pasión porlas ciencias ha tomado el desarrollodebido), hicieran
cuanto querían ; y el efectuarlo al lado de los veterinarios, sinque leshiciesenoposición, es una
prueba
de la toleranciay condescendencia deestos profesores, de sus senti¬mientosmas humanitarios quelo.s de los albéitares, y de ningunamanera un testimonio de laigualdad
de ambas clases.
Por fin
llegamos
alano de 1847 ; en este año de feliz recuerdose crearon lassubdelcgaciones
desa¬nidad,y se crearon para losprofesoresveterinarios,
nopara los albéitares, quienessin
embargo
ias estánen grannúmero
desempeñando
; y no se nos digaquelas palabras profesor de Veterinaria asi se re¬
fieren á estos corno áaquellos ,porque es inconce¬
bible queel Gobierno los considerasede este modo, cuando ensus títulos los llamabaalbéitares óprofe¬
soresdeAlbeitería.Estos han sido escluidos de todo
plan dereforma, siya no es en aquellos en que ha
sido necesariorepetirlesy
afirmarles
masenla idea de su inferioridad.Viene ahora á ocupar laescena el Plan de 1847, Guya
importancia
é inmenso valorno ha sido como se merece apreciado. En él y en su artículo 17, ti¬tulo 3.®, se marcan las atribuciones de las dos clases deprofesores de Veterinaria, y si vamos á examinarlas una por una , encontraremos que son tales que no se habían conocido en nuestra facultad antesde esafecha: luego es consiguiente que, na¬
cidas en 1847, debían reservarse para las nuevas clases deprofesores, puesto que eran y sonel pre¬
mioofrecido al estudio asiduo y constante de los verdaderos
principios
veterinarios.Bien considerado lo que acabamos de esponer
¿cómoes posibleque haya
hombres
tan ilusos yob¬cecados que jiretendan unos
derechos
y facultadesque nunca tuvieron ni conocieron, por haberse
conferido á unaclase en particular, con csclusiou de todas las demás, y en unaépocaen que lospre¬
tendientes tenían ya trazado el límite de susatribu¬
ciones?
Dígannos
sino ¿quiénde ellos habla visto ni oido. hablar antes del ano 47 deinspecciones
de carnes, pastosy paradas, deperitos y titulares de lospueblos, deintervención facultativa enloscasos deenfermedadesepizoóticas
ypolicía sanitaria,etc., etc.?...Alto,
muy alto está hablando sobre esteEL ECO
j)utito
cl artículo 17, título 3. ®
,donde dice ; «Pa¬
sados cincoaños después
de la publicación- de este
decreto, solose
proveerán
enprofesores de 1." cla¬
se las plazas
de veterinarios militares y las de visi¬
tadores, inspectores y
peritos
ytitulares de ,los
pueblos.»
Ahora bien, si no basta
á los albéitares el
con¬sideraren esta disposición , que
á los veterinarios
puros se
los perjudicaba
enestremo, puesto que se
les
quitaban facultades
quelegalmente les pertene-
cian, talescomo
la de ingresar
enel ejército, y que
sin embargo
viéndose brindados
con unanueVa con¬
sideración y
titulo
, novacilaron
ensujetarse á las
disposiciones tornadas
porcd Gobierno; si no les
parece
bastante elbaberles ofrecido en el artículo 20,
título 3.® unnuevo título con nuevas
atribuciones,
gracia que reusaron porel exámen á que se les
obligaba; entonces no
hay
mas queponerles de ma¬
nifiesto lasescuelas subalternasy los
profesores de
Albcitería que
han pasado á la clase de veterinarios,
mediante las
pruebas de idoneidad exigidas por re¬
glamento.
¿Y de qué otra
manerase ha de persua¬
dir á los que no ven
la verdad ni comprenden la
importancia
del artículo 17, (ilulq 3.® del Regla¬
mento del 17?... Creemos por
ahora haber puesto
lacuestión en su jiunto, y creemos
también
quelos
encargados de
la formación del arreglo de la Vete¬
rinaria nada ignoran para
obrar
conrectitud y co¬
nocimientode causa entan
capital asunto.
Estas ligeras
indicaciones exigidas por las cir¬
cunstancias presentes, no n.os
relevan de la obliga¬
ció?! de tratar con mas
latitud
esto puntocuando
llegue suoportunidad.
migciii, VisasyMartí.
.-a ciC»"
Contestación al
remitido de D. Saturnino San-
doms,inserto
enel número i'5 de El Eco bajo
- el
epkjrafe de Manifestación.
Según
tenetaoS ofrecido, vamos hoy á ocupar¬
nosde larefutación de este
escrito
contoda la bre¬
vedad
compatible
con unaimpugnación razonada.
Al efecto, insistiremos
únicamente sobre las
cues-tiónes en nuestro conceptomas
importantes
que suautíir toca, sin
perjuicio de atender también á las
que tienenun
carácter accesorio. Pero antes de en¬
trai' de lleno enla polémica,
cúmplenos establecer,
tranca y
terminantemente nuestra posición respec¬
to de ios diferentes
albéitares
quebajo.c.ste ó el
otropunto
de vista han tomado parle en la contien-
,(la c intra los
veterinarios.
Numerososhan sido ios escritos que
los albéi-
tareíban dado á luzen
defensa de
suclase,
ya en elperiódico á
esteobjeto consagrado
,yá on ¿1 Bo¬
letínde Veterinària, que duranlc
algun tiempo han
convertido tambiénen órganosuyo.
En todos ellos
se ha defendido à la
Albcitería
yatacado.á la Vete¬
rinariaconigual
vidioinencia
,conimplacable ardor;
pero, en
obsequio á la verdad
,es necesario decir
que no
hay'uno
que noadolezca de Jos gravísimos
defectos en que
incurre cualquier escritor
queargu¬
menta sin rrzonary
esgrimiendo á
veces armasde
m?da ley. ¡ .
Dceslcúltimo modode
proceder
no queremos ocuparnos, porquemiramos
conindecible repug¬
nancia todo loque sea
alterar .la verdad de los he¬
chos, yhmy
especialmente la
maneraindigna
comose-vierten
suposiciones calumniosas,
tanto mas nau¬seabundascuanto quefalta el
valor
paraformular¬
las abiertamente.Examinando,pues,
esclusivanien-
telosargumentos
(si así puede llamárseles) presen¬
tados porlos
albéitares
enestas cuestiones, encon¬
tramos quetodosse
hallan comprendidos en los re¬
mitidos delSr.Sandonis, áescepclon de
alguno
tanridículo que no merece
siquiera mencionarse. Ade¬
más,los quehayan
leído ciertos comunicados en el
Boletín y en el
Jlbéitar, habrán podido notar que
sus autoresse limitan á arrojar enla
balanza de la
discirsion una repetición
parcial
ymonótona del
primeroque
escribió dicho señor,
conenfática y
puerilarrogancia. Héaqui
porque nocreemos nece¬
sario ni conveniente contestar á nadie mas
queá D.
Saturnino Sandonis, á quien, sea
dicho de paso,
noscomjdacemosen
dar así publicamente una mues¬
tra de nuestro
aprecio personal.
Volvamos yaal
objeto de
esteartículo.
El señor Sandonis encabeza su
manifestación
con unaslíneas tan lisonjeras paranosotros, que,
atendidas nuestras circunstancias,
creeríamos
ver envueltoen ellasun mordazsarcasmo,si al mismo
tiemponohubiéramos hallado
enlos dos remitidos
de este profesorun
fondo de delicadeza
ybuena fé
incompalibles
conunlenguaje capcioso y emboza¬
do. De cnalquier
modo, si tales espresiones son sin¬
ceras, dárnoslas
gracias al señor Sandonis, protes¬
tándole queestamos muy
lejos de abrigar la necia
presunción de merecerlas; si por el contrario fue¬
roninsidiosas, lo sentiríamospor
él,
porque nole
favorecoria en concepto de
nadie
atacarrastrera¬
mente áquien, como nosotros, espone
sus opinio¬
nes conentera franquezay
sin petulante afectación.
El segundo
párrafo del remitido que nos ocupa
estanto masdigno de
contestación, cuanto que en¬
vuelvo una reconvención
hácia
nosotros.Si
nohe¬
mos estrañado ciertasespresiones
del Sr. Bargalló,
es porque
sabemos
queejerce la Veterinaria hace
ya mas de cuarenta
años,
ynaturalmente debe ha¬
ber sufrido mas queotro
alguno
amargosdesenga¬
ños; con tantomas
motivo cuanto
quees un sugeto
de una enterez'!de carácterpoco comúny
de hon¬
rosadignidad
facultativa, cualidades nada apropósi-
topara prosperar en
el estado de la profesión. Por
lo demás, nosotros no sostenemos
ni reprobaihós
la forma enunciativa, porque noqueremos
entrar
en la cuestión de si las ideas
deben
seremitidas de
esta ó la otra manera: de lo quesetrataes, pues,
de
saber si los veterinarios tienen
motivo
paralamen¬
tar la existencia de los albéitares;
cliscusion
enqueentramos gustosos, y que
nosotros mismos hemos
provocado.
Cuandose fundó laEscuela
Veterinaria de Ma¬
drid, fuéporque se
liabiaa palpado ya las ventajas
que las
de Francia estaban reportando, y por el con¬
vencimiento (¡uc la
c-ipci'iencia
yla razón hablan
hecho
adquiriránued.os hombres de estado de que España carecía absolutamente de profesores, ver¬
daderamente tales.Como era
lógico
ynatural,
par¬tiendo de este
principio, los profesores de nueva
creación
esperaban de
unaño para otro ver supri¬
midos los exámenes por
pasantía- Sin embargo, los
exámenes por
pasantía continiiajon con una profu¬
siónasombrosa, llenando á
España de albéitares que
andando eltiempo,
hablan de tener ocupados los par¬
tidos y
destinos
quede dereclio pcrtcueciaii á los ve-
terinaiios; y 52
años
mastarde el malogrado funda¬
dordelBoletín de Veterinaria
(1), D. José María de
Estarrona, se
espresalra así; «Se abrió el citado co¬
legio:
(la Escuela de Madrid), y cuando desde aquel
instante debió
prohibirse
que personaalguna ejer-
(1)
Que en Suorigen
nofué
semin entrai.
ciera la Veterinaria sin haber en él estudiado los años que sedemarcaron, no se hace así; antes por elcontrario, la admisiónde losalumnosesmuy limi¬
tada y defectuosa, etc., etc.»
Llegópor finel año de 18.'r7, y con él la promul¬
gación de un Reglamentode
Veterinaria,
en que seprohibia para en adelante dichos exámenes, pero permitiéndolos hasta 1." de octubrede1850,que era lo mismo que invitar á que se apresurasen á re¬
cibirse todos los que tuvieran intención dehacerlo algun dia. Ycomosi esto no fuera bastante, todavía
se otorgóunacondescendientepróroga; contodo lo cual seconsiguióque
España
quedaracompletamente inundada de esta clase de profesores. El resultado inmediato fue, porconsiguiente, el que debía ser:losveterinarios á medida que han ido concluyendo
su carrera , han encontrado destruido su porvenir;
porquehastaenlospueblosmaspequeños hayalbéi- tares, cuya instrucción, costumbresy modales, mas en armoníacon las de lageneralidad de losquecui¬
dan y aun poseen animales domésticos, les hacen también masaceptables quepuede serlo un hombre de ciencia. Por otra parte: tampoco les ha sidopo¬
sible á los veterinarios tratar de acreditarse, cual¬
quieraque
Itaya sido
su mérito, porque en general hanconsumido, siguiendosusestudios,elcortocapi¬tal que poseyeran, y nopueden esperarenla inacción eltieniponecesarioparadarse á conocer. Vea,pues, el Sr. Sandonis .si la clase lie alijéitarcs esó no la causado que lasesperanzas legítimasde los veteri¬
narios se hayan delrauílado.
Y]íO obstante, aun quedanpor aducir otias ra¬
zonesde gran peso. Respetando siempre á los hom¬
bres que seencuentran en el número do las honro¬
sas escepciones de que en otro lugar hemoshecho mérito, es precisoreconocer quela mayor partede los albéitares sonmuy poco escrupulososen losme¬
dios que han de emplearpara adquirir clientela; de donde-resulta una vergonzosa concurrencia, entre cuyos efectosse cuentahace ya iiniebo lieinpo la siipeilitacioü de la facultad médica al artedeherrar.
De esta manera, lasociedad, mirando á este como el mas importante, á aipiella como accesoria, seha acostumbrado á considerar á los profesores como
llenadores, mas ó menosadornados deotros cono•
cimientos, pero al fin como herradores.—Así las cosas, se establece un veterinario; y qué sucede?
La competencia de los albéitares llega
á
ser hasta feroz; y él (¡uizá, cscelcnte profesory hoiubre de¬licado ypnuilonoroso, nosolo.se veconfundidoyaun postergado á losnero quele hacen nua guerra de mal gé¬
(i),
sinócolocado en ladura aitcrnalivadete¬ner que acepten- costumbres indecüros-.is y á veces [umible.-, ú cambio do una posición iiúe. aconque cubrir sus mas ¡.erentorias necesidades ó de oiitar porla falta absoluta de medios de subsistencia.,
En el primer caso, el veterinario á quien una
apremiaaíc necesidadhabrá conduciilo á la degra¬
dación,en vano solicitará el aprecioy consideracio¬
nes,á queindudablémentes.)habría
Jiecho
acreedorén otras
circunstancias;
enél segundo, si hatenido laabnegación
de sacrificarse á .su dignidad faculta¬tiva, habrá de sufrirque la avilantez de algunosde
sus
enemigos
lo eche todavía en cara susescaseces,suhonrosa pobreza, como una prueba de falla de (i) ¡Seven cosastan singulares....! Has do una vez ese veterinario que ponemos porejcm|ilo, sepasmaante la insultantey necia .--uperioriííad que soinc él aleda uno (le sus iiiitiguos condiscípulos', el cual,piíiTiendo apenas^
■digerir el 1." ó 2.°cursode Veterinaria, tuvo quo aban¬
donar lacarreray sehizoalbéitardegolpey porrazo!
aptitud Conocemosejemplos do esta naturalezar Podrá argüírsciios que
los veterinarios
tienenehprivilegio
dedesempeñar
las plazas del ejército lObjeción
mezquina. Paracada plazavacanteexisten cien veterinariosdesgraciados.Pero además¿eseste el porvenir quedebiera estarles reservado? ¿No seperjudica también ála sociedad conprivarla de los»
servicios que pudieranprestar á la Agricultura es¬
tosprofesores que, porlascausas indicadas, están- reducidosá la condición demeros
hipiatras?
Fuera,detesto,
encualquiera
de las situaciones quehemos señaládo ¿tendrá elveterinario la virtud necesaria para consagrar unavida llena de penalidades á un estudio que no ha de ver premiado y que ha de quedar estéril para él y sus sernojanjes? ¿No es lamas natural que las mas felices disposiciones su¬
cumban ante tantas contrariedades, y que sean nu¬
los los adelantos científicos?
Queda dimiostradoquela existencia de los albéi¬
tares es elorigen principal dolos perjuicios queIos- veterinariossufren, tonto en susintereses morales
como en losmateriales, facultativos y científicos:
elmas poderoso enemigo de la moralidadprofesio¬
nal; un obstáculo invencible que .so opone áqueia patria reporte ventajas, de alta
consideración;
unmarcado éinconcebibleanacronismoen la épocaac¬
tual de la Veterinaria.
Ahora bien ¿comprende el señor Sandonispor qué nosotros no estrañamos que los veterinarios clamen contra ios albéitares, siendo así queestos- lian constantementesobrepasado los límites de sus-
atribucioiics, no contentoscon perpetuar, por sti sola presencia, losmales queafligen á la profesión?
No encuentrajustoque iosveterinariosprorrumpan
en espresiones de indignación, cuando, despuésde todo lo dicho,ven quealgunos albéitares osanpe¬
dir lo que los de Cataluña pidieron?
(1). Creemos-
que ahorano negará que tuvimos motivos podero¬
sos para provocar estos debates. Ahora compren¬
derá por qué les damos mas imiiortancia queá las misma.s cuestionescienlíficas, á pesarde que estas
nosserian mas gratas. Ahora no dudamos que el señor Sandonis encontrará razonable el que estas cnostiones hayan constituido
eí objeto
primordialy necesario de El Eco, puesto que el único périódico deVeterinariaque entonces contábamos, decíasere-ciUamenie ápropósitodé
laesposlcion
de dichospro¬fesores «que en un
principio
pensaban pedlnnuchoetc.»
(a)—Concluirá (2).
Sres. redactores de El Ecode la Veterinaeia.
Muy señoresralos:Sírvanse Vds. trasladar á las colum¬
nas(idperiódico quetan oportunamente redactan, laad¬
junta csposicion que cou esta fechahedirijldo alescélen-
tííimo señor ministro de la Gobernaoiondel Reino,ácuyo
(1) Tor si elseñorSandonis lo ignora, lediremos què solicitabau, nosolo título de veterinariosde 2.» clase; no solo también (|ue se lesotorgasesin examen previo y si
pormcilio deuna memoria...', no solo, enfln quelos
-derechosdosureválida qu(daran reducidos á 320rs., si¬
noque(cosa incrcible) seles diese deeste módó igualés
atribucionesque á los de 1daseen el ejercicio civil de laVeterinaria.
(ai A qué llamarla mucho d Bolcíhi?
(2) Para dar cabidaâ los remitidos quepublicamos, nos
vemos precisados á'dilcrirhasta el númeropróximo
el
res¬to,deesta contestación,que ya sehallaen prensa. - -
El ECO
favorlesestará
agradecido
suatento servidor y suscritor
B. S. M.
Un Veterinario.
Señora:
D. N. N., veterinario
titular de la villa de... provincia
de... en vuestro reino de...
subdelegado de sanidad del
partido
judicial de la misma,
conel mayor respeto y aten¬
ta sumisiónseatrevedponerseá los
R. P. deV.M.,
espo¬niendo: quecuando
todas las clases científicas de la sucie¬
dad tienenla consideraciónque lases
debida,
conrelación
á losbeneficios que de ellas reporta,
solo la de los profe¬
soresdelasciencias decurar,
colocados
enlos pueblos in¬
clusos losveterinarios, tiene una
existencia precaria
yde¬
nigrante, no
merecida
porcierto
comohombres que son
deconocimientoscientíficos, agena del
siglo
en quevivi¬
mos, ymas aun,bajo
el augusto reinado de V. M. Depen¬
dientesen un todo dolos ayuntamientos,
formados
en ge¬neral dehombres sin ningunainstrucción,
ignoran lo
quesedebe á todo elqueejerceuna
profesión científica
,sin
comprender lasaltas
é interesantes funciones que desem¬
peñan;
depositarios de la salud pública y de la de todos sus
animalesdomésticos, cuyagranjeria constituyeuna
de las
principalesriquezas
de esta nación esencialmente agrícola
y pecuaria,cuya
conservación
ymultiplicación que es la
principalmisión
del veterinario, procurarán mas que la de
»us esposasé hijos,
cuando enferma alguno de ellos, y lo
vendesaparecerde su
vista
porefecto de
unafatal terrai-
•nacion, óporquela
enfermedad
eramortal de necesidad,
eneste caso, quetieneque ser muy común, por
elcto de
laimperiosa ley deque
todos los vivientes tienen que mo¬
rir, entonces, señora, son
sin fin los insultos, dicterios
y despreciosque elveterinario
queintervino
enla medica¬
ción delanimalque murió tieneque
sufrir, de nada le sir¬
ve estaradornado de losmasprofundos
conocimientos
enla cienciaque profesa, pues en concepto
del dueño nada
hizo pir salvarle aunque
le haya prestado la asistencia
mas asidua enel curso de la
enfermedad
comosiempre
sucede. Estas cualidades del profesor, niatenuantes son
anteel airado y ceñudo
tribunal del dueño
y sufamilia,
ante elpueblo lodo ; se
fulmina la sentencia de
sucslra-
ñamientoparacuando
cumpla
suviennio ó triennio
, con¬denado entretanto álarelegaciónmas vergonzosa y
humi¬
llante,constituido ámorir
civilmente
,teniendo
queir á
otro pueblo ásufrir
idénticos ó
mayoresmales.
¿Qué
es estofseñora, que en lailustrada España
ybajo la feliz
yventurosa Egida del augusto
reinado de V. M. solo los
profesores
de las ciencias de
curarde medicina, cirujía,
farmaciay veterinaria,
han de
estarespuestos enlos
par¬tidosá sufrir las malasconsecuencias debajasy ruines pasiones, sin tener encuentasus
conocimientos científicos
adquiridos á costadeaños
de
carrera yde
numerososdi?,
pendios? Nopedimos
mucho
,señora, sino
queV. M.
nos equipare á los maestrosde instrucción primaria de los
pueblos;no me
detendré
encomparaciones siempre odio¬
sas entrecarrerasliterarias adquiridas con masómenos tiempoentreaquellos y estos,
ni de las altas misiones
que estánllamados á desempeñarunos y otros:pero concéda¬senoscomoáestosinamovilidad enlospartidos, segura y decorosa subsistencia, provision de estos por
rigorosa
Oposiciónantetribunales facultativosformados ad hocen lascapitales de provincia,y con semejantes atribucionesálas de las comisionesprovinciales de instrucción prima¬
ria. Conestasóidénticas medidas, el Gobierno de V. M.
tendrá fieles servidores para la formación de la estadística
generalpor
medio de los subdelegados de sanidad de los
partidos, sabrá
á
puntofijo el número de vecinos de cada
pueblo conla
riqueza componente de todos sus animales
domésticos dotodas lasespecies;últimamente estos
fun¬
cionarios podrian
desempeñar las altas funciones de sub¬
delegados de
sanidad, velando
porla salud é higiene públi¬
casque lesestá
encomendada
porel reglamento de sani¬
dad del reino, denunciando causas y abusos que seopo¬
nená larealización detan grandes
beneficios,
que enel
estadoenquehoyseencuentran no
pueden destruir, por
temorá serdespedidos de los
partidos.
Portodas estascoirsidcraciones, el esponente se
atre¬
veásuplicará V. M. se
sirva determinar, según su real vo¬
luntad y según estas
concisas indicaciones, ó del mejor
medio queV. M. tenga
á bien disponer; cuyo beneficio re¬
caerá sobre miles defamilias
dignas de mejor suerte y
quetodo loesperan
del maternal amor de V. M. por cuja
preciosa
vid.i
rueganal Todo-Poderoso la conserve por di¬
latadosanos para lafelicidad de esta
Monarquía.
7dejulio de 185.1
Señora.
A. L.R. P. de V. M.
N. N. Veterinarios.
Enclestadoactual decosas, creemos
muy opor¬
tuna la
presentación de la instancia que hemos in¬
sertado
gustosísimos;
ynopodemos menos de lia-
mar hácia ellala
consideración de los veterinarios
pensadores
yamantes de la prosperidad de la cien¬
cia yde la
dignidad profesional. Nos consta de una
manera
positiva la aptitud
ymoralidad del profesor
solicitante, y encarecemos
estas circunstancias que
tanto daben influir en
la
justa ydetenida aprecia¬
ción que sus
comprofesores hagan de este paso en
medio delos conflictosquenos
rodean. La situación
presente
de la Veterinaria es grave: tal vez hay
peligros
inminentes
;los momentos son preciosos,
i
Ojalá
queesfuerzos tan meritorios fueran secun¬
dados por los
veterinarios de cierta posición, ya
queno por
todos 1
Srcs. Redactores deElEco
de la Veterinària.
Muy señores
mies:
confecha do 16 de junio próximo
pasado,
dirijí á los Señores Redactores del Boletín de Ve¬
terinaria, el adjunto
comunicado, el
que esperodéla
bondad deYds. seservirán
insertarlo
en suapreciable
periódico,
de lo
queles quedará sumamente agradecido
s. s. q. s. m.
b.
JóseRevascall.
Sres. Redactores del Bolelin de
Veterinaria.
Muyseñoresmios:
si
encircunstancias menos críticas
quelas que en
el dia
seencuentra la Veterinaria
,hubie¬
seleido enel número 8 de
elAlbéitarla refutación
quede micomunicadoinsertoen su
apreciable Boletín de 20
de abril delpresenteaño
hace el albéitar D. Juan Parés,
no hubiera hecho caso de cuanto
contiene,
enatención á
que, cualquieraque
desee informarse do la veracidad de
sus asertos, no tiene mas queleer lo que
escribió
enel
número2 delcitado periódico,bajo
el epígrafe -Enferme¬
dadepizoóticareinanteen
S. Martin do Provenzals- y con¬
vencerseinmediatamentede la
grande contradicción que
desucontenido sedesprende:mas comoen
el dia
sopre¬
tende, poralgunos,
bacer
ver quelos actuales albéitares
sonmerecedoresde lasmismas