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Una nueva forma en la organización del trabajo: El teletrabajo o “e-work” teletrabajo o “e-work”

“Sociedad Informacional”

3. Una nueva forma en la organización del trabajo: El teletrabajo o “e-work” trabajo: El teletrabajo o “e-work”

3.2. Una nueva forma en la organización del trabajo: El teletrabajo o “e-work” teletrabajo o “e-work”

En este contexto de profunda terciarización laboral, de fuerte atracción de las ciudades y de fragilidad del sector rural, encontramos el desarrollo de lo que se ha llamado una nueva organización laboral, el teletrabajo, inscrita en el movimiento de transformación social y económica que afecta el sistema de empleo y la organización del trabajo. Los cambios profundos que en los últimos años ha conocido el mercado de trabajo, se hallan directamente relacionados con la mundialización de los mercados y la producción, y con la intensificación de la competitividad tanto en el sector privado como en el público. En este contexto las organizaciones se centran en la mejora de su productividad, reducción de costes y mejora de la flexibilidad de su organización del trabajo (CEFRIO, 2001b).

3.2.1. El teletrabajo en la sociedad post-industrial: una corta historia.

En el contexto iniciado en los años 70 en Norteamérica y posteriormente en Europa, se han ido construyendo nuevas concepciones de modos de vida, vinculadas a formas y situaciones de trabajo nuevas, marcadas por la diversidad, la flexibilidad de su deslocalización, modificando conceptos como el tiempo, el espacio y las relaciones sociales (Haicault, 1998). La flexibilidad laboral es actualmente uno de los principales criterios considerados en los objetivos de la

competitividad de las empresas. De este modo, el teletrabajo abre el campo a una “movilidad virtual” dentro de un mercado de trabajo segmentado, ofreciendo, teóricamente, nuevas posibilidades a todos aquellos a quienes la necesidad impone la permanencia en un lugar determinado.

Surgido de la noción de “telecommuting” introducida en los Estados Unidos alrededor de 1974, el concepto teletrabajo se desarrolla en Europa a finales de los 70 y, poco analizado hasta mediados de los 80, resurge en los debates sobre la flexibilidad del trabajo, la planificación territorial y los proyectos de redistribución y reequilibrio espacial debidos a la popularización de las TIC. El teletrabajo toma así un lugar principal en el seno de la competitividad internacional del sector de los servicios informatizados y de los retos políticos y económicos de la “sociedad de la información” (Mattelart, 1992).

Gráfico 3.1 Evolución cuantitativa y cualitativa de los medios de comunicación en favor del teletrabajo

Fuente: Elaboración propia a partir de Lemesle (1994).

Actualmente, nos encontramos ante nuevas reservas respecto a la capacidad del teletrabajo para crear empleos y favorecer la deslocalización. Se habla como si la palabra teletrabajo hubiese tomado ciertas connotaciones negativas,

Aspectos

desfasadas, siendo remplazada por “actividades y trabajo a distancia”,

“teleactividades”, “teleservicios”, e-work, etc. insistiendo principalmente sobre los aspectos comunicación, movilidad, relación social (Haicault, 1998). A pesar de todo, la definición de todas ellas sigue siendo la más amplia aplicable: “e-work, abarca cualquier trabajo que se lleva a cabo desde el exterior de un establecimiento empresarial y es gestionado desde ese establecimiento usando tecnologías de la información y un enlace de telecomunicaciones para recibir o entregar el trabajo” (CCE. 2002, pag. 24).

En este sentido, es necesario ser realistas y tener presente que, más que al mercado de trabajo, el teletrabajo afecta a las condiciones del trabajo en si mismo, creando profundas transformaciones. Si bien puede convertirse en una posibilidad real de nueva organización del trabajo, permitiendo el acercamiento del trabajo al domicilio y flexibilizando los horarios de los teletrabajadores, exige también un nuevo modelo de control de la gestión, un cambio de mentalidad empresarial. El teletrabajo supone, al mismo tiempo, la necesidad de una mayor capacidad por parte de los trabajadores para asumir una organización laboral y personal diferente. Así, existe el peligro de que si bien puede desembocar en diferentes formas de trabajo, como pueden ser las actividades de teleservicios compartidos, también puede dar lugar al trabajo precario en condiciones irregulares que ya conocemos.

El primer proyecto piloto sobre teletrabajo documentado data de 1973. Existen experiencias anteriores a esa fecha, aunque no fueron concebidas inicialmente como teletrabajo, como la llevada a cabo por la empresa Fotosatz, en el sector de las artes gráficas y edición, que mantiene una estructura de teletrabajo desde

1968 (Calo, 2001). Desde principios de la década de 1990, muchas empresas iniciaron esta práctica, sobre todo en Estados Unidos y Gran Bretaña. Las previsiones de población trabajando a distancia no se cumplieron debido a la situación económica de los años 1991-1993, pero poco a poco se han ido recuperando.

En el caso de España la aparición del teletrabajo se dió a comienzos de la década de los 80, cuando los responsables de recursos humanos observaron la aparición de una nueva forma de gestión de personas.

Esta modalidad de empleo apareció en España con grandes elogios por parte de los “gurús” norteamericanos de “management”. Tras analizar las ventajas e inconvenientes (que veremos en el apartado 3.5 página 154 ) los directivos españoles se plantearon la adopción del teletrabajo como una forma revolucionaria de entender las relaciones laborales.

A pesar de ello, diez años después de su introducción60, el teletrabajo continúa manteniendo su condición de fórmula potencial y prometedora. Multinacionales como IBM, Hewlett Packard, British Telecom, implantaron esta forma laboral en sus redes españolas, fundamentalmente para los departamentos de marketing, comercial e investigación de mercados.

Además, empresas nacionales de los sectores de servicios y aseguradoras también eligieron esta opción en algunos de sus departamentos. Para ello,

60 En España es IBM la primera empresa que puso en marcha el teletrabajo por cuenta ajena desde 1994.

establecieron un sistema mixto, mezclándolo con soluciones contractuales de trabajo a tiempo parcial para determinados colectivos como, por ejemplo, el de las madres jóvenes reincorporadas a su puesto tras la maternidad (Fernández, 2001).

Sin embargo, el teletrabajo, más allá de sus innegables ventajas, continúa sin consolidarse. Como veremos más adelante, tanto las empresas como los empleados continúan encontrándose demasiado condicionados por las desventajas que esa forma de empleo presenta.

3.2.2. Sociedad, tecnología y teletrabajo.

Como ya hemos visto las TIC han favorecido el desarrollo del teletrabajo, principalmente en aquellas zonas donde las citadas redes se han consolidado de manera rápida y eficaz. En relación a este desarrollo algunos estudiosos, ya en 1976, anunciaban la sustitución a gran escala de los desplazamientos urbanos por las TIC (Nilles y Carlson, 1976). En ese mismo sentido Katz (1987) afirmaba que el teletrabajo surgía gracias a la posibilidad de evitar el desplazamiento hacia la oficina, substituido por las TIC.

A pesar de todo, recientemente otros autores defienden que el aspecto tecnológico no es más que un aspecto secundario, y que la dimensión fundamental del teletrabajo reside en el hecho de que el trabajador realice su labor en su domicilio y no en una oficina. Dicho autores basan su afirmación en el gran número de casos que existen todavía en los que, utilizando o no las TIC, las relaciones no dejan de ser las de un simple trabajo a domicilio tradicional.

Felstead y Jewson, en su trabajo publicado en 200061, insisten en la importancia del grado de autonomía en el trabajo a la hora de realizar la clasificación de las diferentes formas de teletrabajo y las diversas realidades existentes.

3.3. El teletrabajo, un fenómeno de ambiguas e