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La sociedad Informacional en la Unión Europea

“Sociedad Informacional”

2.3. Teleautopistas y desarrollo local

2.3.1. La sociedad Informacional en la Unión Europea

Desde hace algunos años, las diferentes comisiones europeas han buscado la manera de propiciar y favorecer las reflexiones estratégicas de las regiones en el tema de la sociedad informacional. De este modo, el debate iniciado en la Comisión para definir las bases de una política general de apoyo a partir de los fondos estructurales, se enmarcó entre dos líneas de actuación completamente diferenciadas. Por una parte, aquellos que buscaban la creación de un cambio considerado como profundo, y por otra, dentro de una postura que se podría considerar de despreocupación o incluso de demagogia, defendiendo el "laisse-faire". Esta posición abría la puerta a una visión liberal elitista de la sociedad del mañana y al abandono del particularismo social europeo (Hascouet, 1997, p.

28).

2.3.1.1. Las acciones comunitarias en el desarrollo de la sociedad informacional.

Actualmente la Comisión Europea se encuentra ante arbitrajes cruciales. Si considera la sociedad informacional no únicamente como una cuestión simplemente técnica sino más como una cuestión social, tiene una responsabilidad que obliga a la creación de los espacios de financiación y de apoyo necesarios. El marco de intervención de la Unión Europea, debe así ser debatido de manera que las políticas se centren tanto en el acompañamiento a las financiaciones (públicas o privadas), como en los actores de este cambio social y cultural. Es necesario que Europa se interese no sólo en una visión elitista de utilización de las TIC, en particular en el marco del trabajo propiamente dicho, sino también a nivel social, ya que Europa tiene la suerte de disponer de fuertes núcleos urbanos activos, con unas dinámicas propias de obertura y mundialización. (Hervé, 1997, p. 19).

El informe de Martin Bangemann32 señaló la importancia de la apuesta social:

encontrar la vía entre tecno-fatalismo y tecno-ludismo se convierte en el principal reto a conseguir (Afriat & Tronc, 1996, p. 13). Como sugieren los trabajos de la Comisión europea33, es necesario educar y formar a los individuos al mismo tiempo como ciudadanos y como consumidores de los nuevos sistemas de comunicación. El aprendizaje de un pensamiento crítico sobre la sociedad

32 Véase L'Europe et la société de l'information planétaire, recomendaciones del ERT al consejo europeo del 26 de mayo 1994. Comúnmente llamado Informe Bangemann.

33 Véase Construir la sociedad europea de la información para todos. Dossier intermediario, bajo la presidencia de Yves Lasfargue, CEE, enero 1996.

informacional constituirá la mejor protección contra sus posibles efectos perversos.

De este modo, el papel de los poderes públicos seguiría dos líneas principales:

• ayudar en la apropiación social de las TIC;

• potenciar y acompañar los proyectos innovadores relacionados con ellas.

(Afriat & Tronc, 1996, p. 12).

La ciudad, como agente público local, juega un papel principal en la puesta en marcha de los proyectos del tipo de "les villes numérisées" realizado en países europeos como Francia (Hervé, 1997, p. 25), facilitando la creación e instalación de puntos de conexión, líneas adecuadas, etc. Se presenta como imprescindible la implicación política de las administraciones, no como impositores desde arriba, sino como catalizadores de iniciativas, de movilizadores de los diferentes actores implicados en el territorio.

Así, las primeras orientaciones de la Comisión Europea en relación a la

“sociedad de la información” marcaban la líneas a seguir desde la perspectiva del papel de las TIC como elemento estructurador del territorio, proporcionando los medios y estrategias a seguir por las colectividades locales pero sin valorar suficientemente los posibles resultados directos. La aparición del estudio

“Construir la Sociedad europea de la Información para todos”34, o el lanzamiento de un proyecto de investigación por parte de la DGXVI “Política regional y

34 Dossier intermediario publicado en enero de 1996, bajo la presidencia de Yves Lasfargue, encargado por la DGV, responsable de empleo y asuntos sociales.

cohesión” encuadrada en los fondos estructurales35, en lugar de surgir de la DGXIII (telecomunicaciones) muestran unas primeras posturas poco acordes con las alternativa estrictamente “pro-teletrabajo”. El mensaje de Bruselas era claro:

“las tecnologías de la información no son únicamente asunto de los técnicos, sino de todos. Las colectividades locales tienen un papel importante que jugar.

Han de encargarse de diagnosticar las fuerzas y las debilidades del territorio para saber cómo apropiarse del potencial de las TIC. Es inevitable correr riesgos, pero es necesario racionalizar los esfuerzos, calibrar la medida de las infraestructuras a realizar y acompañar en lo posible los proyectos externos.”

En este contexto general España llegaba, una vez más, con retraso: una situación de atraso en la asimilación y, aún más, en la producción de nuevas tecnologías, sin común medida con el peso económico, político y cultural del país. Un consumo y producción de nuevas tecnologías, como una proporción del PIB, de los más bajos del entorno europeo, y una acogida de las nuevas tecnologías sin controlarlas ni conocerlas. Afortunadamente se ha podido comprobar que ese retraso no es irreparable, en la medida en que se dé una voluntad política y un proyecto social colectivo de superación de la inercia histórica.

En este sentido, hemos podido comprobar que una gran línea de trabajo de las acciones comunitarias se ha centrado en la creación de iniciativas potenciadoras del desarrollo de las TIC en áreas rurales, principalmente aquéllas consideradas a lo largo de los últimos años como zonas de revitalización prioritaria

35 Appel d’offre lanzada en diciembre de 1995, enfocada a “integrar la noción de sociedad informacional en la política de desarrollo regional de las regiones desfavorecidas”.

(denominadas Objetivos prioritarios de desarrollo 1 y 5b anteriormente). Unido al papel estructurador y la “aneutralidad” que le suponemos a las TIC, aspecto que hemos expuesto al inicio del capítulo, hemos creído imprescindible analizar el papel de las TIC en el desarrollo territorial y su planificación, y para ello, qué mejor perspectiva integradora que desde la geografía.

2.4. Ciberespacio y territorio. Una aproximación desde la geografía.

Las profundas transformaciones experimentadas por la economía, la sociedad y el empleo en los distintos territorios se han convertido en importantes mutaciones de la realidad territorial conocida hasta el momento (Caravaca, 2002). Una gran parte de los enfoques y trabajos actuales se basan principalmente en aspectos como la innovación y la globalización, considerando que estos procesos explican los cambios de la actual organización de la sociedad y de la “emergencia de una nueva geografía del desarrollo capitalista”

(Harvey, 1996). Conceptos como globalización (Levitt, 1983; Ohmae, 1991;

Porter, 1986), mundialización (Michalet, 1985; Amin, 1993; Chesnais, 1998) o el menos utilizado tecnoglobalismo (Boyer, 2000) se han ido incorporando paulatinamente al discurso habitual de todas las disciplinas.

El progresivo desarrollo de las TIC ha favorecido el auge de flujos materiales e inmateriales, al igual que una mayor interdependencia entre territorios a todas las escalas. La principal característica que singulariza esta nueva forma de funcionamiento es que cuenta con la capacidad para actuar como una unidad a

escala mundial en tiempo real, al instante, lo que altera significativamente la relación espacio/tiempo, a través de los flujos. (Caravaca, 1998). Esto nos llevaría a considerar el territorio con unas nuevas coordenadas, donde el espacio de los lugares, sigue ostentando una relevancia fundamental en las relaciones sociales y económicas, y en el que el espacio de los lugares y el espacio de los flujos se configuran como dos niveles complementarios de una nueva organización. “Afirmar la emergencia del espacio de los flujos no significa negar la pervivencia del espacio de los lugares, asociado a lo cotidiano, en el que siguen vigentes las nociones de distancia y proximidad espacial” (Gutiérrez, 1998. citado en Torres, 2003).

Es por ello que es necesario profundizar en las consecuencias que esas TICs tienen tanto a nivel espacial sobre el territorio y las dinámicas locales, favoreciendo o negando el desarrollo en su sentido más amplio, como a nivel conceptual creando términos como cybergeografía36, para hablar de la geografía de los flujos ante el geoespacio, que nos hablaba de los lugares.