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U NA LÍNEA DE INVESTIGACIÓN ABIERTA

1.2 D ISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN

Introduce el trabajo de investigación y su aproximación metodológica. Justifica su pertinencia y anticipa sus objetivos.

La aproximación metodológica principal de esta tesis a nuestro objetivo último, que es la identificación de los paisajes sociales pretéritos en la alta montaña, se basa en el análisis de fitolitos de los diferentes tipos de archivos sedimentarios disponibles, ya sean las unidades estratigráficas excavadas en contextos arqueológicos de hábitat, como los horizontes sedimentarios situados en el entorno de tales yacimientos. Por tanto, en el presente trabajo integramos el análisis de los diferentes tipos de depósitos sedimentarios antrópicos existentes, como paleosuelos, lugares de hábitat, áreas de trabajo humanas, refugios, o simples áreas impactadas antrópicamente en alguna medida. Han sido incorporados al estudio también contextos sedimentarios más alejados de los yacimientos, así como los suelos actuales, de cara a generar análogos, que nos permitan analizar comparativamente los resultados de los depósitos prehistóricos.

Los archivos sedimentarios analizados han sido contextualización a nivel paleoambiental, en un modelo cronológico que nos permite secuenciar los posibles eventos bioclimáticos y los cambios en la vegetación, acaecidos a lo largo del Holoceno, a partir de series continuas de datos paleoambientales, como son los depósitos sedimentarios lacustres de nuestra zona de estudio (el PNAESM) y de los valles colindantes del Pirineo axial central meridional (Copons y Bordonau 1996; Pèlachs et al., 2007 y 2011; Catalan et al., 2001 y 2013; Calero et al., 2016; Garcés-Pastor et al., 2017; González-Sampériz et al., 2017 y 2019). En esta secuencia temporal hay que tener en cuenta los yacimientos arqueológicos situados en el Pirineo, y cuyas ocupaciones neolíticas han sido estudiadas desde una perspectiva arqueoambiental, como Els Trocs (Uria-Blanco, 2013; Lancelotti et al., 2014), la Balma Margineda (Geddes et al., 1985), o Cueva Chaves (Utrilla et al., 2015; Mazzucco et al., 2015, Antonlín et al., 2018).

Esta aproximación, a los contextos de formación de los depósitos sedimentarios, la desarrollaremos integrando en la tesis, diversas técnicas de investigación (análisis de fitolitos, microcarbones, sedimentología, estratigrafía, etc.), que vamos a denominar con el calificativo metodológico: arqueoambiental (sensu Dincauze, 2000). Hemos preferido esta

26 definición a otras empleadas por otros autores y autoras, como arqueoecología (Revelles, 2013), arqueobotánica (Buxó y Piqué, 2003), socioecología (Redman, 2005; Folke, 2006), ecología humana (Butzer, 1982) o paleoetnobotánica (Pearsal, 1989), porque pensamos que es la que mejor se adecúa a nuestro enfoque teórico y práctico en la investigación, que expondremos en adelante.

No pretendemos, en ninguna medida, suscribir ni patentar una subdisciplina alternativa a la propia arqueología, como ciencia social integral que estudia las sociedades del pasado a través de la materialidad de la vida social, en su conjunto (Childe, 1953; Binford, 1962;

Renfrew y Bahn, 1991; Castro et al., 1996; Bate, 1998). Queremos remarcar que nuestro enfoque arqueoambiental es simplemente una línea de investigación más, que debe complementarse con el resto de los enfoques teóricos, métodos y técnicas, propios de la arqueología como ciencia social (Watson et al., 1974, Binford, 1972 y 2001; Butzer, 1982;

Renfrew y Banh, 1991; Castro et al., 1996; Vila et al., 2006).

Básicamente, nos preguntamos cómo se han formado los depósitos sedimentarios, cuándo se produjo este hecho, y si es posible reconstruir las prácticas sociales (Harris, 1979;

Binford, 2001) y el paisaje existente en el pasado a partir del análisis de los restos biológicos allí conservados (Nadal et al., 2009; Catalan et al., 2013; Croft et al., 2018). Para enfrentarnos a esta problemática científica hemos empleado la estratigrafía. Ésta nos permite definir unidades sedimentarias asociables con un evento o intervalo cronológico o funcional. La estratigrafía se puede aplicar tanto en los yacimientos arqueológicos (Harris, 1979; Butzer, 1982; Rapp et al., 1998, Binford, 2001), como en cualquier contexto geológico sedimentario (Brown, 1997; French, 2003; Croft et al., 2018), y explorar hipótesis sobre las circunstancias de la formación de cada unidad estratigráfica u horizonte, así como la posible relación entre ambos, si existiera.

No obstante, tenemos un problema que no podemos ni debemos esquivar en esta tarea investigadora a la hora de definir los límites del yacimiento arqueológico, ya que éste, tradicionalmente, ha sido asociado con depósitos que concentran una importante parte de la vida de las comunidades, como lugares de hábitat, enterramientos, silos, casas, abrigos o cuevas (Binford, 1972; Renfrew y Banh, 1991). Es evidente, que las actividades económicas y sociales superan con mucho estos espacios concretos, ya que no son explicables sin las áreas de producción social (Risch, 2002), de donde se obtienen los productos y bienes que después se transforman o se consumen (Gassiot, 2002), a menudo en estos mismos espacios domésticos (Castro et al., 2002). La generación de espacios de trabajo y producción agrícola y ganadera, en forma de campos de cultivo y zonas de pasto o de estabulación del ganado,

27 así como los lugares de almacenamiento y transformación de los productos, también serían elementos que tomar en consideración para la reconstrucción de las prácticas socioeconómicas (Molist et al., 2003; Antolín, 2015).

Para ello trataremos de aplicar técnicas y métodos arqueoambientales, dentro de una arqueología del paisaje que nos permita identificar, por ejemplo, los campos de cultivo (Galop et al., 2003; Weisskopf, 2010, Antolin et al., 2018; Mercuri et al., 2019), las zonas de producción de carbón (Pèlachs y Soriano, 2003, Obea et al., 2011) o las áreas de pasto recurrentes (Bal et al., 2010 y 2015; Rendu et al., 2016). Éstas fueron, sin duda, parte del sistema de producción de las comunidades humanas que gestionaban y transformaban un territorio mediante una producción social (Castro et al., 1998, Gassiot et al, 2010a, Antolín et al., 2015 y 2018; Gassiot y Pèlachs, 2017; Garcia-Casas, 2018). En este esquema de ocupación de las áreas de montaña habría que incluir también la movilidad de las poblaciones y sus recursos, sea por vías pecuarias, ríos o caminos (Binford, 1980). Además, hemos de estudiar las áreas de obtención o intercambio de productos secundarios y materias primas, y su papel en la producción (Mazzucco et al., 2018).

Los patrones de movilidad y asentamiento de los grupos humanos son una característica de las prácticas socioeconómicas de las sociedades, generando un determinado registro arqueológico, un paisaje social y un impacto ambiental (Rodríguez-Antón et al., 2016, Revelles, 2013 y 2017). El territorio, por tanto, sería en sí mismo y en su totalidad, objeto de estudio arqueológico, en tanto que parte del registro material de la actividad humana pasada. De modo que la arqueología, a la hora de abordar el estudio de las sociedades del pasado, debe incorporar necesariamente la gestión del territorio, como parte de la organización de la producción de las comunidades que lo habitan (Gassiot, 2016). Para llegar a conocer esta dimensión territorial del poblamiento humano, es necesario un diálogo fructífero entre las diferentes técnicas que se aplican en la arqueología, como ciencia social histórica (Bate, 1998).

Desde este enfoque integral, pensamos, que un territorio habitado y explotado económicamente por una sociedad, podría ser estudiado en su conjunto, como un todo, como se ha propuesto desde la ecología cultural a partir de la teoría de los sistemas socioecológicos (Butzer, 1982; Redman, 1999; Folke, 2006; Farhad, 2012). Sin embargo, desde nuestra posición teórica preferimos poner el foco de nuestro análisis en la materialidad social, susceptible de aportar información útil a la hora de reconstruir el sistema económico-social en cuestión y los modelos de explotación económica del medio, gestión del territorio y mantenimiento de la vida social, desde una perspectiva histórica

28 (Bate, 1998), que tenga en cuenta el valor social de la producción (Castro et al., 1996;

Gassiot, 2002) y la evolución, continuidad o cambio en las formas de vida social desde una perspectiva diacrónica (Rodríguez-Antón, 2011; Gassiot et al., 2017).

1.2.1 D

ESARROLLO DE LA TESIS

Relata cómo hemos realizado esta tesis doctoral. Expone la secuencia del trabajo de investigación.

A continuación, expondremos los diferentes pasos del programa de investigación de esta tesis. Apuntaremos la metodología del trabajo y su desarrollo práctico. Sintetizaremos el método científico de recogida y generación de los datos empíricos, su proceso de análisis y la discusión de los resultados.