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La crónica deportiva: un juego de toque entre literatura y periodismo

3.1. LA PERIODÍSTICA DEL DEPORTE

3.1.1. La crónica deportiva: un juego de toque entre literatura y periodismo

Los estudios objetivistas habían negado cualquier hibridación entre los distintos géneros del periodismo y la literatura, pero las investigaciones de Vidal (2002) y Fleta (2015) explican cómo esta segmentación está basada en criterios empresariales para adoptar

“una postura de apariencia aséptica con estrategias narrativas como la pirámide invertida y con una división normativa en dos grandes grupos: géneros informativos, el relato de acontecimiento, y opinativos, el juicio valorativo que merecen estos acontecimientos”, analiza Vidal. Kapuscinski (2004) explicaba que en su caso no hacía diferencia entre periodista, escritor y reportero ya que los tres elementos se fundían en una. Ante la aparición de las nuevas tecnologías y los intereses de los grandes medios de comunicación, Vidal (2004, 2008) apuesta por “los géneros interpretativos en los que una voz honesta con “auctoritas” nos guía en los complejos caminos de la actualidad para explicarnos el mundo a través de la explicación fundamentada y una “mirada densa de las cosas”.

Seguimos esta línea de investigación y consideramos a la crónica como un “texto redactado con estilo libre, firmado por su autor, que se caracteriza principalmente por el uso de recursos propios de la literatura” (Borrat, 1989: 122). En estos textos la literatura y el periodismo se abrazan (López, 1996: 123). En Cómo hacer periodismo deportivo se describe este rasgo de las crónicas deportivas entre el periodismo y literatura:

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“La definición de este género periodístico literario es la narración de un hecho de forma continuada. La crónica permite, en relación con otros géneros periodísticos literarios, ciertas alegrías a la hora de escribir o hablar de deportes, al no precisar ceñirse, de manera estricta, a la actividad deportiva […]. Ello faculta al periodista, a tomarse la libertad de exponer, en estilo diferente al normal, cuestiones fuera de la temática deportiva […]. La crónica es un género de escape para dar rienda suelta, sin exagerar, a las virtudes literarias y culturales del periodista deportivo, algo que agradecen los clientes y receptores, al proporcionárseles una visión diferente de la actividad deportiva” (Alcoba-López 1993: 140-141).

Utilizamos las definiciones de la crónica y las normas generales recogidas en los libros de estilo de los diarios El País y Marca, en los cuales Santiago Segurola ha escrito sus crónicas durante 30 años, para apostillar el marco normativo de las empresas a pesar de que no se adecúa a lo que finalmente acaban haciendo los periodistas en el ejercicio de la escritura. En el libro de Estilo de El País (2014: 58-59) se describe:

“La crónica es un texto de estilo interpretativo basado en una noticia, y parte por tanto de un hecho inmediato. Se trata del género con mayor presencia en el diario impreso.

La crónica debe contener elementos noticiosos — será titulada por regla general como una información; es decir, con un hecho reciente — y puede incluir tanto en el titular como en el texto, interpretaciones que no contengan juicios de valor. El autor debe, no obstante, explicar y razonar tales interpretaciones, y construirla de modo que la información prime sobre la interpretación. No es tolerable, en cambio, la coletilla que refleja opiniones personales o hipótesis aventuradas.

La crónica, como la noticia, se construye sólo con hechos relevantes, y se evitan los datos accesorios (a diferencia del reportaje).

Las exigencias informativas de rigor, estilo y edición en una crónica son asimilables a las indicadas en el apartado sobre los criterios generales de la noticia. La crónica debe mostrar un estilo ameno, a ser posible con anécdotas y curiosidades. En un estilo estrictamente noticioso, una sesión parlamentaria sería reflejada con párrafos textuales

143 de quienes hayan intervenido. Una crónica, en cambio, explica las expresiones, las enmarca en un contexto, las evalúa, refleja sorpresas y describe el ambiente.

El primer párrafo de la crónica debe contener la noticia y sostener el titular. Igual que las noticias, las crónicas deben comenzar con un sujeto, nunca con los complementos.

Las crónicas de acontecimientos deportivos, culturales o taurinos no deben olvidar los datos fundamentales para los lectores que no los han presenciado, aunque fueran transmitidos por radio o televisión. Admiten una mayor presencia personal del periodista en el texto, pero los eventuales juicios de valor habrán de quedar muy matizados, y apoyarse en argumentos.

La crónica deportiva, cinematográfica o taurina describe un acontecimiento público y puede incluir opiniones sobre lo sucedido, pero nunca sobre las personas en cuanto tales (sino sólo sobre su actividad profesional). En tanto que crónica, sigue basándose en la noticia del día, que ha de narrar. Por su mayor carga opinativa, se titularán en cursiva en el caso de la lidia y de los festivales de cine”.

En el Libro de estilo de Marca (2012: 50-52) se desarrolla:

“Entendida en un sentido amplio, la crónica es el relato de los hechos con un añadido de contenidos más propios del análisis o el reportaje, y puede englobarse por tanto en el grupo de géneros mixtos, esto es, aquellos que incluyen información y, en mayor o menor medida, opinión.

En Marca, la función principal de la crónica es la narración de eventos deportivos concretos y, por tanto, adquiere un papel protagonista. La redacción de una buena crónica exige una pequeña dosis de talento literario y cierta habilidad para equilibrar el fondo de la información y la forma en que esta se presenta al lector. Por todo ello, resulta especialmente complicado establecer unas normas que determinen la forma correcta de escribir una crónica. Sin embargo, es conveniente tener en cuenta algunos consejos:

144 a) La crónica está para informar. Aunque incluye una visión personal del autor, no debemos perder de vista su objetivo principal. Tampoco hay que afrontar la redacción de una crónica basándose en suposiciones erróneas. Por ejemplo, y especialmente en el ámbito del periodismo deportivo, es fácil caer en la tentación de pensar que la retransmisión televisiva de una carrera de motos de gran interés significa que ‘todo el mundo la ha visto’, lo cual nos exime de relatar lo sucedido. Nada más lejos de la realidad. Es muy probable que, efectivamente, un gran número de nuestros lectores hayan visto la carrera, pero eso no significa que el relato de lo acontecido durante la misma esté de más.

Por el contrario, supone un doble reto para el cronista, ya que ha de cumplir con su inexcusable obligación de informar y, a la vez, hacer un esfuerzo para aportar al lector que presenció el evento nuevos datos y puntos de vista alternativos que puedan enriquecer su experiencia. Por descontado, para aquel lector que no haya visto la carrera por televisión resultan imprescindibles los hechos concretos, sobre los que además se sostienen el análisis y el comentario del autor de la crónica.

b) La clave puede estar en los detalles. Aunque su extensión sea muy reducida, una crónica que incide sobre un aspecto muy concreto o que puede haber pasado desapercibido incluso para un espectadores de los hechos y lo usa para aportar un enfoque más amplio o una buena base para el análisis es una crónica con valor. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los datos fundamentales ya aparecen en la ficha o en tablas o listados que se utilizan para informar de la clasificación final de una carrera o competición.

c) Los hechos relatados en la crónica no tienen por qué seguir un estricto orden cronológico, pero deben estar ordenados de alguna forma. La crónica es un relato, y como tal debe tener un principio, una parte central y un final claramente diferenciables.

145 d) El equilibrio es fundamental. Aunque no todo es igual de importante, todo es relevante y no se puede obviar por completo una determinada información para extendernos más en otra. Por ejemplo, si un partido de fútbol ha terminado con el resultado de 2-0 para el equipo local y el primer gol ha sido anotado en una acción polémica, eso no significa que podamos terminar la crónica sin narrar, al menos de forma breve, cómo fue la jugada del segundo tanto. En todo caso, también habrá que tener en cuenta la extensión de la ficha del encuentro o, en el caso de una carrera, de los datos adyacentes que aparezcan publicados en tablas o cronologías. En definitiva, el equilibrio también dependerá de cuánta información aporten los elementos externos y complementarios de la crónica”.

Dentro de los géneros periodísticos es la crónica la que trasmite la mirada de un especialista como testigo. El cronista, experto en el terreno, conoce lo que ocurre en el ámbito temático, en nuestro caso el deporte, y posee “la marcada función de relato de lo que pasa a lo largo del tiempo” (Gomis, 2008). Dicha narración de los hechos no tendrá que ir obligatoriamente con un orden cronológico, se puede romper y jugar con el tiempo. En la jerga española también se suele clasificar de crónica a todo el conjunto de la sección deportiva (Albertos, 1983). El agôn o sentido de la competición como motivo fundamental y clave textual, considera Albadalejo (1993) es “el referente retórico de un texto artísticamente codificado” en las crónicas deportivas. Este lenguaje de lucha “se proyecta en cada idea de la inventio, en cada palabra y en cada giro de la elocutio, acaba por configurar el conjunto del tejido textual organizado en la dispositio”, según Armañanzas y Sánchez (2009). El director adjunto de La Vanguardia, Enric Juliana, va más allá y explica que todo se contagia de crónica del deporte: “Una de las aportaciones de la tecnología digital a la cultura contemporánea consiste en unificar todo el relato social bajo la pauta agonística de la narración deportiva”.141

La crónica deportiva es la principal heredera de la antigua narrativa épica y se basa en el relato de una competición deportiva. En la crónica se aportan causas que expliquen la

141 Juliana, E. (2014, diciembre 19). El partido. La Vanguardia. [Disponible en

http://www.lavanguardia.com/opinion/articulos/20141219/54421975797/partido-enric-juliana-opi.html]

146 tensión agonística de la contienda. De esta tensión semántica entre dos contendientes enfrentados, emergen “la desmesura, el barroquismo y la dramatización de los personajes y sus titulares tratan de ser el gancho para que se prosiga la lectura, y en ella se acentúan características de este estilo metafórico, alusivo y atrevido”, analiza Castañón (1993, 1995). David Fleta (2015) desgrana las características más relevantes de la crónica deportiva en su tesis Periodismo mágico: “adaptabilidad al medio, emotividad, el lenguaje de la anatomía del cuerpo, otra escala de valores, la identidad y la representación, el eje central de la victoria y la derrota, la estética, el resquicio del logos (táctica y estrategia), un asunto de héroes, villanos y monstruos y la condición de reinados efímeros”.

La función del cronista deportivo es la de crear un ambiente y narrar interpretando los acontecimientos. El periodista Santiago Segurola define la crónica como “la interpretación de unos hechos a cargo de un narrador” y asegura la importancia de la voz propia: “Las crónicas las vemos en el periodismo desde hace 150 años. Cronistas ha habido siempre desde los tiempos de Homero. La gente necesita saber lo que ha ocurrido en algún lugar del mundo o del barrio. Quiere saber cómo ha sido y quiere que alguien se lo cuente. Es fundamental que ese alguien merezca confianza. En la crónica actual, primero tienes que tener una tesis de ese partido que vaya más lejos de ese partido, que sirva y que esté relacionada con un contexto anterior y sea previsora del contexto que viene. En este sentido tienes que tratar de adivinar dónde está ese partido, qué puede suceder con ese partido y encontrar una clave que de alguna manera sea coherente con la línea argumental que uno ha mantenido durante toda la temporada. Y si se quiebra esa línea argumental reconocerlo. Es muy importante que la crónica sea un examen que uno se hace a uno mismo con respecto a lo que ha dicho anteriormente y a lo que puede decir en el futuro. En definitiva, hacer una crónica también es ser coherente según lo que uno ha dicho anteriormente”.142 Esta misma idea la comparte Juanma Trueba, que entiende descubrir la voz propia como el verdadero reto en la crónica: “El desafío es encontrar tu propia voz. Lo importante es dar con el registro en el que te sientes cómodo, en el que te identificas. Y una vez tomado ese carril hay que

142 Clase de Santiago Segurola en el máster de Periodismo Deportivo de la Pompeu Fabra

147 fijar el volante y seguir explorando, variando, evitando los millones de tópicos que nos rodean.”143

El cronista ha de atesorar unas virtudes características, denominadas por Paniagua (2002) como “aristotélicas (claridad que facilite la lectura y exigencia de rigor) de una lengua técnica, objetiva, que relate hechos y que los presente vivamente ante el lector para reflejar la emoción del suceso. Ha de ser expuesto dramáticamente, acompañado de comentarios, explicaciones e intermedios líricos”. Predomina un uso metafórico en la interpretación de eventos deportivos en crónicas. Para Lakoff (2007) pensamos en función de marcos de estructuras de pensamientos que conforman el modo de comprender el mundo ya que nuestros procesos de pensamiento son en gran medida metafóricos. En The language of sport se expone la misma idea de ejes metafóricos:

“Sportswriter use a great deal of metaphorical language when describing sporting events, partly because the are giving an essentially static representation of a moving event. It is useful for a linguist to see how these metaphors combine to give an overall picture” (Beard, 1998: 28).

En el lenguaje de signos del fútbol que promulgó Pasolini (1998) se diferencian dos metáforas sobre los estilos de juego que sirven a los periodistas para interpretar el deporte: la prosa que crece en el orden a través de sintaxis y la poesía que trata de ser poética con un discurso de belleza que destroza el orden de forma creativa, más cercana a la periodística de Santiago Segurola y la redacción deportiva del diario El País.

Existen diferentes modos y marcos que operan de distinta manera en el periodismo deportivo. Los autores Boyle y Haynes distinguen en Power Play (2009:174) cuatro tipos: hard news, soft news, orthodox rhetoric y reflexive analysis. En el caso del último es considerado como ‘The new sports writing’ en el que se cuestionan las problemáticas del deporte y se reafirma la posición subjetiva del escritor.

143 Anestesia Deportiva (2010 noviembre) J.Trueba: “El desafío es encontrar tu propia voz”. [Disponible en http://anestesiadeportiva.blogspot.com.es/2010/10/j-trueba-el-desafio-es-encontrar-tu.html]

148 En Idioma español en el deporte se abunda sobre el cronista deportivo y se exponen unas líneas sobre las características fundamentales que ha de poner en virtud, según Rodríguez Andrados (1994: 151-152):

“No narra minuto a minuto el partido. No existe por tanto la incertidumbre en el resultado, ya lo conoce. Debe dar una versión equilibrada y razonada del conjunto, aportar causas más que hechos, dar en cada momento el tono emocional adecuado que proviene de la comparación de ese momento con el resultado y ha de crear una pequeña obra de arte en que sostenga a todo y todo esté en relación con la totalidad”.

La crónica deportiva es considerada como un género híbrido donde aparecen elementos periodísticos y literarios. Versa sobre hechos que ya han pasado por lo que se profundiza en detalles y se reconstruye el escenario con apreciaciones personales (Alcoba-López, 2005; Rojas-Torrijos, 2011).

El cronista deportivo se prepara los partidos como si también los jugara. “Se someten a gimnasia y someten a gimnasia a todo el lenguaje. El buen ejercicio del oficio para el cronista supone un conocimiento deportivo exhaustivo, estar muy bien informado y que los datos sean difícilmente refutables, convirtiéndose en un administrador, procesador y analista de ellos”, según criterio de Jesús Castañón, uno de los especialistas de este ámbito. Una idea que recoge Grijelmo en el capítulo La gramática y la gimnasia dentro del libro Defensa apasionada del idioma español:

“Los futbolistas practican en los entrenamientos decenas de flexiones y estiramientos que luego jamás repiten en la competición oficial. El correcto ejercicio de esas tablas se plantea como un fin mismo. Incluso a los deportistas les resulta muy aburrido. Pero sirve para lograr esfuerzos superiores. En la lengua y su escritura no importa tanto el fin del ejercicio mental bien hecho como lo que ello significa en cuanto medio: que gracias a esa gimnasia podemos acceder a estadios de razonamiento y cultura más elevados” (Grijelmo, 1998: 60)

149 Alonso se acerca desde la lengua al deporte en El lenguaje de las crónicas deportivas.

En el libro se argumenta que el periodista deportivo debe intentar ser creativo y que los recursos literarios no dificultan la comprensión del mensaje sino que lo hacen más visible:

“Los mecanismos que más contribuyen a la consecución de la coherencia son la sinonimia, la anáfora, la catáfora, la elipsis, las implicaturas y las presuposiciones, la repetición de unos campos semánticos determinados y los marcadores” (Alonso, 2003:48).

Asimismo encontramos interrogaciones retóricas confirmadas con el objetivo de conseguir que el destinatario-lector acepte lo expresado por el emisor-periodista.

Asegura Alonso (2003) que en la prensa deportiva “la persuasión abunda por la constante elaboración de argumentos emotivos, el empleo de la realidad de forma interesada, las opiniones tajantes y las conclusiones absolutas”. Alonso explica sobre la importancia de la estructura interna de la crónica deportiva:

“Como el resto de los géneros, regula su estructura interna por un conjunto de normas y convenciones explícitas e implícitas, relativas a la composición del texto, a la búsqueda de unidad en el contenido, al orden, al modo de exposición, encuadramiento y cierre. Con todo ello, se consigue un gran sentido pragmático, ya que se garantiza una buena legibilidad y, al mismo tiempo, se destacan los elementos más espectaculares, los más subjetivos, las inserciones” (Alonso 2003: 45-46).

A juicio de Casasús (1991) la retórica es uno de los pilares básicos donde se asienta la redacción periodística y que rige la toma de decisiones y la actitud del autor, por lo que considera indispensable ahondar en la crítica renovadora de la rutina profesional.

Resumido en La calidad periodística: teorías, investigaciones y sugerencias profesionales (Universitat Autónoma, 2013) como la forma de desentrañar las creencias de los periodistas y la consciencia discursiva enfrentadas a sus rutinas y la percepción práctica.

150 Castañón (1991; 1993; 1995), y otros investigadores como Morell (1969), Beard (1998), Alonso (2003), Alcoba-López (2005), Carrión (2006), Lavric (2008), Paniagua (2009), Montín (2009), Reinardy (2010), Rojas Torrijos (2011), Rivera (2011), Zuluaga (2014), Fleta (2015) advierten de la importancia de las crónicas deportivas como un género literario-periodístico muy consolidado.

Los estudios objetivistas tienen poco en cuenta que todo acto periodístico es un acto interpretativo, y por tanto, de subjetividad. “No hay manera de informar que no sea la de construir un texto mediante el desarrollo de palabras por una persona. Ubicamos al periodismo como método de interpretación de la realidad social”, analiza Abril Vargas (1999).

Núñez Ladevéze (1991:47-49) considera que esta labor interpretativa actúa en tres niveles:

“- Nivel contextual. Comprende al conjunto de juicios y decisiones profesionales que tienen como objeto la identificación, la comparación y la evaluación jerárquica de las noticias, con el fin de seleccionar las que se consideren más oportunas. Esta tarea la realizan personas con cargo de responsabilidad.

“- Nivel contextual. Comprende al conjunto de juicios y decisiones profesionales que tienen como objeto la identificación, la comparación y la evaluación jerárquica de las noticias, con el fin de seleccionar las que se consideren más oportunas. Esta tarea la realizan personas con cargo de responsabilidad.