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I. PRIMERA PARTE — ÁMBITO DE LA INVESTIGACIÓN Y

1. EL ÁMBITO DE LA INVESTIGACIÓN

1.2. El ritmo

1.2.3. El acento

Desde el punto de vista perceptivo, el acento puede ser definido como la prominencia de una sílaba con respecto a sus adyacentes en una unidad acentual.

Esta prominencia se logra gracias a la combinación de ciertos parámetros acústicos como la variación melódica (cambios en la F0), la duración o la intensidad. Articulatoriamente, el acento puede resultar de un aumento de la frecuencia de vibración de los pliegues vocales (incremento del F0) de una mayor intensidad del aire expulsado (actuación del diafragma y de la caja torácica) o mediante un alargamiento del núcleo vocálico y/o del entorno consonántico.

Sin embargo, no todas las lenguas manifiestan la presencia del acento de la misma manera. En la presente investigación, se presta especial atención al francés, como lengua objeto de estudio, y al español, como lengua materna de los sujetos que participan en el estudio. Se analizan, mediante parámetros acústicos, sus distintos efectos y características: la posición en el flujo fónico y sus funciones lingüísticas.

1.2.3.1. La posición del acento y su función lingüística en francés y en español

El sistema acentual del francés presenta un acento primario en posición fija, es decir, la sílaba prominente siempre recae en la misma posición, en este caso, sobre la última. El francés es, por tanto, una lengua oxítona. Existen otras lenguas que también presentan esta característica de acento fijo pero en otras posiciones como son el polaco, lengua paroxítona (acento sobre la penúltima sílaba) o el checo (acento sobre la sílaba inicial). Así, si se trata una palabra aislada, en francés el acento recaerá sobre la última sílaba mientras que si se trata de grupos de palabras formando una unidad sintáctica, el acento recaerá sobre la última sílaba de ese grupo fónico. Por tanto, el acento en este tipo de lenguas

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cumple una función demarcativa, esto es, segmenta el enunciado en grupos sintácticos y de significado.

En francés, existe también otro acento secundario (también llamado de insistencia) que cumple una función pragmática. Este tipo de acento, de carácter facultativo, recae sobre la sílaba inicial. Se suele asociar dicho acento a estilos de habla concretos que solicitan una focalización como por ejemplo en discursos didácticos, políticos o publicitarios (de Mareüil, Rilliard, & Allauzen, 2012).

El hecho de que el francés sea una lengua con acento fijo llevó a pensar a algunos estudiosos que el francés era una lengua sin acento16. Este hecho vino también apoyado por estudios psicolingüísticos (Dupoux, Pallier, Sebastián-Gallés, & Mehler, 1997; Peperkamp & Dupoux, 2002) que sostuvieron que los hablantes nativos de francés padecían una “sordera acentual” ya que no eran capaces de percibir el acento en diferentes posiciones silábicas. Esta conclusión vino secundada por los resultados obtenidos en tareas de discriminación acentual donde se encontraron numerosos errores y un tiempo de reacción lento. Sin embargo, estudios posteriores (Muñoz, Panissal, Billières, & Baqué, 2009;

Schwab & Llisterri, 2010, 2011) demostraron que según fuera la naturaleza de la tarea o el nivel de dominio de la L2, los francófonos eran sensibles al acento libre de lenguas como el español y podían detectar la posición del acento. Cabría señalar, no obstante, que para la identificación de las prominencias acentuales se ha sugerido que los sujetos de habla francesa no recurren a los mismos mecanismos psicosensoriales o a los mismos parámetros acústicos que los nativos de español.

El francés, a pesar de ser una lengua románica, es la única de las lenguas de este grupo que no presenta una acentuación libre. En diacronía, las sílabas postónicas fueron desapareciendo y de un acento de palabra (como ocurría en latín y como

16 Para una revisión crítica, ver la sección que Di Cristo (2016) le dedica a esta cuestión: “Le français est-il une langue sans accent?” (pp. 12-17).

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ocurre en español, italiano o portugués, en otros) se pasó a un acento de “grupo fónico” que es el tipo de acento que perdura hoy día en la lengua francesa y que constituye un caso minoritario en las lenguas del mundo.

En cambio, el español posee un acento libre, esto es, la prominencia silábica es móvil y, por ende, el acento puede recaer en diferentes posiciones. Según recoge Fonética y Fonología (2011), tercer volumen de la Nueva gramática de la lengua española publicado por la RAE, el acento en español recae en una de las tres últimas sílabas: en posición oxítona, paroxítona y proparoxítona (comúnmente conocidas como aguda, llana y esdrújula) salvo en estructuras formadas por

“verbo en imperativo+clítico” (ejemplo: bébetelo).

El acento llega así a poseer incluso una función lingüística de carácter distintivo.

En algunas ocasiones, también se le ha denominado “acento contrastivo” ya que existen algunos ejemplos, aunque una muestra muy reducida, que con el simple cambio de posición del acento, varían su significado: bien en el caso de pares verbales (lo más común) como “valido-validó” o bien en pares léxicos (menor frecuencia en la lengua) como “inglés-ingles”. Pese a las tres posiciones canónicas del acento en español, como recoge Alcoba (2013), el panorama de configuración acentual del español, muestra un claro dominio de la acentuación paroxítona (79%) frente a la oxítona (18%) y a la proparoxítona (3%).

Una vez caracterizada la estructura acentual del francés y el español, haciendo igualmente mención de otras estructuras acentuales, se indican los parámetros que suelen utilizarse desde el punto de vista acústico.

1.2.3.2. Parametrización acústica del acento

En términos acústicos, la realización del acento en francés y en español implica la modificación de los mismos parámetros: frecuencia fundamental (F0), duración e intensidad. Sin embargo, estas lenguas no utilizan estos indicios de la

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misma manera. Como señaló Delattre (1939), en francés se produce un alargamiento significativo de la sílaba final. De hecho, este mismo autor (1966a) apuntó que el parámetro acústico que se debe tener primordialmente en cuenta es la duración. Por su parte, Léon (2007) precisó que la duración de la sílaba acentuada en francés puede llegar a ser el doble que la de las sílabas inacentuadas precedentes y que la mayor proximidad con respecto a la sílaba acentuada incide en la prominencia de las sílabas inacentuadas. En cuanto al acento inicial, que puede aparecer en francés con valor expresivo en la primera sílaba y no tiene valor lingüístico stricto sensu, el parámetro acústico predominante es la altura tonal, es decir, es un acento de tipo melódico (Alazard, 2013).

En español, las manifestaciones acústicas del acento han generado tradicionalmente un debate sobre el parámetro (o paramétros) dominante. Para algunos como Navarro Tomás (1918/2004) el acento sería una cuestión de intensidad. Para otros, en cambio, el parámetro acústico determinante es el tono (Quilis, 1981) o, en otros casos, la duración (Garrido, Llisterri, de la Mota, &

Rios, 1995). Sin embargo, estudios más recientes afirman que el acento se manifiesta a través de una variación de la frecuencia fundamental17 combinada junto con uno de los otros dos parámetros18 (Llisterri et al., 2006).

En lo que respecta a los aprendientes hispanohablantes de francés, que es el caso que nos ocupa, diversas investigaciones (Barquero, 2012; Schwab, 2013) concluyeron que pese a que los sujetos fueron capaces de colocar el acento en la posición canónica del francés, esto es, la oxítona, transfirieron determinadas características acústicas de la acentuación del español al francés. En otras

17 Cabría mencionar un fenómeno peculiar de la acentuación del español. Normalmente, los efectos del acento se reflejan acústicamente en la posición de la sílaba acentuada. Sin embargo, según revelaron Llisterri et al. (1995), en el caso del español se produce un desplazamiento del pico acentual. Esto significa que la altura tonal máxima de la palabra no ocurre en la sílaba acentuada sino que ésta muestra una ascendente melódica y el pico recae sobre la sílaba posterior.

18 No obstante, y como recoge el volumen Fonética y Fonología (2011): “las variaciones del tono fundamental constituyen el parámetro acústico más importante para la percepción del acento” (p. 366).

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palabras, supieron desplazar el acento a la última posición pero aún no adquirieron la función delimitativa o demarcativa del acento ni el concepto de acento de grupo: introdujeron pausas y segmentaron sus producciones sin atenerse a la estructura rítmica canónica.

Otro de los fenómenos prosódicos es la pausa que determina, en gran medida, la estructura de los enunciados en grupos rítmicos o acentuales. Di Cristo (2013) la define como: “la manifestation physique (pause objective) ou perceptive (pause subjective) d’une interruption ponctuelle du flux régulier de la parole (cette régularité étant matérialisée par l’enchaînement continu des sons et de la modulation prosodique qui accompagne ces derniers)” (p. 14).

Según su naturaleza, se distinguen dos tipos de pausas: respiratorias y sonoras (o llenas). Las primeras, además de cumplir una función fisiológica de orden respiratorio para permitir la toma de aire, cumplen un cometido estructural dado que no se ubican de manera aleatoria sino que el hablante las coloca estratégicamente para delimitar los grupos fónicos y marcar las fronteras. Las segundas, las llamadas pausas sonoras, consisten en el alargamiento de una sílaba y están relacionadas con la planificación del habla, si se realizan en frontera sintáctica, o con la selección léxica, si se producen antes de una palabra léxica (Duez, 2001).

Como ocurre con el resto de elementos suprasegmentales, la distribución de las pausas no se produce de manera similar en hablantes nativos que en aprendientes. Así, en su estudio Fauth & Trouvain (2018) concluyen que los aprendientes de francés producen más pausas y que las más frecuentes son las pausas respiratorias. Por otra parte, la realización fónica de las pausas difiere según las lenguas: mientras que en francés, la hesitación se traduce como “euh”, vocalización similar a [ə]; en español, el elemento vocálico más común es [e:]

(Machuca, Llisterri, & Ríos, 2015).

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Estas diferencias serán fácilmente detectables en el contexto de las lenguas extranjeras en tanto en cuanto, y al igual que ocurre para otros fenómenos prosódicos, el aprendiente también aplica una “criba” a las pausas. Así, por ejemplo, no será inusual que durante su producción un aprendiente hispanohablante de francés realice las pausas sonoras como en su lengua materna ([e:]) en vez de realizar la vocalización del francés más próxima a [ə]. Todo ello no hace sino enfatizar el hecho de que las pausas sean un elemento determinante para evaluar la fluidez del discurso y detectar el llamado “acento extranjero”. De ahí que resulte imprescindible el trabajo de corrección prosódica: la correcta segmentación de la cadena hablada permitirá eliminar pausas silenciosas innecesarias y conseguir una estructuración rítmica adecuada.

Por su parte, la velocidad de elocución se define como el número total de sílabas entre el tiempo total de elocución sin incluir las pausas silenciosas. Dicha velocidad puede variar en función de múltiples factores como el tipo de registro o el tipo de discurso o por razones de índole afectivo que reflejen las emociones del hablante. En el contexto del aprendizaje de lenguas extranjeras, los aprendientes tienden a tener un tempo más lento dado que segmentan en un mayor número de grupos rítmicos y esto repercute en una menor velocidad de elocución. Por el contrario, un locutor nativo capaz de emitir grupos fónicos más grandes presentará una mayor velocidad.

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