• Aucun résultat trouvé

Crecimiento y expansión geográfica

CAPÍTULO IV. LA FEDERACIÓN DE MUTUALIDADES DE CATALUÑA Y SUS INICIATIVAS

4.2. Crecimiento y expansión geográfica

Durante sus primeros años de existencia, la Federación tuvo una capacidad de acción limitada. A pesar de englobar a sociedades con decenas de miles de afiliados, su domicilio social, en la calle Mercè, número 3, coincidía con la vivienda de su presidente, con las dificultades organizativas que ello suponía. A partir de 1911, la entidad estuvo realquilada en locales de la Unión Gremial (calle Mendizábal, número 21 y Plaza del Teatro, número 2, después de 1915). No fue hasta 1928 que tuvo local propio en la calle Baix de Sant Pere, número 16, con unas instalaciones más acordes con sus actividades, con salas de reunión, biblioteca, espacio para exposiciones monográficas, etc. donde tanto las sociedades federadas como los mutualistas inscritos en éstas podían acceder libremente y utilizar sus servicios. En 1933 se trasladaría a la calle Llúria, número 7, donde permanecería hasta 1939 (Moreta, 1994, 524).

Entre los motivos que justifican este retraso figuran la dificultad de aumentar las cuotas anuales y el temor (infundado) que los andadores de las sociedades adheridas tenían a que un local social común facilitara la centralización de los cobros, haciendo prescindibles sus servicios. Fue necesaria una gran dosis de pedagogía para disponer al fin de un local social propicio. La intención de que constituyera un espacio de sociabilidad y de encuentro entre los mutualistas quedó reflejada en el Reglamento de 1927, que en su artículo 27 establecía que las sociedades federadas podían utilizar las instalaciones para sus asambleas, reuniones, conferencias o cualquier otro acto, sin gasto alguno, y que todos los mutualistas inscritos en las sociedades federadas podían entrar libremente en el local social y utilizar sus servicios de biblioteca y escritorio.

134 En la figura 4.1. se aprecia la evolución tanto del número de entidades federadas como de afiliados a éstas. Entre 1896 y 1935 el número de sociedades pasó de 51 a 1.089 y el de mutualistas de 21.910 en 1898 a superar los 300.000 en 1929140.

Figura 4.1.

Número de SSM federadas y de afiliados a éstas, 1896-1935

Fuente: elaboración propia a partir de El Porvenir de la Mutualidad, 193, julio 1929 (separata) y Memorias 1932, 1933 y 1939.

Este notable crecimiento se plasma en el importe de los subsidios satisfechos por las sociedades federadas, tal como se muestra en la figura 4.2. para el periodo 1898-1929. Se aprecian los efectos de la inflación a la que se ha hecho referencia anteriormente, diferenciando entre pesetas corrientes y constantes.

140 Según estadísticas ofrecidas en Guich (1932; 781), el número de afiliados a las sociedades federadas en 1930 alcanzó los 411.000, pero dicha cifra no ha podido contrastarse con datos de la propia Federación.

135 Figura 4.2.

Subsidios de entidades federadas, 1898-1929

Fuente: elaboración propia a partir de estadísticas (1896-1928) El Porvenir de la Mutualidad, núm. 193, julio 1929 (separata); Datos 1929 en Balance, 1932; Dfl.

Maluquer (2009).

A lo largo de los primeros cuarenta años de su existencia, la Federación fue ganando en capacidad, tamaño y atribuciones. Su fuente principal y casi exclusiva de financiación durante sus primeras décadas eran las cuotas de entrada y anuales cobradas a las sociedades adheridas, junto con esporádicas cuotas extraordinarias que debían ser acordadas en junta general. Hasta 1910 tanto la cuota de entrada como la anual eran de 3 pesetas, en 1914 alcanzaron las 5 pesetas y las 6 pesetas respectivamente. A partir de 1915 se aplicaron tramos en función del capital de las sociedades —tramo mínimo para las sociedades con hasta 500 pesetas de capital y tramo máximo para sociedades de más de 5.000 pesetas de capital— de entre 6 y 12 pesetas, que se duplicaron en 1921. A partir de 1928 los tramos pasaron a ser de entre 12 y 36 pesetas, revisables cada tres años. Esto supuso un salto cuantitativo en la capacidad económica de la entidad. El Reglamento de 1935 estableció que las cuotas pasaran a ser mensuales, en función del número de asociados. Las entidades con hasta 150 asociados pagarían 3 pesetas mensuales y las entidades con más de 5.000 asociados, 10 pesetas mensuales (Art. 29). La figura 4.3.

recoge el número de entidades en cada una de las cuatro cuotas que asignaba la Federación en función del capital (las reservas), para los años 1916 y 1931, lo que permite

136 apreciar el proceso de aumento del tamaño de las sociedades mencionado en el capítulo III. Considerando el porcentaje respecto al total, los datos muestran que entre 1916 y 1931 las SSM de menos de 500 pesetas de capital pasaron del 8% al 4% del total de sociedades federadas, las de entre 501 y 2.000 pesetas experimentaron la mayor pérdida de peso relativo, pasando del 23% al 6%, las de entre 2.001 y 5.000 pesetas pasaron del 28% al 15% y, por último, las de más de 5.000 pesetas pasaron del 41% al 75% del total. Estos datos indican que las tres categorías inferiores perdieron peso en favor de las mayores SSM, pero fueron las de tamaño medio, y no las más modestas, las que experimentaron una mayor pérdida de representación. Esto podría ser indicativo de que aquéllas tenían más posibilidades de realizar fusiones o políticas de crecimiento que las de menor tamaño, abandonando su categoría para colocarse en una superior. Mientras, las sociedades más pequeñas y con mayores vínculos entre sus asociados, simplemente mantenían sus actividades.

Figura 4.3.

Número de entidades federadas según capital, años 1916 y 1931

Fuente: elaboración propia a partir de Libro de cuentas del presidente y balances Federación 1916, 1931 (ANC, Fondo Federación). Tramos en Ptas. corrientes.

En cuanto a los gastos, en su primera década de existencia la mayor parte de éstos correspondía a material de impresión y copistería, libros de contabilidad, circulares, sellos,

137 timbres, o gastos asociados al Boletín. Como es lógico, el crecimiento a lo largo de los años del número de sociedades federadas y de los servicios ofrecidos hizo aumentar también gastos como los administrativos y los vinculados con el alquiler de instalaciones o los de personal141. La subida de las cuotas o el abono de extraordinarias era un tema delicado que requería su discusión en juntas generales extraordinarias. Aunque muchas de las sociedades federadas tenían un presupuesto muy limitado, el resultado de las discusiones solía ser favorable, ya que la necesidad estaba siempre justificada y la pertenencia a la Federación suponía un ahorro real de los costes para las sociedades adheridas. La figura 4.4. muestra los ingresos y los gastos de la Federación durante su primer cuarto de siglo. En 1928 los ingresos ascenderían a 19.633 pesetas y los gastos a 20.577 pesetas, y en 1935 a 32.626 pesetas y 32.269 pesetas respectivamente. Los importes de 1935 suponían unas 30 pesetas por sociedad, el máximo registrado durante el periodo. Ciertamente unos importes poco gravosos para la mayoría de las sociedades federadas.

Figura 4.4.

Ingresos y gastos de la Federación, 1896-1921. (Ptas. 1913)

Fuente: elaboración propia a partir de Libro de Cuentas del Presidente (ANC, Fondo Federación); Dfl. Maluquer (2009)

141 Los gastos imputados a la cuenta “personal” alcanzaron las 31.875 pesetas en 1934 (Balance y datos estadísticos Federación 1934).

138 Aunque en el Reglamento de 1909 ya se menciona que, cuando los montepíos de las restantes provincias se hayan organizado, “se procurará crear una institución de sociedades de socorros mutuos de Cataluña, a la que cada organismo provincial, sin perder su autonomía, aportará su concurso” (Art 3), hasta 1927 la Federación limitó sus actividades a la provincia de Barcelona. En el Reglamento de ese año, se establece que se creará un Comité Provincial en cada una de las provincias de Tarragona, Lérida y Gerona, elegido por las entidades federadas de sus respectivas provincias (Art. 37)142. Un año después de la ampliación geográfica al resto de provincias catalanas, sólo 6 de las 857 sociedades estaban ubicadas fuera de la provincia de Barcelona143. Tal como se muestra en la tabla 4.1., aunque de 1927 a 1934 hay un crecimiento destacable de la presencia de la Federación en el resto de Cataluña, el peso de la capital es indiscutible. La ampliación tuvo más valor moral que económico, ya que fortaleció el papel como interlocutora del mutualismo catalán que la entidad reclamaba desde sus primeros años144.

Tabla 4.1.

(provincia) Girona Lleida Tarragona Total

1926 697 110 0 0 0 807

1928 730 121 4 1 1 857

1934 860 170 24 5 18 1077

Fuente: elaboración propia a partir de documentos Federación, Memoria 1926, Balance 1928 y Memoria y Balance 1934.

La figura 4.5. presenta la distribución territorial de las mutuas federadas en 1934. Destaca la provincia de Barcelona, con 820 sociedades145 en la propia capital, seguidas por 13 en l’Hospitalet de Llobregat, 12 en Sabadell146 y 10 en Mataró. En las otras tres provincias el

142 Ver subapartado 4.4.5. Los comités provinciales.

143 Una sociedad en Ginestar (Tarragona); una en Mollerussa (Lleida) y una en Palafrugell y tres en Palamós (Girona) (Balances Federación, 1928)

144 El Porvenir de la Mutualidad, 123, p. 1, septiembre 1917.

145 Hay una disparidad entre los datos de la tabla 4.1, que apunta 860 entidades en Barcelona ciudad y la figura 4.5., con 820 sociedades en Barcelona. La fuente es la misma, de modo que posiblemente se deba que Barcelona ciudad considerase el área metropolitana en sentido amplio.

146 El mutualismo de Sabadell, importante núcleo industrial catalán, estaba poco representado en la Federación, debido a la existencia de una supraentidad local, la Federació de Germandats de Sabadell, fundada en 1922 por veintidós mutuas y hermandades. Ésta superaba los 12.000 afiliados en 1928, más de una cuarta parte de

139 número de sociedades federadas es muy inferior. En la provincia de Girona, la población con más sociedades (4) es Sant Feliu de Guíxols y en Tarragona es Tortosa, con 6. En Lleida hay sólo 5 sociedades distribuidas en otras tantas localidades.

Figura 4.5.

Distribución territorial de las sociedades federadas en 1934

Fuente: elaboración propia a partir del Balance de la Federación de 1934

En la figura 4.6. se pondera el número de asegurados por la población total en el ámbito geográfico de actuación de la Federación. Puede apreciarse un aumento del porcentaje de población asegurada en las SSM federadas hasta 1920, que sólo se ve reducido por la extensión a las otras provincias catalanas realizada en 1927. Si establecemos la hipótesis la población total de la ciudad (Pere Solá. “Elements per a una historia del associacionisme contemporani a Sabadell (segles XIX-XX)”. Trabajo inédito).

140 de que el porcentaje de socios en la provincia de Barcelona se mantiene sobre un 90% del total en Cataluña (tal como se muestra en la tabla 3.1.), el peso de la población directamente asegurada en la provincia de Barcelona sería del 14,8% en 1930 y del 14,7%

en 1940. Esta ligera reducción es compatible con la progresión de la Federación, en un entorno de fuerte crecimiento demográfico como es el de la Barcelona de los años veinte.

Figura 4.6.

Porcentaje de población asegurada en SSM federadas s/ total habitantes, 1900-1940

Fuente: elaboración propia a partir de El Porvenir de la Mutualidad, 193, julio 1929 (separata); Memorias 1932, y 1939; Censos INE para los años señalados. Los datos de afiliación de 1930 y 1940 se corresponden a los años 1929 y 1939 respectivamente.

Respecto al peso de la Federación sobre el mutualismo catalán, aunque la entidad otorgó desde su fundación una gran importancia a la realización de estadísticas sobre sus sociedades integrantes, la escasez de datos sobre las no adheridas no permite una evaluación continuada del porcentaje de sociedades federadas respecto al total de las sociedades activas, aunque es posible realizar algunas valoraciones. Utilizando la ya citada estadística sobre el año 1904 del Instituto de Reformas Sociales y datos de la propia Federación, en ese mismo año estaban federadas el 24% de las sociedades y el 26% de los mutualistas de la provincia de Barcelona. Estos porcentajes aumentaron a lo largo del periodo, conforme la Federación ganaba influencia en el terreno de la previsión social.

141 En una carta no fechada (pero que probablemente corresponde a 1933 ó a 1934) del Departament d’Economia i Agricultura de la Generalitat de Catalunya, se solicita información sobre “el número de mutuas y asociados en Cataluña del que tengan conocimiento en la Federación”. Hay una nota a lápiz en un margen que dice textualmente:

“federados 1.002 entidades y 389.500 asociados. No federados 600 entidades y 120.000 asociados” 147. Según esta información, que debe tomarse con reservas, estarían federadas el 62,5% de las entidades y el 76,4% de los asociados, del total de las existentes en Cataluña.

La Federación catalana intentó extender su modelo al resto de España a través de la Federación Española de Sociedades de Socorros Mutuos, fundada el 1 de febrero de 1930 por iniciativa de aquélla, a cuyas entidades adheridas se sumaron “algunas entidades de otras regiones”, como la Sociedad de Socorros Mutuos de Artesanos de Pamplona. Su objeto era muy similar al de la Federación catalana y pretendía extender al resto del país las ventajas que había generado ésta, basándose en el arraigo mutualista en regiones como Valencia, Aragón, País Vasco o Navarra148. La primera junta directiva de la federación española estaba compuesta mayoritariamente por miembros de la federación catalana —Antoni Oliva era secretario general de ambas organizaciones— y compartía con ésta local social. Se realizaron campañas mutualistas por el territorio nacional y la revista de la Federación pasó a ser portavoz de la Federación Española a partir de marzo de 1930.

Sin embargo, la nueva ampliación territorial no tuvo el éxito esperado y no se ha localizado información sobre su evolución.