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3. Marco teórico

3.3. La gestión de la calidad

3.3.2. Normas para la gestión de la calidad

Al objeto de ofrecer definiciones más objetivas del concepto de «calidad» —o, al menos, de presentar algunas directrices generales para alcanzar dicha calidad— se han elaborado una serie de normas internacionales que recogen características asociadas con dicha noción e indicaciones para lograr satisfacerla. Estas normas internacionales, que han experimentado un gran auge sobre todo desde la década de 1990 (Prieto Ramos, 2015, p. 15), son de interés para el presente estudio porque, como explica Biel (2017, p. 39), se encuentran ligadas al concepto de calidad centrada en el proceso, que, como mencionamos supra en el apartado «1.2.

Objetivos», es el enfoque desde el que abordamos el presente estudio. Además de la obtención de estas certificaciones, estas normas pueden servir de referente para la puesta en marcha de buenas prácticas aplicadas al proceso de traducción.

Una de las organizaciones que ha realizado progresos de manera significativa en el ámbito de la normalización de la gestión de la calidad es la Organización Internacional de Normalización (en adelante, ISO). Esta organización ha creado diferentes normas de calidad (como las normas de la serie ISO 9000) y, lo que es más relevante, normas de calidad aplicadas a la traducción.

De entre estas últimas cabe destacar la norma ISO 17100:2015.

La norma ISO 17100:2015 (Organización Internacional de Normalización, 2015) busca ofrecer requisitos que se puedan aplicar a los procesos principales, recursos y otros aspectos necesarios para generar traducciones de calidad que cumplen las especificaciones pertinentes (ibid., p. 1).

Dichas especificaciones pueden incluir las del cliente, las del proveedor de servicios lingüísticos (en adelante, el PSL) o las de cualquier código o guía de buenas prácticas del sector de la traducción (id.). Para establecer directrices que garanticen la calidad en los servicios de

28 traducción, la norma se centra en cuatro aspectos: los recursos, los procesos de preproducción, el proceso de producción y los procesos de posproducción. En lo referente a los recursos, esta norma busca regular los recursos humanos y los recursos técnicos y tecnológicos. En cuanto al primer aspecto, la norma establece que el PSL debe contar con procedimiento documentado para garantizar que las personas que participan en el proceso de traducción tienen las competencias y las cualificaciones necesarias (ibid., p. 5). En la norma se recoge qué cualificaciones han de tener algunos participantes del proceso de traducción (como los revisores y los gestores de proyecto), y se detallan especialmente las competencias que han de tener los traductores y los requisitos que han de cumplir. En este sentido, se espera que los traductores cuenten con competencias de traducción, lingüísticas y textuales en las lenguas de trabajo, de búsqueda y procesamiento de información, culturales, tecnológicas, y del ámbito temático de los textos con los que trabajen (ibid., p. 6). Además, se establece que estos traductores tienen que contar con una formación universitaria en traducción o en otro ámbito y dos años de experiencia profesional en el ámbito de la traducción o con cinco años de experiencia profesional en el ámbito de la traducción (id.). Asimismo, se recalca que, en caso de que se externalice la traducción, el PSL sigue siendo el responsable de que se respeten los requisitos de la norma (ibid., p. 5). En cuanto a los recursos técnicos y tecnológicos, la norma establece que los servicios de traducción han de contar con los equipos técnicos, de comunicación y de información, y las herramientas de traducción necesarios para llevar a cabo la traducción (ibid., p. 5).

En lo referente a los procesos de preproducción, la norma estipula que el PSL deberá contar con procedimientos que le permitan analizar y gestionar las solicitudes, determinar la viabilidad de los proyectos, preparar presupuestos y celebrar acuerdos (ibid., p. 7). Esto implica que los servicios de traducción deben contar con un sistema establecido que les permita llevar a cabo todas las fases necesarias desde la recepción del encargo hasta el inicio de la traducción en sí.

29 La traducción forma parte de los procesos de producción, que también están regulados por la norma, que dispone que el PSL deberá garantizar el cumplimiento de los acuerdos que celebre con sus clientes desde el momento en el que se formalizan hasta que finalizan los proyectos objetos de los acuerdos (ibid., p. 9). Así, se observa que, de acuerdo con la norma, un proceso de traducción de calidad requiere el cumplimiento de parámetros establecidos en cada caso, y no unos parámetros generales y fijos concebidos para todos los encargos. De los procesos de producción, la norma fija estándares para la gestión del proyecto, la traducción, la revisión, la verificación final (esto es, la «confirmación del gestor de proyectos de que se han cumplido las especificaciones» (ibid., p. 12)) y la entrega. Finalmente, en lo relativo a los procesos de posproducción, se establece el proceso de tratamiento de los comentarios del cliente sobre el TM y del cierre del proyecto.

En general, se trata de una norma que da cabida al carácter dinámico de la calidad que describimos supra en el apartado «3.3.1. El concepto de calidad» y pone de relieve que las medidas de control de la calidad deben formar parte de un sistema que se aplique metódicamente en los servicios de traducción. En relación con esta norma, cabe señalar el estudio de Barros (2017), en el que comparó la norma ISO 17100:2015 con las prácticas relativas a la calidad de los servicios lingüísticos de la ONU. Esta autora destaca el carácter exhaustivo de esta norma, ya que, según afirma, abarca todas las etapas de los procesos llevados a cabo por la División de Documentación, que pertenece al Departamento de la Asamblea General y de Gestión de Conferencias de la sede de la ONU en Nueva York (ibid., p. 3), del que dependen los servicios de traducción. Tras su investigación, Barros (ibid., pp. 22-24) concluyó que los servicios lingüísticos de la ONU cumplían total o parcialmente la mayoría de los requisitos establecidos en esta norma y, además, la tomó de base para proponer posibles mejoras para el proceso de traducción de la ONU, como la modificación del sistema de revisión.

Por lo tanto, parece que la adopción de esta norma o su uso como guía para el establecimiento

30 de un sistema de gestión de la calidad propio podría tener muy buenos resultados en el proceso de traducción de la ONU, en general, y de la Sección, en particular.

Asimismo, la ISO cuenta con más normas que rigen aspectos relativos a la traducción, aunque, al contrario que la norma que acabamos de describir, son normas mucho más específicas que regulan procesos más concretos de la traducción y que se alejan algo más del objeto del presente estudio. Así, la norma ISO/TS 11669 (Organización Internacional de Normalización, 2012) establece las directivas generales de los proyectos de traducción y la norma ISO 18587 (Organización Internacional de Normalización, 2017) determina cuáles son las exigencias requeridas en los procesos de posedición de textos traducidos mediante TA.

Además de las normas establecidas por la ISO, también existen normas creadas por otros organismos que, en gran medida, establecen medidas de gestión de la calidad similares a la de la norma ISO 17100: 2015. Entre estas normas cabe destacar la norma europea de calidad EN 15038:2006 (Comité Europeo de Normalización, 2006), creada por el Comité Europeo de Normalización y que es a la que sustituyó la norma ISO 17100:2015 (Linguavox, s. f.), y la norma ASTM F2575-06 (American Society for Testing and Materials, 2006), establecida por la American Society for Testing and Materials y que, de forma similar a la norma ISO 17100:

2015, define la calidad como «the degree to which the characteristics of a translation fulfil the requirements of the agreed-upon specifications» (id.).

La existencia de todas estas normas deja claro el esfuerzo consciente que se está llevando a cabo para intentar gestionar la calidad de la manera más metódica y adecuada posible. En el contexto del presente estudio, resultará interesante saber si la Sección cuenta con alguna certificación de calidad o si, por el contrario, gestiona la calidad siguiendo directrices establecidas internamente.

31 3.3.3. La gestión de la calidad en el ámbito de la TI

Al igual que la TI en sí, la gestión de la calidad aplicada a este ámbito ha sido analizada relativamente poco hasta el momento, por lo que requiere su estudio mayor profundización en los aspectos relativos a la calidad con el fin de poder conjugar los conocimientos teóricos con la práctica (Svoboda et al., 2017, p. 1). No obstante, esto no le resta importancia, ya que, en el ámbito de la TI, la consecución de la calidad se ha convertido en un pilar fundamental (id.). En este sentido, Koskinen (2008, p. 25) asegura que la calidad de la traducción tiene implicaciones incluso en la reputación de la institución en cuestión, ya que, según explica, la calidad de la traducción en una institución no afecta (negativa o positivamente) al traductor, sino a la reputación de la propia institución. Lafeber (2012, p. 23) parece coincidir con esta idea, pues afirma que una de las funciones de la TI es «[to] make the translation service (and hence the organization) look good». De manera más concreta, Biel (2017, p. 31) afirma que, debido a la importancia de la traducción en las instituciones de la UE y el volumen de trabajo que genera, la calidad se ha convertido en un concepto fundamental que aparece cada vez más en las políticas de la UE. Asimismo, Strandvik (2018, p. 52-54) establece que la garantía de la calidad siempre ha formado parte de las funciones de la DGT y que, debido a la carga de trabajo de las OI y al aumento de la externalización, se ha convertido en un elemento fundamental para garantizar la eficiencia. Por lo tanto, la calidad constituye un elemento de gran importancia para las instituciones, lo que parece indicar que, por lo general, deberían contar con medidas para poder gestionarla correctamente.

En el contexto de las OI, la correcta gestión de la calidad se puede ver comprometida por una serie de elementos característicos del contexto institucional, que mencionamos supra en el apartado «3.1.2. Características y dificultades de la TI». Así, por ejemplo, en este ámbito, la traducción se lleva a cabo a menudo «bajo una enorme presión de tiempo, conforme a procedimientos de trabajo bien definidos […] y respetando numerosas convenciones

32 terminológicas y estilísticas» (Prieto Ramos, 2011, p. 205). A menudo, estas convenciones se establecen al objeto de lograr la armonización y la coherencia entre todos los textos producidos por una misma organización, lo que supone un reto para el traductor, ya que ha de adaptarse a los parámetros impuestos por la organización, pero, a la vez, es una forma de garantizar que todos los TM alcancen los niveles de calidad requeridos. Las características del ámbito de la TI condicionan sin duda la forma en la que se traduce y en la que se gestiona la calidad. Ante estas posibles dificultades, las instituciones se han preocupado por adoptar medidas que fomenten la correcta gestión de la calidad de las traducciones y palien, con mayor o menor éxito, los posibles efectos negativos que puedan resultar.

Uno de los elementos que está muy presente en el ámbito de la TI es la externalización. Se trata de una práctica bastante extendida, dado que las instituciones contratan cada vez más a traductores externos o a otros tipos de PSL externos (Kang, 2015, p. 143) para complementar los trabajos que se llevan a cabo internamente. Las instituciones saben que externalizar un determinado volumen de trabajo puede conllevar la asunción de cierto riesgo y por eso ejercen diferentes niveles de control en la contratación de traductores, la calidad de las traducciones y los procesos de producción de TM (id.). En el caso de la UE, las instituciones están obligadas a evaluar la calidad de todas las traducciones realizadas por traductores externos (Wagner et al., 2002, p. 38), lo cual muestra el interés de estas instituciones por mantener la calidad. Sin embargo, esta evaluación puede ser desde una revisión completa a un control al azar de ciertas partes del TM para comprobar que está completo (id.) dependiendo de la función y la importancia del documento en cuestión. En la ONU, «hasta un 25 % del trabajo» (Departamento de la Asamblea General y de Gestión de Conferencias. Organización de las Naciones Unidas, s. f.-b) se realiza externamente y, luego, «cada servicio controla la calidad de todo el trabajo

33 que hacen los contratistas5 para cerciorarse de que tiene el nivel que se exige en los documentos de las Naciones Unidas» (id.). En el caso de la Sección, Antas Pazos (2019, p. 27) afirma en 2019 que el porcentaje de TO que se externaliza es ligeramente menor, ya que se sitúa en el 20 %. La cuestión que se plantea a este respecto es la de saber hasta qué punto los controles de calidad de los TM son realmente efectivos.

En este contexto de externalización de la traducción, además de adoptar medidas de gestión de la calidad de los productos finales, hay que garantizar que el proceso de traducción se realice de acuerdo con los niveles de calidad exigidos por la institución desde antes de que dicho proceso se inicie. Así, en la DGT, «la normalisation de la qualité des traductions externes passe d’abord par la normalisation de l’information donnée aux prestataires» (Toudic, 2011, p. 31).

Además, también se facilitan guías de estilo de las instituciones y de guías específicamente creadas para los traductores externos (id.). De esta forma, se busca conseguir una armonización lingüística y de los procesos tanto a nivel interno como externo. Sin embargo, en ocasiones los traductores externos no tienen acceso a todos los recursos de los traductores internos y esto puede suponer una diferencia de nivel de calidad entre los textos traducidos interna y externamente. Por lo tanto, la posibilidad de ofrecer a los traductores externos un mayor acceso a los recursos que, en la actualidad, solo están disponibles para los traductores internos seguirá siendo central en la cuestión de la externalización de traducciones (ibid., p. 43). Se trata, sin duda, de un asunto en el que hay que valorar cómo mantener la confidencialidad de la información institucional sin poner en riesgo la calidad de las traducciones, y qué tipo de información sí se puede poner a disposición de los traductores externos y de qué modo se les puede dar acceso a la misma.

5 La Sección puede externalizar sus traducciones a un PSL de dos formas: contratando personal externo por medio de la Dependencia de Gestión de la Traducción por Contrata (contratistas) o por medio de contratos temporales in situ u off site (temporeros). Ambos perfiles se describen infra en el apartado «7.3. Calidad de las personas que intervienen en el proceso de traducción en la Sección».

34 Otro de los retos que se plantea en la TI y que nos gustaría señalar en este apartado es la calidad de los TO. En el contexto de la UE, que, en nuestra opinión, puede equipararse al de los textos de la ONU, Wagner et al. (2002, p. 70) apuntan que «the texts are collectively produced with disparate input from various sources, in the process of consensus formation and political compromise», por lo que resulta difícil establecer quién es el autor de dicho texto al objeto de poder realizarle alguna consulta. En otras ocasiones, la calidad del TO no es la correcta porque el autor de dicho documento no lo ha redactado en su lengua materna y, por lo tanto, ha cometido errores o ha utilizado formulaciones poco claras. Así, por ejemplo, la mayoría de los documentos generados en las instituciones de la UE en inglés o francés no son redactados por hablantes nativos de estas lenguas (id.), lo cual no es de extrañar si tenemos en cuenta el amplio multilingüismo —la UE cuenta con 24 lenguas oficiales (Parlamento Europeo, 2019)— que existe en las instituciones europeas. Pazos Antas (2019, p. 26) también menciona que la cuestión de la calidad de los TO constituye una de las dificultades a las que se enfrentan los miembros de la Sección.

Como medida para lograr la calidad de los TO, recientemente en el ámbito de la TI se está promoviendo de manera especial la colaboración entre los autores de los textos y los traductores con el objetivo de identificar y revisar cualquier error, incoherencia o formulación que no sea clara en el TO antes de que este esté terminado para poder mejorar así la calidad de todos los documentos, que son igualmente auténticos (Šarčević, 2018, p. 19). De hecho, se ha demostrado que la participación de los traductores en la fase de redacción del TO suele comportar la mejora de la calidad del TO y del TM (Šarčević, 1997, p. 97), ya que, al tener que analizar detenidamente el TO para poder traducir, los traductores son capaces de detectar errores que se hayan cometido o formulaciones que sean poco claras y dificulten la comprensión del texto.

Tanto es así que Bermúdez Bausela (2014, p. 68) considera que las «características tan propias de la producción de textos emanados de organismos internacionales no afecta realmente a la

35 calidad de los originales, ya que estos textos pasan por varios “filtros”» al ser leídos por las personas que intervienen en el proceso de traducción. Esto explica por qué:

cuanto más temprana sea la fase de elaboración en la que nos encontremos y cuanta más responsabilidad se delegue en la secretaría de una organización en los trabajos preparatorios, mayor será la aportación potencial al control de calidad de los proyectos de textos, incluso en la lengua origen, por parte de los servicios lingüísticos antes de la adopción definitiva (Prieto Ramos, 2011, p. 211).

Asimismo, esta colaboración desde una fase inicial permite que el traductor conozca en profundidad la función del texto, así como la intencionalidad con la que sus autores lo redactaron. En este sentido, en la ONU, «en los procesos de producción y posterior traducción hay una relación directa entre juristas, expertos en el ámbito que proceda y traductores»

(Bermúdez Bausela, 2014, p. 66), a fin de «lograr una interpretación uniforme de las distintas versiones» (id.) de los textos producidos por dicha organización.

El grado de colaboración entre traductores o revisores y redactores de TO es diferente en cada institución y se ve circunscrito «a situaciones en las que se reconoce a los servicios lingüísticos un papel activo en el marco de algún comité de redacción» (id.). En este sentido, Prieto Ramos (2011, p. 211) explica que, en el caso de los tratados internacionales, «en casi todas las organizaciones internacionales se suele fomentar la consulta al personal técnico familiarizado con los trabajos preparatorios». En el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, jueces y traductores trabajan codo a codo, y estos últimos pueden realizar consultas a los autores o proponer mejoras en los TO cuando traducen propuestas de sentencias, e, incluso, asistir a las deliberaciones en las que los jueces analizan las dos versiones de las sentencias —en inglés y en francés— y señalan cuestiones lingüísticas que no les parecen correcta, y los traductores responden a las preguntas que los jueces puedan plantear acerca de sus traducciones (Brannan, 2018, p. 176). En el contexto de la UE, existe el concepto de «co-revision», que implica que los traductores —sobre todo los juristas-lingüistas— pueden proponer correcciones para los TO (Guggeis y Robinson, 2012). Además, algunos de los servicios de traducción de las

36 instituciones europeas ofrecen «editing or “rewriting”» (Wagner et al., 2002, p. 75) a los redactores de los documentos de la UE. Esto supone una evolución de la concepción de los servicios de traducción y del papel que desempeñan sus miembros, cada vez más integrados en el proceso de toma de decisiones de las instituciones.

Dados los buenos resultados de dicha colaboración en el proceso de traducción, es indudable que cualquier medida emprendida para garantizar el contacto entre profesionales de los servicios lingüísticos y expertos tendrá una repercusión positiva en la calidad de la traducción.

Dados los buenos resultados de dicha colaboración en el proceso de traducción, es indudable que cualquier medida emprendida para garantizar el contacto entre profesionales de los servicios lingüísticos y expertos tendrá una repercusión positiva en la calidad de la traducción.