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Calidad de las personas que intervienen en el proceso de traducción en la Sección

5. Análisis

5.3. Calidad de las personas que intervienen en el proceso de traducción en la Sección

Como mencionamos supra en el apartado «3.2.3. El proceso de traducción en la Sección» y, sobre todo, se refleja en las respuestas de la encuesta, en el proceso de traducción que se lleva a cabo en la Sección participa no solo el personal interno, sino también personas ajenas a la Sección. Entre estas últimas, los cinco encuestados afirman que se encuentran personas pertenecientes a las secciones de traducción a otras lenguas de la ONUG y a los servicios lingüísticos de otras oficinas de la ONU, y PSL externos a la ONU13.

En el presente trabajo decidimos centrarnos especialmente en el personal interno de la Sección y en las personas que se encargan de los documentos que se externalizan, que se organizan de la manera que presentamos a continuación en la figura 2 infra:

Figura 2: Personal de la Sección

13 Profesionales autónomos que trabajan para la Sección como contratistas o temporeros.

55 En ambos casos, para poder trabajar para la Sección, se debe superar un proceso de selección14, cuyas convocatorias se anuncian en Inspira15, el portal de recursos humanos de la ONU. La primera fase consta de tres exámenes de traducción16 en los que se evalúan únicamente las competencias traductoras, esto es, «saber entender lo que dice el original y la finalidad del texto, y saber reproducirlo en español idiomático y sin faltas de ortografía» (E2). No se trata de textos de la ONU, ya que, como se menciona infra en el apartado «5.3. Calidad de las personas que intervienen en el proceso de traducción en la Sección», los conocimientos sobre las peculiaridades del lenguaje de la ONU se adquieren con formación interna. Se sigue el mismo esquema tanto para la contratación de personal interno como externo y la exigencia para todos los candidatos es la misma (E2). La segunda fase consiste en una entrevista en la que «sí se puede indagar en capacidad de planificación, trabajo en equipo, estar abierto a la innovación, estar despierto informáticamente, etc.» (E2). La diferencia principal entre los procesos de selección del personal interno y externo reside en esta fase, ya que, en el caso de los traductores externos, «no se hace entrevista porque no va a haber una plaza que cubrir» (E2). Asimismo, están exentos de superar este proceso de selección los PSL que ya trabajaron como personal interno (por ejemplo, traductores jubilados), puesto que ya superaron las pruebas necesarias en su momento (E2).

El personal interno de la Sección es objeto de un sistema de revisión ligado a una jerarquía de grados17 que, como se observa en las entrevistas, es la piedra angular de la gestión de la

14 Se convoca a intervalos irregulares. En los últimos años, se han realizado procesos de selección en 2012, 2017 y 2020.

15 Disponible en: https://inspira.un.org/psp/PUNA1J/?cmd=login&languageCd=ENG&. Fecha de acceso: 4 de julio de 2020.

16 El examen de 2020 fue en línea y consistió en la traducción de un texto general del inglés, un texto especializado (a elegir entre jurídico, económico y científico/técnico) del inglés, y un texto general de otra de las lenguas oficiales (árabe, chino, francés o ruso) o un texto del inglés de alguna de las especializados que no se eligió en la segunda parte.

17 Esta jerarquía de grados se compone de cinco niveles (P1, P2, P3, P4 y P5), de los que P1 es el nivel inferior y P5 es el nivel superior. Los niveles P1 y P2 no requieren superar el proceso de selección de la ONU y se diferencian entre sí por la experiencia exigida en cada caso (ninguna experiencia para los P1 y dos años de experiencia para los P2). Para los niveles P3, P4 y P5 sí es necesario haber superado el proceso de selección. Estos tres niveles corresponden a los puestos de traductor, autorrevisor y revisor sénior, respectivamente.

56 calidad en la Sección. Cuando un traductor empieza a trabajar en la ONU, este ostenta el grado P3, lo que implica que «durante los dos primeros años tiene un tutor que le revisa cada línea que traduce y se la comenta» (E2). Se trata de un control estricto de sus traducciones que, poco a poco, va dando paso a «un sistema que se llama “monitoreo”, con el que se le hace una revisión más light, siempre en manos de su tutor» (E2). El grado P4, que corresponde a los autorrevisores, es decir, a las personas que revisan sus propias traducciones, se concede

«cuando alguien lleva ya tres o cuatro años en la casa y ha seguido una evolución normal de un traductor», dado que «es obvio que conoce bien los temas y tal» (E2). Este participante también señaló la existencia de cierta rigidez en esta jerarquía e, incluso, afirmó que este sistema «ha tenido bloqueada la evolución de un traductor». Algunas secciones, incluida la Sección objeto de estudio de este trabajo, «propusieron que se tenían que romper estos muros, aunque fuera de manera virtual» (E2), pero esto no ha sido posible «porque ahí hay un problema burocrático» (E2), que consiste en que un P3 no puede revisar a un P4. E2 incluso abogó por

«dar más libertad al traductor, quitándole al revisor de encima cuando no hace falta», es decir, cuando ya ha adquirido la suficiente experiencia para poder revisar sus propias traducciones, pero aún no es formalmente P4. También mencionó que se ha propuesto ahora un proyecto de revisión cruzada, que es una práctica habitual en las instituciones de la Unión Europea que, según E2, no tienen el problema de la rigidez jerárquica. En esta línea, E1 afirmó lo siguiente:

Para mejorar la calidad habría que revisar todos los textos, incluidos los hechos por los revisores, esto es, una revisión cruzada de todos los textos. Un texto en el que han trabajado varias personas es un texto que va a salir necesariamente mejor.

Sin embargo, reconoció que esto no es viable porque haría falta «más tiempo y más dinero»

(E1). F3, F4 y F5 también apoyaron esta idea e, incluso, propusieron que se destinen «mayores recursos a la revisión y a la coordinación de terminología y estilo» (F5) y se celebren

«reuniones más frecuentes para resolver cuestiones de estilo y terminológicas» (F3).

57 Este sistema de revisión también constituye «una herramienta didáctica» (E2) que permite enseñar a los nuevos traductores de la Sección las particularidades del lenguaje utilizado en la ONU y asegurar que el estilo de todos los documentos sea parecido, así como «otra forma de velar por la calidad» (E2). Al igual que mencionamos supra en el apartado «3.2.2. Funciones de la Sección», E2 reconoció que hay «un lenguaje onusiano muy peculiar» y E1 expuso que

«existe un español de las Naciones Unidas». E2 explicó que la particularidad del lenguaje utilizado en la ONU se debe a tres motivos principales. Para empezar, el español de la ONU es, según E2, «más bien americano que europeo» debido principalmente a que «cuando España entró en la ONU [en 1955, diez años después de su creación], el estándar de español ya se había formado y se formó a partir de traductores del Cono Sur, argentinos y chilenos» (E2).

No obstante, «existe la paradoja de que en traducción la mayoría somos de España, tanto aquí [en Ginebra] como en Nueva York y en Viena» (E2). Un segundo motivo que explica este lenguaje tan único es la necesidad de «crear un modelo intermedio y neutro», «un español que está en término medio» (E2) que sea comprensible para la mayoría de los Estados Miembros. Se trata de una cuestión que está muy relacionada con la última razón por la que existe este lenguaje onusiano, que es la multiplicidad de países hispanohablantes que son Estados Miembros de la ONU, que ya mencionamos supra en el apartado «3.2.2. Funciones de la Sección». En efecto, la ONU cuenta con 21 Estados Miembros hispanohablantes ―«todos los de Latinoamérica, España y Guinea Ecuatorial» (E2)―, y esto «restringe algunas cosas»

(E1) y genera la necesidad de llegar a diversos compromisos en cuanto al uso de la lengua.

Para intentar lograr este español panhispánico, se han de adoptar decisiones «a veces porque en la mayoría de los países es así o a veces por el uso» (E2) y «uno se ve forzado a retorcer un poquito el español normativo […]. No todo el español es como el estándar, el que está codificado» (E1). E2 reconoció que «nadie lo considera suyo», aunque consideró que está funcionando porque «nadie está 100 % contento […] y la gente lo entiende». Teniendo en

58 cuenta el carácter único de este español «onusiano», el interés que existe en la Sección por formar a sus nuevos traductores en estas particularidades para que puedan llevar a cabo traducciones que se ajusten a los criterios ya establecidos es muestra de la preocupación de la Sección por mantener la calidad.

Además de esta jerarquía, dentro de la Sección existe un sistema de «grupos temáticos» (E2), que cuentan con coordinadores de temáticas concretas (como desarme o cambio climático), que

«se asegura[n] de que todos estén observando la terminología, advierte[n] de si se produce algún cambio en el tema, […] unifica estos criterios cuando se traduce un documento muy extenso» (E2). De esta forma, también se busca lograr la armonización del estilo que se mencionó en el párrafo anterior y tratamos con más detalle supra en el apartado «3.1.2.

Características y dificultades de la TI». Los miembros de la Sección se especializan, pero no son especialistas como los autores de los documentos. En este sentido, E1 explicó: «Yo no puedo ser un técnico; puedo ser un traductor especializado». Además, este entrevistado añadió que lo ideal sería tener «un traductor especializado en una cosa nada más», pero «la organización no tiene recursos» (E1) para eso.

En cuanto al personal externo, la forma en que se revisan sus traducciones depende de «su madurez o de su antigüedad» (E2) y de la vía por la que ha sido contratado. Una primera vía de externalización de las traducciones es la que consiste en la contratación de temporeros, que pueden trabajar in situ u off site, es decir, en las instalaciones de la ONU o desde otra ubicación, respectivamente (E2). En este caso, se revisa al traductor como si fuera personal interno de la Sección, esto es, «si no es autorrevisor, [sus traducciones] las va a revisar alguien» y, si lo es,

«se autorrevisa, entrega sus traducciones y nadie las mira» (E2). La otra modalidad de externalización es la que se realiza por medio de la Dependencia de Gestión de la Traducción por Contrata, que «funciona como una agencia de traducción» (E2) a la que la Sección puede simplemente recomendar a quién contratar porque la Dependencia es la que decide. Se trata de

59 los contratistas que mencionamos supra en el apartado «3.3.3. La gestión de la calidad en el ámbito de la TI» y a los que E2 también se refiere como freelance. En este caso, «normalmente hay gente que trabaja en autorrevisión» (E1) —aunque recientemente se ha empezado a contratar mediante esta modalidad a traductores cuyos textos tienen que ser revisados íntegramente— y se realiza un control de la calidad de las traducciones, «que consiste en el análisis de un 10 % del texto» (E1). La razón de que se lleve a cabo este control de calidad es que «en principio, son documentos que no hace falta revisar, pero nosotros comprobamos que respetan las normas, que cumplen nuestros requisitos de calidad» (E1).

En el caso de que «en ese 10 % se detectan problemas o uno no tiene muy claro que la calidad sea la necesaria, pues se puede ampliar un poquito a discreción del revisor» (E1) y, si efectivamente existen problemas de calidad, «hay un proceso para devolverlo al traductor para que lo vuelva a hacer» (E1). Como mencionamos supra en el apartado «3.3.3. La gestión de la calidad en el ámbito de la TI», estos controles de las traducciones externalizadas suscitan ciertas dudas acerca de su efectividad. Según E2, el fragmento del documento que se ha de revisar «no es mucho, porque del típico documento de treinta páginas miramos tres».

E1 explicó que «hay quien desearía que el control de calidad fuera una cosa más sistemática, más en profundidad, que se introdujeran mejoras, porque la cuestión de la externalización se hace cada vez más imperativa». Asimismo, E2 detectó otro problema de rigidez, en este caso burocrática, relativo al sistema de revisión de las traducciones externalizadas, que da lugar a una paradoja. Para explicarla, E2 presentó el siguiente ejemplo:

Tienes un traductor que […] es autorrevisor e, incluso, un especialista en derecho internacional. Si viene a trabajar dos semanas18, nadie va a revisar sus textos. Si hiciera ese mismo texto y nos lo suministrara a través de la Dependencia de Traducción Contractual (sic.), hay que mirar un 10 % (E1).

18 Es decir, como temporero.

60 Esto se debe a que «la traducción contractual se basa en otro reglamento financiero […].

Como puede haber auditorías sobre cómo se emplea el dinero, hay que hacer un control de calidad» (E2). Se trata de «un requisito burocrático pero que, visto desde el punto de la traducción, es muy, muy absurdo. Es paradójico» (E2). En efecto, existe la obligación de hacer siempre controles de calidad de los textos traducidos por contratistas, incluso en los casos en que estos traductores son tan experimentados —por ejemplo, traductores de la ONU jubilados (E2)— que, si su contrato hubiera sido de temporero, se los consideraría autorrevisores y nadie, aparte de ellos, comprobaría a calidad de la traducción. El tiempo que dedican los revisores de la Sección a realizar los controles de calidad en estos casos podría destinarse a ampliar el porcentaje de la parte de las traducciones realizadas por traductores más noveles que se comprueba. Esto no solo repercutiría en la calidad de estos documentos, que se revisarían en más profundidad, sino que aceleraría la formación de los contratistas, que recibirían comentarios y correcciones de fragmentos más amplios de sus traducciones. Consideramos que, dado que eliminar el control de calidad para ciertas traducciones asignadas a contratistas es muy complicado porque dicho control es un requisito del tipo de contrato al que está vinculado y es necesario para las auditorías, quizá se podría intentar negociar ante la División de Gestión de Conferencias una reducción del porcentaje de los documentos traducidos por contratistas experimentados que es objeto del control de calidad y un aumento proporcional de la parte de las traducciones de los contratistas noveles a la que se aplica dicho control. Así, se emplearían los recursos disponibles de una manera más eficiente.

En relación también con la externalización, algunos autores consideran que, como mencionamos supra en el apartado «3.3.3 La gestión de la calidad en el ámbito de la TI», esta práctica puede poner en riesgo la calidad de las traducciones. Dado que en la Sección se hace uso de la externalización e, incluso, se implantaron los sistemas de revisión y de control de calidad que describimos en el párrafo anterior, quisimos tratar esta cuestión en las entrevistas

61 para conocer la opinión de los miembros de la Sección al respecto. Según E2, confiar la traducción de un documento a personal externo no supone un riesgo porque «a ese colaborador ya los hemos filtrado con un examen en su día o porque estuvo trabajando aquí [en la ONU] durante años». En este sentido, el entrevistado dio una gran importancia al proceso de selección del personal como método para garantizar la calidad de las personas que intervienen en el proceso de traducción. No obstante, E1 señaló que, aunque la externalización se hace necesaria debido a «un entorno institucional con cada vez menos recursos y en el que el volumen de palabras va en aumento», «existe un riesgo de que, si se externaliza una cantidad de traducción excesiva, tenga uno que externalizarla a proveedores que no siguen nuestras pautas y nuestras exigencias de calidad» y que, precisamente, se intentan evitar estas desviaciones de los parámetros de la Sección mediante el control de calidad descrito anteriormente. Además, añadió que otro de los riesgos asociados con la externalización es que «los compañeros que trabajan en una ubicación remota están más desconectados de los que sucede aquí» (E1), esto es, no pueden participar necesariamente en las consultas o los acuerdos a los que llegan los miembros de la Sección, ni recibir toda la información al respecto. Para intentar subsanar esta falta de información, sería interesante publicar cualquier acuerdo o novedad en las herramientas de comunicación, por ejemplo, la pestaña de «Actualizaciones» de la Paginilla o en la pestaña de este mismo sitio web dedicada al órgano al que afecte el cambio, o se distribuyan las nuevas indicaciones periódicamente por otros medios, como correo electrónico. Aunque habría que dedicar tiempo a hacerles llegar esta información, los revisores no tendrían que detenerse en corregir estas cuestiones en las traducciones presentadas por el personal externo. Por último, F4 también mostró su preocupación por la externalización e, incluso, propuso como medida de mejora del proceso de traducción en la Sección que se disminuyera la contratación externa.

Habida cuenta la carga de trabajo de la Sección, suponemos que, para que se redujese la

62 externalización, probablemente haría falta un aumento de la plantilla de la Sección o, en el peor de los casos, un incremento de la productividad del personal interno.