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3. Marco teórico

3.2. La traducción en la Sección

3.2.3. El proceso de traducción en la Sección

En líneas generales, el proceso de traducción se inicia en la Dependencia de Control de Documentos (Docs Control), que «recibe los textos enviados por los departamentos autores y verifica que se ajusten a determinadas normas técnicas y administrativas» (Servicio de Traducción al Español de las Naciones Unidas, 2012, p. 2). A continuación, se hacen las correcciones editoriales (id.) y se envían los documentos a las secciones de traducción. Allí, el repartidor (programming officer) recibe los encargos de traducción y distribuye «los trabajos entre los traductores y revisores de acuerdo con los plazos que se les hayan asignado y la disponibilidad de personal» (id.). Una vez que se han realizado la traducción y la revisión, los TM se envían a la Dependencia de Procesamiento de Textos (DPT), que «le da forma definitiva para la publicación» (id.) para ser subidos posteriormente al Sistema de Archivo de Documentos (Official Documents System)3 (Pazos Antas, 2019, p. 24). Por último, los documentos «se envían a las dependencias correspondientes para su impresión y distribución» (id.).

Como destaca Pazos Antas (2019, p. 26), a lo largo de este proceso se siguen unos métodos de trabajo, que son: «observar las normas de estilo […]; respetar la jerarquía de fuentes […];

realizar comprobaciones del texto retomado de otros instrumentos jurídicos; y justificar las

3 Disponible en: https://documents.un.org/prod/ods.nsf/home.xsp. Fecha de consulta: 10 de julio de 2020.

24 decisiones de traducción». En este sentido, resulta muy útil el uso de herramientas que facilitan la traducción. Respecto a la traducción en sí, se utilizan aplicaciones informáticas, como, por ejemplo, «la herramienta de traducción asistida por computadora eLUNa y el sistema de TA integrado en ella, TAPTA4UN» (Departamento de la Asamblea General y de Gestión de Conferencias. Organización de las Naciones Unidas, s. f.-b), que describimos infra en el apartado «5.4. Calidad de los recursos disponibles en la Sección». La creación y puesta en marcha de estas herramientas demuestra no solo que la ONU sigue las tendencias actuales del mundo de la traducción, sino que se ha producido una gran evolución en cuanto a este uso de herramientas. En 2008, De Saint Robert (2008, p. 107) afirmaba que «the United Nations may seem to be the perfect environment for the deployment of language technologies yet, surprisingly enough, translators and language staff in general do not rely heavily on tools».

No obstante, parece que el uso de herramientas TAO y TA ha aumentado en dicha organización.

Asimismo, en el caso particular de la Sección, sus miembros han creado un sitio web, denominado «la Paginilla»4, descrito infra con más detalle en el apartado «5.4. Calidad de los recursos disponibles en la Sección», que reúne de manera sintética y organizada información útil para el proceso de traducción.

Por último, «además de valerse de recursos comunes como diccionarios, bases de datos terminológicas o Internet, la Sección recibe opiniones de colegas y delegados de todo el mundo hispanohablante» (id.), lo que, como se explica infra en el apartado «3.3.3. La gestión de la calidad en el ámbito de la TI», suele repercutir positivamente en la calidad de la traducción.

4 Disponible en: https://ls-sts.unog.ch/. Fecha de consulta: 27 de junio de 2020.

25 3.3. La gestión de la calidad

Una vez que hemos establecido el contexto en el que se enmarca el proceso de traducción objeto de estudio, procedemos a centrarnos en el análisis de la gestión de la calidad y de sus elementos conexos.

3.3.1. El concepto de calidad

La cuestión de la calidad ha sido objeto de numerosos estudios traductológicos y sigue siendo relevante tanto en el sector de la traducción como en el mundo académico (Görög, 2014, p.

391), a pesar de que, según dicho autor (id.), «estos dos ámbitos no hayan colaborado para avanzar en el concepto de calidad», una carencia que pretendemos subsanar en cierta medida con el presente estudio. Esta amplia presencia de la gestión de la calidad en el ámbito académico, que se opone sustancialmente a la situación de la TI que describimos supra en el apartado «3.1. La traducción institucional», no implica, sin embargo, que definir qué es la calidad resulte una tarea de menor complejidad. Aun así, como Pazos Antas (2019, p. 34) apunta en su estudio, «definir la calidad es una cuestión clave para determinar su alcance», y, por lo tanto, es una tema que debemos tratar en el presente trabajo.

El concepto de «calidad» ha sufrido una gran evolución, desde un enfoque más vago y subjetivo de la concepción de la calidad hacia una perspectiva que se centra en mayor medida en la situación comunicativa en la que se ubica el texto y en las necesidades del receptor (id.) . House (2015) explica claramente esta progresión, haciendo hincapié en cuatro enfoques diferentes desde los que se ha estudiado: el anecdótico y subjetivo (anecdotical and subjective approaches), un tratamiento intuitivo de la calidad que rechaza la posibilidad de establecer principios generales aplicables a la calidad de la traducción y para el que la calidad de la traducción depende únicamente del traductor; el centrado en la respuesta del receptor (response-oriented, psycholinguistic approaches), que da la máxima importancia a que la respuesta de los receptores del TM debe ser equivalente a la que tienen los receptores del TO; el que toma como

26 elemento central el texto (text-based approaches), en el que se comparan el TO y el TM para establecer si existen prácticas sistemáticas a la hora de transferir elementos sintácticos, semánticos, estilísticos y pragmáticos; y el funcional y pragmático de gestión de la calidad (functional-pragmatic model for translation quality assessment), que permite el análisis de las particularidades lingüísticas y contextuales de los TO y los TM, la comparación de ambos textos y la evaluación resultante de sus correspondencias (ibid., p. 224).

En la actualidad, se considera que el concepto de «calidad» se caracteriza principalmente por ser una noción dinámica, lo que supone que su definición depende en gran medida del contexto en el que se aplique (Strandvik, 2015, p. 142). Por este motivo, «quality has been reconceptualized as a dynamic negotiated concept which comprises varied degrees of quality, depending on a number of factors, including fitness for purpose, utility, time, and price» (Biel, 2017, p. 33). No existe, por lo tanto, un modelo de calidad único para todos los contextos, sino una multiplicidad de definiciones de calidad y de formas de gestionarlas adaptadas a cada situación de traducción (House, 1997, p. 1), por lo que «cada tipo de contenido, propósito o canal de comunicación requerirá un enfoque diferente o una combinación de enfoques» (Görög, 2014, p. 391) a la hora de abordar el estudio de la calidad. En este sentido, Hanzl y Beaven (2017, p. 144) argumentan que la calidad va ligada al concepto de «fitness for purpose»

(adecuación al uso), esto es, que se tiene en cuenta el tipo y la función del texto. Por esta razón, la definición de calidad no se puede establecer en términos absolutos, sino que, en cada caso, habrá que definir la noción de «calidad» en función de las características de cada contexto para, de esta forma, evaluar si el sistema de gestión de calidad establecido en ese marco satisface lo que se entiende por calidad en ese caso determinado. Esta perspectiva abre las puertas a sistemas de gestión de la calidad mucho mejor adaptados a las necesidades y las características específicas de cada proceso de traducción, y esto, sin duda, lleva aparejado una mejora de dicha gestión. En el presente trabajo, por lo tanto, habremos de establecer de qué forma se define la

27 calidad en la Sección a fin de determinar si el sistema de calidad establecido satisface las necesidades de calidad de dicho órgano y, por lo tanto, resulta adecuado.

3.3.2. Normas para la gestión de la calidad

Al objeto de ofrecer definiciones más objetivas del concepto de «calidad» —o, al menos, de presentar algunas directrices generales para alcanzar dicha calidad— se han elaborado una serie de normas internacionales que recogen características asociadas con dicha noción e indicaciones para lograr satisfacerla. Estas normas internacionales, que han experimentado un gran auge sobre todo desde la década de 1990 (Prieto Ramos, 2015, p. 15), son de interés para el presente estudio porque, como explica Biel (2017, p. 39), se encuentran ligadas al concepto de calidad centrada en el proceso, que, como mencionamos supra en el apartado «1.2.

Objetivos», es el enfoque desde el que abordamos el presente estudio. Además de la obtención de estas certificaciones, estas normas pueden servir de referente para la puesta en marcha de buenas prácticas aplicadas al proceso de traducción.

Una de las organizaciones que ha realizado progresos de manera significativa en el ámbito de la normalización de la gestión de la calidad es la Organización Internacional de Normalización (en adelante, ISO). Esta organización ha creado diferentes normas de calidad (como las normas de la serie ISO 9000) y, lo que es más relevante, normas de calidad aplicadas a la traducción.

De entre estas últimas cabe destacar la norma ISO 17100:2015.

La norma ISO 17100:2015 (Organización Internacional de Normalización, 2015) busca ofrecer requisitos que se puedan aplicar a los procesos principales, recursos y otros aspectos necesarios para generar traducciones de calidad que cumplen las especificaciones pertinentes (ibid., p. 1).

Dichas especificaciones pueden incluir las del cliente, las del proveedor de servicios lingüísticos (en adelante, el PSL) o las de cualquier código o guía de buenas prácticas del sector de la traducción (id.). Para establecer directrices que garanticen la calidad en los servicios de

28 traducción, la norma se centra en cuatro aspectos: los recursos, los procesos de preproducción, el proceso de producción y los procesos de posproducción. En lo referente a los recursos, esta norma busca regular los recursos humanos y los recursos técnicos y tecnológicos. En cuanto al primer aspecto, la norma establece que el PSL debe contar con procedimiento documentado para garantizar que las personas que participan en el proceso de traducción tienen las competencias y las cualificaciones necesarias (ibid., p. 5). En la norma se recoge qué cualificaciones han de tener algunos participantes del proceso de traducción (como los revisores y los gestores de proyecto), y se detallan especialmente las competencias que han de tener los traductores y los requisitos que han de cumplir. En este sentido, se espera que los traductores cuenten con competencias de traducción, lingüísticas y textuales en las lenguas de trabajo, de búsqueda y procesamiento de información, culturales, tecnológicas, y del ámbito temático de los textos con los que trabajen (ibid., p. 6). Además, se establece que estos traductores tienen que contar con una formación universitaria en traducción o en otro ámbito y dos años de experiencia profesional en el ámbito de la traducción o con cinco años de experiencia profesional en el ámbito de la traducción (id.). Asimismo, se recalca que, en caso de que se externalice la traducción, el PSL sigue siendo el responsable de que se respeten los requisitos de la norma (ibid., p. 5). En cuanto a los recursos técnicos y tecnológicos, la norma establece que los servicios de traducción han de contar con los equipos técnicos, de comunicación y de información, y las herramientas de traducción necesarios para llevar a cabo la traducción (ibid., p. 5).

En lo referente a los procesos de preproducción, la norma estipula que el PSL deberá contar con procedimientos que le permitan analizar y gestionar las solicitudes, determinar la viabilidad de los proyectos, preparar presupuestos y celebrar acuerdos (ibid., p. 7). Esto implica que los servicios de traducción deben contar con un sistema establecido que les permita llevar a cabo todas las fases necesarias desde la recepción del encargo hasta el inicio de la traducción en sí.

29 La traducción forma parte de los procesos de producción, que también están regulados por la norma, que dispone que el PSL deberá garantizar el cumplimiento de los acuerdos que celebre con sus clientes desde el momento en el que se formalizan hasta que finalizan los proyectos objetos de los acuerdos (ibid., p. 9). Así, se observa que, de acuerdo con la norma, un proceso de traducción de calidad requiere el cumplimiento de parámetros establecidos en cada caso, y no unos parámetros generales y fijos concebidos para todos los encargos. De los procesos de producción, la norma fija estándares para la gestión del proyecto, la traducción, la revisión, la verificación final (esto es, la «confirmación del gestor de proyectos de que se han cumplido las especificaciones» (ibid., p. 12)) y la entrega. Finalmente, en lo relativo a los procesos de posproducción, se establece el proceso de tratamiento de los comentarios del cliente sobre el TM y del cierre del proyecto.

En general, se trata de una norma que da cabida al carácter dinámico de la calidad que describimos supra en el apartado «3.3.1. El concepto de calidad» y pone de relieve que las medidas de control de la calidad deben formar parte de un sistema que se aplique metódicamente en los servicios de traducción. En relación con esta norma, cabe señalar el estudio de Barros (2017), en el que comparó la norma ISO 17100:2015 con las prácticas relativas a la calidad de los servicios lingüísticos de la ONU. Esta autora destaca el carácter exhaustivo de esta norma, ya que, según afirma, abarca todas las etapas de los procesos llevados a cabo por la División de Documentación, que pertenece al Departamento de la Asamblea General y de Gestión de Conferencias de la sede de la ONU en Nueva York (ibid., p. 3), del que dependen los servicios de traducción. Tras su investigación, Barros (ibid., pp. 22-24) concluyó que los servicios lingüísticos de la ONU cumplían total o parcialmente la mayoría de los requisitos establecidos en esta norma y, además, la tomó de base para proponer posibles mejoras para el proceso de traducción de la ONU, como la modificación del sistema de revisión.

Por lo tanto, parece que la adopción de esta norma o su uso como guía para el establecimiento

30 de un sistema de gestión de la calidad propio podría tener muy buenos resultados en el proceso de traducción de la ONU, en general, y de la Sección, en particular.

Asimismo, la ISO cuenta con más normas que rigen aspectos relativos a la traducción, aunque, al contrario que la norma que acabamos de describir, son normas mucho más específicas que regulan procesos más concretos de la traducción y que se alejan algo más del objeto del presente estudio. Así, la norma ISO/TS 11669 (Organización Internacional de Normalización, 2012) establece las directivas generales de los proyectos de traducción y la norma ISO 18587 (Organización Internacional de Normalización, 2017) determina cuáles son las exigencias requeridas en los procesos de posedición de textos traducidos mediante TA.

Además de las normas establecidas por la ISO, también existen normas creadas por otros organismos que, en gran medida, establecen medidas de gestión de la calidad similares a la de la norma ISO 17100: 2015. Entre estas normas cabe destacar la norma europea de calidad EN 15038:2006 (Comité Europeo de Normalización, 2006), creada por el Comité Europeo de Normalización y que es a la que sustituyó la norma ISO 17100:2015 (Linguavox, s. f.), y la norma ASTM F2575-06 (American Society for Testing and Materials, 2006), establecida por la American Society for Testing and Materials y que, de forma similar a la norma ISO 17100:

2015, define la calidad como «the degree to which the characteristics of a translation fulfil the requirements of the agreed-upon specifications» (id.).

La existencia de todas estas normas deja claro el esfuerzo consciente que se está llevando a cabo para intentar gestionar la calidad de la manera más metódica y adecuada posible. En el contexto del presente estudio, resultará interesante saber si la Sección cuenta con alguna certificación de calidad o si, por el contrario, gestiona la calidad siguiendo directrices establecidas internamente.

31 3.3.3. La gestión de la calidad en el ámbito de la TI

Al igual que la TI en sí, la gestión de la calidad aplicada a este ámbito ha sido analizada relativamente poco hasta el momento, por lo que requiere su estudio mayor profundización en los aspectos relativos a la calidad con el fin de poder conjugar los conocimientos teóricos con la práctica (Svoboda et al., 2017, p. 1). No obstante, esto no le resta importancia, ya que, en el ámbito de la TI, la consecución de la calidad se ha convertido en un pilar fundamental (id.). En este sentido, Koskinen (2008, p. 25) asegura que la calidad de la traducción tiene implicaciones incluso en la reputación de la institución en cuestión, ya que, según explica, la calidad de la traducción en una institución no afecta (negativa o positivamente) al traductor, sino a la reputación de la propia institución. Lafeber (2012, p. 23) parece coincidir con esta idea, pues afirma que una de las funciones de la TI es «[to] make the translation service (and hence the organization) look good». De manera más concreta, Biel (2017, p. 31) afirma que, debido a la importancia de la traducción en las instituciones de la UE y el volumen de trabajo que genera, la calidad se ha convertido en un concepto fundamental que aparece cada vez más en las políticas de la UE. Asimismo, Strandvik (2018, p. 52-54) establece que la garantía de la calidad siempre ha formado parte de las funciones de la DGT y que, debido a la carga de trabajo de las OI y al aumento de la externalización, se ha convertido en un elemento fundamental para garantizar la eficiencia. Por lo tanto, la calidad constituye un elemento de gran importancia para las instituciones, lo que parece indicar que, por lo general, deberían contar con medidas para poder gestionarla correctamente.

En el contexto de las OI, la correcta gestión de la calidad se puede ver comprometida por una serie de elementos característicos del contexto institucional, que mencionamos supra en el apartado «3.1.2. Características y dificultades de la TI». Así, por ejemplo, en este ámbito, la traducción se lleva a cabo a menudo «bajo una enorme presión de tiempo, conforme a procedimientos de trabajo bien definidos […] y respetando numerosas convenciones

32 terminológicas y estilísticas» (Prieto Ramos, 2011, p. 205). A menudo, estas convenciones se establecen al objeto de lograr la armonización y la coherencia entre todos los textos producidos por una misma organización, lo que supone un reto para el traductor, ya que ha de adaptarse a los parámetros impuestos por la organización, pero, a la vez, es una forma de garantizar que todos los TM alcancen los niveles de calidad requeridos. Las características del ámbito de la TI condicionan sin duda la forma en la que se traduce y en la que se gestiona la calidad. Ante estas posibles dificultades, las instituciones se han preocupado por adoptar medidas que fomenten la correcta gestión de la calidad de las traducciones y palien, con mayor o menor éxito, los posibles efectos negativos que puedan resultar.

Uno de los elementos que está muy presente en el ámbito de la TI es la externalización. Se trata de una práctica bastante extendida, dado que las instituciones contratan cada vez más a traductores externos o a otros tipos de PSL externos (Kang, 2015, p. 143) para complementar los trabajos que se llevan a cabo internamente. Las instituciones saben que externalizar un determinado volumen de trabajo puede conllevar la asunción de cierto riesgo y por eso ejercen diferentes niveles de control en la contratación de traductores, la calidad de las traducciones y los procesos de producción de TM (id.). En el caso de la UE, las instituciones están obligadas a evaluar la calidad de todas las traducciones realizadas por traductores externos (Wagner et al., 2002, p. 38), lo cual muestra el interés de estas instituciones por mantener la calidad. Sin embargo, esta evaluación puede ser desde una revisión completa a un control al azar de ciertas partes del TM para comprobar que está completo (id.) dependiendo de la función y la importancia del documento en cuestión. En la ONU, «hasta un 25 % del trabajo» (Departamento

Uno de los elementos que está muy presente en el ámbito de la TI es la externalización. Se trata de una práctica bastante extendida, dado que las instituciones contratan cada vez más a traductores externos o a otros tipos de PSL externos (Kang, 2015, p. 143) para complementar los trabajos que se llevan a cabo internamente. Las instituciones saben que externalizar un determinado volumen de trabajo puede conllevar la asunción de cierto riesgo y por eso ejercen diferentes niveles de control en la contratación de traductores, la calidad de las traducciones y los procesos de producción de TM (id.). En el caso de la UE, las instituciones están obligadas a evaluar la calidad de todas las traducciones realizadas por traductores externos (Wagner et al., 2002, p. 38), lo cual muestra el interés de estas instituciones por mantener la calidad. Sin embargo, esta evaluación puede ser desde una revisión completa a un control al azar de ciertas partes del TM para comprobar que está completo (id.) dependiendo de la función y la importancia del documento en cuestión. En la ONU, «hasta un 25 % del trabajo» (Departamento