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Comunicación y cambio emocional deseado

Fase III: Reguladora: Se trata de una fase que implica el uso que hace el aprendiz de una, varias y variadas estrategias metacognitivas que lo llevan a mejorar el conocimiento sobre su:

Capítulo 2: El desarrollo profesional de los profesores de ciencias visto desde las emociones

2.3. Perspectiva Psicológica de la emoción

2.4.3. Comunicación y cambio emocional deseado

El proceso de formación de los FPs de ciencias debería pasar por identificar las reglas emocionales dominantes de la escuela que condicionan su identidad profesional. Requiere explorar cómo sus emociones están situadas, de manera visible o invisible, en historias educativas relacionadas con su experiencia como escolar o como aprendiz de profesor, con sus creencias sobre qué y cómo enseñar, con las características de las escuelas donde realizan sus prácticas, del plan de estudios, etc.

Y muchas veces también requiere aprender a desafiar estas reglas emocionales que se generan en cada contexto y reconocer que tanto la represión o contención de la emoción como su explosión son dañinas, personal y profesionalmente hablando, pues impactan sobre el bienestar emocional y afectan el funcionamiento del aula y al aprendizaje del alumnado.

Los FPs deberán ser capaces de autorregular las emociones generadas en la enseñanza, y eso pasa, en primer término, por poder explicitarlas a través del lenguaje. Pero ello rompe, entre otros, con la percepción de que pertenecen al ámbito privado y de que expresarlas es una señal de vulnerabilidad ya que, como hemos dicho, las emociones son consideradas como algo potencialmente no deseable en el ejercicio de la profesión. Sólo se las puede afrontar si se toma conciencia de cómo amplían las posibilidades de mejorar la enseñanza, así como de pensar y actuar diferente. Pero ello sólo será posible si se logra

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emocionales.

La autorregulación de sus emociones que deseamos, debe basarse en las recompensas emocionales de la enseñanza de las ciencias, en el aumento de la “autoestima”. Esta competencia moviliza tres clases de conocimientos dentro de los “meta afectivos” de los profesores:

a) El conocimiento acerca de lo que genera emociones positivas y negativas en la otra persona y en sí mismo favoreciendo la planificación del proceso emocional.

b) El conocimiento sobre la regulación y ejecución de la acción para mantener o modificar la dirección deseada del proceso emocional.

c) El conocimiento sobre la evaluación al concluir la actuación, respecto de uno mismo, como por ejemplo, de las emociones surgidas, la necesidad de modificarlas la próxima vez, respecto a las emociones no previstas que suscitaron la actividad y respecto al proceso como adecuación de las estrategias de regulación emocional utilizadas, modificándose para la próxima vez que se realice la tarea.

Otra competencia emocional que parece importante desarrollar en los profesores es la asertividad, entendida como la expresión de las emociones, opiniones y pensamientos en el momento oportuno, de la forma adecuada, sin ansiedad, sabiendo defender los propios derechos aunque sin negar o desconsiderar los derechos de los demás y sin culpar a los otros (Salmurri, 2004).

Creemos que también para promover el cambio emocional desde nuestra perspectiva, es necesario guiar a los FPs a explicitar, explorar, refinar y modificar las metáforas de la emoción generadas a partir de la reflexión sobre sus experiencias, a fin de que construyan nuevas relaciones entre los acontecimientos, los nuevos conocimientos profesionales y los valores, creencias y emociones (Briscoe, 1991). No se puede tomar conciencia de las emociones sino hay palabras para denominarlas y tampoco se puede controlarlas ni regularlas. De ahí la importancia del desarrollo del vocabulario emocional y de ahondar en su vinculación con el pensamiento y la acción. Por ejemplo, preguntando a las FPs de nuestra investigación el porqué dicen “me quedaron muchos ´baches´ de silencio”, o

“poder ´sanar ´esas falencias”.

La transición desde la toma de conciencia de emociones negativas surgidas a partir de la práctica de enseñar al trabajo emocional positivo, implica aceptar un cierto sufrimiento en función de obtener unas recompensas importantes a medio o largo plazo. Varios estudios han discutido sobre la metáfora positiva del entusiasmo que deriva de la satisfacción profesional como recompensa psíquica de la enseñanza, ligada a la motivación de los profesores (Hargreaves, 1998a, 1998b; Nias, 1996).

Se entiende por satisfacción profesional a la relación afectiva que establece, en nuestro caso, un profesor en su rol de enseñar que es función de la relación entre lo que quiere enseñar y lo que percibe que aprenden sus alumnos. Aquellos que tienen altas expectativas pero no realistas son quizás los FPs -o profesores- menos felices, especialmente si no las logran satisfacer en el aula.

Diversos son los factores que inciden en la satisfacción y motivación (entusiasmo) del profesor como, por ejemplo, la razón por la que han elegido esta profesión, su autonomía, el sueldo…, pero muy especialmente, lo es el logro alcanzado por sus estudiantes y, en

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crezcan como adultos responsables.

Habitualmente lo más importante será que el FP revise sus emociones negativas tales como ansiedad y frustración, y tenga oportunidades de cultivar emociones positivas como el entusiasmo, resultante de la razón práctica. Por otra parte, también los FPs que han de enseñar, deberían ser guiados para que desarrollen emociones positivas hacia la Ciencia y su enseñanza. Deberían no solo experimentar sino sentir la Ciencia y gozarla pues es una condición para que se produzca el “acoplamiento emocional” con sus alumnos, produciendo en ellos prácticas excitantes.

Se imprimirán, en ambas partes, episodios de vidas de clase que podrán recuperar holográficamente junto con sus emociones e incluso transferir a otros, pues la memoria guarda con más facilidad datos relacionados con alguna carga afectiva. Al mismo tiempo, deberán ser capaces de crear oportunidades para que los estudiantes expresen sus emociones y de comprenderlas, para ayudarles a liberarse de las sensaciones incómodas, especialmente en momentos de control emocional intenso como son los relacionados con la evaluación de resultados.

Estamos convencidos de que las emociones son las que aportan la llave para el cambio. Sin embargo como dice Punset (2006) “Nos enseñan a ser lógicos y razonables tomando decisiones, pero resulta que no hay ni una sola decisión –lógica, supuestamente razonable- que no esté contaminada por una emoción”.

En resumen, consideramos que, desde el marco teórico analizado en este capítulo, la formación de los FPs de ciencias debería orientar el desarrollo de las competencias emocionales a partir de profundizar, fundamentalmente, en las siguientes dimensiones, interdependientes entre sí:

-La expresión emocional, es decir, en aprender a pasar de la represión/contención o explosión de las emociones a su comunicación.

-El cambio de perspectiva, es decir, de utilizar estrategias focalizadas en la autocentración para controlar las emociones, a desarrollar otras fundamentadas en la empatía.

-En la gestión emocional, es decir, a partir de no saber controlar las emociones a autorregularlas para favorecer el aprender a enseñar ciencias desde nuestros parámetros.

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