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ESTUDIO ARQUEOBOTÁNICO EN LA ISLA GRANDE DE TIERRA DEL FUEGO

10.1. Recuperación de los restos

Desde finales de los años 60 del s. XX, se han ido publicando multitud de trabajos sobre recuperación de macrorrestos vegetales (Struever, 1968; Stewart y Robertson, 1973; Pearsall, 1989; Buxó, 1997 o Buxó y Piqué, 2003). El estado actual de la investigación concluye que, salvo en ocasiones específicas, la técnica más adecuada para la recuperación de semillas, frutos y otras partes de las mismas1

Otras técnicas como el cribado en seco o el cribado con agua no aseguran la recuperación de la mayor cantidad posible de restos (lo que depende también de la luz de malla de las cribas) añadiendo además el factor de la erosión que sufre el material orgánico al friccionarse con piedras y otros restos de superior dureza (Buxó, 1997).

es la flotación de sedimentos.

Una vez tratado el sedimento e independientemente del método escogido, los restos recogidos en las cribas y tamices han de ser separados y seleccionados por tipos, bien sea a partir de la observación directa en los casos de mayor tamaño, bien con ayuda de una lupa binocular en las fracciones más pequeñas (1 mm., 0,5 mm. y 0,2 mm.).

El conocimiento de la problemática y las experiencias previas nos ayuda a diseñar el proceder idóneo para recuperar los restos arqueobotánicos en cada caso, siempre y cuando la recuperación de los mismos sea un objetivo de la investigación arqueológica que se desarrolla.

Por eso, las diferencias en el planteamiento de los objetivos de unas y otras intervenciones genera diferencias en la metodología aplicada y, en consecuencia, en los resultados globales del estudio

1 Así como para la recuperación de otros restos, tales como microfauna, malacofauna o carbones de menor tamaño.

CAPÍTULO 10. METODOLOGÍA

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arqueobotánico. Queremos remarcar esta idea, porque en nuestro caso concreto las diferentes metodologías implementadas podrían ser las responsables de las marcadas desigualdades entre unos y otros conjuntos, y esto ha de ser valorado.

En los casos que estudiamos los métodos utilizados para la recuperación de los restos arqueobotánicos ha sido muy desigual. En primer lugar, dos de los yacimientos, Túnel VII y Lanashuaia, fueron excavados sin tener en cuenta los restos arqueobotánicos (excepto los carbones que fueron recogidos manualmente durante la excavación y estudiados posteriormente por Raquel Piqué) y por tanto no se aplicó una estrategia de recuperación y muestreo adecuada.

En el caso de Túnel VII, excavado en los años 90, fueron flotadas manualmente cinco muestras de 3 l. cada una en febrero de 2007. En el de Lanashuaia fueron cribadas con agua nueve muestras en laboratorio. Se trataba de pequeñas muestras de sedimento que en total sumaban 8,78 l., recogidas con la intención de recuperar material malacológico y que tras la extracción de éste, fueron cribadas usando tres mallas de 2mm., 1mm. y 0,5 mm. de luz respectivamente. El procesado de las muestras tuvo lugar en 2007 y éstas procedían de las campañas de 2005 y de 1995.

En segundo lugar, en otro de los yacimientos, Bombilla, tan sólo se ha excavado una parte del área de combustión, de la que se ha tomado una muestra de 5.25 l. Este sedimento ha sido flotado con máquina de flotación y seleccionado en las instalaciones del CADIC (Ushuaia) en febrero de 2007. Para la recuperación de los restos se utilizaron mallas de 2 mm. y de 1 mm.

Por último, en el caso de Ewan la perspectiva holística con que se ha desarrollado la excavación pretendía poner el mismo énfasis y esfuerzo en la recuperación de todos los restos asociados a los yacimientos (fauna, vegetales, industria…). Antes de nada hay que decir que este yacimiento es, por sus características de tamaño y potencia de los estratos y por el propio proyecto de excavación e investigación que permitió contar con los medios humanos y técnicos para hacerlo, una excepción a la regla, ya que se pudo tratar la totalidad del sedimento del yacimiento.

Detallamos a continuación la metodología específica aplicada en el yacimiento de Ewan.

En primer lugar, la tierra de los estratos definidos como no arqueológicos (A1 y A2) y la del exterior de las chozas fue pasada por las cribas de 5 mm. y en algunos casos de 2 mm. a pie de excavación (en este caso el volumen de litros cribados no fue registrado). El objetivo de este cribado en seco era no dejar escapar ningún resto de industria, así como recuperar los carbones y restos de fauna de mayor tamaño, que debido a procesos tafonómicos hubieran podido desplazarse estratigráficamente. En segundo lugar, el sedimento procedente de la capa A3 (la definida como nivel arqueológico), fue procesado con la ayuda de una máquina de flotación. Se flotaron 525,5 litros para el sector de Ewan I y 550 para el de Ewan II La luz de malla de las cribas que se usaron para recoger la fracción ligera era de 2 y 1 mm. Dado que no se conocía la problemática relativa a las semillas del sitio, no se planteó el uso de una criba de 0,5 ni, menos

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aún, de 0,2 mm, lo que tendremos en cuenta para futuras intervenciones. La fracción pesada también fue recogida para su posterior selección y estudio en el laboratorio.

Imagen 22.- Planta de Ewan II con la distribución de cuadros flotados o cribados. Oriol Vicente Imagen 21.- Planta de Ewan I con la distribución de cuadros flotados o cribados. Oriol Vicente

CAPÍTULO 10. METODOLOGÍA

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El sedimento de máquina, o fracción pesada de la flotación, fue seleccionado en las instalaciones del CADIC, en Ushuaia, separándose tanto los restos carpológicos, como cualquier otro que no hubiese flotado. La fracción ligera de 2 y 1 mm., previa comprobación de la presencia de semillas, fue traída a Barcelona después de la campaña de diciembre de 2005.

En cuanto a los restos recuperados en la criba de 2 mm., estos han sido seleccionados en su totalidad, separando el carbón, el hueso, las microlascas de vidrio, los fragmentos de lapas y caracoles y las semillas. La selección de esta fracción se ha realizado a simple vista, aunque en los casos en que el gran volumen de sedimento restante dificultaba la recuperación de las semillas de menor tamaño se ha procedido al cribado en una columna de 2, 1 y 0,5 mm., para después seleccionar con ayuda de la lupa binocular la fracción más pequeña obtenida. De esta forma se agiliza y facilita bastante el trabajo de recuperación y no supone un método violento para los restos, ya que de este material orgánico ya fue separado el no orgánico como piedras, etc. que podía dañarlo por el choque y la fricción en las cribas. Este proceso de tamizado en laboratorio, si bien no disminuye significativamente el volumen de muestra con el que trabajar, si que ha demostrado ser eficaz a la hora de recuperar los restos carpológicos, tanto en cuanto a restos recuperados como en cuanto a tiempo invertido. Los terrones de tierra que pudieron quedar sin deshacer después de la flotación se deshacen y las raíces y maderas modernas más grandes pueden ser eliminadas de la muestra en este proceso.

En lo que respecta a la fracción de 1 mm., la selección ha de hacerse necesariamente con la ayuda de una lupa binocular, ya que el reducido tamaño de los restos los hace apenas perceptibles a simple vista. Sin embargo, esta es una tarea muy lenta y pesada y, en algunos casos, el volumen considerable de las muestras ha hecho que busquemos un modo alternativo de rentabilizar el esfuerzo2

En segundo lugar se ha realizado una segunda flotación en laboratorio, método ya usado en otros trabajos (Alonso, 1999: 63). Este proceso se aplicó a diez muestras de ambos yacimientos para conocer su eficacia y se ha comprobado así que en nuestro caso no se produce una reducción significativa en el volumen final a seleccionar (ver tabla 20). Se han usado dos cribas, de 1 y de 0,5 mm., para recoger el material que flotaba, y se ha recogido también el . Para ello hemos probado dos métodos. En primer lugar, algunas muestras de volumen medio (entre 20 y 50 ml.) han sido pasadas por la criba de 0,5 mm. Una vez comprobado que entre el residuo resultante no hay semillas, este método ha demostrado que, si bien no reduce significativamente el volumen de la muestra a tratar, sí facilita el trabajo con la misma, que queda limpia de las partículas de polvo más pequeñas.

2 Uno de los objetivos del trabajo arqueobotánico es reducir el volumen de sedimento a tratar y almacenar (BUXÓ, 1997:30). A la vez se plantea como positivo el uso de un método rápido y fiable que permita realizar un submuestreo, entre los que se contempla la segunda flotación, método usado por nosotros (ALONSO, 1999:63). El fin de esto es hacer más fácil y eficaz la tarea del análisis arqueobotánico, sin mermar la información obtenida a través de los restos.

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sedimento que no flotó. Después de dejar secar todas las fracciones, los restos carpológicos han sido seleccionados normalmente con ayuda de una lupa binocular.

En una aproximación inicial al material arqueobotánico de los sitios Ewan, en que los objetivos eran verificar la calidad de los restos, la idoneidad del muestreo y el planteamiento de hipótesis de trabajo, se restringió el área de estudio a los fogones y los subcuadros NW de la transecta Este-Oeste. El muestreo, efectuado en Ewan I sobre el 48% de las unidades correspondientes al interior de la choza y en Ewan II sobre el 25%, mostró la diversidad taxonómica y el patrón de distribución irregular de los taxones, sin embargo, no pudo verificarse la existencia de concentraciones significativas debido a la discontinuidad de las unidades analizadas. Dado que el objetivo del estudio actual era el análisis exhaustivo del sitio, de manera que podamos conocer las características de la ocupación y de la gestión de los recursos (en este caso vegetales) de la sociedad selknam, hemos estudiado todo el material procedente de ambos sitios, para obtener una imagen de la distribución espacial y para ver si podemos comprender mejor los procesos de formación del sitio.