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El pensamiento histórico y la experiencia histórica

2.2.3. Desde la fenomenología de Carr

Desde la fenomenología, Carr (2015; 2017) aborda la relación existente entre la experiencia y la historia. Utiliza como referencia a Collingwood y Dilthey para afirmar que el pensamiento histórico incluye tanto la EH como el proceso cognitivo, señalando que

“los conceptos históricos y el conocimiento histórico están fundados en la experiencia histórica” (Carr, 2017, p.217).

El autor plantea una nueva perspectiva de análisis filosófico sobre la historia, que difiere de las reflexiones tradicionales enfocadas a la memoria -como el mecanismo de acceso al pasado- y en la representación -como forma de expresión lingüística del conocimiento-.

Carr (2017) propone situar la EH en el centro de la reflexión, ya que tanto la memoria como la representación “comienzan con un hiato entre nosotros y el pasado, entre el

presente que habitamos y el pasado al cual volvemos” (p.20). En definitiva, la EH permite comprender cómo el sujeto experimenta el pasado antes de realizar un abordaje epistemológico y, por lo tanto, resuelve la distancia que separa al observador histórico del pasado recordado. E incluso, afirma que la EH permite hacer proyecciones hacia el futuro a través de la representación y la prospección.

Para entender el campo de acción de la EH, Carr (2017) considera dos perspectivas de análisis, una pasiva y otra activa, las cuales se relacionan constantemente al construir conocimientos históricos.

La perspectiva pasiva surge de los aportes de los filósofos Locke, Dilthey y Husserl, quienes plantean que la experiencia es el “primer e inocente encuentro con el mundo”

(Carr, 2017, p.28) y que genera sensaciones inmediatas al representar la realidad. Esto se puede relacionar a que con las vivencias “comienza nuestro conocimiento y contra lo cual todo nuestro conocimiento se mide. Es, en una palabra, lo que puede conformar nuestro juicio acerca del mundo verdadero” (Carr, 2017, p.45).

En la perspectiva activa utiliza como referentes a Hume, Hegel y Dewey para señalar que la experiencia es un proceso de acumulación de habilidades y conocimientos adquiridos del pasado. Esta experticia o sabiduría son necesarias para entender y actuar en el mundo.

Al igual que Gadamer, Carr (2015; 2017) afirma que la historicidad es un elemento clave para entender la importancia de la experiencia en la construcción del saber histórico, señalando un “carácter exhaustivamente histórico de la conciencia, de la experiencia y de la existencia humana” (Carr, 2017, p.216). También está influido por los aportes de Dilthey y defiende la idea de que todo individuo es un ser histórico y por ello tiene interés en su pasado:

Los seres humanos no son solo en la historia, en el sentido de que aparecen en un tiempo particular del calendario mundial. Más bien, su relación con el pasado social e histórico es parte de lo que ellos son; es una dimensión fundamental de su experiencia y de su existencia. (Carr, 2017, p.216)

Por esta razón, cuestiona que el saber histórico provenga solo de la elaboración intelectual de los historiadores, ya que todo sujeto tiene una familiaridad con la historia y, por ello, tiene “un vínculo con el pasado histórico, como personas comunes y corrientes previo e independiente a la adopción de un interés histórico-cognitivo” (Carr, 2015, p.30).

Cualquier individuo puede experimentar directamente la historia. Por ejemplo, las personas que vivieron -directa o indirectamente a través de los medios de comunicación- la caída del Muro de Berlín en 1989 o la caída de las Torres Gemelas de 2001, tuvieron la intuición de estar presenciando un acontecimiento de carácter histórico, ya sea porque sabían que eran hechos significativos o porque entendían que era un punto de inflexión para el futuro (Carr, 2017). Sin embargo, el autor considera que una experiencia personal es histórica solo cuando es relevante para su comunidad, es parte del presente social o refleja una tendencia compartida más general.

En el caso de aquellos eventos históricos que son distantes a la existencia del observador, Carr (2015) afirma que también se pueden experimentar a través de la construcción de narrativas. La experiencia narrativa se produce con la transmisión del recuerdo o mediante la apropiación del discurso histórico, pero en definitiva puede ser considerada como otra forma de EH. Un observador puede contar “las acciones, experiencias y vidas pasadas, incluso si no tiene acceso a los relatos de aquellos que los han vivido, y debe construir una historia a partir de evidencias fragmentarias, la realidad narrada es una realidad ya vivida como narrativa” (Carr, 2017, p.180).

No obstante, este autor es consciente de que el conocimiento histórico no se puede sustentar solo en el pasado vivido y por lo tanto es fundamental utilizar procedimientos o técnicas de investigación. Pero afirma que cualquier logro cognitivo requiere de rastrear

“su origen en el mundo cotidiano, la experiencia pre-científica” (Carr, 2017, p.206), porque es desde el mundo de la percepción donde surgen las inquietudes que permiten plantear preguntas y desarrollar cualquier investigación científica.

Uno de los aportes que realiza Carr (2015; 2017) es entender que la EH no solo implica una observación del pasado, sino que también es una acción en el presente que impacta en la construcción de futuro. Tomando como referencia Heidegger, sostiene que “la experiencia humana se puede caracterizar apropiadamente como una existencia activa y práctica” (Carr, 2015, p.55). Como seres históricos, no solo experimentamos la realidad, sino que realizamos acciones deliberadas e intencionadas para intervenirla y modificarla. Y

en esta existencia activa no solo involucra a acciones corporales, sino también procesos cognitivos como, por ejemplo, construir narrativas históricas. La narrativa es señalada como una importante herramienta cognitiva y práctica de la EH, porque es una forma de experimentar el mundo. Incluso puede tener un impacto ontológico, ya que cuando es aceptada y validada por la comunidad, puede influenciar la configuración de la mentalidad de la colectividad.

Resumiendo, en la propuesta de Carr (2015; 2017) existen tres características fundamentales de la EH: la temporalidad, la intencionalidad y la intersubjetividad.

La temporalidad permite entender la relación pasada, presente y futura de la EH. Si se considera la perspectiva pasiva de la experiencia, desde el presente se accede al pasado y es allí donde se genera la sensación de “encontrarse directamente con las cosas, personas y acontecimientos de nuestro entorno” (Carr, 2017, p.53). Si nos situamos en la perspectiva activa, es en el presente donde el sujeto experimentado evoca observaciones acumuladas en el pasado para actuar en el mundo o construir representaciones de la realidad. Como no es posible experimentar directamente el pasado, la EH utiliza la memoria para rememorarlo y poder generar significados incluso con prospectivas hacia el futuro. Así lo menciona al plantear que:

Es la idea de que la experiencia está enraizada en el presente. Es el presente en el presente, nos abre al presente y puede que también al futuro. Pero ¿Experiencia del pasado? Si hay un sentido para esto, ¿no se supone la memoria? Si la historia es verdaderamente acerca del pasado, si la historia es el pasado, entones la experiencia parece excluida como un modo de acceso a ella. De allí la necesidad de representación: necesitamos representarla porque no podemos presentarla-esto es, no podemos experimentarla. (Carr, 2017, pp.26-27)

De esta manera, la EH permite utilizar el pasado para generar anticipación, expectativa o proyección hacia el futuro. Considerando los aportes de Husserl afirma que “las expectativas acerca del futuro también forman parte de la experiencia” (Carr, 2015, p.49).

Las experiencias pasadas no solo afectan en la manera cómo entendemos el presente, sino que también impactan en la construcción de lo que vendrá: “nuestras propias acciones son acontecimientos propagados a lo largo del tiempo, y no solo los vivimos u observamos, los realizamos. En la acción prevemos el futuro, consultamos el pasado y acomodamos el presente como pasaje entre ambos” (Carr, 2017, p.145).

La segunda característica de la EH es la intencionalidad. Al igual que Ankersmit y Gadamer, Carr (2015; 2017) se manifiesta contrario a la visión rankeana que pretende evitar toda distorsión subjetiva en la interpretación. Valida el relativismo histórico que acepta la inclusión de perspectivas, sensaciones, percepciones, intenciones, añoranzas y sentimientos que provienen de la experiencia del propio historiador. Como la narrativa histórica es una construcción intelectual “cualquier observador de las evidencias históricas va a distorsionar inevitablemente su significado debido que pasa por su selección y su prisma de retrospección” (Carr, 2017, p.239). Aún más, como la historia aborda acciones humanas en el tiempo y en el espacio, considera que se deberían incluir los puntos de vista de los propios protagonistas históricos, porque “sus pensamientos ocurrieron también, y junto a ellos el contenido de sus pensamientos, los objetos de sus creencias, el mundo en el cual existieron” (Carr, 2017, p.246).

La tercera característica de la experiencia es la intersubjetividad, la cual se relaciona con la interacción de diferentes puntos de vista sobre una misma realidad. La intersubjetividad permite reconocer el valor histórico de la EH de todos los sujetos o como plantea el autor:

El estar-allá del otro instancia y a la vez simboliza la alteridad del alter ego: es la manifestación concreta del hecho de que experimenta al otro es tener delante de mí una subjetividad que no es la mía, un punto de vista acerca del mundo que en un principio no puedo vivenciar. (Carr, 2017, pp.221-222)

Cada persona tiene una conexión personal diferente con los acontecimientos del pasado, pudiendo recordar, generar significados y sensaciones propias y singulares. Tomando como referencia la teoría de la percepción de Husserl, señala que “el objeto percibido es al mismo tiempo una unidad y una multiplicidad de formas de mostrarse (…) yo lo veo desde aquí, mientras que tú lo ves desde allí” (Carr, 2015, p.145). Como no es posible experimentar las memorias y la vida de los otros, debemos considerarlas y analizarlas para construir significados históricos. La alteridad permite que podamos mirar a los otros y entender las diversas formas de interpretar el mundo:

Como individuo estoy comprometido en un presente que está determinado por su lugar entre los acontecimientos pasados y futuros de mi propia vida. Estos son sus horizontes de retención y protección, horizontes de memoria y expectativas. Desde el punto de vista individual tú y yo, en efecto, vivimos en diferentes presentes, porque llevamos vidas diferentes, porque tenemos pasado y futuros diferentes, y porque el presente es para cada uno de nosotros una función de acontecimientos pasados y futuros que lo marcan. En este sentido tú “ahora” es tanto una marca de tu alteridad y diferencia conmigo como lo es tú espacial “allá”, porque es un punto de vista en un tiempo diferente, un pasado y un futuro que son diferentes del mío. En este sentido, es un punto de vista temporal que en un principio nunca puedo vivenciar. Abre, por así decirlo, a un campo diferente y así como yo no puedo tener tus percepciones, ver el mundo desde tu punto de vista propio, del mismo modo no puedo tener tus memorias o tus expectativas. (Carr, 2017, p.225)

Para Carr (2015; 2017) la importancia de la EH es que permite conectar las brechas temporales entre el pasado recordado, el presente vivido y el futuro representado. Como sujetos históricos nuestra comprensión de la realidad está determinada por nuestras propias experiencias personales y compartidas socialmente, las que forman determinadas maneras de actuar y entender el mundo. Además, es necesario aceptar que la realidad histórica puede ser múltiple y divergente, por lo que la disciplina histórica no debe desconocer el valor de las experiencias de los distintos sujetos históricos.