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Capítulo 2. La educación superior sentido y significado

2.1. Masificación de la educación superior

La masificación es una influencia global ampliamente propagada durante los últimos cincuenta años. El mayor exponente de este fenómeno es Estados Unidos, al ser el primer país en el mundo en presentar tempranamente un sistema de educación superior de masas, a partir del año 1920, seguido de Europa en los sesenta, Asia en la década siguiente, y por último los países en vías de desarrollo que se sumaron a esta tendencia (Altbach, 2015).

La masificación de la educación superior ha generado mejoras en cuanto al acceso a la educación superior en muchos países, beneficiando a grupos de la población que

39 tradicionalmente habían estado excluidos del sistema de educación superior de elite (Akalu, 2016). Este cambio hacia un sistema masificado comienza a mitad de la década de los ochenta, con una importante dimensión de género que continúa hasta el día de hoy (Grummell y Ryan, 2017). La masificación se configura como un fenómeno de larga data que se mantiene vigente en la actualidad. Es además un fenómeno transversal, capaz de manifestarse en distintos contextos y sistemas de educación superior y coexistir a pesar de los cambios sociales experimentados a lo largo de este período.

Este incremento en la demanda por educación superior conlleva a la provisión privada y la mercantilización del sector de la educación superior en muchos países (Kim y Lee, 2006). Un ejemplo de esto corresponde al caso del sureste asiático, caracterizado por los cambios en su masificación, diversificación, mercantilización e internacionalización (Ratanawijitrasin, 2015). Esta expansión de la educación superior se puede observar en una gran variedad de países, solo por mencionar algunos encontramos a Estados Unidos, Australia, Japón, Polonia, España, Finlandia y Chile (Baker, 2015).

En la actualidad, debido a este incremento sostenido en la matrícula de educación superior, se está en una fase de post-masificación o universalización. Esta situación fue identificada tempranamente en la década de los setenta por Trow (1973), quien reconoce la universalización de la educación superior cuando más del 50% del grupo de edad que puede acceder a la educación superior, está matriculado. Esta universalización en el acceso a la educación superior torna complejo, en muchos casos, la mantención de la calidad de los estudiantes universitarios por medio de la selección de la matrícula (Yamada y Yamada, 2018). En la fase de universalización, la tasa bruta de matrícula es superior al 50% (Chan, 2017). Sin embargo, no toda la participación en educación es equivalente, pues existen marcadas diferencias de valor en las vacantes estudiantiles y las credenciales, donde las disciplinas se estratifican en función del estatus y las ganancias de los graduados. En la mayoría de los países las instituciones de educación superior son estratificadas por la selectividad de sus estudiantes, la reputación y el desempeño en investigación (Marginson, 2016a). Lo anterior se puede observar en la siguiente figura 3.

40 Figura 3.Evolución del sistema de educación superior, según matrícula

Fuente: Elaboración propia.

Como consecuencia, se puede observar que los procesos de masificación y universalización de la educación superior son procesos de larga data en los sistemas de educación superior alrededor del mundo. Ambos procesos configuran una realidad que llegó para quedarse y que a su vez genera una serie de desafíos. En específico, a pesar de aumentar el acceso a la educación superior, éste continúa siendo altamente estratificado.

Por lo tanto, el cómo lograr un acceso más equivalente en la educación superior es un aspecto que debe ser abordado por los líderes de los países y por los legisladores responsables de formular las políticas públicas.

Este proceso de masificación de la educación superior podría haber fomentado la polarización dentro del sistema, por una parte, está un conjunto de universidades más prestigiosas y grandes que atraen una proporción cada vez mayor de matrículas, y por otra, una serie de universidades más pequeñas, menos prestigiosas caracterizadas por el estancamiento o incluso con la disminución de las matrículas. No obstante, las universidades pequeñas también han incrementado constantemente el número de matriculados. El incremento en la demanda por acceso a la educación superior se ha visto acompañada de una rápida expansión del número de instituciones universitarias, sin alterar la distribución al interior del sistema, es decir, la diversidad se ha mantenido (Rossi, 2010). Por consiguiente, la masificación en el acceso no ha generado situaciones más equitativas para el acceso de los estudiantes.

Sólo unas décadas atrás las naciones más desarrolladas habían completado la cobertura de su educación secundaria. Ante esto, diversos expertos predijeron la muerte de este crecimiento en la puerta de entrada a la universidad, o bien, una crisis social debido a la excesiva expansión de la educación superior. Teniendo finalmente una ascensión de la expansión de la educación superior (Baker, 2015), incluso se puede decir que su expansión ha sido aún ás rápida que la de la educación secundaria (Schofer y Meyer, 2005). Esta expansión del sistema de educación superior requiere la diversificación del sector, aunque debido a la presión se ha optado por adaptar programas generales a una

EDUCACIÓN SUPERIOR

Elite

Masificación

Universalización Matrícula de estudiantes

Matrícula superior al 50%

Acceso no equivalente

Diversificación del sistema

41 población de estudiantes más diversos y con necesidades regionales, sociales y económicas distintas (Teixeira et al., 2012).

En el año 2013, más de 170 millones de estudiantes estaban matriculados, con una expansión que continúa (Altbach, 2014). En América Latina, en 1950 había sólo 75 instituciones de educación superior, principalmente universidades con 266.000 estudiantes. En la actualidad, hay alrededor de 3.900 universidades y alrededor de 10.500 instituciones de educación superior no universitarias con una matrícula de 20 millones de estudiantes, lo cual refleja la dramática transformación de la sociedad y los desafíos para la política pública educacional y social (Brunner, 2013). Estos cambios en los sistemas de educación superior, tanto en América Latina como en el resto del mundo evidencian un creciente interés de parte de la sociedad por ingresar a la educación superior, situación que no ocurría con la misma intensidad años atrás. El resultado ha sido la creación de numerosas instituciones de educación terciaria para responder a la creciente demanda por educación superior. Por lo tanto, la discusión no debería centrarse tanto en el acceso, sino en la calidad del servicio y en el proceso formativo que están entregando esta diversidad de instituciones.