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GREGORY BATESON Y LAS NUEVAS FORMAS DE ORGANIZACIÓN DEL PENSAMIENTO

Dans le document ARQUEOLOGÍA DE LA INTERFAZ (Page 138-143)

GIORDANO BRUNO Y GASTON BACHELARD

4.5. GREGORY BATESON Y LAS NUEVAS FORMAS DE ORGANIZACIÓN DEL PENSAMIENTO

Elton van Vogt [1912-2000], en la novela de ciencia ficción Voyage of the Space Beagle (1950), crea la expresión “nexialismo”, aludiendo a una “ciencia” que no sería solo una simple suma de disciplinas que componen el conocimiento humano, sino una ciencia de interrelaciones y nexus entre todas las demás. El héroe Elliot Grovess-nor, que inspiró seriados como Star Treck, a pesar de no tener una habilidad específica como los otros tripulantes de la nave, tenía la capacidad de integrar diferentes ciencias (psicología, química y física, entre otros) en la búsqueda de soluciones que conduzcan a la supervivencia de toda la nave en su misión exploratoria del espacio sideral.32

No voy expandir la cuestión sobre la referencia al nexialismo de Elton van Vogt, pero de ese autor tomo de préstamo sólo el término “nexialismo” y no la acepción total que él expone en su novela El viaje del Beagle espacial. «El nexialismo es un enfo-que totalmente nuevo de aprendizaje y de asociación» (Van Vogt, 2000: 40). Explico:

el término “nexialismo” es muy útil y muy cercano de la idea de transdisciplinariedad.

En un primero momento se acerca a una novela sobre un supuesto anti-aristotelismo, por ejemplo en su novela World of Null A The Null-A (El mundo de los No A)33, en que Gilbert Gosseyn se ve sometido a pruebas increíbles destinadas a revelarle al fin que es un superhombre con un doble cerebro.

En El Viaje del Beagle Espacial, cuando Grovessnor «inició su conferencia sobre los reflejos condicionados y su desarrollo desde los días de Pavlov, hasta ser una piedra angular de la ciencia del nexialismo» (Van Vogt, 2000: 41) «he llegado a entender que la ciencia del nexialismo puede ofrecer un nuevo enfoque para la solución de problemas. Como es un enfoque holístico de la vida, llevado a la enésima potencia, puede ayudarnos a tomar una decisión rápida en un momento en que se requiere una decisión rápida…» (Van Vogt, 2000: 84). En esa estructura resulta que el nexialismo es una especie de exacerbación de la teoría de los reflejos condicionados del fisiólo-go ruso Ivan Petrovich Pavlov [1849-1936], basada en una concepción mecánica y

32. La reflexión a

técnica del conocimiento. En una lectura más atenta de la novela, por lo que parece, de lo que se trata es de “aprender” todas las ciencias durante el sueño como quien se traga una píldora. Nosotros proponemos el nexialista como un sujeto que, en su estado de ensoñación, parece estar cierto de que los procesos de comprensión solo pueden ser conscientes y reflexionados (y eso es algo que no parece tener en cuenta Grovessnor). Es estar en un estado “despierto”, en que sea capaz de construir “nexos trans-disciplinares”, por la acción de la imaginación. En esa propuesta de interfaz que proponemos, los procesos de comprensión sólo pueden ser conscientes y reflexiona-dos, y eso no parece tener en cuenta Grovessnor, quien, en lugar de estar rodeado de libros, está rodeado de cachivaches.

Por lo tanto, en esa investigación, el término “nexialista” se refiere al sujeto ca-paz de comprender el trasfondo de cada ciencia para producir puentes entre ellas, con lo que supera los límites de las distintas especializaciones. Grovessnor supone que,

¿una vez “adquiridos estos conocimientos”, se producirán conexiones inconscientes entre ellos? Quizá sea lo que esperan los apóstoles de la inteligencia artificial. En su reflexión sobre ese tema, Català apunta que Grovessnor, el nexialista, en el fondo, es más cienticista y positivista que todos los demás científicos, puesto que considera que el conocimiento se puede adquirir mediante un proceso de memorización incons-ciente, cuando sabemos que de lo que se trata es de comprenderlo.

En ese sentido, Català hace otra provocación: “Esto es lo que separa la idea de Inteligencia Artificial y la de humanismo. Es cuando se juega los cuestionamientos:

“¿Qué le faltará siempre a un ordenador para ser verdaderamente inteligente? O dicho de forma menos negativa: ¿Qué deberá tener la IA para poder ser realmente inteligente?

La alianza entre la ciencia y las humanidades quizá pueda resolver este asunto”.

Català asevera, en ese contexto, que de todas formas este planteamiento ofrece la oportunidad de aclarar ciertas ideas relacionadas con las correspondencias entre tecnología, pensamiento y conocimiento. Y es eso lo que buscamos en esta investiga-ción. Estamos en esa búsqueda cercanos a las ideas de Català al intentar responder a los cuestionamientos: ¿qué es, por lo tanto, la interfaz? ¿Una “máquina” de aprender como las del nexialismo, o una “máquina” de pensar? La propuesta de esta investi-gación va en dirección de la última proposición. La interfaz no es puramente una

“máquina de pensar”, sino un “espacio de producción de conocimiento”.

Mas volvamos a nuestra cuestión inicial, que es tema de este apartado: Gregory Bateson y las nuevas formas de organización del pensamiento. Discurrimos anterior-mente sobre los planteamientos de Deleuze y Guattari al respecto de los “conceptos”, el “plano de inmanencia” y de “personajes conceptuales”, aunque los autores traten de eses asuntos a nivel lingüístico, pero es posible echar mano de estas ideas como un “abrelatas” para los problemas conceptuales que propone la interfaz. Giordano Bruno, Gregory Bateson [1904-1980] y Grovessnor, un personaje de ficción de Van

Vogt, en épocas distintas, tienen elementos que proponen ideas muy similares y com-plementarias para la formulación de una “ecología de la mente” o “ecología de las ideas”, conceptos que hoy sería útil para comprender la arquitectura de la interfaz.

«Un explorador nunca puede conocer lo que está explorando hasta que lo haya explorado» (Bateson, 1998: 16). Podemos encontrar en esa afirmación una forma de pensar muy similar a la idea de ensayo. Supongo que ahí está la esencia de lo que estamos discutiendo: cómo pensamos – pero en nuestro caso se trata de cómo pensamos en alianza con la tecnología, la imaginación, la metáfora y la memoria, cómo se amplían las posibilidades mentales mediante esta relación. ¿Hay entre la mente y los dispositivos un espacio relacional que sea posible visualizar en las interfaces?

La trayectoria intelectual de Bateson hizo que se le calificara de varias mane-ras: epistemólogo, antropólogo, biólogo, teórico de la comunicación, entre otros, y sus planteamientos se sitúan histórica y filosóficamente en una era científica tomada por el pensamiento racional, en que el conocimiento científico era el único aceptable.

En Pasos hacia una ecología de la mente (1998), Bateson expone, en una serie de ensayos, nuevas perspectivas de pensar sobre la naturaleza del orden y la organización de los seres vivos – en torno a las premisas de una “ecología de la mente” o “ecología de las ideas”. Asegura que es necesario un cambio de las creencias perceptivas básicas, o “premisas epistemológicas”, para tomar consciencia de que la realidad no es nece-sariamente lo que se cree que es. Es un método interdisciplinar distinto del sentido habitual, que se refiere al término como una forma de cambiar informaciones entre las disciplinas, pero en el sentido de encontrar directrices comunes a muchas discipli-nas (Bateson, 1998: 15).

En el ensayo Patología de la epistemología,34 presentado en 1969 en Hawaii en el marco de la Segunda Conferencia sobre Salud Mental en Asia y el Pacifico, él apunta las características esenciales de un sistema, que según él es el mismo de la mente: a) el sistema operará con y sobre diferencias; b) el sistema consistirá de redes cerradas por las que se transmiten diferencias y transformaciones de diferencias (lo que transmite una neurona no es un impulso, sino una diferencia); c) muchos hechos dentro del sistema serán provistos de energía por la parte que responde, más que por el impacto de la parte que lo acciona; y d) el sistema será auto-correctivo, buscando el mantenimiento de la homeostasis y/o en dirección de huida. La autocorrección implica ensayo y error.

Esas ideas pueden ser aplicadas directamente en la fenomenología de la inter-faz. En 1938, Bachelard pone en manifiesto la importancia del erro en La formación del espíritu científico: solamente “por el error se hace surgir el conocimiento”. Para el filósofo hay zonas obscuras, obstáculos al conocimiento posibles de ser desafiados y superados. No es distante del pensamiento de Josep M. Català (2010: 326) que propone la importancia de reintroducir las contradicciones en el mismo seno del

34. Para Bateson la patología se define como la pérdida del equilibrio sistémico, o sea, procesos patológicos a nivel ecológico.

proceder científico, una vez que el método científico en general es el resultado de una visión del mundo. Pero es cierto que el conocimiento sólo avanza cuando se equivoca o, dicho de otra manera, nos aproximamos científicamente a la verdad en la dinámica de la rectificación. El concepto de la interfaz también nunca estará finalizado, una vez que para pensar la interfaz a través de la propia interfaz pueden surgir nuevos aportes.

Bateson revive la vieja pregunta, ¿piensa una computadora?, o la cuestión ya formulada por Alan M. Turing [1912-1954] en la conferencia de 1947 “¿Puede pen-sar una máquina?”35. Bateson es taxativo: ¡no! Lo que piensa y actúa por ensayo y er-ror es el “sistema hombre”, más computadora más medio ambiente, o sea, un “sistema total”. La mente, por lo tanto, sigue manejando tales conceptos.

Será necesario recuperar algunos planteamientos de Bateson para comprender mejor la idea de “sistema total”. El concepto de “ecología”, donde evidencia la in-fluencia de la teoría de los sistemas y de la cibernética, sería el «estudio de la interac-ción y sobrevivencia de ideas y programas (diferencias, complejos de diferencias etc.) en circuitos» (Bateson, 1998: 483).

El sistema cibernético elemental con sus mensajes en circuitos es, de hecho, la unidad más simple de la mente; y la transformación de una diferencia que recurre a un circuito de ideas elemental. Hay sistemas más complicados que acaso merezcan más ser llamados sistemas mentales, eso es lo que estamos considerando. Toda unidad que presente el rasgo de actuar mediante el ensayo y el error será denominada legítimamente un sistema mental (Bateson, 1998: 489).

La “naturaleza” o la “realidad” es descrita como una serie de “sistemas”36 o “cir-cuitos” muy complejos, ordenados de modo que unos contienen a otros. O sea, cons-tituyen sus “contextos”, al punto de establecer una “jerarquía de contextos”, donde todos desarrollan dependencias y determinismos mutuos, por medio de relaciones no necesariamente lineales, y juega un papel de primer orden el fenómeno de la retroali-mentación; todo ello con el objetivo último de la supervivencia, de la “conservación”, lograda a través del mantenimiento de los equilibrios u homeostasis.

Estos circuitos o sistemas funcionan a través de la transmisión de informa-ción, que se expresa por medio de la comunicación de “diferencias”, que para el pensador no son otra cosa que “ideas”. Volvamos a la pregunta ¿qué es la mente para Bateson? Si “una diferencia es una idea” y hay un número infinito de diferen-cias, a su vez la diferencia debe ser considerada como la unidad de información y de

“insumo psicológico” (Bateson, 1998: 514). Esa es la esencia de la concepción de mente para Bateson: la “mente”, “sistema cibernético” y “ecosistema” se convierten en sinónimos: cualquier unidad que contemple el procesamiento de información y funcione a través de ensayo y error.

Al plantear eso, el concepto de mente al mismo tiempo que nos ofrece nuevas perspectivas para un abordaje transdisciplinar, restaura una visión integradora y

sinté-35. Turing pasa a la

tica donde, por demasiado tiempo, ha prevalecido una concepción atomizadora de la realidad. «La mente individual es inmanente, pero no solo en el cuerpo. Es inmanente también en las vías y mensajes que se dan fuera del cuerpo; y existe una mente más amplia, de la que la mente individual es solo un subsistema» (Bateson, 1998: 492).

Bateson, a partir de la afirmación del lingüista Alfred Korzybski [1879-1950]

de que “el mapa no es un territorio”, propone las siguientes observaciones:

¿Qué aspectos del territorio pasa al mapa? Sabemos que un territorio no es un mapa.

[…] si el territorio fuera uniforme, nada de él entraría en el mapa, salvo sus fronteras, que son puntos en que cesa de ser uniforme por comparación con otra matriz de mayor dimensión. Lo que pasa al mapa, de hecho, es la diferencia. […] ¿Pero lo que son las di-ferencias? Una diferencia es un concepto muy particular y obscuro (Bateson, 1998: 482).

Y propone encontrar la diferencia entre el papel y la madera que no está en el papel, ni en la madera, mucho menos en el espacio que media entre ellos y tampoco en el tiempo y el espacio que media entre ellos. Plantea: «la diferencia que se produce a lo largo del tiempo son lo que llamamos de “cambio”» (Bateson, 1998: 482) e idea en su sentido más elemental es sinónimo de “diferencia”.

[…] El mundo mental es solo mapas de mapas de mapas, al infinito […] cada paso, a medida en que la diferencia se transforma y propaga por su vía, la materialización de la diferencia antes de ese paso es un “territorio”, del que la materialización después del paso es un mapa. La relación entre mapa-territorio se efectúa a cada paso (Bateson, 1998: 485).

O sea, lo que traslada del territorio al mapa son transformaciones de la dife-rencia y que esas difedife-rencias son ideas elementales. La mente, para Bateson, sería entonces inmanente en el sistema biológico más amplio, el ecosistema. O, si trazo las fronteras del sistema en un nivel diferente, entonces la mente resulta inmanente, no solo en el cuerpo, pero en la estructura evolutiva total, tanto social totalmente inter-conectable y en la ecología planetaria.

Creo que es correcto llamar “diferencia” a lo que produce cambios, y los cam-bios son formas de movimientos. En ese sentido estamos muy próximos a una de las premisas de la interfaz: el movimiento, o la fluidez que alcanza incluso la propia plataforma de actuación y que por lo tanto se fundamenta en la básica inestabilidad de todo el conjunto, cuyos elementos modifican entre sí.

Cualquier sistema que es capaz de trasmitir diferencias está formulando ideas, y por ende está “en proceso de pensar” a través de las relaciones establecidas con otros sistemas. El concepto de ecología, por ser más dinámico y orgánico, sería más perceptible en la transformación o la “asimilación transformativa del conocimiento”, por la que no es tan importante el acarreo de la información de un lugar a otro como el hecho de que esta información se transforma durante el proceso y pasa a actuar mediante distintas facetas. No estamos por lo tanto ante un sistema mecanicista, sino

en un “espacio ecológico de duración”, una zona de constante transformaciones de todos los elementos, incluida la propia información que inicia el proceso (Català, 2005: 571). Recordemos que el concepto de interfaz que proponemos se refiere a un dispositivo que produce conocimiento y que entendemos el conocimiento como un conjunto de espacios de reflexión.

Trabajar un problema con la interfaz es ir construyendo esta serie de plataformas que interactivamente se van proponiendo como pasos hermenéuticos, en conjun-ción con una o varias máquinas-ordenadores , uno o varias bases de datos, uno o varios medios-multimedia y uno o varios usuarios. […] que pone en interacción toda una serie de factores diversos, relacionados con un fenómeno o un problema y que más que soluciones, pretende producir estados de comprensión efectiva de los mismos (Català, 2005: 574).

No solo de los elementos que componen su entorno como también los elemen-tos que hay dentro. En eso estaría el avance en pensar el suelo de la casa de la loca, o un espacio ecológico en que las transformaciones cambian el propio territorio de la ecología al introducir la idea de movimiento. Al hablar de ecología estamos hablando de un movimiento constante, un espacio que contempla no solo una transformación, pero un efecto constante de la transformación que se alimenta a sí mismo y construye nuevos territorios ecológicos.

Como veremos adelante, Giordano Bruno reelaboró sistemas tan diversos como la monadología, el panteísmo, el evolucionismo, el materialismo dialectico, el idealismo o la teoría de la relatividad y con su filosofía ha creado un sistema esencial de la sabiduría, sistema ecológico de pensar la memoria y la imaginación constituida por un lenguaje vivo de la realidad y de la mente. Creó “máquinas de interfaz” a tra-vés de las construcciones de los sistemas de memoria que estaban destinados a ser un dispositivo intelectual, con vista a la reforma de la mente que utiliza las imágenes y, por consiguiente, la imaginación.

4.6. GÉNESIS DE LOS CONCEPTOS OCCIDENTALES DE LA

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