pals para saber que es nula la luflueucia
preteudida
paialos
montes.
La lluvia se produce en Filipinas porlasnccicnes generales,
físicas y mecánicos ds las corrientes atmosféricas,
modificadas
casi exclusivamente porla acción de masa que puedan ejercerlas
montafins, en cuya acción es nulo casi el efectoque podemos
atri¬
buir á la masa de los bosquesque modifica de modo insignificaute
la de aquéllas.
El conocimiento del país nossuministra muchos casosde pro¬
vincias muydesmontada», con lluvias más regulares queotras en que no se ha desmontado casi nada, porcjemjdo; Leyte,
Albay
ySamar tienen más regularidad de lluvias que Tabayas, Musbate
yParagua.
Los ejemplos puestos en general para Filipinas
tienen
su con¬firmación dentro de cadauna de las provincias primeramente di¬
chas; así, en Albay tenemoslos partidos de Iraya y Tabaco más
cultivados queel do Donsol y con lluvias más régulaies; en la
costa oiientnl de Leyte hay mayor regularidad en las lluvias que
en laoccidéutal, quetiene más montes, fenómenos éAos debidos
á laexistencia de climaslocales, formados por influencias topo¬
gráficas, y especialmente por el sistema
orogiáfico.
Ningún efectoapreciable tienen los.montes sobre las
lluvias,
y lo propio ocurre con el estado higrométrico do la atmósferay re¬gularidad do temperaturas, cuyosfenómenos meteorológicos son naturalmente bastante regulares, como lo prueba el acusarcons¬
tantemente ungrado excesivo de humedad el higrómetro y no existir grandes diferencias entrelas rredias tempeiaturas corres¬
pondientes á las distintas épocas del aüo.
Porúltimo, nó puede tomarse en consideración la influencia hidiológica de los montesde Filipinas sobre la regularización del régimen do las corrientes, porquedada lapoca longitud delas
mismasyla pocaextensióndo sus cuencas,debidoála topografía
de aquellas islas, no tienen importancia deinundaciones las cre¬
cidas periódicas de los ríos,quelas observamos en todo Filipinas,
lo mismoen los paísesconmonte que enlos desmontados, debido
sin duda á la intensidad relativa de las lluvias yá laescasa pen¬
diente de aquellos valles ála misma altura que el mar, en casi
todo el litoral.
Concretando loexpuesto,podemos hacer las siguientes afirma¬
ciones con respecto á los montes filipinos: 1.*, dificultan la exten¬
sión de lazona cultivada, ocasionando graveperjuicio al progre¬
so agrícolay á la prosperidad general; 2.^^, representan la miseria
yel hambre para los jmehlos y los individuos, y, por lauto, la pobreza parael Estado en el orden económico; 3.®, representanel paludismo y lamuerte bajo el punto de vista higiénico; 4.*, nin¬
guna influencia tienen en la hidrología y climatología del país.
Fundados en las afirmaciones anteriores, ydada la gran ferti¬
lidad de los terrenos que hoyocupanlos montos,justonos parece que en sustitución del aforismo discutido y susfatalesconsecuen¬
cias, admitamos pata el poruenir, con sus provechosas conse¬
cuencias, la modestísima opinión siguiente: «Filipinas tieneuna inmensa riqueza en lafertilidad almacenada y explotable de sus montes.»
Es preciso, á todo trance, aprovechar y hacer útil esa riqueza
efectiva de lafertilidad,prescindiendo de las riquezas imaginarias
en maderas, verdaderas filfascon que espíritus ilusos han podido
formaropinión de dominóy que nodebe prevalecer por carecer deargumento serio que
justifique
suexistencia, oponiéndose
ála
prosperidad deun país que exporta por valor de 14 millones deduros en abacá, y quepodría sólo en esteramo de la producción agrícola llegar á una exportación de 40 millones de duros en el
término de diez ó doceaños si se cambiaran y modificaran con¬
venientemente las disposiciones legislativas actuales.
Espreciso igualmente que ese horror sentido hasta hoy por
esosmedios de desmonte, llamados machete, hacha, cainguí del
monte,petróleo, pólvora, dinamita, se truequeen reflexiva benig¬
nidad, considerándolos, cí, como destructores de enormes masas de madera que deben convertirse en abono, pero como creadores
demanantiales de producción inagotable, considerándolos como
elementos de destrucción de una riqueza ficticia é irrealizable,
pero como creadores de una riqueza efectiva yverdadera, es de¬
cir, que esos elementos, castigados y anatematizados hasta hoy
por ladestrucción aparente de riqueza, deben ser favorecidos ë
44 GACETAAGRÍCOLADEL MINISTERIO DE FOMENTO
impulsados desde hoy, por la riqueza verdadera queoriginan, y deben ser, portanto, considerados como elementos de progreso, sobre cuyo uso no incumbe al Estado otra funciónque la de co¬
nocerexactamentelo realizado, regularizándolo por aquellas me¬
didas que convenganá lageneralidad.
En virtud de lo expuesto muy á la ligera en este artículo, y paraabreviar, creemossinceramente que debe reformarse la ac¬
tual legislaciónsi queremos de verdadel progreso, y en esta for¬
ma debemos admitir la necesidad yconveniencia delos siguientes propósitos á ejecutar:
1." Deslindaren todos los montesaltos del Estado la zonade los mismos que se deba conservar, considerando el resto comosi
fueran baldíos.
2.° Dejar como montes altos á conservar sólo aquellos que
sean absolutamente precisos para la satisfacción de las necesida¬
des locales, eligiendoparaeste fin loa que estén situados en te¬
rrenos inapropiables al cultivo, yaquellos que porestaren terre¬
nos de muchapendiente sirvan de contención de los mismos.
3.° Declarar enajenablesy hacer fácil la enajenación de todos
los terrenos, de baldíos, gogonales, montes bajosy altos no com¬
prendidos en la zona de conservación.
4.° Hacer las valoraciones de los montes altos ybajos que se
deban enajenar, ateniéndose sólo á su valor agrícola, y haciendo
caso omiso delas tasaciones parciales á que pudieran dar lugar
las maderas yleñas, que no tienenpara el agricultor más valor
que el de suscenizas.
ó." Aspirar á la enajenación casi total de los montes altos en lazona abacalera, paralo cual el desiderátum sería queel Esta¬
do nointerviniese másque para formalizar y legistrar lasconce¬
siones; pero seadelantaría mucho reduciendo los gastos decom¬
praá un pequeño canon por unidad superficial, más una cuota insignificanteporgastos del funcionario encargado do las me¬
diciones.
6." Descentralizar los servicios de desamortización hasta el extremo de que encada pueblo sepuedan resolveren sutotalidad
los expedientes necesarios, incluso la expedición de los títulos de propiedad correspondientes, siempre que laextensión nopásede
10 hectáreas.
7.® Crearmedidoresy tasadores prácticos que se encarguen
de laresolución de los expedientes anteriores, en unión con
los
Gobernadorcillos de los pueblosrespectivos.
8.® Los medidores tendrán ásu cargo todas las operaciones
decampo que ocasionen las concesiones
de
terrenos, yademás
llevaránlos libros correspondientes demediciones, actas,
estadís¬
tica de concesiones recta quesele ordenen,
contando
conel auxi¬
lio del personal subalterno y temporal, que
le prestaría obligato¬
riamente elGobernadorcillo, siendo este último el responsable de
las faltascometidas en el servicio de oficinas.
9.® Los metlidores dependerán directamente
del servicio
pro¬vincialó de distrito que se establezca, que