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GENERALIDADES SOBRE EL CULTIVO DE LA VID

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Y SOBRE LOS MEDIOSDEFOMENTARLO (i).

Señores:

No es el atrevimiento, que seria en mí natural cualidad si siempre fuese compañero de la ignorancia; es

más bien debilidad

yflaqueza de espíritu lo que hoy me compromete

á

presentarme,

porprimera y quizá por única vez de mi vida, en este

lugar de¬

dicado á la enseñanza, donde, portan sábia y elocuente manera, haresonado la voz de los más eminentes profesores, y desde don¬

detanta luz bienhechora ha esparcido ese expléndido sol de la ciencia, con cuyos rayosforma la mente humana la

antorcha

que

laguia é ilumina por losdifíciles caminos del progreso.

Considerad, señores, si habrá menester de vuestra indulgencia

este oscuro y humilde aunque entusiasta partidario del

adelanto

agrícola, que con perfecta conciencia de su escaso saber, no ha

tenido, sin embargo, valor bastante para declinar la inmerecida

honra con que se le brindara, al concederle un turno en estas

conferencias.

Porotra parte, lascircunstanciaspor que me encuentro

aquí,

no

mepermitían rehusar este honor, cuando el

aceptarlo

aparece

á

misojoscomo un deber ineludible. Con cierta

representación

con¬

feridapor el distrito vinícola más afamado, sin

disputa, de todos

los deEspaña, yo he debido acudir

allí

donde quiera que se tra¬

baje por eldesarrollode esta riqueza: con un

título

que me

impo¬

ne obligaciones muv superioresá mi pobreza de

inteligencia, he

(i) Conferencia agrícola dada en Madrid el jj de Mayo de 1877, porel inge¬

niero agrónomo D. Gumersindo Fernandez de la Rosa, representante de Jerez de

la Fronteraenla Exposiciónvinícolanacional.

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de aprontar allí donde quiera que se levante la gloriosa bandera

del progreso agronómico, el débil contingente de mis esfuerzos.

Se trata de viñas y de vinos; se trata de llevar á este impor¬

tante ramo de la producción nacional los perfeccionamientosque

permiteel desarrollo de las ciencias agrícolas: ideas generosas, sentimientos patrióticos, preceptos que dicta el estudio más pro¬

fundo y detenido; motivos de noble emulación, todo esto surge

hoy en el levantadoánimo de losquevaleny de losque puedenen

favor de un cultivo y de unaindustria que encuentra en nuestro suelo las más propicias condiciones de existencia, y que parece constituir el más preciado de los naturales dones queplugo á Dios

concedernos.

Entre taningentes esfuerzos, entre tan brillantes concepciones, permitid, señores, que yo diga algunas generalidades acerca de

esta obra de regeneración; leve ofrenda recogidaallá enlos modes¬

tos terrenos de la práctica. Hay hechos que pasan sin ruido, que

serealizan en muy limitada esfera, pero de los cuales pueden de¬

ducirse provechosas enseñanzas. A veces no son tan fructíferos

ciertos proyectos que inspira una imaginación ardorosa; á veces

no lo son tampoco pensamientos cuyo aparato científico nosdes¬

lumhra, pero cuya realidad se nos escapa siempre, yque pudiéra¬

mos comparará esas hermosas flores que un cultivo esmerado

hacerellenas, á esas rosasde milhojas, que nos encantan por sus variados matices y porlo caprichoso de sus formas; pero en cuyo

centro esinútilque vayaisábuscar prolíficos órganos, ni fecundada semilla, ni siquiera el suave y delicado aroma de la salvaje rosa

de los campos.

Yo creo,señores, que en agricultura el perfecto conocimiento

de los hechos es la base de todo adelanto; porque en vano inten¬

taria el hombre marcharcontra las inmutables leyes de la natura¬

leza, sábia maestra que nos ha enseñado las primeras prácticas y los primeros rudimentos de todo arte y de toda ciencia, cuyos principios, en el órden físico, á ella han sido arrancados por

los

grandes métodos de la experienciayde la observación.

aquíel pensamiento que me mueveá considerar como

útil

y provechosa la descripción de aquellos procedimientos que he

visto emplear en los viñedosdelmás bello rincónde laAndalucía;

y á presentar como ejemplo digno de imitarse, aquel sistema que

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constituye la antigua pero notabilísima práctica de los más enten¬

didos viticultores, en los feraces términos de Jerez, el Puerto y Sanlúcar de Barrameda.

Alver cómo estas prácticas se concuerdan con los cánones de

laciencia agrícola, al ver qué grado de perfección alcanza por ellas ellaboreoy cuidado delasviñas, desde hace muchosaños—

ycuando aún eran ignoradas

teorías

yverdades que hoy enrique¬

cen el artede los campos,—me acuerdo siemprede loque observa

elconde de Gasparin, hablando de los cultivos de Flandes. «A la

manera, dice el ilustreagrónomo, queciertos pueblos de la India predicen los eclipses porfórmulas cuya demostración desconocen

yque no sabrían deducir, asíallí parece que un saber antiguo,

que seperdió despues, dictó las reglas que hoy han quedado enel

estado de rutina; pero rutina excelente que forma uno de los paí¬

sesmejor cultivados del mundo.»

Lo mismo pudiera decirse del cultivo de la vid en las aludidas

localidades. Aquellos capataces desconocen completamente las leyes generales del movimiento, de la vida y de la trasformacion

de la materia; pero á ellas aparecen sus prácticas admirablemente ajustadas.

No seentienda por esto que yo crea que allí todo está hecho;

queallí no hay nada que reformar ni perfeccionar; nada seria más

distante de lo verdadero; pero lo que debo asegurar es que, áun

teniendo mucho que aprender, aquellosbuenosprácticos, aquellos

áquienes á principios de este siglo llamaba Rojas Clemente sus maestros, los Columelas de los campos, mucho también nos pue¬

denenseñar.

Largay enojosa tarea fuera entraren minuciosos detalles que, por otra parte, repugna la índole propia de estasconferencias, en donde más que el procedimientoque se explica vale, sin disputa,

laidea que se despierta; endonde,—y sobretodotratándose deun

concurso tan ilustrado y de un conferenciante tan pobre de cono¬

cimientos como yo,—la opinion que seemite es, más bienque en¬

señanza, estímulo quehace brotarenlamentede losqueescuchan

más luminosos y fecundos pensamientos.

Ciñéndome al papel de mero narrador, describiré, del mejor

modo que me sea posible, las circunstancias principales de un cultivoque, por raro caso, ofrece en nuestra patria desde la alta

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perfección indicada, hasta el atraso y abandono más deplorables.

El estudio de losterrenos vitícolas, de lareproducción del plan¬

tío, y del laboreo y cuidados que requiere la viña; las indicaciones

más elementales respecto á la fabricación del mosto, desde que comienza la vendimia hasta que enelseno del azucaradozumode

lauva se desarrollan los complejos fenómenos de la fermentación vinosa; y por último, algunas ideas generales sobre los medios

que en la esfera económica y administrativa pueden determinar

un estado más próspero de la viticultura española; tales son los

puntosque hemos de tocar someramente, y tal el extenso campo

en que hemos de recoger algunas espigas, no las mejor granadas

ymás bellas, que sabrán elegir despues otros más hábilesy com¬

petentes cosecheros.

Es de toda evidencia que las condiciones estadísticas y climato¬

lógicas imponen al cultivo de la vid límites mucho más circuns¬

critos que los que dependen solo de la naturaleza de los terrenos.

La composición mineralógica no parecejamás ser un obstáculo

al establecimiento de dicho cultivo, con tal que permita la exis¬

tencia de ciertas propiedades físicas, tales como el poder retentiva

de la humedadydel calor, en la medidaqueconviene á la buena

madurez de la uva. Apenas hay suelolaborable queno estérepre¬

sentado en alguna localidad afamada porla superior clase de sus productos: sobre suelos graníticoscrecen los viñedos del Ermitage

yalgunos del Beaujolois-, sobre pizarras arcillosas los de Málagay Anjou-, sobreestasmismas mezcladas con granproporción de

sílice,

los célebres de Johannisberg-, sobre gravas y fragmentos cuarzosos los del Medoc-, sobre margas y calizas jurásicas los de Borgoña y de la Cote d'or;, sobre la creta los de Champagne-, sobre detritus

basálticos los de Tokay-, sobre lavas volcánicas los de Marsala y Siracusa-, sobre margas y calizas terciarias, y sobre aluviones antiguos y modernos, los de Jere^, el Puerto y

Sanlúcar de Bar¬

rameda.

Verdad es que los renombradosvinos de cada uno de estos pa¬

rajes ofrecen muy diferentes caractères; pero cuando vemospor

otra parte que un mismo,terreno, una misma formación

geológica

produce en situaciones distintas tipos diversos y áun opuestos,

menester es convenir en que las influencias telúricas, las

varieda¬

des del vidueño, y la actividad y esmero del cultivo, son

las

pn-CULTIVO DE LA VID 5 I7 mordíales circunstancias para

la producción de selectas clases.

Nocontradice este principio el que sean, por

ejemplo, las

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