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CAPÍTULO 1 MARCO TEÓRICO

1.1. DE LA ENSEÑANZA DE LA LITERATURA A LA EDUCACIÓN LITERARIA

1.1.2. Modelo de educación literaria

1.1.2.2. La formación de lectores literarios

El modelo de educación literaria ha sido propuesto con el objetivo final de formar lectores literarios competentes. A partir de esta consigna es que diferentes autores han teorizado y realizado propuestas formativas a fin de alcanzar los objetivos del modelo: fomento de la lectura y avance en la interpretación (Colomer, 1991; 1996; 2005; Colomer y Camps, 1996, Lomas, 1999; Del Amo, 2009; Margallo, 2011; Sanjuán, 2011; Caro, 2015). El desarrollo de ambos objetivos a la par es un trabajo arduo, pero sin duda es lo que permitirá realizar una formación integral de lectores, niños, niñas y adolescentes que disfruten de literatura de calidad y que en definitiva signifiquen un desafío lector. De acuerdo con Colomer (2005) la formación del futuro lector comienza con un cúmulo de prácticas sociales en las que está inmerso desde la infancia. Los primeros contactos con la literatura por lo general suelen ser orales o, en algunos casos, audiovisuales.

Ahora bien, conocer qué es un lector nos permite determinar las características de su formación. Considerando que en los últimos años ha surgido una literatura infantil y juvenil de calidad, el lector de esta literatura ha sido definido por Colomer (1998a:144) inicialmente como:

“un lector niño, niña o adolescente es el que aprende socialmente y a quien se dirigen textos que intentan favorecer su educación social a través de una propuesta de valores, de modelos de relación social y de interpretación ordenada del mundo. Y, en segundo lugar, como un lector infantil o adolescente que aprende una forma cultural codificada-la literatura-, y a quien se dirigen unos textos que traspasan unas formas fijadas del imaginario, unas formas narrativas con tradición de uso literario, una valoración estética del mundo y un uso especial del lenguaje”.

De este modo, el niño o adolescente lector se forma en un entorno social, aprendiendo a partir de las lecturas y las convenciones sociales que le permitan interpretar el mundo. La autora distingue a su vez seis rasgos que caracterizan a este lector: “a) un lector propio de las sociedades actuales, b) un

lector integrado en una sociedad alfabetizada, c) un lector familiarizado con los sistemas audiovisuales, d) un lector que se incorpora a las corrientes literarias actuales, e) un lector que conoce la literatura de su país, f) un lector que se desarrolla con la edad” (Colomer, 1998a:145).

En el marco del modelo de educación literaria, el lector es considerado como un receptor activo que debe poner en práctica diversas habilidades cognitivas y también sociales para interpretar un texto literario (Rosenblatt, 1995; 2002). En este sentido, el rol del lector y el dominio de habilidades lectoras son fundamentales. De acuerdo con Cairney (1992), la tarea del lector consiste en tratar de aproximarse a un lector ideal, es decir, a alguien que asimila el significado que el escritor ha procurado comunicar.

Dentro de este marco, conocer el perfil del lector supone un aspecto fundamental a la hora de formar lectores, puesto que para que nuestra tarea como formadores tenga éxito, es necesario que las obras que sugerimos se adecúen a los gustos e intereses de los alumnos. De Vicente-Yagüe (2015:

302) propone algunos criterios a tener en cuenta:

-La selección de obras atractivas por sus temáticas o recursos expresivos para el alumnado.

-La selección de obras adecuadas a la edad de los alumnos, en relación con la capacidad de estos para un correcto desarrollo de las fases de comprensión e interpretación lectoras, que no perturben o entorpezcan el acceso a la significación y, por tanto, su motivación en el acto lector.

-La selección de diferentes obras que supongan una muestra diversificada de la creatividad expresiva y que muestren un amplio y rico panorama literario al alumnado.

Poner en práctica estos criterios a la hora de desarrollar programas de fomento de la lectura, posiblemente facilite el acceso a las obras de los aprendices que se están iniciando en el camino literario. Es por ello que el docente o el mediador que esté encargado de la tarea de lectura debe conocer una gama amplia de obras a fin de poder recomendar el libro adecuado al lector. De esta

manera, logrará que la lectura sea significativa, puesto que cabe la posibilidad de que el niño o el adolescente conecte las temáticas con su experiencia personal y logre aprender literatura. En este marco, cabe hacer referencia al círculo de la lectura propuesto por Chambers (2008:15) que presentamos en el Esquema 1:

Esquema 1. Tomado de Chambers (2008:15). Dime: Los niños, la lectura y la conversación

Como podemos ver en el Esquema 1 hay cuatro componentes fundamentales en la formación de lectores: el adulto mediador o facilitador, que en el contexto en el que trabajamos ha de ser el docente, la selección de lecturas, el proceso de leer, ya sea el tiempo que se dedique, el acompañamiento a la lectura y el compartir la lectura. Finalmente, se encuentra la respuesta, que en definitiva es el término del proceso y está centrada principalmente en el lector, puesto que es él quien genera una respuesta lectora que ha de compartir con otros lectores y el mediador a fin de enriquecerla. El proceso es circular, puesto que cada elemento está interrelacionado y funciona de manera recursiva, ya que es posible volver a poner atención a cada uno de los elementos.

Ahora bien, resulta necesario definir y clarificar contenidos asociados al proceso de formación de lectores, específicamente lo que se refiere a la interpretación, dado que nuestra propuesta tiene como propósito entregar a los futuros docentes las herramientas y directrices que han de seguir para diseñar propuestas de lectura centradas en la interpretación de obras literarias

que permitan al futuro lector desarrollar una competencia literaria. Por tanto, fue necesario organizar nuestro curso en base a una serie de aprendizajes que tuviesen como foco la interpretación, por ello exponemos en los siguientes parágrafos los conceptos y contenidos asociados a este objetivo del modelo de educación literaria.