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Centrípetas y descentralizados

Dans le document Fronteras de la posmodernidad mexicana. (Page 99-102)

SEGUNDA PARTE ANÁLISIS

LA TIJUANA SENTIMENTAL DE FEDERICO CAMPBELL

III.2 Centrípetas y descentralizados

Yépez, en su artículo “Los norteados” (2000), define a Campbell, Sada y Conde autores

“centrípetas”, esto es: “aquellos intelectuales que habiendo nacido en el Norte […] con el tiempo se dirigieron hacia el centro del país y desde ahí escribieron su obra”79 (2000: 45). Yépez explica que la elección de dichos autores no ha de entenderse sólo por razones personales o debido a las mayores y mejores oportunidades en términos de publicación y de trabajo cultural, sino también por motivos críticos. Todos ellos, de acuerdo con Yépez, se identifican con la tradición mexicana central. Yépez los diferencia de los que él llama como los descentralizados (refiriéndose a Luis Humberto Crosthwaite y a Gabriel Trujillo, en particular); y les señala como característica la de identificarse con la cultura mexicana, pero sin querer escribir desde su centro. Permaneciendo en el Norte, buscarían un diálogo con el centro, donde, según él, se encontrarían sus intereses. Sobre la mayor o menor pertenencia de Campbell al norte no comparten la misma opinión todos los jóvenes (y menos jóvenes) escritores norteños. Élmer Mendoza, por ejemplo, en la introducción a El lobo en su hora, afirma que Campbell fue un “tijuanense de pura cepa” (Mendoza en Basave, 2016:

7) y hace hincapié en su función con respecto a los demás escritores de la zona, influencia que tuvo importancia justamente en el sentido de un acercamiento, reivindicación y una identificación con el territorio. Dice Mendoza: “nos mostró que era posible contar una región, señalizar nuestras ciudades con nuestro lenguaje y nuestras historias” (Mendoza en Basave, 2016: 9).

Desde el punto de vista del lenguaje, Campbell no lleva a cabo una hibridación. Al contrario, cuando utiliza palabras inglesas lo hace poniéndolas entre paréntesis o en cursiva, es

79 Se destaca que, el mismo Yépez subraya la importancia de Conde por haber sido una de las primeras escritoras que ha enseñado cómo se puede escribir de Tijuana desde Tijuana. Es posible que la opinión del crítico haya ido cambiando a lo largo del tiempo, o se haya matizado.

99 decir, haciendo una marca gráfica, que permite marcar la acotación, la diferencia. El español no sufre ningún cambio bajo la presión del inglés y este se ve limitado a las situaciones donde hay algún tipo de comercio, de transacción económica. En “Todos los de las focas” Campbell escribe:

Algunas veces, como maestro de ceremonias del Waikikí, anunciaba la actuación de Rosa Carmina: (Yes, siiir! Rosa Carmina! Greatest ballerina from Mexico City!) y a la entrada, en el pórtico, hacía propaganda (Take a look inside folks! No cover charge. The show i son, the show i son!) hasta la noche aquella en que alguien me enfrentó con desprecio y arrojó frente a mí una moneda de plata que fue a dar a la palangana de los escupitajos… me arrodillé y rescaté con la mano el dólar metálico de la escupidera. (1989: 47)

Según Pillado la escena no minimizaría los contrastes fronterizos; al contrario, revelaría claramente la jerarquía social y la fricción entre mexicanos y norteamericanos. Campbell no confunde los dos idiomas. De hecho, en otro texto, un artículo titulado “La frontera del lenguaje” (2014), denuncia su hibridación, enseñando una postura que puede parecer purista o esencialista en relación al castellano. Yépez, por ejemplo, destaca la contradicción de actitud en Campbell, quien, aun sabiendo a nivel teórico que los idiomas cambian, se transforman y mueren, luego lleva a cabo denuncias contra su “corrupción” (2006: 54 y 59). Sin embargo, aun con ciertas diferencias en el uso del inglés, cabe aclarar que tampoco —como veremos a continuación— el mestizaje lingüístico realizado por Yépez, Saavedra, Crosthwaite se reduce a una simple mezcla de idiomas o a un “spanglish estético”, por lo que este no deja de hacer visibles las fricciones y las diferencias sociales de los habitantes de los dos lados de la frontera.

Otro aspecto muy relevante, con respecto a la relación de Campbell y de los demás con el centro del Estado mexicano, es la representación del poder, que, como se verá, está vinculada con la representación de la violencia. Pillado destaca un elemento que resulta particularmente interesante en el marco de este trabajo: el conocimiento de Campbell de la obra de Michel Foucault. En particular, se centra en la reflexión llevada a cabo por el escritor tijuanense sobre el poder y su relación con el Estado, en La invención del poder (1994) y en Máscara negra (1995), donde dicha reflexión se acompaña de un análisis sobre el crimen y la “(in)existencia del Estado”

(Pillado, 2014: 1). El vínculo entre Estado, violencia y criminalidad, del que ya hemos hablado, es justamente uno de los aspectos que, de una u otra forma, cruza los textos que aquí se han seleccionado. La mirada crítica sobre el poder, entendido en particular como biopoder, es el otro aspecto que sugiere una “continuidad en la diferencia” entre Campbell y los autores que le siguieron.

Cabe, por lo tanto, introducir algunos elementos más sobre la idea de la relación entre Estado y poder, de acuerdo con Campbell. En textos como la Invención del poder (1995b), Máscara negra (1995) y La era de la criminalidad (2014), que reúne los anteriores, como Basave justamente subraya, Campbell muestra haber entendido la que hoy muchos denominan la inminencia del

estado fallido, así como la insurgencia del narco. En la variedad de los temas tratados, Campbell supo llevar a cabo un cuestionamiento constante de los poderosos, que no se limitaba a denunciar un partido o una persona en particular, sino que ilumina “la estructura mafiosa del poder” (Basave, 2016: 15). En este sentido, desde una frontera no tan geográfica (ya escribía desde el centro del país) sino de géneros, supo decir, tanto en sus textos periodísticos como de ficción, lo que Domínguez (2015) denuncia en Nación criminal desde la teoría y la crítica historiográfica, al hablar de los lazos que, a lo largo de la historia de México, habrían unido política, bandidos y también, en cierta medida, revolucionarios.

Por otro lado, Campbell representa el poder también en su libro Pretexta o el cronista enmascarado (1979), donde relata, en particular, el período entre final de los años 60 y comienzo de los 70, entre el movimiento estudiantil y su represión, y la que se conoce como “guerra sucia”. De acuerdo con Yu Jin Seong (2013), en dicha novela Campbell retrataría el poder, siguiendo las teorías de Foucault, como una red de relaciones. La imagen del Archivo, centro del texto, se tendría que interpretar como una metáfora del Estado mismo, que actúa según la estructura del panópticos, o sea un lugar donde, la mirada del que vigila llega a todos los vigilados, sin que estos logren entender desde dónde dicha mirada procede. Seong sugiere que la estructura del archivo de Pretexta reproduce la “de una gran fábrica o penitenciaría” (2013: 12), queriendo recordar la cárcel de Lecumberri. Aquí propongo que este mismo mecanismo de control “invisible” y biopolítico será presente también, aunque con diferencias, en las maquiladoras narradas en las novelas distópicas de Heriberto Yépez.

101 IV.ROSINACONDE:SITUARLAVIOLENCIAQUEBRANDOFRONTERAS.

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