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Carácter de sistema, complejidad y ecología en las redes sociales

Licencias lingüísticas

2. Marco teórico

2.1. Ecosistema de la comunicación en los medios sociales

2.1.2. Carácter de sistema, complejidad y ecología en las redes sociales

2.1.2. Carácter de sistema, complejidad y ecología en las redes sociales

Las redes sociales son sistemas complejos que presentan comportamientos emergentes (Christakis y Fowler, 2010) en los cuales intervienen diferentes componentes impredecibles que poseen características individuales que pueden presentan una evolución particular (Canals, 2012). En los sistemas emergentes como las redes sociales, las relaciones son recíprocas: “se construyen a partir de este tipo de retroalimentación las conexiones bidireccionales que promueven un aprendizaje de nivel superior” (Johnson, 2003: 109).

Un sistema es “un todo complejo cuyas partes o componentes están relacionadas de tal modo que el objeto se comporta como una unidad y no como un mero conjunto de elementos” (Bunge, 1985: 101). Es una unidad global constituida por elementos, acciones o individuos interrelacionados (Morin, 1981), en las que las relaciones son más importantes que los elementos mismos (Morin, 1992). La idea de sistema remite a la unidad compleja del todo interrelacionado, a sus caracteres y sus propiedades fenoménicas. Para Luhmann (1990), todo sistema debe entenderse siempre en su entorno, puesto que ésa es su identidad. En todos los sistemas complejos originados en los fenómenos psicológicos, biológicos, físicos, sociales y culturales existen interrelaciones e interdependencias (Capra, 1998), asociaciones combinatorias de elementos diferentes, que permiten concebir al mismo tiempo el todo y la unidad (Morin, 1994).

Estos sistemas emergentes siguen el principio de la morfogénesis, esto es, “la capacidad de todas las formas de vida de desarrollar cuerpos cada vez más complejos a partir de orígenes muy simples” (Johnson, 2003: 15). No existe una organización jerárquica en los sistemas emergentes, sino que son las propias interacciones “la placa giratoria donde se encuentran la idea de desorden, la idea de orden, la idea de transformación, en definitiva, la idea de organización” (Morin, 1981: 235). Así, las colonias formadas por hormigas, la urbanización de los barrios industriales en la Revolución Industrial o las conexiones neuronales del cerebro (Christakis y Fowler, 2010) son sistemas complejos de adaptación que despliegan comportamientos emergentes que extraen su inteligencia de sus propias interrelaciones (Barabási, 2003), y que se autogobiernan respondiendo a las necesidades cambiantes y específicas de su entorno con la peculiaridad de hacerse más inteligentes con el tiempo (Johnson, 2003).

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“Todos los sistemas descentralizados dependen en gran medida de su retroalimentación” (Johnson, 2003: 119) para transformar su estructura en una más ordenada. Miles de factores y decisiones individuales dan forma a la ciudad, al hormiguero y a las comunidades que se forman en las redes sociales virtuales. Al igual que las células, las ciudades y las hormigas, las redes sociales virtuales no tienen forma de ver el conjunto; carecen de una visión global del “organismo” que las contiene.

Las comunidades emergen a partir de acciones locales no coordinadas porque cada nodo imita a sus vecinos en busca de pistas para saber cómo comportarse siguiendo el principio de homofilia (Christakis y Fowler, 2010). “La información local conduce a la sabiduría global” (Johnson, 2003: 72). Este principio de comunicación induce a repetir lo que vemos o escuchamos (Canals, 2012); cuando el público comienza a aplaudir en un teatro, o cuando en un estadio de fútbol los aficionados empiezan a hacer la ola (Christakis y Fowler, 2010) se produce un contagio que expande esta conducta e influye en los demás.

Manchester fue una ciudad caótica en el siglo XIX, una ciudad industrial compleja con vida propia autoorganizada y descentralizada, con patrones comunes con los de una colonia de hormigas o una comunidad de usuarios en Facebook. Por tanto, del mismo modo que la hormiga reina no dirige a las hormigas obreras, los denominados

“influencers”, característicos de las redes sociales de internet, no organizan al resto de usuarios en una red social virtual, sino que sucede de manera espontánea y natural, sin jerarquías.

Hablar de sistemas es hablar de complejidad. Para Edgar Morin (1994: 32), la complejidad “es un tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados (…) el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico”. El pensamiento complejo se centra en las interconexiones, las causaciones y los vínculos recíprocos, las retroalimentaciones (Canals, 2012; Johnson, 2003). El término complejidad implica el reconocimiento de un principio de incertidumbre y desorden (Morin, 1981). “Lo complejo no puede resumirse en una palabra, retrotraerse a una ley o reducirse a una idea simple” (Morin, 1994: 21).

Para comprender fenómenos complejos como las redes sociales es necesario incidir en dos aspectos complejos: el tipo de estructura y el tipo de comportamiento de las

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redes (Canals, 2012). La complejidad estructural consiste en las particularidades de las conexiones, si éstas son conexiones fijas o varían con el tiempo o si son relaciones fuertes o débiles, entre otras características. Estas estructuras complejas se relacionan con el azar al estar comprendidas en fenómenos aleatorios e inesperados (Morin, 1994). Por su parte, algunos tipos de comportamientos emergentes ya han sido mencionados, como los que se producen en las interrelaciones que existen en el ADN, las relaciones entre humanos, las neuronas o las redes de transportes de los países (Caldarelli y Catanzaro, 2014; Canals, 2012; Christakis y Fowler, 2010).

Otro término relacionado con los anteriores y que se adapta de forma extraordinaria al estudio de las redes sociales virtuales es ecología. Este concepto, en su sentido clásico relacionado con “los seres humanos y la naturaleza como un sistema interconectado conjunto” (Fernández Peña, 2016: 185), se alinea con nuestro objeto de estudio en el campo de la comunicación al considerar los procesos complejos de este tipo como fenómenos interconectados e interdependientes:

Es una capa tecnológica que consiste en los aparatos y medios conectados que permiten la comunicación y la interacción. Una capa social consiste en gente y modos sociales de organizar esa gente –que podrían incluir, por ejemplo, todo, desde grupos de amistad a organizaciones comunitarias más formales, así como compañías o entidades legales. Y finalmente, una capa discursiva, que es el contenido de la comunicación –es decir, las ideas o temas que constituyen el universo social conocido en el que la ecología opera (Foth y Hearn, 2007: 1, citado en Fernández Peña, 2016:

186-187).

En definitiva, sistema, complejidad y ecología son sinónimos que se complementan entre sí y que tratan sobre lo interrelacionado, sobre aquello que se influye mutuamente. Estos términos son el fundamento de las redes sociales virtuales donde el pensamiento local de un número determinado de individuos tiene la capacidad de conformar el pensamiento global de una comunidad.

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