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Lo urbano a través de los de los Centros Sociales

LO ORGANIZATIVO-PRÁCTICAS

REIMAGINANDO LA OKUPACIÓN

4.2 Lo urbano a través de los de los Centros Sociales

Construir la trinchera híbrida sería, como diría Svetlana Aleksiévich, no dejar de luchar, pero a la vez tampoco dejar de desmenuzar los blancos y negros, y buscar coligaciones políticas y afectivas. Las hibridaciones, sin embargo, muy a menudo se quedan en el terreno del mero deseo o en aspectos como la técnica (donde lo híbrido se utiliza hace tiempo), creando una especie de tecnocracia que suspende aperturas en el mundo político. Los fórums híbridos (Callon, Lascoumes y Barthe, 2009) pueden suponer una referencia para situar estos escenarios.

168 En el ritmo de la espectacularidad es muy habitual hacer público (publicitar) novedades e inventos (artilugios, teorías sociales, etc.) sin parangón. Sin embargo, en ciencias sociales debemos ser cautos al usar este lenguaje de 'lo nuevo' que puede caer en una miopía excesiva al tratar con problemáticas que, más que nuevas, quizá sean redescubrimientos, actualizaciones o ideas remozadas. Por ello, deberíamos distinguir entre antiguo y anticuado, entre esquemas que pese a su antigüedad sirven para diseccionar el presente y los que ya han quedado desfasados;

sin contraponer acríticamente lo nuevo a lo viejo o antiguo, dando a entender que lo nuevo -si es que lo es- es inherentemente superior a lo ya conocido o descrito. Como decía Marcel Proust,

"el único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos".

169 Foucault, explica una situación análoga, tomando el poder que categoriza al individuo y que lo encierra en unos parámetros autodefinitorios que lo atan "en su propia identidad, le impone una ley de verdad sobre sí que está obligado a reconocer y que otros deben reconocer en él"

(Butler, 2008).

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No obstante, en el panorama urbano que se dibuja a partir de los Centros Sociales170, induce a utilizar el concepto cooperación, antes que el de hibridación171. La okupación se asociaba a una lucha residencial, pero la realidad actual -desde hace varios años- demuestra que es un instrumento proyector de actividades comunes y de cooperación "entre espacios sociales que manifiestan sus deseos de lucha de formas muy diferentes", comunicándose "con otros espacios de lo social" en su deseo o necesidad "de constituir territorios sociales diversos, potentes y creativos, espacios también de mestizaje político, social y cultural"172. Esta necesidad de trascender y no estancarse (en el sentido de parálisis y en el sentido, también, de compartimentos estancos y herméticos no comunicantes ni comunicativos), se extendió, en forma de crítica-interrogación al entorno de las "instituciones de movimiento"173 (Carmona et al., 2008). Esta apertura parece encomendarse a la doble tarea que Butler (2008), siguiendo a Foucault, enlaza con la crítica. Por un lado, "mostrar cómo el saber y el poder operan para constituir un modo más o menos sistemático de ordenar el mundo con sus propias 'condiciones de aceptabilidad de un sistema'" y por otro indicar los puntos de ruptura, los momentos de discontinuidad, los lugares en los que no logra constituir la inteligibilidad que representa. Por tanto, la crítica así Social. Por eso se insiste en que se referirán indistintamente como Centros Sociales, ya que pese a las variadas denominaciones o situaciones (arriendo legal, cesión, okupación), el espíritu, cometido y encaje político (esto es, la dirección y el tipo de incidencia política que buscan) es similar.

171 Cooperación parece un término más adecuado porque implica una carga y significancia política que va en consonancia a los espacios -Centros Sociales- a los que se pretende aplicar, mientras que la hibridación se aleja, con gran recurrencia, a la liviana y separada esfera de lo abstracto. Además, en tanto que hibridación parece presuponer una conjunción de intereses o entidades bastante disímiles, la cooperación lleva implícita un sustrato común anterior (una pre-comunidad de afines), unas líneas de fuerza pretéritas que son el abono de la unión (política y de acción) futura. según lo necesiten la realidad, los colectivos o lo social.

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propia formación de uno mismo como sujeto y buscar honestamente y en colectividad puntos de fuga radicalmente válidos.

Diversas reflexiones han venido poniendo cuerpo y concreción a estas fugas.

Miguel Martínez (2001) percibía hace tiempo las aperturas de los CSOAs hacia una mayor expansión y visibilidad pública, creando conexiones transversales y atracciones sociales174. Con ello consiguieron "hacer persistente en el tiempo y con intensidad y visibilidad política esa forma de participación urbana gracias a la combinación operada entre prácticas contraculturales atractivas para la población juvenil y la crítica social a dominaciones urbanas concretas". Superar la guetización que impedía enraizar en colectividades más amplias para así enfrentar fortalecidos la precarización de lo cotidiano (Hodkinson y Chatterton, 2006) era uno de los objetivos. La relevancia político-social de los Centros Sociales, como máquinas articuladoras y aglutinadoras de la heterogeneidad social y cultural era un síntoma de la efervescencia organizativa que ensayaban los movimientos sociales. El movimiento Antiglobalización fue la punta de lanza de estas nuevas multitudes que conformaban la emergencia de un nuevo sujeto político, más dúctil y multiversal. Hablar de potencia del nuevo sujeto es, en realidad, hablar de organización, de la innovación en la manera de organizarse, de "un modelo de organización adecuado a las nuevas condiciones del antagonismo" (Negri, 2002). Así, se abren nuevas posibilidades de valoración y, sobre todo, de autovalorización, de ejecutar algo novedosos desde dentro de los sujetos y colectivos subversivos. Este nuevo sujeto sería la multitud, una multitud indefinida175 (más por sus límites y limitaciones -que desborda inesperadamente- que por una cuestión ontológica, pues los sujetos están unidos en multitud por una explotación común). En palabras de Negri (2008), "la multitud sustituyó a la clase obrera en la producción y en la vida de la explotación, como en la resistencia".

En esta nueva o renovada constitución ontológica -que va recomenzando, pero no desde el inicio, pues ya tiene unas bases y una tradición-, los centros sociales y su transformación antropológica juegan un papel importante, pues funcionan como agregadores donde re-unir a la fusión de sujetos que es la multitud. Los

174 En Barcelona este proceso se agudizó con la oleada de solidaridad (y de ahí la aceptación social del modo de lucha a través de la okupación) tras el desalojo del Cine Princesa en 1996 y se detuvo en seco cuando en 1999 un golpe de efecto mediático relacionó el entorno okupa con el Comando Barcelona de ETA (con la subsiguiente criminalización y división del movimiento) (Cattaneo y Tudela, 2014).

175 Se podría definir como un sujeto de una concreción difusa.

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"Centros Sociales de segunda generación" suponen armas "para una reorganización subjetiva y política de las nuevas figuras obreras precarizadas"

(Precari@s en movimiento, 2008). De este modo, estos Centros Sociales reverdecidos actúan contra el sectarismo y tribalismo que les ha caracterizado (Hodkinson y Chatterton, 2006), construyendo un espacio de encuentro intersticial en el que comunicar, enlazar y poner en común diferentes grupos (Pickerill y Chatterton, 2006) mediante la tematización de problemas urbanos que acucian sin apenas distinción a todos. Esta absorción de disparidades dispersas, aunando luchas sociales y haciendo de altavoz y difusor a sus reivindicaciones es concomitante con imaginar maneras de hacer. En consonancia con la apertura organizacional, se da asimismo un accionar imaginativo.

Imaginar la acción política exige ceñirse a lo conocido (el pragmatismo176) o explorar aperturas y alianzas (la creatividad). Los Centros Sociales, en cuanto espacios de contestación radical y prácticas alternativas eligen deliberada y activamente participar en el juego político. En este sentido, su intencionalidad es crear una posición política situada, producir una política que incida en la cotidianeidad. Para eso, como ya se ha visto, los Centros Sociales viraron de un encaje excesivamente autorreferencial y una producción autófaga, hacia una multitud cooperante con un gran poder aditivo. Esta vocación de interpelar y de convocar a lo variado de lo social va de la mano con la antes mentada crítica, que como manera de interrogar sirve para avanzar y orquestar el agotamiento del campo de las certezas propias. Como diría Marina Garcés177 , hay que crecer en los márgenes, pero sin ser marginales ni excluirnos en una autoreferencialidad alternativa, sino apostando por un descentramiento conceptual y político, que deconstruya el sujeto y lo inacabe (huyendo, de nuevo, de lo seguro, de lo veraz y de aquellas categorías modernas totémicas).

La renovada imaginación debe abrir los imaginarios sociales, pues éstos son "lo que serviría de receptáculo de acogida, de contenedor, para las diversas identidades societales" (Vázquez y García, 2015). Por lo tanto, inventar imaginarios es conformar cohesiones sociales, pasar a la ofensiva y no dejar que

176 Sin embargo, el pragmatismo, aparte de como continuismo, también se puede entender como aquella praxis que construye realidad con lo que tiene a mano, consciente de su limitación pero sin anquilosarse.Verónica Gago (2015) lo llama 'pragmática popular', una especie de hibridación en la que la pragmática intentaría "resaltar una dinámica inmanente de captación de oportunidades bajo relaciones de fuerza marcadas por la condición (pos)neoliberal".

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http://www.ara.cat/suplements/diumenge/Marges-periferies_0_1568843111.html?utm_medium=social&utm_source=twitter&utm_campaign=ara

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las imágenes que circulan en los medios impongan sus colores y sus formas, sus estilos, homogeneicen los imaginarios urbanos, los colonicen, y así reduzcan la imaginación (Lindón, 2006). En suma, usar la imaginación política para abrir los imaginarios instituyentes (de lo social, de lo político).

Elacontecimiento 15M178 ayudó a impulsar la superación de la parcelación identitaria de manera determinante. Fue la última expresión de un contínuum de iniciativas y redes (DRY, VdeVivienda, Vivienda Digna) que abonaron y tejieron el terreno para el surgimiento (no) espontáneo del movimiento. Por lo tanto, el 15M no actuaba en vacío, sino que se sustentaba en una preexistencia (Díaz Parra y Candón, 2014) de alianzas. El fenómeno de tomar y mantenerse en las plazas también se caraterizó por su heterogeneidad y por su no identificación o adscripción a ideologías definidas (y nombradas), partidos o sindicatos. Su abrupto crecimiento exponencial -cuantitativamente- y su disruptiva irrupción en la esfera sociopolítica -cualitativamente, creando una catarsis durkheimiana179 o emoción colectiva180- fue otro de los factores que contribuyó a crear un hondo impacto en la sociedad, latente aún en la mente colectiva. Su composición transversal hizo que acogiera a posiciones políticas variadas, pero también propició que, desde un conocimiento situado y práctico, se fuera conformando un renovado imaginario que pivotaba en una cohesión social que convocaba a más gentes, espacios y mentes. En cierto modo, se desencallaron cerrazones y potencias políticas, encarnando un nuevo tipo de movilizaciones que partían de un actor político no convencional (formado por sujetos colectivos, necesidades, estructuras, estrategias y conductas interrelacionadas pero divergentes). La fortaleza del movimiento residía entonces en la potencia de sus nodos, en la tupida red de contestación que compartía no sólo espacio, sino también comunicación, conocimiento y vías de

178 El llamado 'Movimiento de los Indignados' consistió en una serie de manifestaciones que se produjeron a las puertas de las elecciones de mayo de 2011 y que se caracterizó por la ocupación o toma de las plazas y su posterior descentralización a los barrios y mayor concreción de las luchas (Díaz-Cortés y Sequera, 2015). Este acontecimiento posibilitó revisitar la utopía (Morejón, 2015) desde una óptica alternativa, recuperando el pulso político, la concienciación social y poniendo fin al aletargamiento colectivo.

179 Según Durkheim un episodio de efervescencia colectiva es un "descalabro colectivo" por el cual la arbitrariedad del signo se ve sobrepasada por un exceso de sentido que el codigo de representacion vigente no puede asir, produciendo una disrupción que suspende el sistema de organización de signos (Grondona, 2012). Este puro exceso, además de cuestionar y desplazar el orden imaginario establecido, actúa tambien como fuerza creativa y de integración social (re)elaborando un conjunto de representaciones colectivas, emergiendo nuevas formas de ordenar y clasificar el mundo (Nocera, 2009).

180 http://tecnopolitica.net/sites/default/files/Texto_15M_emociones_final.pdf

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acción colectiva. Se puede decir que el 15M activó un cambio cualitativo al considerar el sentido o significado social de las okupaciones (Abellán, Sequera y Janoschka, 2013). Esta reciprocidad abierta y sin pre-limitaciones permitió, por ejemplo, convergencias entre el movimiento okupa y el 15M, de modo que la

‘okupación’ de edificios ha llegado a incorporarse al repertorio de acción del movimiento 15M y ha hecho que el propio movimiento okupa sea más receptivo a alianzas, a partir de engarzar cadenas de acumulación de intercambios activistas (Martínez y García, 2015a). Esta articulación con grupos diversos que tienen en común una crítica radical hacia el sistema económico capitalista (Venegas, 2014) hace que se sumen y se adhieran legitimidades tanto en un plano interno como externo, dotando de nuevos artefactos para abrogar lo público181.

Uno de los campos sobre el que más se ha trabajado en esta derogación de lo público por otro paradigma igualmente público -en cuanto abierto y que remite al encuentro a la interpelación libre de la sociedad- pero no mediado por lo institucional, son los comunes.

4.3 Comunes

Las prácticas de "comunización" del saber, de asistencia mutua, de trabajo cooperativo, pueden esbozar otra razón del mundo. A esta razón alternativa, no podría dársele mejor nombre que éste: la razón del común (Laval y Dardot, 2013:409) El derrumbamiento de las certezas modernas y la apertura epistemológica consecuente junto con la crisis económica ha propiciado la (re)aparición del concepto commons (Laval y Dardot, 2015; Negri y Hardt, 2011). El nuevo paradigma tecnológico, con la creciente presencia de lo digital en la vida, y del volcado de la vida (procesos, dinámicas, infraestructuras182) en lo digital, ha servido de perfecto instrumental para revivir esta antigua relación (respecto la realidad y entre las personas).

El término abarca multitud de realidades, pero al ser la economía predominante, como proceso y como razón explicativa, los comunes

181 Entendido como lo institucional que connaturalmente se asocia con lo popular, prescindiendo y censurando otras vías de expresión.

182 Lo común hace relevante las redes como medio organizacional, y quizá por eso se adecúe tan bien a la era postdigital, en la que el paradigma y el efecto red se traslada de lo digital a lo real.

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actualmente se han formado en torno a ello. El hecho de que la nobel de economía Ostrom183, trabaje este tema puede dar una idea de la relevancia que ha adquirido el concepto. En general, las economías que se referencian respecto lo común se engloban bajo el denominador de Otras Economías (la economía del bien común, la economía social y solidaria, la economía cooperativa, etc.).

Sin embargo, bajo esta multitud se esconde, asimismo, una ambivalencia en uso y alcance de lo común. Un buen ejemplo son las llamadas economías colaborativas (co-working), que en los últimos tiempos están en pleno auge (Uber, Airbnb, etc.), y se suelen confundir acríticamente a veces con lo común.

Las diferencias, no obstante, son de fondo, funcionamiento y razón de ser. Las economías colaborativas son parasitarias en el sentido de que explotan el valor que crean los usuarios que usan su plataforma. En este caso los usuarios no están empoderados, son meros seguidores pasivos, reproductores de la plataforma y el valor que crean sus interacciones (prosumers); es una hibridación del paradigma de los comunes184. Por eso, hay que distinguir de qué hablamos cuando nos referimos a lo común. Mientras que en el caso anterior lo común sigue teniendo características capitalistas (la plataforma hace de intermediario para extraer el valor de cambio), hay otros ejemplos de comunes que se acercan a un ideal exterior al capitalismo y su manera de gobernanza185.

Así, lo común es un término de moda que a veces no se ajusta al concepto ligado a una realidad diferente a la capitalista. Igual que ocurre con la lucha dialógica entre lo resiliente y lo resistente, lo común puede tener una radicalidad (u honestidad) conceptual mayor o menor. La prolífica eclosión de lo común (como manera de gestionar la economía, como candidaturas políticas, como modo organizacional) ha hecho que en muchos ámbitos se haya pasado del discurso a la acción (del) común. Lo común como racionalidad se puede tomar como una innovación social que puede producir interesantes innovaciones urbanas. En este sentido, lo común es una manera de organizar y comunicar y representa nuevos horizontes (sustituir la propiedad por el acceso, por ejemplo) y una renovada cultura que supera la teoría del valor capitalista tomando el trabajo como fuerza social progresiva y significante.

183 La Nobel Elinor Ostrom prueba que los comunes naturales puede manejarse mejor por las comunidades que por el mercado o el estado, a pesar de la crítica “trágica” de Garrett Hardin.

184 En este caso lo común es un recurso accesorio más que usa el capitalismo para captar el valor de un bien infrautilizado; se comunaliza el capitalismo.

185 Las plataformas cooperativas, por ejemplo, tomando el mismo modelo abogan, sin embargo, por una descentralización en la cual la ventaja no sea únicamente el compartir, sino el ser también el propietario de lo que se crea.

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Acuñar lo común es también útil para superar el marco binario y establecer responsabilidades políticas de lo que ocurre tanto sobre lo privado y sobre lo público, con la bondad de que lo público ya no es la única referencia para representar de la(s) colectividad(es) (sus intereses, propiedades, espacios, etc.).

Además, al ser un paradigma aparentemente no ligado al lastre de movimientos históricos tiene una gran adherencia y un gran seguimiento.

4.3.1 Dimensiones

En los últimos años este campo ha recibido una atención creciente, tanto desde la perspectiva de los movimientos sociales como desde el campo de la reflexión académica o la ingeniería política. La vigencia de los comunes, tanto como herramienta conceptual como vector narrativo para una (re)articulación política, se comprueba en el impacto que tienen en acontecimientos recientes y el interés que suscitan en momentos concretos. A continuación, se mencionarán algunas dimensiones en las cuales está presente y se usa como referente.

• Lo común como antagonista de lo privado

Paradigmáticamente se toma el proceso de cercamiento que ocurrió en Inglaterra en el siglo XVIII, por el cual se crearon los ‘enclosures’ en contraposición a los ‘open fields’, que representa el inicio de la acumulación primitiva contemporánea y la desposesión de miles de personas que pasarían a ser la reserva obrera de la incipiente revolución industrial. Este cercamiento también se produjo en otros lugares, en consonancia con el expansivo desarrollo de los medios de producción y la emergencia de la burguesía como productor económico y sujeto político. La destrucción de formas comunales de asociación y derecho comunal precede a la apropiación capitalista de esos bienes comunales, que pasan a ser privatizados. El hecho de no ser mercantilizables186, conlleva uno de los aspectos conflictuales que caracterizan a los actuales commons. Este carácter "contra-" puede ir desde lo contrahegemónico, hasta lo contracultural u otros tipos de resistencia(s). Los commons se asientan en un

186 Lo cual no quiere decir que no exista una reglamentación o cierta institucionalización. No es lo mismo un acceso abierto que un uso comunal. A pesar de no ser comercializable al uso, sí tienen ciertos derechos formales (que muchas veces no son idílicos, en efecto). La "tragedia de los comunes" de Hardin incurriría, así, en un error fundacional de concepto (pues postulaba, desde una óptica de recursos, que lo común se esquilmaba pues no pertenecía a nadie).

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sistema que trata de depredarlos, por lo que los commons traen inherentemente una disputa, una confrontación, por el espacio, por la manera de hacer las cosas.

Por ello, los commons conviven en los márgenes187.

En su conceptualización actual lo común es intrínsecamente conflictual o de confrontación, ya que actualmente lo común ya no es lo anterior a los enclosures, ahora es la biblioteca comunitaria de Bangalore, la casa okupada de Berlín o el huerto comunitario de Madrid. Eizenberg (2012) lo explica de la siguiente manera:

"Actually existing commons then should not be seen as a “return” of some noble but possibly archaic ideal but as a springboard for

"Actually existing commons then should not be seen as a “return” of some noble but possibly archaic ideal but as a springboard for