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La tiranía de los modos de vida. Sobre la paradoja moral de nuestro tiempo,

Mark Hunyadi, trad. Francisco Gonzá-lez Fernández, Madrid, Cátedra, 2015, 116 pp.

La crisis económica, el agotamiento del modelo actual y la emergencia de nuevos partidos en Europa han provocado cambios en el discurso político, cristalizados en los suce-sivos procesos electorales. En países como España, Fran-cia o Reino Unido, el menú de propuestas en los últimos años no se resume ya en la alternancia entre los grandes partidos que han ocupado el espacio público durante dé-cadas compitiendo con medidas ligeramente diferentes (en

áreas como sanidad y educación) sin cuestionar el siste-ma mismo. Los nuevos partidos han introducido siste-marcos referenciales que abogan por una supuesta regeneración democrática (con conceptos de nula inocencia y dudosa efectividad como el de «transparencia») y, curiosamente, claman por un cambio del sistema. Pocos años atrás, re-sultaba impensable imaginar, por ejemplo, la frecuencia de uso del término «capitalismo» en las contiendas electora-les, lo que indica, por lo menos, el cuestionamiento de un sistema que parecía incuestionable.

Con todo, conviene no llevarse a engaño. Recordemos que la invocación a la reforma del sistema se remonta en la cumbre del G-20 celebrada en 2008 en Washington cuan-do los dirigentes gubernamentales convocacuan-dos acudían allí para «refundar el capitalismo». Ni que decir tiene que el capitalismo ni se ha refundado ni se ha cuestionado más allá de algunos brindis al sol. Eso sí, al hacerse estos llama-mientos se crea la ilusión de reforma o alternativa, adelan-tándose al clamor popular. Ésa es la base de la razón de ser del sistema. Como señala Mark Hunyadi en La tiranía de los modos de vida: «El sistema se impone afectivamente porque sabe ir en la dirección de nuestras inclinaciones individuales –en esto consiste el capitalismo inteligente–, favoreciendo nuestra comodidad, explotando nuestra fascinación ténica, excitando la pasión infantil de provecho, competición, dis-tinción y temor a la sanción que él mismo nos ha inculcado, obligándonos al final a adoptar sus valores fundamentales y a convertirnos en utilitaristas individualistas» (pp. 69-70).

En su libro, Hunyadi pone el acento en analizar el fun-cionamiento de este mecanismo para recordar que las co-sas son un poco más complejas que una mera confrotación entre sistema e individuos. El mecanismo está compueso por los modos de vida., que son «las expectativas de com-portamiento impuestas de forma duradera por el sistema a los individuos y a los grupos, y que se imponen indepen-dientemente de la voluntad de los actores» (p. 47), es decir, es un concepto que explica la afectación del sistema sobre los actores o, dicho de otro modo, constituye el «conjun-to de prácticas que moldean efectivamente los compor-tamientos de cada cual al producir expectativas a las que los individuos se conforman para socializarse» (p. 48). Su identificación como categoría social resulta imprescindible

ol. 10 (otoño 2015), p. 173-174

por cuanto «mientras no se asuma globalmente o trans-versalmente la fuente de nuestras patologías sociales bajo la categoría modo de vida, el sistema seguirá extendiendo silenciosamente su influencia» (p. 115).

Hunyadi considera que las instituciones han creado pequeñas éticas que satisfacen necesidades individuales como estrategia de legimitación del sistema, convirtiendo a los individuos en autómatas: «nuestra existencia adquiere cada vez más la forma de un curriculum vitae, y se espera que nuestra relación con el prójimo se desarrolle en el marco de lo políticamente correcto» (p. 49). El propio sistema contempla además un cierto margen de maniobra que únicamente sirve para certificar su funcionamiento: «cada cual puede (...) crearse un estilo de vida, es decir una re-nuncia subjetiva a estas expectativas de comportamiento:

por ejemplo, negándose a utilizar un coche, eligiendo la frugalidad ecológica o el slow food. Pero estas actitudes más o menos heroicas, más o menos marginales, confirman an-tes que conan-testan la influencia de las expectativas de com-portamiento sobre la vida social de los individuos» (p. 49).

Vemos una distinción entre «estilo de vida» y «modo de vida». Mientras es posible la elección del primero, el se-gundo es una imposición de actitudes y comportamientos acordes con la sociedad en que se inscriben. Los modos de vida serían las articulaciones intermedias entre un sistema y los individuos, de forma que las relaciones son un tan-to más complejas que el mero determinismo que conduce a pensar en una lógica conspirativa. Al contrario, según Hunyadi, ya que «la lógica que obra aquí es la de la emer-gencia, la de los efectos acumulados y del refuerzo por el hecho consumado; un conjunto de fenómenos convergen-tes que no constituye el propósito de nadie en particular, individuo o grupo» (p. 49).

Así, Hunyadi maneja el concepto distanciándose tam-bién del habitus de Pierre Bourdieu puesto que «los modos de vida no tratan de explicar cómo los actores asimilan esquemas de comportamiento o disposiciones durade-ras que son como la marca de la sociedad depositada en cada individuo; persiguen más bien poner en evidencia la manera según la cual el sistema produce expectativas de comportamiento que se convierten en la condición de la socialización de los individuos» (pp. 46-47).

El peligro radica en una cierta despolitización del mun-do, a través de un sistema que se parapeta tras decisiones denominadas técnicas y una ética restringida que edifican un «conservadurismo del hecho consumado» (p. 31). Al-gunos ejemplos se manifiestan en derivas asumidas como inexorables, como la robotización de nuestras rutinas («ninguna máquina es éticamente neutra», p. 19), el control de la investigación en aras del paradigma de la seguridad o la consideración de las acciones técnicas «únicamente a través de las lentes del riesgo» (p. 27).

Todo ello se ha visto reforzado por la asunción de las te-sis del liberalismo de Rawls y Habermas, que conviene res-plantear puesto que «la victoria del individuo, consagrada por el triunfo del modelo de las libertades individuales, es la victoria del sistema (...) [L]a paradoja de la neutralización ética del mundo no es ningún éxito, o mejor que solo lo es si se atribuye a la ética (...) otra función que la que le asigna oficialmente nuestra época; porque esta decidió hacer de la ética su vasalla, como lo muestra ampliamente la profusión de comités éticos de todo pelaje que llenan el mundo insti-tucional actual... ¿Se puede seriamente creer que el sistema que instala todos estos comités espera de ellos que sean críticos, críticos con el sistema? ¡Todo lo contrario! ¡Espera más bien de ellos que lo vuelvan no criticable!» (p. 56).

Hunyadi plantea recuperar la reflexión mediante la cons-titución de un «parlamento de los modos de vida», es decir, un nuevo tipo de institución «donde se elabore un modo de actuar común capaz de reapropiarse de los modos de vida que se nos escapan y nos encarcelan» (p. 96) y que resuelva lo que Marx «menos poseía, a saber, imaginación institucio-nal» (p. 91). Su libro concluye como un alegato por el bien común porque, como resume a la perfección, «hoy en día (...), por temor a restringir libertades fundamentales tales como la libertad de emprender, de hacer negocios, de inter-cambiar, de investigar y de comercializar, se dejan hacer co-sas que en definitiva dan como resultado efectos que nadie había querido aunque, acumulados, terminan por imponer un modo de vida que se nos escapa de las manos pero del que no se puede ya escapar» (pp. 103-104).

Manuel de la Fuente EU-topías

ISSN: 2174-8454 – Vol. 10 (otoño 2015), p. 175-176

Periodismo digital. Redes, audiencias y modelos de negocio, Guillermo López García, Salamanca, Comunicación Social, 2015, 170 pp.

La adaptación de las industrias mediáticas y culturales a la tecnología digital y los cambios consiguientes han conlle-vado una precarización laboral que afecta a diversos ám-bitos, debido a su función mediadora en la comprensión del mundo. Uno de los mayores problemas radica en la indefinición e inestabilidad de un entorno comunicativo que evoluciona a velocidad vertiginosa, provocando que los ciudadanos estén más ocupados con una aclimatación tecnológica interminable en detrimento de la reflexión y el análisis, que necesitan tiempo y tranquilidad. Ante

el caos imperante urge, por lo tanto, poner un poco de orden, sistematizar la relación y características de los for-matos, manifestaciones y espacios digitales y alertar ade-más de las dificultades que se presentan.

Guillermo López García opta por centrarse en el ofi-cio de periodista en su libro Periodismo digital. Redes, audien-cias y modelos de negocio. De este modo el volumen supone no sólo una revisión global de los planteamientos que exponía en su obra, pionera en España, Modelos de comu-nicación en internet (Valencia, Tirant Lo Blanch, 2005) sino también la asunción de la vulnerabilidad de la figura del periodista en el entramado social. Se trata de una investi-gación de largo recorrido, apoyada en el grupo de inves-tigación Mediaflows –www.mediaflows.es– y que se pro-pone situar en el centro del debate público las relaciones digitales en sus diversas niveles (entre poder y ciudadanía, entre grupos sociales y generacionales, así como entre usuarios con las redes). Es por ello que, tras la incógnita pasada sobre las posibilidades de internet, en este libro se reflexiona sobre los nuevos modos comunicativos y la labor mediadora del periodismo.

El volumen se abre con una descripción detallada y actualizada de estas formas de comunicación y de los ci-bermedios. Ya desde el principio López García advierte que los grandes medios se resisten a desaparecer y ceder su cetro de poder por mucho que las nuevas tecnologías prometan un reparto más descentralizado y equitativo.

Según el autor, «los medios de comunicación continúan en el centro del sistema, como interlocutores privilegiados del poder y de los ciudadanos. Vuelven, en cierto sentido, a su poder primigenio de intermediarios, encargándose de certificar qué es importante y qué no» (p. 34). Esta circunstancia resulta llamativa en un contexto de crisis prolongada en tres frentes, como se identifica en el capí-tulo segundo: económica, publicitaria y de comunicación.

El sector periodístico (no sólo en España sino también en Europa y Estados Unidos) ha sufrido especialmente la precarización laboral, de manera que la proliferación de medios no ha servido para una mayor profesionaliza-ción sino todo lo contrario. Un ejemplo paradigmático lo constituye Soitu, un portal online español que cerró al poco tiempo de nacer pese a ofrecer informaciones

ol. 10 (otoño 2015), p. 175-176

propias a diario. Por el contrario, los medios que se li-mitan a reproducir contenidos apenas sufre reveses ante una audiencia que se va volviendo menos exigente. La conclusión no puede ser más desalentadora: «la inversión en contenidos específicos, propios, de calidad, es mucho más difícil de rentabilizar que el aluvión de visitas conse-guidas merced a la distribución sistemática de contenidos ajenos» (p. 58).

El tercer capítulo analiza detenidamente los proble-mas de la profesión, que pasan por la flexibilidad y la precariedad. López García expone con claridad una si-tuación en la que se juntan estos problemas con un hori-zonte de nuevos perfiles profesionales originados con la comunicación digital (como los community managers). No se olvida el autor de constatar el debate en España al res-pecto de la instauración de un modelo empresarial acorde con la singularidad del país. Así, las diferentes fórmulas de publicidad y suscripción en los cibermedios resultan fundamentales para consolidar la industria y ofrecer ar-gumentos con los que combatir la precariedad. El estudio de medios que combinan papel y digital muestra que no se puede establecer una distinción radical que sitúe a un lado a los medios tradicionales, con lo que la crisis profe-sional del sector precisa de una solución global.

Acto seguido, se destaca en el libro la evolución de las audiencias y la producción de contenidos y se acomete uno de los asuntos más peliagudos (y ocultos, según aler-ta López García) de la revolución digital y los cambios comunicativos: la gestión, acceso y protección de datos.

De hecho, el tráfico de datos representa uno de los asun-tos sobre los que conviene avisar ya que «además de los datos que los usuarios dan voluntariamente (...) es muy sencillo componer un perfil comercial de dicho usuario (...) También es muy habitual vender estos datos a diver-sas emprediver-sas, que a continuación se disponen a explotar-los por vía telefónica, por correo convencional, etc.» (p.

105). El hecho de que el público baje la guardia ante este problema va en sintonía con un entorno comunicativo que potencia un consumo rápido y anula la capacidad crí-tica. Es el efecto adverso de herramientas como Google o Facebook, basadas en la inmediatez: «el acceso inme-diato a cualquier tipo de datos que posibilita los

busca-dores nos acostumbra a conseguir lo que buscamos rápi-damente y sin esfuerzo: educa a la mente según circuitos informativos que se asimilan a los que son propios de Internet, alejándola del esfuerzo y la reflexión que venían ligadas con los sistemas de acceso a la información que anteriormente ostentaban la hegemonía» (p. 107).

El repaso a los géneros periodísticos digitales (infor-mativos, interpretativos, argumentativos y dialógicos) ocupa el octavo capítulo, con numerosos ejemplos que no se contentan con ilustrar una mera taxonomía ya que expresan los excesos de la descontextualización de un entorno comunicativo que emite y devora informacio-nes sin cesar y de las injerencias del poder político en la agenda periodística en España. Así, al recordar los casos de la transmisión años después de la comparecencia en el senado de Aquilino Polaino («ejemplo (...) de los ma-les asociados con un sistema de distribución de la infor-mación muy ágil, eficaz y dinámico, pero también muy descontextualizado y fragmentario, proclive a todo tipo de confusiones», p. 132) o las portadas de los periódicos conservadores dedicados a manipular para favorecer al Partido Popular, López García demuestra que los géne-ros y textos periodísticos no se pueden explicar (tampoco los digitales) recurriendo a las falacias de la objetividad o neutralidad que se pregonan constantemente desde el seno de la profesión.

Por ello, las manifestaciones más recientes del perio-dismo digital, las redes sociales, no son un instrumento inofensivo dedicados exclusivamente a conectar indivi-duos puesto que, como afirma el autor «estamos dejando en manos de empresas privadas monopolísticas esferas de debate público, de interacción, de difusión e inter-cambio de informaciones cada vez más importante (...) el ciudadano, las empresas, incluso las instituciones, pueden quedar totalmente desvalidos si estas empresas, por la ra-zón que sea, deciden expulsarlos de la Red» (pp. 153-154).

Con las redes acaba un libro imprescindible que traza el presente del periodismo digital para indicar un camino plagado de una reflexión urgente y global.

Manuel de la Fuente EU-topías

ISSN: 2174-8454 – Vol. 10 (otoño 2015), p. 177-179

Missions and World Civilizations,