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SITUSCIÍIN DE LA AGRICULTURA DEL VALLE DE MIERES

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EN ASTURIAS.

I.

Acabamos de visitarunade las comarcas más fértiles y pinto¬

rescas deAsturias; pero de las menosfavorecidas también por la

mano delhombre, falto de fe ó indiferente á los progresos agríco¬

las, ó más estimulado por otras industrias que le proporcionan

mayor remuneración en sus tareas que el cultivo del campo.

En efecto, áno tocarlo, nadie creería que corre el tiempo tan desapercibidoen loque se refiere á la agricultura, de los que lo

miran deslizarsevelozmente, sin dejar máshuellas de su paso que las que imprime su acción descomponente y destructora

sobre lo

creado.

Y no esextraño que ante esta falta de conciencia de su

situa¬

ción y sus recursos emigre á lejanas tierras en busca de fortuna

su más robusta juventud, fascinada por sueños de engrandeci¬

miento ybienandanza, que no le permiten observar lo que

deja

enpos de sí, y que á no dudarlo le proporcionaría un

porvenir

más seguro ytranquilo, ahorrándola decepcionesy desencantos,

quealcanza casi siempre al pisar el suelo extraño é

inhospitalario

que mata sus ilusiones, si es que no sucumbeen el brusco

cambio

de clima ó á impulso delas enfermedades que leesperan.

Con falsas ideas de que asfixia á la población su excesiva

den¬

sidad, negándole recursos para sobrellevar la vida el

ilimitado

fraccionamiento de las heredades reducidas á cultivo, le atribuye

en su alucinación la única causa de su malestar, como si no con¬

tribuyese muy principalmente á este estado poco

lisonjero la

carencia de conocimientos para sacarpartido del suelo.

Como tendremos ocasión de demostrar, el valle de Mieres, y

con especialidad el término jurisdiccional de la villa,

dispone de

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no despreciable número de terrenos incultos, que podrían con¬

vertirse en ricas praderas, utilizando nacimientos perdidos de

agua, ó en plantaciones de pomaradas, castaños y avellanos; no

queriendo destinar una parte al cultivo de cereales, tubérculos y raíces, extremadamente limitado ó casi desconocido en la locali¬

dad respecto á las últimas plantas.

Y no es que desconozcamos el influjo fatal para la prosperidad

de la agricultura, no ya de la división tan avanzada del fundo,

sino lo que es más peijudicial aún, del desparramamiento de los infinitos trozos de -tierra que constituyen los pequeños caseríos, desparramamiento que separa uno y dos kilómetros unos pedazos

de otros de los que lleva en arriendo un colono, haciendo imposi¬

ble que concentre su acción para trabajarlos yguardarloscomo es debido.

Dejando estas observaciones para más tarde, así como la in¬

dicación de los medios de corregir los capitales defectos que des¬

cuellan en la manera de serde la propiedad rural asturiana, entre¬

mos de lleno en nuestro propósito de dar á conocer, bajo el punto de vista agrícola, la importantecomarca que empieza enel Puente de los Fierros,y concluye en el límite Norte del término municipal

de Mieres.

Fatigado el viajero porlas bruscas pendientes, que se veobliga¬

do á subiry bajar desde Busdongo, límite extremo del ferrocarril de Falencia á Gijón, hasta Puente de los Fierros, dondeempieza

de nuevo el segundo trozo férreo, atravesando en diligenciael famoso puerto de Pajares, que hoy constituyeel gran obstáculo al enlace, y preocupado con los insondables abismos que contempla

á sus pies al coronarla cima ypronunciarse en descenso hacia el valle, apenas goza del bellísimo y encantador panorama que le

ofrece el répentino cambioque sepresenta á susojos,conla exube¬

rante y lozanísima vegetación de las laderas yel fondo, cuando no está velada, como ocurre con tanta frecuencia, por densas nieblas

que se posan sobre lasprofundidades, cual si entraseen sus cálcu¬

los ocultar el peligro que corre al precipitarse anheloso deganar la tierra relativamente llana, que constituye su aspiración delmo¬

mento, yde que cesen su ansiedad y sus sobresaltos durante un

trayectotan lleno de emociones.

Figúrese el lector ungran promontorioderocasdesconcertadas.

en que los estratos horizontales cambiaron de posición tomando

lavertical á impulsos de incomensurables sacudimientos geológi¬

cos, y determinando, como era natural, abruptas pendientesy pro¬

fundos valles, que laacción de los siglos ba ido agrandando, auxi¬

liada por las lluvias, las nieves y los hielos, y se formará idea del

elevado muro que interpuso la Naturaleza paralimitar las llanuras

de Castilla y León, y mostrarle de lejos la brava costa asturo-cantábrica. Sobreeste grandioso mirador, que gana 1.360 metros sobre el nivel del mar, y que corresponde en la zonaseptentrional

á laregión subalpinaó de los pastos de sierra, se precipita, por de¬

cirlo así, la carretera de Castilla á Oviedo, con pendientes que sólo pueden justificar laépoca en que se abrió y las invencibles

dificultades con que nopudo menos de tropezar el que la trazó,

para desarrollar mayores curvas.

Al llegar al pueblo de Pajares empieza ya la agricultura á tener representación, observándose algunos raquíticos maizales, que

protestan de la tiranía ejercida con ellos, encaramándolos en una estación en que tiritan de frío, y en que corrieron la eventualidad

de nogerminar si se retardara la primavera, como corren la de no madurar sise anticipa elotoño; peroarrastrando siempreuna exis¬

tencia azarosa, violenta y vergonzante, toda vez que no pueden corresponder dignamente á los esfuerzos del cultivador, con una cosechamedianamente remuneradora.

Al lado de Ios-maíces figura alguna que otra berza, cuyo tallo

ó troncho parece como que quiere elevarseá la altura de lacol ca¬

balluna, que tanto abundaen el resto de Asturias, pero que tiene

que hacer alto yrenunciar á tanatrevida pretensión, paradesarro¬

llar su pella, porcorresponder á las especiesquerepollan ó forman

cabeza.

Algunos nogales, que afectan la formapiramidal, porextenderse

más su copa en sentido vertical que en el horizontal,y confruto

bastante mediano; escasos castaños de poco desarrollo y que ado¬

lecen de los mismos vicios que los nogales,ydeterminadas plantas

de bosque acompañan á los maícesy berzas; no faltando tampoco

reducidas siembras de centeno y prados naturales de corta exten¬

sión, que por su lozanía y hermoso verdormuestran que están en

su propia tierra, y campan por su respeto. Tambiénocupan un

lu¬

gardistinguidolos famosos guisantes,arvejos, renombradosen

toda

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laprovincia, por lo tiernosy

exquisitos,

tanto

verdes

como secos.

Pero habiéndonos de concretar principalmente á la región baja, comprendidaentre Puente de los

Fierros

y

Mieres, ambos

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